Categoría: Gracia

VALENTÍA PARA CONFRONTAR OPOSICIÓN

Quienes le conocen major, dirían que usted es valiente o cobarde?. Al verle tomar decisiones que fueron muy difíciles, le vieron evadir tales situaciones difíciles o le vieron enfrentarlas con valentía. Al cometer errores, fue valiente para reconocerlos y corregirlos o más bien quiso echarle la culpa a alguien. Y es que la valentía es una cualidad esencial en la vida del creyente por la sencilla razón de que, al aceptar a Cristo como nuestro Salvador y al testificar de Él a otros, a veces, requiere valentía.

La valentía es un elemento vital en la vida. Es muy importante en la vida de nuestros hijos. Desde pequeño debemos enseñarles a ser valientes, a no temer, no echarse para atrás, ser valientes, audaces, osados y francos.

Bien, en el siguiente pasaje bíblico quizás nos hará pensar cómo se es valiente en esto.

GENESIS 6:5-22 “Y el Señor vio que la maldad de los hombres era mucha en la tierra. y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová. Y dijo Jehová, «Raeré de sobre la faz de la tierra los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia y hasta el reptil y las aves del cielo, pues me arrepiento de haberlos hecho. Pero Noe, halló gracia ante los ojos de Jehová, y estas son las generaciones de Noé. Noé era varón justo, era perfecto en sus generaciones, con Dios caminó Noé. Y engendró Noé tres hijos, Hacén, Acam, Hafeed, y se corrompió la tierra delante de Dios. Y miró Dios la tierra y aquí que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido. Dijo, pues Dios a Noé, «He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia, a causa de ellos y he aquí que yo los destruiré. Hazte una arca de madera de Gofer, harás aposentos en el arca y la calafatiarás con brea por dentro y por fuera. Y de esta manera la harás, de 300 codos de longitud de la arca equivalente a casi 140 metros, de 50 codos o anchura, unos 23 metros, y de 30 codos o altura, unos 14 metros más o menos, una ventana harás a larga y la acabarás a un codo de elevación por la parte de arriba y pondrás la puerta a su lado y le harás piso abajo, segundo y tercero. Y aquí que yo traigo un diluvio de agua sobre la tierra para destruir a todo en que haya espíritu de vida. Debajo del cielo todo lo que hay en la tierra morirá. Más estableceré mi pacto contigo y entrarás en el arca, tu, tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos contigo. Y de todo lo que vive de toda carne, dos de cada especie meterás en el arca, para que tengan vida contigo, macho y hembra serán, de las aves según su especie y de las bestias según su especie, de todos reptiless de la tierra según su especie, dos de cada especie entrarán contigo para que tengan vida y toma contigo de todo alimento que se come y almacénalo y servirá de sustento para ti y para ellos. Y lo hizo así, Noé hizo conforme a todo lo que Dios le mandó. Entra tú y toda tu casa en el arca, porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación. Y siete días después comenzó a llover.”

Ahora bien, analizaremos este pasaje por el asunto de la valentía. Porque Noé debió haber sido un hombre muy valiente o no habría hecho lo que hizo. En aquel momento, todo plan en la imaginación del hombre siempre era vil, dice que continuamente eran consumidos por el mal y se habían entregado a la maldad. Lo único que les importaba era satisfacer la lujuria de sus corazones.

¿Y cómo se sintió Dios? Lo que él dijo fue, me arrepiento de haber creado la tierra y todo lo que hay en ella a causa de lo que ha pasado. El perfecto corazón de Dios se sintió totalmente rechazado por el hombre a quien amó desde que le creó. Entonces, ¿qué quiso hacer Dios al respecto?  Declaro que los juzgaría ahogándoles, personas, animales, insectos, todo.

Qué tiene esto que ver esto con la valentía? Bien, es interesante que en ninguna parte de estos versículos se hable de valentía per se, no se lo menciona. Pero la verdad está ahí. ¿Por qué esto fue lo que le dijo Dios a Noé? Quiero que hagas esto: construye una arca y te salvaré con esto.

Entonces, si puede imaginar, en esa sociedad vil de la que hemos hablado, un día Noé y  sus hijos empiezan a cortar madera. Seguramente la gente al pasar por ahí decía, ¿qué será lo que están haciendo? ¿Van a construir una casa? O quizás se burlaron de él. Pero Noé, valientemente, siguió siendo obediente a Dios hasta que terminó de construirla.

Luego, lo interesante es que todos los animales vinieron en esa dirección, haciendo exactamente lo que Dios ya había planeado que hicieran. El sembró en ellos algo innato para que poco a poco llegaron a la barca.

Entraron tal como Dios lo había planeado de dos en dos. Macho y hembra. Pasaron siete días y una mañana, despertaron y lloviznaba. Luego empezó a llover un poco más y un poco más fuerte. En poco tiempo llovía a cántaros. Los arroyos se llenaban. Y llovió, llovió, llovió, llovió, llovió, llovió, llovió, llovió. Y el valiente Noé, su pequeña familia y esos animales estaban a salvo en el arca.

Lo que deseo que veamos, Noé cómo pudo construir esa gran arca en medio de tanta oposición y todo lo demás? Trabajo arduamente durante un año  o quizás más. ¿Cómo lo logró?: Tuvo el valor de obedecer a Dios.

¿CUÁL FUE LA BASE DE SU VALENTÍA?

Le daré a una lista y ésta también debería ser la base de nuestra valentía. No importa quién sea usted, la base es la misma.

  1. La seguridad absoluta de que había escuchado a Dios. Esa fue su primera línea de defensa en su valentía. Estaba seguro de haber escuchado al Dios del cielo decir: haz una barca para que entren animales e insectos. Yo cerraré la puerta. Confia en mí. Deseo preguntarle. ¿Cuándo fue la última vez que Dios le habló y usted estuvo completamente seguro de lo que le dijo a usted? Mucha atención. Si usted está pensando. No sé si he escuchado a Dios hablarme. Entonces le pido en el nombre de Jesús qué postrado de rodillas en casa diga: Señor, quiero escucharte, me creaste, tienes un propósito para mi vida, dijiste que el Espíritu Santo viviría en mí, necesito escucharte. Si se pregunta si Dios lo hará, claro que sí. Escuche bien. ¿Lo escuchará la primera vez? Quizás no, pero insista. Miren, no hay nada que hoy usted necesite más que poder escuchar a Dios. Noé estaba seguro de que Dios le había hablado.
  • Lo segundo es esto: el reconocimiento de la presencia de Dios en Él. Cuando pienso en lo que debió de haber sentido en aquellos días. La palabra de Dios dice que Noe era varón justo y perfecto. Con Dios caminó Noe; seguro de su presencia.  ¿Puedo usted decir, estoy seguro de la presencia de Dios en mi vida? No solo la siento, la conozco. Anticipo que Dios se me revele cuando y como sea. Pero sé que Él está en mi vida. Por lo tanto, la base de su valentía, sabía que escuchaba a Dios y sabía que entendía lo que era la presencia de Dios.
  • Lo tercero fue la claridad de las instrucciones que Dios le dio. Dios no le dijo quiero que construyas algo grande, sino que le dijo construye una arca. Con tanto de longitud, altura y anchura, con tres aposentos, una puerta y una ventana. le mostró cómo hacerlo paso a paso. No tenía título en la arquitectura, no era un experto en construcción, pero escuchaba a Dios.
  • Otra razón por la cual Noé fue tan valiente fue la experiencia de la fortaleza de Dios en él. Noé sabía que era posible hacer esa arca solamente con la fuerza de Dios. Recuerde esto, no hay nada que Dios nos llame a hacer sin darnos la fortaleza para hacerlo. Dios no nos llamará a hacer algo sin ayudarnos a hacerlo.  
  • La advertencia del juicio divino venidero, Dios le dijo, quiero que construyas el arca, voy a destruir toda vida sobre la faz de la Tierra, excepto lo que esté dentro del arca, y Él le creyó a Dios. De no haberle creído no habría construido el arca. Le creyó y descubrió que cada vez que Dios le decía algo y Él lo hacía, Dios lo bendecía. ¿Sabe por qué? Porque caminaba con Dios. Y la Biblia dice que tenía su gracia. Me encanta lo que dice este versículo hablando de Él, pero Noé ha hallado gracia ante los ojos de Jehová, permítame preguntarle. ¿Tiene usted la gracia de Dios en su vida? ¿Siente que tiene el favor de Dios? O es una de esas personas que piensan, no sé dónde está Dios, oro, pero no veo nada, no siento nada, de verdad no siento nada o me pregunto, ¿dónde está Dios? Dirás, creo que nunca he sentido eso. ¿Sabe por qué? Número uno, no lo espera. Número dos, al ver su vida piensa, con razón no tengo el favor de Dios. Cuando Dios le muestra su gracia, Él comienza a actuar en su vida de maneras indescriptibles. Al considerar todo esto pienso en lo que dice la Biblia, que Noé camino con Dios, es decir que tenía una relación personal con Dios. No hay una sola persona aquí que no pueda tener una relación personal con Dios y quiere hacerlo. Dios Todo Poderoso puede morar en nosotros, expresarse en nosotros, llenarnos, bendecirnos, como nadie más lo puede hacer.
  • Y desde luego, creo que otra cosa motivaba Noe a ser valiente es la promesa que Dios le había dado de su futuro. Le dijo, destruirá a toda persona sobre la faz de la tierra excepto a ti. ¿Se imagina cómo se habría sentido? Al pensar en eso quisiera postrarme sobre mi rosto ante Dios y decir, señor, dame un vislumbre de lo que sintió Noe. Destruirá a toda persona que ha creado sobre la faz de la tierra, a toda persona, a todos los animales e insectos. Excepto los que estén en el arca, los destruiré salvo a ti. Entonces, al pensar en Noé pienso, señor, gracias por este ejemplo maravilloso.

 ¿Se necesita valentía para obedecer a Dios? Para hacer lo que nos pida hacer, para alejarnos de lo que Él quiere que dejemos, para dar lo que Dios quiere que demos, para entregarle lo que quiere que entreguemos, para obedecerle, seguir sus mandamientos, se necesitaba valor para hacerlo. Le damos muchos otros nombres, pero la verdad, es cobardía.

Solo digo que si no estamos dispuestos a obedecer a Dios somos cobardes, porque Él nos dará la valentía para obedecerle. Mucha atención, no puede vivir, no importa cómo haya vivido en el pasado. Pase lo que pase en su vida, este donde esté, no puede perder en lo absoluto obedeciendo a Dios. Y Él hará en sus circunstancias lo mismo que hizo en las de Noé. Para Noé fue un arca, para usted algo más. Y les ruego que sea lo suficientemente sabio, sensible y valiente, para obedecer a Dios, quien le ama totalmente, sin lugar a dudas. infinita e inmensurablemente, Dios le ama, confiará en Él?

Si nunca ha aceptado a Cristo como Salvador, está manteniéndose aflote. Pero un día de estos se hundirá y todo terminará. Si le pide a Cristo que perdona sus pecados, no importa lo malo que crea que haya sido. Y reconoce que la razón para su perdón no es porque lo merece, sino porque Jesús el hijo de Dios fue a la cruz, dio su vida voluntariamente. Fue una muerte sustituta, voluntaria y expiatoria que pagó nuestros pecados en la cruz. Pídale perdón por sus pecados basado en eso. El Padre le perdonará porque su hijo pagó toda su deuda. Entregue su vida a Él y toda su vida cambiará. Al instante se dará cuenta de qué es la vida y lo que ha perdido. No importa lo que haya tenido, no se compara al gozo, la seguridad, la confianza, el amor y todo lo que Dios hace en nuestras vidas. Nada se le compara a eso. ¿Lo haría usted? ¿Le pediría que perdone sus pecados? ¿Rendiría su vida a Él? ¿Tiene la valentía de entregarle su vida de ser bautizado para que la gente sepa que es seguidor de Jesucristo? Es la decisión más sabia.

Oremos: “Te damos gracias, Padre, porque nada supera tu poder ni tu alcance. Rindo mi vida a Cristo. Me arrepiento de mis pecados. Te pido perdón por haberte ofendido. Ven a morar a mi corazón y haz de mí una nueva criatura que te honre y bendiga todos los días de mi vida. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén”

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas

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TODO ES VANIDAD

El sabio Salomón, en su búsqueda incansable de sentido y propósito, se sumergió en la alegría y el placer del mundo. «Ven ahora», dijo en su corazón, «te probaré con alegría, y gozarás de bienes». Pero, ¿qué descubrió? Que todo esto era vanidad. Hermanos, en medio de la abundancia y el gozo terrenal, Salomón halló vacío. ¿Cuántas veces nosotros también buscamos satisfacción en las cosas de este mundo, solo para encontrarnos con el mismo vacío?

ECLESIASTES 2: 1-12 1Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad. 2A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto? 3Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida. 4Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; 5me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. 6Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. 7Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. 8Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música. 9Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría. 10No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena. 11Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.

El sabio Salomón, en su riqueza y poder, edificó casas, plantó viñas, creó huertos y jardines. Se rodeó de siervos, vacas y ovejas, acumuló plata y oro, tesoros preciosos y músicos que deleitaron sus oídos. Él no negó a sus ojos ningún deseo, ni apartó su corazón de placer alguno. Sin embargo, ¿qué concluyó al final de todo esto? Que todo era vanidad y aflicción de espíritu. ¡Sin provecho bajo el sol!

Hoy, más que nunca, vivimos en una era de consumismo y búsqueda desenfrenada de placer. Pero debemos recordar las palabras de Salomón. No importa cuánto acumulamos, cuántas experiencias buscamos, ni cuántos placeres disfrutamos; si nuestra vida está desconectada de Dios, todo es vanidad.

El verdadero propósito y la verdadera alegría no se encuentran en las cosas de este mundo, sino en nuestra relación con Dios. Es en la comunión con Él donde hallamos plenitud. Jesús nos enseñó en Mateo 6:33: «Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas». No se trata de rechazar las bendiciones que Dios nos da, sino de no poner nuestro corazón en ellas.

Salomón, a pesar de su sabiduría y riquezas, comprendió que sin Dios, todo esfuerzo humano es inútil. Hermanos, nuestro trabajo, nuestras posesiones, nuestros logros, todo es pasajero. Solo en Dios encontramos lo eterno y lo verdadero.

No busquen llenar sus vidas con las cosas de este mundo. No permitan que el engaño de la vanidad los arrastre. ¡Enfoquen sus corazones en el Señor! ¡Dedíquenle su tiempo, sus talentos, sus recursos! Porque solo en Él hay plenitud de gozo y delicias a su diestra para siempre.

 QUE NOS PASA AL VIVIR BUSCANDO LAS SATISFACCIONES TEMPORALES

  1. Vacío Interior
    • A pesar de todas las riquezas, placeres y logros, Salomón se siente vacío por dentro. No encuentra una satisfacción duradera en lo que el mundo ofrece. Esto refleja un vacío espiritual, donde nada en el ámbito material puede llenar el anhelo profundo del alma por algo eterno y significativo.
  2. Frustración y Desilusión
    • La «aflicción de espíritu» también denota una profunda frustración y desilusión. Salomón esperaba encontrar felicidad y propósito en sus logros y placeres, pero en lugar de eso, encontró que estos eran temporales e insatisfactorios. Esta realización trae una sensación de angustia y desengaño.
  3. Esfuerzo Inútil
    • El término puede sugerir un sentimiento de que todo su esfuerzo fue en vano. A pesar del arduo trabajo y la dedicación, el resultado final es insatisfactorio y vacío. Esta es una reflexión sobre la futilidad de trabajar exclusivamente por cosas terrenales sin un propósito eterno.
  4. Ansiedad y Preocupación
    • También puede implicar una sensación de inquietud y preocupación. La constante búsqueda de más y más, sin encontrar verdadera paz o contentamiento, puede llevar a un estado de ansiedad. Esta es la «aflicción de espíritu» que viene al darse cuenta de que las cosas temporales no pueden proporcionar una paz duradera.

QUE PODEMOS HACER PARA TENER UNA VIDA PLENA DE PROPÓSITOS?

¿cómo podemos aplicar esta enseñanza a nuestras vidas?

1. Vivir en Obediencia  la Palabra de Dios. La obediencia a la Palabra de Dios es fundamental para honrarlo. Jesús mismo dijo: «Si me amáis, guardad mis mandamientos» (Juan 14:15). Esto implica leer, estudiar y meditar en la Biblia regularmente, permitiendo que sus enseñanzas transformen nuestras vidas. No se trata solo de conocer la Palabra, sino de vivirla día a día, aplicando sus principios en nuestras decisiones, relaciones y acciones.

2. Oración y Comunión con Dios. La oración es nuestra línea directa con el Padre. A través de la oración, expresamos nuestra dependencia de Él, buscamos Su guía, y nos fortalecemos espiritualmente. Pablo nos exhorta a orar sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17). Dedicar tiempo diario a la oración y la comunión con Dios nos ayuda a mantenernos cerca de Él y alineados con Su voluntad.

3. Adoración y Alabanza. La adoración no es solo un acto de los domingos, sino un estilo de vida. Debemos adorar a Dios en espíritu y en verdad (Juan 4:24), reconociendo Su grandeza y dándole el honor que merece en todo momento. La alabanza nos permite expresar nuestra gratitud y amor por Dios, y nos conecta con Su presencia.

4. Servicio a los Demás. Jesús nos enseñó que el mayor mandamiento es amar a Dios, y el segundo es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:37-39). Servir a los demás con amor y humildad es una manera poderosa de honrar a Dios. Esto puede manifestarse en actos de bondad, apoyo a los necesitados, y siendo una luz en nuestras comunidades.

5. Santificación Personal. Dios nos llama a ser santos, porque Él es santo (1 Pedro 1:16). Esto significa apartarnos del pecado y vivir una vida que refleje la pureza y justicia de Dios. Implica arrepentirnos de nuestros pecados y permitir que el Espíritu Santo nos transforme a la imagen de Cristo. La santificación es un proceso continuo de crecer en la gracia y el conocimiento del Señor.

6. Mayordomía de los Recursos. Todo lo que tenemos proviene de Dios. Debemos ser buenos mayordomos de nuestros recursos: tiempo, talentos, y tesoros. Esto incluye dar generosamente, usar nuestros dones para edificar la iglesia, y vivir con integridad en nuestras finanzas. Cuando gestionamos bien lo que Dios nos ha dado, le estamos honrando.

7. Testimonio y Evangelismo. Somos llamados a ser testigos de Cristo en todo el mundo (Hechos 1:8). Compartir el evangelio y vivir una vida que testifique de la obra redentora de Jesús es una forma de honrar a Dios. No debemos avergonzarnos del evangelio, sino proclamarlo con valentía y amor.

En conclusion:

  1. Buscar a Dios Primero
    • Mateo 6:33 nos dice: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.» Debemos priorizar nuestra relación con Dios por encima de todo lo demás, sabiendo que solo en Él encontraremos verdadera satisfacción y propósito.
  2. Vivir con Propósito Eterno
    • Al recordar que las cosas terrenales son temporales, debemos enfocarnos en lo que tiene valor eterno. Esto incluye nuestra relación con Dios, nuestra fe, y cómo vivimos según Sus mandamientos. Invertir en relaciones, compartir el evangelio y vivir una vida santa son formas de enfocarnos en lo eterno.
  3. Encontrar Contentamiento en Cristo
    • Filipenses 4:11-13 nos enseña a estar contentos en cualquier circunstancia, confiando en que Cristo es nuestra verdadera fuente de fortaleza y satisfacción. Esto nos ayuda a evitar la «aflicción de espíritu» que viene de buscar contentamiento en las cosas equivocadas.

Salomón dijo: «Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad». Pero al final, se dio cuenta de que todo era vanidad. Aprendamos de su experiencia y busquemos la sabiduría que viene de lo alto, la sabiduría que nos lleva a temer y amar a Dios.

Hoy es el día para reorientar nuestras vidas. Hoy es el día para renunciar a la vanidad y abrazar la verdad eterna de Jesucristo. Porque en Él, y solo en Él, encontramos el propósito y la plenitud que nuestras almas anhelan.

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EL VERDADERO SIGNIFICADO DE LA SEMANA SANTA Y LA CRUCIFIXIÓN DE JESÚS

Este es un tiempo especial para reflexionar sobre la mayor muestra de amor y reconciliación que el mundo haya conocido: la venida de Dios mismo en la persona de Jesucristo, quién dio su vida por nosotros en la cruz.

Mateo 27: 32-51Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a este obligaron a que llevase la cruz. 33Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera, 34le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo. 35Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. 36Y sentados le guardaban allí. 37Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS. 38Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda. 39Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, 40y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. 41De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: 42A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. 43Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. 44Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él. 45Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 47Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama este. 48Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. 49Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle. 50Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. 51Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;»

No traigo palabras simples, sino la verdad del Evangelio, la fuerza de la fe y el poder de la redención. Ésta es la historia más sagrada, una narrativa que trasciende el tiempo, la historia de un hombre llamado Jesús, quien cargó con el peso del mundo sobre sus hombros.

Es una realidad que trasciende las eras, porque es en ese momento, en esa cruz, que Jesús llevaba nuestros pecados, nuestros dolores, nuestras enfermedades.

Jesús Cristo no vino como un rey majestuoso rodeado de riquezas y poder terrenal. No!, vino como un humilde siervo, nacido en un establo, criado en un pueblo insignificante. Vivió entre los pobres, los pecadores, los marginados. ¿No nos enseña esto que el amor de Dios no conoce límites ni prejuicios?

Y entonces, en el momento supremo de su sacrificio, Jesús no se apartó. Soportó el sufrimiento, la humillación, la agonía de la cruz por amor a nosotros. ¡Qué profunda muestra de amor y reconciliación! Él, quien no conoció pecado, se hizo pecado por nosotros para que pudiéramos ser hechos justicia de Dios en él.

Y mientras el mundo se mofaba de Él, Jesús oraba por aquellos que le crucificaban, con un profundo amor. Él, quien tenía el poder de derribar legiones de ángeles, permaneció allí por nosotros, por ti y por mí.

Llegó entonces el momento más oscuro, cuando el sol se ocultó y la tierra tembló. En ese instante, Jesús clamó con voz potente: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» Y con profunda angustia exclama ese grito, y es allí, en ese sacrificio supremo que encontramos nuestra redención.

Asimismo, en un acto divino, el velo del templo se rasgó en dos, simbolizando el fin de la separación entre Dios y la humanidad. La muerte de Cristo nos abrió el camino hacia la vida eterna, hacia la reconciliación con nuestro Creador.

Por lo tanto, la celebración de Semana Santa, se trata de la muerte del Hijo de Dios, quién vino en la persona de Jesucristo. Se trata de la paga de nuestros pecados, se trata de que Dios siendo justo, dijera: «Ésta es la pena, la paga es la muerte». Y que Dios en su amor dijera: «Pagaré la pena, en la muerte de mi Hijo». Asi que, Dios mando a su Hijo a morir por nuestros pecados para que no tuviéramos que morir eternamente y estar separados de Él por toda la eternidad.

Mire bien lo que voy a decirle: Nuestro futuro esta fijo si hoy acepta a Jesús si su nombre esta inscrito en el Libro de la Vida del Cordero de Dios, si ha aceptado a Jesús como su Salvador.

JUAN 3:16 » 16Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Señores, la cruz es el momento más crucial de la historia humana, y nada se iguala. Nada puede hacer lo que Jesús hizo, morir por nuestros pecados. Él fue a la cruz y pagó nuestra deuda de pecado para que tuvieramos la vida eterna.

Si esto es cierto, has aceptado a Jesús como tu Salvador?. Me refiero a que si ha aceptado a Jesucristo como el Hijo Unigénito de Dios, quien fue a la cruz, quien perdona nuestros pecados por completo y nos regala el don de la vida eterna.

Sino lo has hecho, quiero invitarte a hacerlo con una simple oración. Repite conmigo en voz alta: «Padre celestial, Dios mio, vengo delante de Tú presencia a pedirte que me perdones todos mis pecados, me arrepiento de ellos. Ven a morar a mi corazón. Hoy hago un nuevo pacto contigo para que seas mi Señor y Salvador. Inscríbeme en el Libro de la Vida. Y el día de mi último aliento me recibas en tu presencia. Amén.»

Ante ésta realidad, ¿cómo podemos responder como cristianos? ¿Cómo podemos vivir nuestras vidas en vista del sacrificio de Cristo?

Primero, debemos vivir vidas de gratitud. Cada día que respiramos, cada bendición que recibimos, es un regalo de Dios a través del sacrificio de su Hijo. No permitamos que un solo día pase sin agradecerle por su amor inmerecido y su gracia abundante.

Segundo, debemos vivir vidas de amor. Así como Cristo nos amó hasta el extremo, debemos amarnos los unos a los otros. No importa quién sea nuestro prójimo, no importa cuán diferente sea de nosotros, debemos amarlos con el mismo amor sacrificial que Jesús nos mostró.

Tercero, debemos vivir vidas de testimonio. No guardemos para nosotros el regalo del evangelio, sino compartámoslo con el mundo que nos rodea. Que nuestras palabras y nuestras acciones reflejen la luz y el amor de Cristo a todos los que nos rodean.

Y finalmente, debemos vivir vidas de esperanza. Porque la muerte de Cristo en la cruz no fue el final, sino el principio de nuestra redención. Él resucitó victorioso, triunfando sobre el pecado y la muerte, y prometió volver por aquellos que le esperan con ansias.

Amigo y amigas que este mensaje resuene en lo más profundo de nuestros corazones. Que nunca olvidemos el sacrificio de amor de nuestro Señor Jesucristo, y que vivamos cada día como testigos vivientes de su poder transformador.

Que así sea, para la gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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UNA HISTORIA DE AMOR Y COMPASIÓN

Hoy nos encontramos ante una de las historias más poderosas y reveladoras de la misericordia y el amor de nuestro Señor Jesucristo. Es la historia de una mujer sorprendida en adulterio, llevada ante Jesús por los escribas y fariseos, no en búsqueda de justicia, sino como una trampa para acusar al Maestro. Pero lo que sucedió a partir de este momento no solo desafió las leyes humanas, sino que reveló la verdadera naturaleza del amor divino.

Juan 8:1-11 «y Jesús se fue al monte de los Olivos. 2Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. 3Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, 4le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. 5Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? 6Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. 7Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. 8E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. 9Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. 10Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 11Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.»

Imaginen el escenario: Jesús enseñaba en el templo, rodeado por multitudes sedientas de sabiduría. De repente, irrumpen los fariseos, arrastrando a esta mujer, exponiendo su pecado ante todos, buscando condenación. ¿No es esto lo que el mundo hace con nosotros a diario? Nos señalan, nos juzgan, nos condenan por nuestros errores, por nuestras fallas, por nuestras debilidades. Pero en medio de esta multitud de acusadores, Jesús permanece en calma, en silencio, escribiendo en la tierra con su dedo.

¡Oh, cómo deseo que todos entendamos lo que significaba ese gesto! Jesús, el Hijo de Dios, el que conoce cada secreto de nuestros corazones, no levanta la piedra para condenarnos, sino que escribe en la tierra, recordándonos que somos polvo y a polvo volveremos. Él nos recuerda que somos todos pecadores, que ninguno de nosotros está libre de culpa.

Y entonces, con una sola frase, Jesús desarma a los acusadores y despierta la conciencia de cada uno de ellos: «El que esté sin pecado, que tire la primera piedra». ¡Oh, qué silencio debe haber caído en ese momento! Porque todos, desde los más viejos hasta los más jóvenes, se vieron confrontados por su propia humanidad, por sus propias fallas.

Pero lo más hermoso de esta historia es lo que sucede después. Cuando todos se van, cuando la multitud se disipa y solo queda Jesús con la mujer, él no la condena, no la humilla, no la juzga. En cambio, le muestra compasión, le muestra amor. «Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado?… Ni yo te condeno. Vete, y no peques más».

¡Qué palabras tan poderosas! Jesús, el único sin pecado, el único que tenía derecho a juzgarla, la perdona. Él le da una segunda oportunidad, le ofrece la gracia que ella no merecía. Y eso, hermanos y hermanas, es lo que Dios hace por cada uno de nosotros todos los días.

Porque así como perdonó a esta mujer, Él nos perdona a nosotros. No importa cuán grande haya sido nuestro pecado, cuán profunda nuestra caída. Su amor es más grande, su misericordia es más profunda. Nos perdona, nos restaura, nos levanta de nuevo.

Así que hoy, les animo a dejar atrás el peso de la culpa y la condenación. Reciban el perdón de Jesús, acepten su amor incondicional. Y como la mujer en esta historia, vayan y no pequen más. Caminen en la luz de su gracia, vivan en la libertad de su perdón.

Que esta historia nos recuerde siempre el poder transformador del amor de Dios. Que nos inspire a vivir con valentía, con pasión, con fe. Que nos impulsa a mostrar esa misma compasión y perdón a los demás, para que todos puedan conocer la verdadera libertad que se encuentra solo en Cristo Jesús.

Que el fuego del Espíritu Santo arda en nuestros corazones, que nos impulse a vivir cada día con un fervor renovado por la verdad y la justicia. Que seamos testigos vivos de la gracia de Dios, llevando su luz a un mundo oscuro y necesitado.

Que así sea, en el nombre poderoso de Jesús. Amén.

Aquí tienes algunas aplicaciones prácticas para vivir de acuerdo a este mensaje de perdón, compasión y amor de Jesús:

  1. Perdón radical: Practica el perdón radical en tu vida diaria. No retengas rencores ni guardes amargura hacia aquellos que te han hecho daño. Perdona incluso cuando parece imposible, siguiendo el ejemplo de Jesús al perdonar a la mujer en el relato bíblico.
  2. Atreverse a confrontar el pecado: No tengas miedo de confrontar el pecado en tu propia vida y en la de los demás. Deja que el Espíritu Santo te guíe para identificar y enfrentar cualquier área de tu vida que necesite arrepentimiento y transformación.
  3. Ser audaz en la defensa de la verdad: Levántate con valentía y firmeza en la defensa de la verdad de Dios, incluso cuando enfrentes oposición o persecución. Permanece firme en tu fe y no te dejes intimidar por aquellos que intentan distorsionar o negar la verdad de la Palabra de Dios.
  4. Ser compasivo y misericordioso: Practica la compasión y la misericordia hacia aquellos que han caído en el pecado o han sido señalados por otros. Muestra amor y comprensión en lugar de juicio y condenación, recordando que todos somos pecadores necesitados del perdón de Dios.
  5. Buscar la restauración: Sé proactivo en buscar la restauración y la reconciliación en tus relaciones personales y comunitarias. Busca oportunidades para sanar heridas y perdonar ofensas, demostrando el poder transformador del amor de Dios en acción.
  6. Orar con fervor y pasión: Dedica tiempo diario a la oración ferviente y apasionada, buscando la guía y el poder del Espíritu Santo en cada aspecto de tu vida. Ora por aquellos que están atrapados en el pecado, pidiendo por su liberación y transformación por el poder de Dios.
  7. Ser luz en la oscuridad: Sal de tu zona de confort y lleva el amor y la luz de Cristo a aquellos que están perdidos y en tinieblas. Sé intencional en buscar oportunidades para compartir el evangelio con valentía y convicción, confiando en que el Espíritu Santo abrirá puertas y transformará corazones.
  8. Vivir en victoria: Camina en la victoria que Cristo ha ganado por ti en la cruz, sabiendo que eres más que vencedor en Él. Rechaza cualquier condenación o culpa que el enemigo pueda intentar traer sobre ti, y vive en la libertad y el poder del Espíritu Santo cada día.

Espero que este mensaje te ayude a vivir una vida llena del fuego del Espíritu Santo, reflejando el amor, la verdad y el poder de Cristo en todo lo que hagas. ¡Que Dios te fortalezca y te capacite para vivir con valentía y pasión en su servicio!

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