Mensajes Puros

CUANDO CRISTO REINA EN MEDIO DEL CAOS

En esta hora quiero que meditemos en una escena que revela no solo el poder de nuestro Señor Jesucristo, sino también la condición del corazón humano frente a la tormenta.

MATEO 8: 23-27 “ Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. 24Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. 25Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! 26Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. 27Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar le obedecen?

Nos dice esta Palabra que Jesús subió a una barca… y sus discípulos le siguieron. Ellos no estaban fuera de la voluntad de Dios. Estaban siguiendo a Cristo, y aún así… la tormenta los alcanzó.

¡Cuántos creen que seguir a Jesús es garantía de ausencia de tormentas! Pero la Palabra nos enseña otra cosa. A veces es precisamente cuando seguimos a Cristo que los vientos se levantan, que las olas golpean con furia, que la oscuridad nos envuelve. Porque es en medio de la tormenta donde la fe se revela y el poder de Cristo se manifiesta.

La Escritura dice que “las olas cubrían la barca… pero Él dormía”. Cristo dormía. No porque no le importara. No porque no viera. Dormía, porque sabía quién era. Dormía, porque el Padre estaba con Él. Dormía, porque no hay tormenta que pueda hundir al que camina en la voluntad del Cielo.

Y vinieron los discípulos con temor, con ansiedad, con desesperación… como muchos hoy. Gritando: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!” — ¡Qué clamor tan humano! ¡Qué súplica tan sincera! Pero escuche la respuesta del Maestro: “¿Por qué teméis, hombres de poca fe?”

¡Oh, cuánto nos revela esta pregunta! El problema no era la tormenta. El problema era la fe. Porque la fe no depende de lo que vemos. La fe no se construye en la calma. La fe se fortalece cuando todo parece perdido y aún así confiamos en Él.

Entonces, Jesús se levanta, Y reprende a los vientos y al mar. Y dice la Palabra que se hizo grande bonanza. No solo se calmó el viento. ¡Se hizo bonanza! Paz. Silencio. Calma sobrenatural. Y todos se maravillaron y dijeron:

“¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar le obedecen?”

!Escúchame bien! Este no es un hombre cualquiera. Este no es un profeta más. Este es el Hijo del Dios Altísimo, el Verbo hecho carne, el Señor sobre la tormenta, el que tiene poder en su voz, el que habla y la creación obedece, el que reina sobre el caos y trae orden donde todo era confusión.

Hoy vengo a decirte, no temas la tormenta. Si Cristo está en tu barca, aunque parezca que duerme, no está ausente. Él reina. Él ve. Él actúa. Y en el momento preciso, Él se levantará y reprenderá el viento, y traerá paz a tu alma.

Confía. No porque veas la calma, sino porque Él está contigo.
• Si tú huyes de la tormenta, nunca verás su poder.
• Pero si tú permaneces con Cristo, verás su autoridad desatarse como nunca antes.
• La tormenta puede romper tu lógica…
• Pero también puede revelarte la dimensión del Reino que no conocías.

¡Levántate, hoy gente de Dios! No temas al viento. No mires las olas. Mira al Cristo que gobierna sobre todo. Porque si Él está en tu barca, no importa cuán grande sea la tormenta, su presencia es garantía de victoria.

OREMOS: Señor Jesús, hoy despierto mi fe en Ti. Aunque los vientos rugen y las olas golpean, sé que Tú estás en mi barca. Reprende toda tormenta que se ha levantado contra mi vida. Declaro que Tú gobiernas sobre el caos, y que una gran bonanza viene en Tu nombre. ¡No temeré, porque Tú eres el Dios que calma el mar y sostiene mi destino!

[fbcomments]

ADORACIÓN QUE ROMPE CADENAS

Hechos 16: 19-35  » Pero viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades; 20y presentándolos a los magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad, 21y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos. 22Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas. 23Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. 24El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. 25Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. 26Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. 27Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. 28Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. 29Él entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; 30y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? 31Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.  

Esto no es sólo un relato histórico. Es una revelación espiritual. Es un espejo de lo que muchos siervos y siervas de Dios viven hoy.

Pablo y Silas no estaban en pecado. No estaban fuera de la voluntad de Dios. ¡Estaban en el centro del propósito divino! Habían libertado a una joven de espíritu de adivinación. Habían desatado una vida. Pero el infierno no se quedó quieto. Las autoridades los humillaron. Los hombres los golpearon. Y los metieron en lo más profundo de la cárcel.

Pero aquí viene la clave, ¡no dejaron que la cárcel entrara en ellos! Podrían estar con los pies en el cepo, pero sus corazones estaban en el trono de la gracia.

Y dice el verso 25: «A medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.»

¡Escucha bien! La adoración no es algo emocional. Es algo espiritual. La adoración es un arma. Es un acto de guerra. Porque cuando adoras en el quebranto, proclamas que tu Dios sigue siendo Rey aunque estés en el valle. Cuando alabas en la oscuridad, confiesas que la luz verdadera no depende del sol, sino del Sol de justicia.

¿Por qué es importante la adoración? Porque la adoración establece el trono de Dios en medio del caos. Porque el que adora en la cárcel, demuestra que su libertad no depende de las circunstancias. Porque cuando adoras en tu noche más negra, haces temblar los fundamentos del infierno.

¡Y eso fue lo que pasó! «Entonces sobrevino de repente un gran terremoto…» «…se abrieron todas las puertas y las cadenas de todos se soltaron.» ¡La adoración mueve el cielo! ¡La adoración libera no solo al que canta, sino a los que lo escuchan! ¿Lo ves? Pablo y Silas cantaban, pero los presos también fueron libres.

Cuando tú decides adorar en medio del dolor, **tus hijos escuchan, tus vecinos miran, y los que están presos en otras cárceles —emocionales, espirituales, familiares— pueden ser tocados por el poder de tu alabanza! ¡Tu adoración tiene alcance eterno!

Y mientras temblaba la tierra, el carcelero —sí, el mismo que los encerró— fue tocado. Quiso quitarse la vida… porque pensó que todo estaba perdido. Pero una voz con autoridad lo detuvo: “¡No te hagas ningún mal, porque todos estamos aquí!”

Y ese hombre, que custodiaba rejas de hierro, ahora estaba prisionero del poder de Dios.
Cayó a los pies de Pablo y Silas y dijo: «Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?»

Y ellos no le dieron religión. Le dieron vida: «Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.»

Cierro con esto: Adora cuando no entiendas. Adora cuando no veas. Adora cuando todo te diga que te calles…Porque la adoración en la cárcel es una llave que abre puertas que ni el enemigo puede cerrar. A lo mejor tú estás viviendo una “medianoche” hoy… Pero si te atreves a orar, a cantar, a levantar tus manos…Dios hará temblar tu cárcel. Las cadenas caerán. Y otros serán salvos al oír tu voz. ¡Adora! ¡No por lo que ves, sino por quien Él es! ¡Porque a medianoche… el cielo responde al canto de los justos!

OREMOS: Señor Dios Todopoderoso, en medio de nuestras prisiones y cadenas, te alabamos y exaltamos. Que nuestra adoración sea llave que rompa toda atadura y declare tu libertad en nuestras vidas. Espíritu Santo, fortalece nuestra fe para cantar aun en la noche oscura, confiando que Tú haces temblar el calabozo y abres puertas cerradas. Que tu poder se manifieste, y me traiga salvación y esperanza y a quienes me rodean. En el nombre de Jesús, amén.

[fbcomments]

PORQUE ORAR EN EL NOMBRE DE JESÚS?

JUAN 14: 12-14 » De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. 13Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.»

Cuando Jesús declara: “De cierto, de cierto os digo…” Eso no es una opinión. No es una sugerencia. ¡Es una declaración del Rey de Reyes! Él está sellando la verdad con fuego celestial. “El que en mí cree…” Aquí no dice: “el sacerdote que cree”, “el Pastor que cree” ¡dice el que en mí cree! Y si tú has creído en Jesús, este mensaje es para ti.

“Las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.”

¡Obras mayores! ¡Milagros! ¡Salvación de almas!¡Liberación de cautivos! ¡Sanidades! ¡Transformación de ciudades enteras por el poder del Espíritu Santo!

¿Sabes por qué puedes hacerlas? ¡Porque Jesús fue al Padre! Y desde allí, envió al Consolador… el Espíritu Santo… ¡y ahora Él habita en ti! Tú no eres un cristiano débil. ¡Eres templo del poder de Dios!

Mira bien lo que voy a decirte: ¡el diablo tiembla cuando tú oras con fe! ¡Los cielos se abren cuando tú clamas con autoridad en el nombre de Jesús!

Escucha lo que dice el verso 13: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré…”

No tal vez. No si el cielo está de humor. ¡Lo haré! —dice Cristo— ¿Por qué? “Para que el Padre sea glorificado en el Hijo.”

Cada milagro que Dios hace a través de ti glorifica al Padre. Cada oración respondida es una señal de que el Reino está avanzando.

Y por si no lo habías entendido, Jesús lo repite una vez más con fuerza en el verso 14: “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.”  No lo hará tu fuerza, no lo hará tu sabiduría, no lo hará tu elocuencia… ¡lo hará Cristo mismo!

Entonces, ¿qué estás esperando? ¿Acaso has estado viviendo como si fueras un mendigo espiritual cuando el Rey ya te ha dado las llaves del Reino?

¡Levántate hoy en fe! ¡Cree en su Palabra! ¡Pide con osadía! ¡Ora con fuego! ¡Declara su nombre con poder!

Jesús no solo quiere usarte… ¡Jesús te ha prometido que te usará! Él está buscando hombres y mujeres que crean con pasión, que pidan con valentía y que vivan con propósito.

¡Tú fuiste llamado a hacer las obras de Cristo… y aún mayores! Porque el mismo Espíritu que resucitó a Jesús de los muertos… ¡vive en ti!

Así que en el nombre de Jesús, te digo: ¡Despierta! ¡Levántate! ¡Y haz las obras del Reino! Porque la gloria de Dios se revelará en tu vida… ¡para que el Padre sea glorificado en el Hijo! Amén.

[fbcomments]

PARA TI ES LA PROMESA DE DIOS

Pueblo de Dios, escúchame como quien oye voz del cielo. Hoy no hablo como hombre… Hoy hablo como un atalaya apostólico y profético, enviado por Dios para despertar generaciones dormidas…

Dice la Escritura en Hechos capítulo 2: “Al oír esto, se compungieron de corazón…”

¡Esa es la obra del Espíritu! ¡Cuando Él habla, el corazón del hombre no puede quedar igual! ¡Cuando la Palabra del Cordero resucitado atraviesa, el alma tiembla! Los que escuchaban a Pedro no recibieron solo información, ¡recibieron una impartición divina!

Y entonces vino la pregunta eterna: “¿Qué haremos?”

¡Esa es la pregunta que el cielo está provocando en esta generación! ¿Qué vas a hacer con el Cristo que resucitó? ¿Qué vas a hacer con el llamado de Dios que ha llegado a tu puerta?

Y Pedro respondió como lo hace un verdadero apóstol: sin rodeos, sin religiosidad, sin temor a los hombres: “Arrepentíos…”
¡Arrepiéntete, Iglesia!
¡Arrepiéntete, nación!
No de palabra… ¡sino con fruto digno del arrepentimiento!
¡Rompe tu alianza con el mundo!
¡Corta todo lazo con el pecado!

¡Es tiempo de volver al fuego original! “…y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados…”

No hay otro nombre. No hay otra autoridad. ¡El cielo no reconoce otro Nombre sino el del Cordero inmolado! Porque en ese nombre hay perdón. En ese nombre hay restauración. ¡Y en ese nombre hay poder para nacer de nuevo!

Y ahora escucha, porque viene la parte profética: “Y recibiréis el don del Espíritu Santo…” ¡Esto no es una idea simbólica! ¡Es una experiencia real! El mismo Espíritu que descendió como fuego en Pentecostés quiere llenarte hoy. ¡No para entretenerte, sino para transformarte! No para que hables bonito, sino para que camines en poder y santidad.

Y luego Pedro, lleno del Espíritu, profetiza algo eterno: “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos…”

¡Escucha esto, generación!
Esta promesa no ha caducado.
¡El Espíritu todavía se derrama!
¡El fuego todavía cae!
¡El Reino todavía avanza!

Y la voz de Dios todavía llama: “Ven. Arrepiéntete. Recibe mi Espíritu. Vive para mí.”

Así te dice el Señor hoy: “Yo estoy despertando a los que tienen oído. Estoy llamando a los postreros a tomar su lugar. Esta es la hora del regreso. Esta es la hora de la restauración. Esta es la hora del fuego.” ¡La promesa es para ti! ¡Para tu casa! ¡Para tus hijos! ¡Y para los que están lejos — en otra nación, en otro pecado, en otra generación!

¡Pero el Espíritu los está llamando! Hoy, como apóstol y profeta del Cordero, te digo: ¡vuélvete a Él! ¡No esperes más! ¡No resistas más! Arrepiéntete. Bautízate en Su Nombre. Y recibe el Espíritu del Dios vivo. La promesa es para ti. ¡Y el tiempo es ahora! Así dice el Señor. Amén.

Oración: Señor Jesús, hoy oigo tu voz y mi corazón se quebranta. Me arrepiento con todo mi ser. Renuncio al pecado, al orgullo, a mi voluntad. Te entrego mi vida. Lávame con tu sangre. Bautízame con tu Espíritu. Lléname con tu fuego. Recibo tu promesa, para mí, para mi casa y para mi generación. Hazme parte de tu remanente. En el nombre de Jesucristo, ¡Amén!

[fbcomments]

Deprecated: Automatic conversion of false to array is deprecated in /home/theobepd/shekina/wp-content/plugins/ultimate-social-media-icons/libs/sfsi_widget.php on line 539

Deprecated: Automatic conversion of false to array is deprecated in /home/theobepd/shekina/wp-content/plugins/ultimate-social-media-icons/libs/sfsi_widget.php on line 539
Facebook
YouTube