Categoría: Confianza

EL PAN ESTÁ SERVIDO: ¿VENDRÁS O PASARÁS DE LARGO?

Hay un clamor en el corazón humano que no se calla con placeres, que no se sacia con riquezas, ni se llena con religiones vacías. Ese clamor es hambre, ese clamor es hambre de eternidad, hambre de propósito, hambre de Dios.

Y en JUAN capítulo 6:30, cuando el pueblo se acerca a Jesús, lo hacen con una pregunta:
“¿Qué señal haces tú, para que te creamos?”

¡Qué ciegos estaban! Acababan de ver cómo alimentó a miles con cinco panes y dos peces. Habían presenciado milagros, prodigios, maravillas… ¡pero aún querían una señal! ¡Porque los ojos naturales siempre exigen pruebas, mientras que los ojos del espíritu sólo necesitan una palabra para creer!

Y entonces Jesús, con la autoridad de aquel que es desde el principio, les dice:

JUAN 6:33 “No fue Moisés el que les dio el pan del cielo… fue mi Padre. Y ahora mi Padre les da el verdadero Pan que desciende del cielo y da vida al mundo.”

Y ellos respondieron: “¡Señor, danos siempre ese pan!” ¡Y aquí viene la declaración que sacude los cielos y la tierra!

JUAN 6:35 “YO SOY el PAN DE VIDA. El que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.”

Escúchame, amigo y amiga: Tú no necesitas otro pan. No necesitas otro camino. No necesitas otro sistema, otra ideología, otra religión, otro sustituto…
¡Lo que necesitas es a Cristo!

Cristo es el pan del cielo. Cristo es el sustento del alma. Cristo es la fuente que no se agota. Cristo es la vida que no termina. Cristo es el maná eterno… que no se pudre, que no desaparece al amanecer, ¡Sino que permanece para siempre!

Y escucha esta promesa del Maestro: “Al que a mí viene, no le echo fuera.”
Tú puedes venir con dolor…
Puedes venir con pecado…
Puedes venir roto, vacío, quebrado…¡Y Él no te echará fuera!
¡Te abrazará!
¡Te sanará!
¡Te limpiará!
¡Y te dará vida eterna!

Porque no descendió del cielo para hacer Su propia voluntad.

JUAN 6:40 “Sino para cumplir la perfecta voluntad del Padre: que ninguno de los que le han sido dados se pierda, y que en el día postrero, Él los resucite!

Hay resurrección para los que creen, esperanza para los que confían, pan para los que tienen hambre y hay salvación en el Nombre que es sobre todo nombre: JESUCRISTO, el Hijo de Dios vivo.

Ven al Pan de Vida. Ven a Jesús. Y si hoy vienes a Él, Él te recibe, Él te transforma, y Él te asegura: «Tendrás vida eterna, y yo mismo te resucitaré en el día postrero.”


OREMOS: Padre, en el Nombre de Jesús, te pido que esta palabra arda como fuego en cada corazón. Que el hambre espiritual crezca hasta que cada uno corra a los pies del Pan de Vida. Llena, restaura, resucita, y salva. En el nombre glorioso de Jesús. ¡Amén!

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DIOS NO TE ABANDONA

Hoy vengo a recordarles una verdad eterna, una promesa que viene directamente del corazón de Dios para aquellos que le aman. En el Salmo 91:14-16, Dios nos dice:

«Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré;
Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
Me invocará, y yo le responderé;
Con él estaré yo en la angustia;
Lo libraré y le glorificaré.
Lo saciaré de larga vida,
Y le mostraré mi salvación.»

Estas palabras no son solo poesía, son el pacto de Dios con Sus hijos. Dios mismo nos habla y nos dice: «Si me amas, yo te protegeré. Si me buscas, yo te responderé. Si me llamas, yo estaré contigo.»

Quizá hoy te sientes en medio de una tormenta. Tal vez has orado y no ves respuesta, quizá la angustia ha llenado tu corazón y las circunstancias te han hecho dudar. Pero escucha bien: Dios no es hombre para mentir, ni hijo de hombre para arrepentirse. ¡Si Él lo ha dicho, Él lo cumplirá!

Él promete estar contigo en la angustia. No dice que nunca vendrán dificultades, pero sí asegura que no las enfrentarás solo. Cuando los vientos soplen, cuando las puertas parezcan cerradas, cuando el dolor toque tu vida, recuerda que Dios está ahí, sosteniéndote con Su mano poderosa.

Él también promete librarte. No hay cadena que Él no pueda romper, no hay prisión que pueda retenerte cuando Dios decide libertarte. No importa cuán grande sea el problema, cuán fuerte sea la opresión, Dios tiene el poder para sacarte en victoria.

Pero no solo eso, Él dice: «Lo pondré en alto.» No solo te rescata, sino que te levanta. Dios no solo quiere salvarte del mal, sino llevarte a un nivel más alto, a un propósito mayor, a una vida abundante en Su presencia.

Y al final, Su promesa es aún más grande: «Lo saciaré de larga vida y le mostraré mi salvación.» ¡Oh, qué hermoso es esto! No solo nos da una vida larga en la tierra conforme a Su voluntad, sino que nos da la vida eterna en Cristo Jesús.

Hermanos, hoy Dios nos llama a confiar, a permanecer firmes, a amarlo con todo nuestro ser. Si le has buscado, sigue buscando. Si le has amado, sigue amándole. Porque el Dios Todopoderoso está contigo y nunca te dejará.

¡Aférrate a esta promesa y vive con la seguridad de que Dios tiene el control! Amén.

Oración: “Padre amado, hoy me aferro a Tu promesa. Declaro que en Ti está mi refugio y mi fortaleza. Gracias porque nunca me abandonas, porque me libras y me sostienes en medio de la prueba. Clamo a Ti con confianza, sabiendo que Tú respondes y peleas por mí. Levántame, Señor, lléname de Tu paz y muéstrame Tu salvación. En el nombre de Jesús, amén.”

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EL PODER TRANSFORMADOR DE LA PALABRA DE DIOS

Hoy quiero hablarles de algo que puede cambiar tu vida para siempre. No estoy hablando de filosofías humanas ni de palabras vacías, sino de la Palabra viva y eficaz de nuestro Dios.

HEBREOS 4:12 nos dice:«Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.»

Esta no es una palabra cualquiera. No es letra muerta en un papel. No es un simple libro de historia o moralidad. Es la misma voz del Dios Todopoderoso hablándonos hoy, aquí y ahora.

  1. La Palabra es VIVA
    La Biblia no es un texto antiguo sin relevancia. No es un conjunto de historias del pasado. Es la Palabra del Dios que es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Cuando lees la Biblia, no solo la estás leyendo… ¡ella te está leyendo a ti! Porque la Palabra de Dios trae vida donde hay muerte, esperanza donde hay desesperación, y sanidad donde hay herida.
  2. La Palabra es EFICAZ
    Hay muchas voces en este mundo, muchas filosofías, muchas ideologías, pero ninguna tiene el poder transformador de la Palabra de Dios. Su poder es real. Su poder es sobrenatural. Su poder cambia corazones endurecidos y renueva mentes confundidas.
  3. La Palabra es CORTANTE
    La espada de Dios no es para destruirte, sino para cortar lo que te impide acercarte a Él. Corta el pecado, corta el engaño, corta la incredulidad. Y como un cirujano celestial, Dios usa Su Palabra para operar en lo más profundo de nuestro ser, separando lo que es de la carne de lo que es del Espíritu.
  4. La Palabra DISCERNE
    ¿Cuántos saben que Dios no solo mira lo que hacemos, sino lo que pensamos y sentimos? La Palabra de Dios revela lo que hay en nuestro corazón. No podemos escondernos de ella. No podemos disfrazar nuestras intenciones delante de Dios. Pero aquí está la buena noticia: cuando nos rendimos a Su Palabra, Él nos transforma desde adentro.

Amados, hoy Dios te está llamando a sumergirte en Su Palabra. No es suficiente escucharla los domingos. No es suficiente tenerla en la estantería. Hay que leerla, meditarla, vivirla. Porque cuando la Palabra de Dios entra en tu vida, no puedes seguir siendo el mismo.

Hoy te invito a hacer algo: abre tu corazón a la Palabra. Permite que te examine, que te transforme, que te llene de vida. Porque el que edifica su vida en la Palabra de Dios, ¡nunca será sacudido!

Que el Señor nos ayude a amar, obedecer y vivir Su poderosa Palabra.

ORACIÓN: “Señor Jesús, hoy proclamo que Tu Palabra es viva y poderosa para salvar, sanar y libertar. Penetra mi corazón, rompe cadenas y trae luz a mi vida. Espíritu Santo, tocame, despierta la fe y transforma con el fuego de Tú Palabra. Declaro que hoy es mi día de salvación, y que todo yugo se rompe . En el nombre poderoso de Jesús. Amén.”

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¡ACÉRCATE CON CONFIANZA!

¡Hoy les traigo una palabra de vida, una palabra de poder, una palabra que viene del trono de la gracia! ¡Escuchen bien!

HEBREOS 4: 14-16 «Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.»

Mira lo que esto significa: ¡tenemos un gran sumo sacerdote! ¡No uno cualquiera, no un hombre limitado, sino el Hijo de Dios mismo, el Cristo resucitado, el Rey de gloria, el Alfa y la Omega! ¡Él ha traspasado los cielos, Él ha vencido la muerte, Él ha derrotado al enemigo y ahora está a la diestra del Padre intercediendo por ti y por mí!

Muchos han vivido con miedo, con culpa, con ataduras del pasado, pensando que no son dignos de acercarse a Dios. ¡Pero la Palabra dice que nuestro Sumo Sacerdote se compadece de nuestras debilidades! No es un Dios lejano, frío o indiferente. Él nos entiende, Él nos ama, Él nos llama a Su presencia con confianza.

Satanás ha intentado acusarte, decirte que no eres suficiente, que no puedes venir ante Dios, que Él no te escucha. ¡Pero el diablo es un mentiroso! Jesús fue tentado en todo, sufrió como tú y como yo, pero sin pecado, y ahora Él te invita a entrar con libertad ante el trono de la gracia.

¡Escucha esto! No es un trono de juicio, no es un trono de condenación, es un trono de gracia!

Y la Palabra nos da una orden: «ACERQUÉMONOS, PUES, CONFIADAMENTE.»

No con miedo.
No con vergüenza.
No con inseguridad.

¡Sino con confianza! Porque en ese trono hay misericordia. En ese trono hay ayuda. En ese trono hay restauración. En ese trono hay poder.

Hoy el Señor te dice: ¡Hijo mío, hija mía, ven a Mí! No te quedes lejos, no escuches la voz del enemigo, no dudes de Mi amor. Yo te lavo, Yo te limpio, Yo te fortalezco, Yo te levanto.

¡Hoy es el día de acercarte! ¡Hoy es el día de entrar con valentía en la presencia de Dios y recibir Su favor, Su gracia, Su perdón y Su poder!

Te estarás preguntando, ?Y como hago para entrar a ese trono de Gracia?. Muy sencillo, haz la siguiente oración conmigo, en voz alta:

«Señor Jesús, hoy reconozco que necesito Tu gracia. Me acerco a Ti con fe, creyendo que eres el Hijo de Dios, el gran sumo sacerdote que murió por mis pecados y resucitó para darme vida eterna. Perdóname, lávame con Tu sangre y hazme una nueva criatura. Hoy dejo atrás mi pasado y recibo Tu salvación. Declaro que Tú eres mi Señor y Salvador, y desde este momento mi vida te pertenece. Gracias, Padre, por recibirme en Tu trono de gracia. En el nombre de Jesús, ¡Amén!

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