Hoy no te hablo como un hombre común, sino con la autoridad del Evangelio de Jesucristo, con la voz del Espíritu Santo que llama a Su pueblo a despertar.
MATEO 18:10-14 Parábola de la oveja perdida: «10Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. 11Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. 12¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado? 13Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquella, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. 14Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.
Jesús nos da una parábola que revela el corazón del Padre: un pastor tiene 100 ovejas, pero una se pierde. ¡Una sola! Y ante los ojos humanos, parecería insignificante. ¿Qué importa una oveja cuando todavía quedan 99? ¡Pero así no piensa nuestro Dios!
Porque hay muchos que han sido menospreciados. Muchos que han sido olvidados. Muchos que el mundo, y aún la misma iglesia, han dado por perdidos. Pero así dice el Señor: «¡YO NO LOS HE OLVIDADO! ¡YO VOY TRAS ELLOS! ¡YO LOS TRAERÉ DE VUELTA!» ¡Dios está mirando! ¡Dios está observando! Y el cielo mismo está en guerra por los que han sido desechados.
Hay jóvenes atrapados en las drogas, pero Dios dice: «¡Yo los voy a rescatar!»
Hay matrimonios al borde del divorcio, pero Dios dice: «¡Yo los voy a restaurar!»
Hay vidas atadas al pecado, a la lujuria, a la desesperanza, a la depresión, pero Dios dice: «¡Yo romperé las cadenas y los traeré de vuelta!»
Y mientras algunos pueden decir: «No vale la pena… ya se perdió… no hay esperanza», ¡EL SEÑOR NO PIENSA ASÍ!
- Él se levanta en celo ardiente.
- Él atraviesa las montañas de la incredulidad.
- Él derrumba fortalezas del diablo.
- Él rompe cadenas de opresión.
- Él pelea hasta encontrar esa oveja.
Y cuando la encuentra, no la reprende, no la desecha, ¡SINO QUE SE GOZA!
¡Porque el Hijo del Hombre vino a salvar lo que se había perdido! ¡Él no vino a condenar, sino a restaurar! Y Él no descansará hasta encontrar a cada oveja descarriada.
Y si tú eres esa oveja, ¡escucha lo que el Espíritu dice! No es la voluntad del Padre que te pierdas. Él no quiere que sigas lejos. ¡Él te está buscando!
¡ALGUIEN AQUÍ NECESITA ESCUCHAR ESTO!
- No importa cuán lejos hayas caído.
- No importa cuán sucia esté tu vida.
- No importa cuántas veces hayas fallado.
Jesús viene por ti y Él te carga sobre Sus hombros y te lleva de regreso al redil
¡ESA ES LA GRACIA DE DIOS!
Pero ahora, Iglesia, te hablo a ti.¡Si tu Maestro busca a la oveja perdida, entonces tú también debes buscarla!
¡Porque el corazón del Padre es salvar. El corazón del Padre es rescatar. El corazón del Padre es redimir.
Así que hoy te desafío en el nombre de Jesús: Si eres la oveja perdida, ¡deja que Él te encuentre! Si eres de las 99, ¡sal y busca a los que están perdidos! Porque el Señor dice: «No es mi voluntad que ninguno se pierda.»
¡El tiempo es ahora! ¡La cosecha está lista! ¡Los perdidos necesitan ser encontrados!
OREMOS: Señor Jesús, hoy vengo ante Ti reconociendo que he estado lejos, pero ahora escucho Tu voz llamándome. Perdona mis pecados, lávame con Tu sangre y hazme nuevo. Hoy decido dejar mi vida pasada y correr hacia Tus brazos. Sé mi Salvador, sé mi Señor, guíame en Tu camino. Gracias porque me amas, porque no te rendiste conmigo y porque hoy vuelvo a casa. En el nombre de Jesús, amén.