Mensajes Puros

PORQUE ORAR EN EL NOMBRE DE JESÚS?

JUAN 14: 12-14 » De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. 13Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.»

Cuando Jesús declara: “De cierto, de cierto os digo…” Eso no es una opinión. No es una sugerencia. ¡Es una declaración del Rey de Reyes! Él está sellando la verdad con fuego celestial. “El que en mí cree…” Aquí no dice: “el sacerdote que cree”, “el Pastor que cree” ¡dice el que en mí cree! Y si tú has creído en Jesús, este mensaje es para ti.

“Las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.”

¡Obras mayores! ¡Milagros! ¡Salvación de almas!¡Liberación de cautivos! ¡Sanidades! ¡Transformación de ciudades enteras por el poder del Espíritu Santo!

¿Sabes por qué puedes hacerlas? ¡Porque Jesús fue al Padre! Y desde allí, envió al Consolador… el Espíritu Santo… ¡y ahora Él habita en ti! Tú no eres un cristiano débil. ¡Eres templo del poder de Dios!

Mira bien lo que voy a decirte: ¡el diablo tiembla cuando tú oras con fe! ¡Los cielos se abren cuando tú clamas con autoridad en el nombre de Jesús!

Escucha lo que dice el verso 13: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré…”

No tal vez. No si el cielo está de humor. ¡Lo haré! —dice Cristo— ¿Por qué? “Para que el Padre sea glorificado en el Hijo.”

Cada milagro que Dios hace a través de ti glorifica al Padre. Cada oración respondida es una señal de que el Reino está avanzando.

Y por si no lo habías entendido, Jesús lo repite una vez más con fuerza en el verso 14: “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.”  No lo hará tu fuerza, no lo hará tu sabiduría, no lo hará tu elocuencia… ¡lo hará Cristo mismo!

Entonces, ¿qué estás esperando? ¿Acaso has estado viviendo como si fueras un mendigo espiritual cuando el Rey ya te ha dado las llaves del Reino?

¡Levántate hoy en fe! ¡Cree en su Palabra! ¡Pide con osadía! ¡Ora con fuego! ¡Declara su nombre con poder!

Jesús no solo quiere usarte… ¡Jesús te ha prometido que te usará! Él está buscando hombres y mujeres que crean con pasión, que pidan con valentía y que vivan con propósito.

¡Tú fuiste llamado a hacer las obras de Cristo… y aún mayores! Porque el mismo Espíritu que resucitó a Jesús de los muertos… ¡vive en ti!

Así que en el nombre de Jesús, te digo: ¡Despierta! ¡Levántate! ¡Y haz las obras del Reino! Porque la gloria de Dios se revelará en tu vida… ¡para que el Padre sea glorificado en el Hijo! Amén.

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PARA TI ES LA PROMESA DE DIOS

Pueblo de Dios, escúchame como quien oye voz del cielo. Hoy no hablo como hombre… Hoy hablo como un atalaya apostólico y profético, enviado por Dios para despertar generaciones dormidas…

Dice la Escritura en Hechos capítulo 2: “Al oír esto, se compungieron de corazón…”

¡Esa es la obra del Espíritu! ¡Cuando Él habla, el corazón del hombre no puede quedar igual! ¡Cuando la Palabra del Cordero resucitado atraviesa, el alma tiembla! Los que escuchaban a Pedro no recibieron solo información, ¡recibieron una impartición divina!

Y entonces vino la pregunta eterna: “¿Qué haremos?”

¡Esa es la pregunta que el cielo está provocando en esta generación! ¿Qué vas a hacer con el Cristo que resucitó? ¿Qué vas a hacer con el llamado de Dios que ha llegado a tu puerta?

Y Pedro respondió como lo hace un verdadero apóstol: sin rodeos, sin religiosidad, sin temor a los hombres: “Arrepentíos…”
¡Arrepiéntete, Iglesia!
¡Arrepiéntete, nación!
No de palabra… ¡sino con fruto digno del arrepentimiento!
¡Rompe tu alianza con el mundo!
¡Corta todo lazo con el pecado!

¡Es tiempo de volver al fuego original! “…y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados…”

No hay otro nombre. No hay otra autoridad. ¡El cielo no reconoce otro Nombre sino el del Cordero inmolado! Porque en ese nombre hay perdón. En ese nombre hay restauración. ¡Y en ese nombre hay poder para nacer de nuevo!

Y ahora escucha, porque viene la parte profética: “Y recibiréis el don del Espíritu Santo…” ¡Esto no es una idea simbólica! ¡Es una experiencia real! El mismo Espíritu que descendió como fuego en Pentecostés quiere llenarte hoy. ¡No para entretenerte, sino para transformarte! No para que hables bonito, sino para que camines en poder y santidad.

Y luego Pedro, lleno del Espíritu, profetiza algo eterno: “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos…”

¡Escucha esto, generación!
Esta promesa no ha caducado.
¡El Espíritu todavía se derrama!
¡El fuego todavía cae!
¡El Reino todavía avanza!

Y la voz de Dios todavía llama: “Ven. Arrepiéntete. Recibe mi Espíritu. Vive para mí.”

Así te dice el Señor hoy: “Yo estoy despertando a los que tienen oído. Estoy llamando a los postreros a tomar su lugar. Esta es la hora del regreso. Esta es la hora de la restauración. Esta es la hora del fuego.” ¡La promesa es para ti! ¡Para tu casa! ¡Para tus hijos! ¡Y para los que están lejos — en otra nación, en otro pecado, en otra generación!

¡Pero el Espíritu los está llamando! Hoy, como apóstol y profeta del Cordero, te digo: ¡vuélvete a Él! ¡No esperes más! ¡No resistas más! Arrepiéntete. Bautízate en Su Nombre. Y recibe el Espíritu del Dios vivo. La promesa es para ti. ¡Y el tiempo es ahora! Así dice el Señor. Amén.

Oración: Señor Jesús, hoy oigo tu voz y mi corazón se quebranta. Me arrepiento con todo mi ser. Renuncio al pecado, al orgullo, a mi voluntad. Te entrego mi vida. Lávame con tu sangre. Bautízame con tu Espíritu. Lléname con tu fuego. Recibo tu promesa, para mí, para mi casa y para mi generación. Hazme parte de tu remanente. En el nombre de Jesucristo, ¡Amén!

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DIOS ES FIEL HASTA EL FINAL

DEUTERONOMIOS 7:9 — “Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones.”

Hoy no vengo a traerte filosofía, ni una palabra bonita para tu emoción. Hoy vengo a recordarte quién es tu Dios.

¡Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios! No es una opción más, no es uno entre muchos. ¡Él es el único Dios verdadero! El Creador del cielo y de la tierra. El que sostiene todo con su Palabra. Y Él no solo es grande, no solo es poderoso…Él es FIEL.

¡Sí, Dios es fiel! Fiel cuando otros te abandonan. Fiel cuando no entiendes el proceso. Fiel cuando estás en el hospital, en la escasez, en la batalla.

Él guarda el pacto. ¿Sabes qué significa eso? Que Él no rompe lo que ha prometido. Lo que Dios dice, Él lo cumple. Lo que Él empieza, Él lo termina.

1 TESALONISENSES 5:24 dice: «Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.»

Si Él te llamó, Él te sostendrá. Si Él te salvó, Él te transformará. Si Él te prometió vida eterna, ¡nada ni nadie podrá arrebatártela!

Escucha esto: Dios no se olvida de ti. Dios no se cansa de ti. Dios no te ha soltado, ni lo hará. Él es el Pastor que no abandona a sus ovejas.

2 TIMOTEO 2:13 dice: «Si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo.»

¡Ese es el carácter de nuestro Dios! Un Dios que guarda el pacto y la misericordia. No solo contigo…Sino con tus hijos. Y con los hijos de tus hijos. Hasta mil generaciones.

Eso me rompe el corazón de gratitud, porque no solo pienso en lo que Dios hará conmigo, ¡Sino en lo que hará con mis nietos, con mis bisnietos, con toda mi descendencia!

HECHOS 16:31 dice: «Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa.»

Dios es fiel a su pacto. Y el pacto más glorioso que ha hecho con nosotros está sellado con la sangre de su Hijo, Jesucristo. La cruz es el testimonio eterno de que Dios no cambia, no falla, no miente.

Así que si estás pasando por el valle, si estás en prueba, si estás orando sin ver aún la respuesta…Acuérdate: Dios es fiel. Él está contigo. Él te sostiene. Él te ama. Y Él cumplirá su Palabra en ti, en tu casa, y en las generaciones que vienen detrás de ti.

QUIERES VER LA FIDELIDAD DE DIOS MANIFESTADA EN TU VIDA: Ora conmigo: “Señor, gracias por tu fidelidad. Aunque yo he fallado, tú nunca me has dejado. Hoy descanso en tu pacto, me aferro a tu Palabra, y confieso con fe que tú eres fiel, hasta mil generaciones. Perdona mis pecados, me arrepiento de ellos. Lávame con tu preciosa Sangre y haz de mí una nueva criatura. Ahora confieso que Tú eres mi Señor y Salvador. En el nombre de Jesús, ¡amén!”

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¡Tu fracaso es el escenario de Su Gloria!

LUCAS 5:4-6 “Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía.”

Pueblo de Dios, escucha la voz del Espíritu en esta hora:

Hay momentos en la vida en los que has trabajado toda la noche, y no tienes nada que mostrar. Te has esforzado, has sido fiel, te has mantenido firme… y sin embargo, el cielo ha estado en silencio. ¡Pero vengo a decirte por el Espíritu de Dios: tu noche sin fruto ha sido autorizada por el cielo para preparar el escenario de la gloria de Cristo!

Jesús se sube a la barca después del fracaso.
Él no llega cuando todo está funcionando. Él llega cuando no queda fuerza, ni red, ni esperanza.
¿Por qué? Porque quiere mostrarte que no se trata de tus redes… ¡sino de Su Palabra!

Simón dice: “Maestro, nada hemos pescado… pero en tu palabra echaré la red.”
Ahí está la clave. ¡Fe en medio del cansancio! Obediencia a pesar del historial de fracasos.
¡Y fue en esa palabra, no en la estrategia, donde vino el milagro!

Escucha bien:
Tu red no es suficiente, pero Su palabra es inquebrantable.
Tu noche fue estéril, pero Su instrucción es fructífera.
Lo que no lograste en esfuerzo, lo alcanzarás en obediencia.

Dios no necesita tus métodos; necesita tu oído. Él no multiplica redes vacías, Él llena redes obedientes.

¡Y cuando obedecieron… las redes se rompían de la cantidad! Cuando viene el mover profético del Espíritu, no hay estructura que aguante la abundancia que Él libera. Prepárate. Viene una pesca sobrenatural. Pero solo para los que están dispuestos a bogar mar adentro.

¿Sabes qué significa eso?
Significa salir del borde cómodo, de la orilla de lo conocido, y meterte en las profundidades de la fe.
¡Hay dimensiones del Espíritu que no se revelan en la orilla!
Los milagros no ocurren donde es seguro. Ocurren donde dependes sólo de Él.

Hoy te hablo como apóstol y profeta de Jesucristo: Este es el tiempo de obedecer sin lógica, de creer sin evidencia, de lanzar la red sólo porque Él habló.

Y verás lo que ojos no vieron. Verás la red romperse. Verás la barca llenarse. Verás el corazón arder.

Porque tu fracaso ha sido el campo de entrenamiento de tu fe. Y tu cansancio ha sido el lugar donde Dios eligió mostrar Su poder.

¡Ahora es el momento! Boga mar adentro. Escucha Su voz. Echa la red.

Y prepárate… porque la pesca que viene, no será natural… será gloriosa. Será profética. Será sobrenatural.

OREMOS: Señor Jesús, reconozco que sin Ti mi barca está vacía. He intentado vivir a mi manera y he fracasado. Pero hoy te abro mi corazón. Súbete a mi barca, dirige mi vida. Perdona mis pecados y hazme nuevo. Creo que moriste y resucitaste por mí. Desde hoy, te seguiré y confiaré en Tu palabra. ¡Entra, Señor… y llena mi alma con Tu gloria! Amén.

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