Categoría: Gracia

EL VERDADERO SIGNIFICADO DE LA SEMANA SANTA Y LA CRUCIFIXIÓN DE JESÚS

Este es un tiempo especial para reflexionar sobre la mayor muestra de amor y reconciliación que el mundo haya conocido: la venida de Dios mismo en la persona de Jesucristo, quién dio su vida por nosotros en la cruz.

Mateo 27: 32-51Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a este obligaron a que llevase la cruz. 33Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera, 34le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo. 35Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. 36Y sentados le guardaban allí. 37Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS. 38Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda. 39Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, 40y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. 41De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: 42A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. 43Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. 44Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él. 45Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 47Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama este. 48Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. 49Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle. 50Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. 51Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;»

No traigo palabras simples, sino la verdad del Evangelio, la fuerza de la fe y el poder de la redención. Ésta es la historia más sagrada, una narrativa que trasciende el tiempo, la historia de un hombre llamado Jesús, quien cargó con el peso del mundo sobre sus hombros.

Es una realidad que trasciende las eras, porque es en ese momento, en esa cruz, que Jesús llevaba nuestros pecados, nuestros dolores, nuestras enfermedades.

Jesús Cristo no vino como un rey majestuoso rodeado de riquezas y poder terrenal. No!, vino como un humilde siervo, nacido en un establo, criado en un pueblo insignificante. Vivió entre los pobres, los pecadores, los marginados. ¿No nos enseña esto que el amor de Dios no conoce límites ni prejuicios?

Y entonces, en el momento supremo de su sacrificio, Jesús no se apartó. Soportó el sufrimiento, la humillación, la agonía de la cruz por amor a nosotros. ¡Qué profunda muestra de amor y reconciliación! Él, quien no conoció pecado, se hizo pecado por nosotros para que pudiéramos ser hechos justicia de Dios en él.

Y mientras el mundo se mofaba de Él, Jesús oraba por aquellos que le crucificaban, con un profundo amor. Él, quien tenía el poder de derribar legiones de ángeles, permaneció allí por nosotros, por ti y por mí.

Llegó entonces el momento más oscuro, cuando el sol se ocultó y la tierra tembló. En ese instante, Jesús clamó con voz potente: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» Y con profunda angustia exclama ese grito, y es allí, en ese sacrificio supremo que encontramos nuestra redención.

Asimismo, en un acto divino, el velo del templo se rasgó en dos, simbolizando el fin de la separación entre Dios y la humanidad. La muerte de Cristo nos abrió el camino hacia la vida eterna, hacia la reconciliación con nuestro Creador.

Por lo tanto, la celebración de Semana Santa, se trata de la muerte del Hijo de Dios, quién vino en la persona de Jesucristo. Se trata de la paga de nuestros pecados, se trata de que Dios siendo justo, dijera: «Ésta es la pena, la paga es la muerte». Y que Dios en su amor dijera: «Pagaré la pena, en la muerte de mi Hijo». Asi que, Dios mando a su Hijo a morir por nuestros pecados para que no tuviéramos que morir eternamente y estar separados de Él por toda la eternidad.

Mire bien lo que voy a decirle: Nuestro futuro esta fijo si hoy acepta a Jesús si su nombre esta inscrito en el Libro de la Vida del Cordero de Dios, si ha aceptado a Jesús como su Salvador.

JUAN 3:16 » 16Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Señores, la cruz es el momento más crucial de la historia humana, y nada se iguala. Nada puede hacer lo que Jesús hizo, morir por nuestros pecados. Él fue a la cruz y pagó nuestra deuda de pecado para que tuvieramos la vida eterna.

Si esto es cierto, has aceptado a Jesús como tu Salvador?. Me refiero a que si ha aceptado a Jesucristo como el Hijo Unigénito de Dios, quien fue a la cruz, quien perdona nuestros pecados por completo y nos regala el don de la vida eterna.

Sino lo has hecho, quiero invitarte a hacerlo con una simple oración. Repite conmigo en voz alta: «Padre celestial, Dios mio, vengo delante de Tú presencia a pedirte que me perdones todos mis pecados, me arrepiento de ellos. Ven a morar a mi corazón. Hoy hago un nuevo pacto contigo para que seas mi Señor y Salvador. Inscríbeme en el Libro de la Vida. Y el día de mi último aliento me recibas en tu presencia. Amén.»

Ante ésta realidad, ¿cómo podemos responder como cristianos? ¿Cómo podemos vivir nuestras vidas en vista del sacrificio de Cristo?

Primero, debemos vivir vidas de gratitud. Cada día que respiramos, cada bendición que recibimos, es un regalo de Dios a través del sacrificio de su Hijo. No permitamos que un solo día pase sin agradecerle por su amor inmerecido y su gracia abundante.

Segundo, debemos vivir vidas de amor. Así como Cristo nos amó hasta el extremo, debemos amarnos los unos a los otros. No importa quién sea nuestro prójimo, no importa cuán diferente sea de nosotros, debemos amarlos con el mismo amor sacrificial que Jesús nos mostró.

Tercero, debemos vivir vidas de testimonio. No guardemos para nosotros el regalo del evangelio, sino compartámoslo con el mundo que nos rodea. Que nuestras palabras y nuestras acciones reflejen la luz y el amor de Cristo a todos los que nos rodean.

Y finalmente, debemos vivir vidas de esperanza. Porque la muerte de Cristo en la cruz no fue el final, sino el principio de nuestra redención. Él resucitó victorioso, triunfando sobre el pecado y la muerte, y prometió volver por aquellos que le esperan con ansias.

Amigo y amigas que este mensaje resuene en lo más profundo de nuestros corazones. Que nunca olvidemos el sacrificio de amor de nuestro Señor Jesucristo, y que vivamos cada día como testigos vivientes de su poder transformador.

Que así sea, para la gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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UNA HISTORIA DE AMOR Y COMPASIÓN

Hoy nos encontramos ante una de las historias más poderosas y reveladoras de la misericordia y el amor de nuestro Señor Jesucristo. Es la historia de una mujer sorprendida en adulterio, llevada ante Jesús por los escribas y fariseos, no en búsqueda de justicia, sino como una trampa para acusar al Maestro. Pero lo que sucedió a partir de este momento no solo desafió las leyes humanas, sino que reveló la verdadera naturaleza del amor divino.

Juan 8:1-11 «y Jesús se fue al monte de los Olivos. 2Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. 3Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, 4le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. 5Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? 6Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. 7Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. 8E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. 9Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. 10Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 11Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.»

Imaginen el escenario: Jesús enseñaba en el templo, rodeado por multitudes sedientas de sabiduría. De repente, irrumpen los fariseos, arrastrando a esta mujer, exponiendo su pecado ante todos, buscando condenación. ¿No es esto lo que el mundo hace con nosotros a diario? Nos señalan, nos juzgan, nos condenan por nuestros errores, por nuestras fallas, por nuestras debilidades. Pero en medio de esta multitud de acusadores, Jesús permanece en calma, en silencio, escribiendo en la tierra con su dedo.

¡Oh, cómo deseo que todos entendamos lo que significaba ese gesto! Jesús, el Hijo de Dios, el que conoce cada secreto de nuestros corazones, no levanta la piedra para condenarnos, sino que escribe en la tierra, recordándonos que somos polvo y a polvo volveremos. Él nos recuerda que somos todos pecadores, que ninguno de nosotros está libre de culpa.

Y entonces, con una sola frase, Jesús desarma a los acusadores y despierta la conciencia de cada uno de ellos: «El que esté sin pecado, que tire la primera piedra». ¡Oh, qué silencio debe haber caído en ese momento! Porque todos, desde los más viejos hasta los más jóvenes, se vieron confrontados por su propia humanidad, por sus propias fallas.

Pero lo más hermoso de esta historia es lo que sucede después. Cuando todos se van, cuando la multitud se disipa y solo queda Jesús con la mujer, él no la condena, no la humilla, no la juzga. En cambio, le muestra compasión, le muestra amor. «Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado?… Ni yo te condeno. Vete, y no peques más».

¡Qué palabras tan poderosas! Jesús, el único sin pecado, el único que tenía derecho a juzgarla, la perdona. Él le da una segunda oportunidad, le ofrece la gracia que ella no merecía. Y eso, hermanos y hermanas, es lo que Dios hace por cada uno de nosotros todos los días.

Porque así como perdonó a esta mujer, Él nos perdona a nosotros. No importa cuán grande haya sido nuestro pecado, cuán profunda nuestra caída. Su amor es más grande, su misericordia es más profunda. Nos perdona, nos restaura, nos levanta de nuevo.

Así que hoy, les animo a dejar atrás el peso de la culpa y la condenación. Reciban el perdón de Jesús, acepten su amor incondicional. Y como la mujer en esta historia, vayan y no pequen más. Caminen en la luz de su gracia, vivan en la libertad de su perdón.

Que esta historia nos recuerde siempre el poder transformador del amor de Dios. Que nos inspire a vivir con valentía, con pasión, con fe. Que nos impulsa a mostrar esa misma compasión y perdón a los demás, para que todos puedan conocer la verdadera libertad que se encuentra solo en Cristo Jesús.

Que el fuego del Espíritu Santo arda en nuestros corazones, que nos impulse a vivir cada día con un fervor renovado por la verdad y la justicia. Que seamos testigos vivos de la gracia de Dios, llevando su luz a un mundo oscuro y necesitado.

Que así sea, en el nombre poderoso de Jesús. Amén.

Aquí tienes algunas aplicaciones prácticas para vivir de acuerdo a este mensaje de perdón, compasión y amor de Jesús:

  1. Perdón radical: Practica el perdón radical en tu vida diaria. No retengas rencores ni guardes amargura hacia aquellos que te han hecho daño. Perdona incluso cuando parece imposible, siguiendo el ejemplo de Jesús al perdonar a la mujer en el relato bíblico.
  2. Atreverse a confrontar el pecado: No tengas miedo de confrontar el pecado en tu propia vida y en la de los demás. Deja que el Espíritu Santo te guíe para identificar y enfrentar cualquier área de tu vida que necesite arrepentimiento y transformación.
  3. Ser audaz en la defensa de la verdad: Levántate con valentía y firmeza en la defensa de la verdad de Dios, incluso cuando enfrentes oposición o persecución. Permanece firme en tu fe y no te dejes intimidar por aquellos que intentan distorsionar o negar la verdad de la Palabra de Dios.
  4. Ser compasivo y misericordioso: Practica la compasión y la misericordia hacia aquellos que han caído en el pecado o han sido señalados por otros. Muestra amor y comprensión en lugar de juicio y condenación, recordando que todos somos pecadores necesitados del perdón de Dios.
  5. Buscar la restauración: Sé proactivo en buscar la restauración y la reconciliación en tus relaciones personales y comunitarias. Busca oportunidades para sanar heridas y perdonar ofensas, demostrando el poder transformador del amor de Dios en acción.
  6. Orar con fervor y pasión: Dedica tiempo diario a la oración ferviente y apasionada, buscando la guía y el poder del Espíritu Santo en cada aspecto de tu vida. Ora por aquellos que están atrapados en el pecado, pidiendo por su liberación y transformación por el poder de Dios.
  7. Ser luz en la oscuridad: Sal de tu zona de confort y lleva el amor y la luz de Cristo a aquellos que están perdidos y en tinieblas. Sé intencional en buscar oportunidades para compartir el evangelio con valentía y convicción, confiando en que el Espíritu Santo abrirá puertas y transformará corazones.
  8. Vivir en victoria: Camina en la victoria que Cristo ha ganado por ti en la cruz, sabiendo que eres más que vencedor en Él. Rechaza cualquier condenación o culpa que el enemigo pueda intentar traer sobre ti, y vive en la libertad y el poder del Espíritu Santo cada día.

Espero que este mensaje te ayude a vivir una vida llena del fuego del Espíritu Santo, reflejando el amor, la verdad y el poder de Cristo en todo lo que hagas. ¡Que Dios te fortalezca y te capacite para vivir con valentía y pasión en su servicio!

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COMO AFRONTAR LAS ADVERSIDADES O PRUEBAS

Hay dos formas opuestas de responder a la adversidad.: 1) Algunas personas se amargan ante dificultades inesperadas, hasta enojarse con Dios y alejarse de Él o incluso alejarse completamente de su fe. 2) Otros creyentes atraviesan dificultades pero desarrollan una relación más fuerte con Dios. Crecen en su comprensión de cómo sacar fuerza de Su capacidad sobrenatural para superar los desafíos de la vida, rodeados de Su amor y capacitados por Su poder sustentador.

El apóstol Pablo no era ajeno a las circunstancias difíciles.

2 CORINTIOS 4:8 “Estamos afligidos en todo, pero no aplastados; perplejo, pero no desesperado; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos” .

Mientras Pablo llevaba a cabo la obra de Dios, constantemente enfrentó conflictos y adversidades, azotado, apedreado, naufragios, etc. Podemos aprender mucho sobre cómo afrontar las dificultades de este fiel siervo, PORQUE nunca desmayo, al contrario, se fortaleció en Dios.

¿CUALES SON LAS CIRCUNSTANCIAS MÁS ALLÁ DE NUESTROS LÍMITES?

Todos hemos enfrentado situaciones difíciles, un ambiente laboral o escolar hostil, o la experiencia de rechazo, traición y fracaso. Es posible que seamos llamados a soportar una situación difícil e interminable. Nuestra prueba puede ser dolor físico o enfermedad crónica. Independientemente de la dificultad particular, Dios quiere que confiemos en Su fuerza en lugar de ceder a la tentación de resolver el problema por nuestra cuenta.

COMO PODEMOS AFRONTAR LAS DIFICULTADES?

En el poder que nos da Cristo, podemos encontrar la capacidad de afrontar las dificultades triunfalmente y sin perder la paz ni el gozo.

  1. Fuerza más allá de la capacidad humana. Cuando recibimos a Jesús por fe como nuestro Salvador personal, Él viene a vivir dentro de nosotros a través de la Persona del Espíritu Santo. Jesús dijo: “Yo rogaré al Padre, y él os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (Juan 14:16). Él vive la vida de Cristo a través de nosotros. En otras palabras, toda la fuerza que necesitamos para resistir ya reside dentro de nosotros. Sólo tenemos que aprender a experimentarlo.
  2. Pablo también escribió:
    • “Fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza” (Efesios 6:10).
    • “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:1).
    • “Todo lo puedo en Aquel que me fortalece” (Filipenses 4:13).
  3. Disponible cuando sea necesario. No podemos aprender sobre este poder simplemente leyendo sobre él. De hecho, tenemos que experimentarlo al ser arrojados a una situación imposible. Sólo cuando superamos nuestras propias fuerzas podemos saber que el poder de Cristo fluye a través de nosotros.
  4. Limitado por la voluntad del Padre. Dios nos fortalece sólo para hacer su voluntad. Por ejemplo, el Padre te permitirá hacer lo que te ha facultado a la que te ha llamado, ya que eso está dentro de Su voluntad para tu vida. Incluso cuando te traten injustamente, Él puede empoderarte para que siempre hagas lo correcto en lugar de ceder al resentimiento.
  5. Crece más en nuestra debilidad. El mundo valora el orgullo y la autosuficiencia, pero Dios honra la humildad. A los corintios, Pablo reconoció su completa dependencia del Señor: “Yo estuve con vosotros en debilidad, y en temor y mucho temblor, y mi mensaje y mi predicación no fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder” .
  6. Cuando nos faltan fuerzas, podemos experimentar el poder de Dios. El apóstol escribió: “Más bien me gloriaré en mis debilidades, para que el poder de Cristo habite en mí. Por eso me contento con las debilidades, con los insultos, con las angustias, con las persecuciones, con las dificultades, por amor de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor. 12:9-10). En sus momentos más débiles, Pablo pudo experimentar la energía divina y sobrenatural de Dios, dándole poder para vivir victoriosamente.

Cuando Dios introduce una gran prueba en tu vida, es una oportunidad para aprender de Su gran poder y Su fuerza permanente trabajando dentro de ti. No trates de evitar todas las situaciones difíciles de la vida o te perderás de experimentar Su poder sobrenatural.

Ese poder esta disponible para nosotros los que hemos aceptado a Cristo como nuestro Salvador. Este poder es un regalo de Dios, no algo que ganamos. Su presencia no significa que evitemos las dificultades, por supuesto, sino que Él está con nosotros a través de ellas, sosteniéndonos.

¿CÓMO PUEDO LIBERAR ESTE PODER EN MI VIDA?

  1. Reconozca que está totalmente indefenso. Un hijo de Dios en crecimiento valorará la humildad.
  2. Lánzate a la misericordia de Dios. Confía genuinamente en Él para realizar buenas obras a través de ti, dándote fuerza para hacer lo correcto en situaciones imposibles.
  3. Cree que Él hará lo que dijo. “Y mi Dios suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19)

.Dios quiere llevarnos al punto en que confiemos completamente en él. Como dijo Pablo, “no confiaremos en nosotros mismos, sino en Dios” (2 Cor. 1:9). Esto no significa que no haya lágrimas, ni desánimo, ni sufrimiento, sino que a través de todas esas cosas, somos sostenidos por el amor de Dios.

Para superar los desafíos de la vida, rodeados de Su amor y capacitados por Su poder sustentador es necesario venir humillados ante Dios y hacer a Jesús el Señor de tu vida. Y lo haces haciendo la siguiente oración en voz alta:

«Padre Celestial, vengo delante de tu presencia a pedirte perdón por mis pecados, me arrepiento de ellos y a partir de este día te hago el Señor y Salvador de mi vida. Rompo todo pacto con el mundo, conmigo mismo y con las tinieblas. Y hago un nuevo pacto con Jesucristo. Declaro que soy sano y libre, en el nombre de Jesús. Amén.»

FUENTE: Gracias PASTOR CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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CONFIANZA PARA AFRONTAR EL FUTURO

En esta vida nada está garantizado (empleos, familia, finanzas, salud), y nadie puede predecir los desafíos que vendrán mañana, y mucho menos en los años venideros. Pero se puede encontrar una seguridad genuina e inmutable en nuestra relación con Jesucristo.

Los creyentes de hoy pueden sentirse animados al estudiar personajes del Antiguo Testamento, quienes mantuvieron su confianza en Dios.

HEBREOS 11:27 dice Moises: “Por la fe salió de Egipto, sin temer la ira del rey; porque sufrió, como viendo al que no se ve”.

En otras palabras, el profeta puso su mirada espiritual en el Señor. Al seguir su ejemplo, debemos ver diariamente nuestras circunstancias a la luz de la completa soberanía de nuestro amoroso Padre.

¿PORQUE DEBERÍA IMPORTARNOS LO QUE EL ANTIGUO TESTAMENTO TENGA QUE DECIR?

Cuando vemos cómo Dios trabajó diligentemente en las vidas de los creyentes, podemos sentirnos animados de que Él nos guiará y consolará de manera similar.

ROMANOS 15:4 dice: “Porque todo lo que se escribió en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que mediante la paciencia y la consolación de las Escrituras tengamos esperanza”.

Al leer la Biblia, busquemos principios que muestren cómo opera Dios en la vida de los fieles. Él no ha cambiado. El Padre desea guiarte hacia Su perfecta voluntad para tu vida, de la misma manera que lo hizo con los santos de la antigüedad.

¿COMO SOBREVIVIÓ MOISÉS A LA INCERTIDUMBRE?

Una y otra vez, el profeta atravesó la adversidad con seguridad. Considere cómo regresó ante Faraón para exigir libertad para el pueblo de Dios, cómo soportó las diez plagas o cómo enfrentó la rebelión y la idolatría del pueblo en el desierto.

El secreto es que Moisés “estuvo como viendo al invisible” (Heb. 11:27). La palabra traducida aguantar proviene de una raíz que significa “fuerza, coraje o capacidad de resistir circunstancias difíciles y no darse por vencido a pesar de la presión”. A pesar de las dificultades, este líder hizo la voluntad del Señor con confianza.

¿POR QUÉ DIOS ESPERA QUE TENGAMOS GOZO EN LAS DIFICULTADES?

Las dificultades son la herramienta del Señor para desarrollar nuestra madurez espiritual. Ningún sufrimiento es en vano en la vida de un creyente.

SANTIAGO 1:2-4 “Tened por sumo gozo… cuando os encontréis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Y que la paciencia tenga su resultado perfecto, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada”

Dios sabe exactamente qué tipo de dificultad o prueba traer a nuestras vidas para desarrollar nuestra madurez espiritual.

¿CUÁL ES LA CLAVE DE NUESTRA RESISTENCIA?

Las Escrituras dicen que la razón por la que Moisés pudo aguantar fue porque vio a Dios.

La respuesta es que Moisés vio al Señor a través de los ojos de la fe, en lugar de una visión física. El rey David también obtuvo fortaleza espiritual al tener presente a su Creador:

SALMO 16:8 “He puesto al Señor continuamente delante de mí; porque él está a mi diestra, no seré conmovido”.

Aunque usaron terminología diferente, ambos líderes eligieron continuamente centrarse en Dios.

Hoy tenemos el beneficio de saber aún más cómo es el Padre porque Jesús lo reveló perfectamente Además, el Espíritu Santo vive dentro de cada creyente y nos ayuda a discernir realidades espirituales que no son visibles a los ojos humanos.

¿CÓMO PODEMOS VER LO QUE ES INVISIBLE?

  1. Abra la Palabra de Dios y comience a leer. Vea cómo actúa en las vidas de personas como José, Moisés, David, Daniel y Pablo. Busque principios bíblicos que describan patrones de cómo el Señor interactúa con los creyentes. Él quiere ser tan real para ti como lo fue para los santos bíblicos.
  2. Identifica las obras de Dios a tu alrededor. Una vez que veas los caminos del Señor en la Biblia, comenzarás a ver Su obra en tu vida y en la de tus amigos y familiares. Esto es ver la manifestación de Dios. El Espíritu Santo habita dentro de cada creyente y nos permite ser conscientes de Su presencia y verlo obrar a nuestro alrededor.
  3. Busque un caminar más cercano a Dios. ¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8)? Esto no se refiere a la perfección sin pecado. Más bien, mantenemos una conciencia tranquila al arrepentirnos rápidamente del pecado. Cuando nuestra mente está limpia, podemos “ver” o experimentar la presencia del Señor. Considere este hábito diario: agradezca a Dios al final de cada día por la forma en que obró en su vida y encomiende a Él sus planes para el día siguiente.

¿QUE DIFERENCIA HARÁ ESTO EN TU VIDa?

Verás la vida desde una perspectiva completamente diferente. En lugar de pensar en lo que te falta, te concentrarás en nuestro Dios capaz y omnipotente. Esto lleva a pensar más positivamente, tener mayor confianza al tomar decisiones, ver las dificultades como oportunidades para crecer y desear una mayor intimidad.

Solo le pregunto esto: esta sintiendo que en su vida esta solo, deprimido, viendo lo que le rodea, su futuro, indefenso, ansioso, ocupado, inquieto, inseguro?, entonces lo que necesita es aceptar a Jesucristo como su Señor y Salvador y le aseguro que al acercarse a Dios, Él le mostrará y le guiará por un camino seguro y con propósito.

Para ello, repita después de mi la siguiente oración: «Padre Celestial, vengo delante de tu presencia para pedirte perdón de mis pecados, porque entiendo que mis pecados me alejan de tī. Rompo todo pacto que hice con el mundo, conmigo y con las tinieblas. Y ahora hago un nuevo pacto contigo Jesucristo. Ahora soy libre, soy sano y hago a Jesús el Señor y Salvador de mi vida. Amén.

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