Categoría: Voluntad de Dios

¡EL AMOR INCANSABLE DE DIOS!

Hoy no te hablo como un hombre común, sino con la autoridad del Evangelio de Jesucristo, con la voz del Espíritu Santo que llama a Su pueblo a despertar.

MATEO 18:10-14 Parábola de la oveja perdida: «10Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. 11Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. 12¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado? 13Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquella, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. 14Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.

Jesús nos da una parábola que revela el corazón del Padre: un pastor tiene 100 ovejas, pero una se pierde. ¡Una sola! Y ante los ojos humanos, parecería insignificante. ¿Qué importa una oveja cuando todavía quedan 99? ¡Pero así no piensa nuestro Dios!

Porque hay muchos que han sido menospreciados. Muchos que han sido olvidados. Muchos que el mundo, y aún la misma iglesia, han dado por perdidos. Pero así dice el Señor: «¡YO NO LOS HE OLVIDADO! ¡YO VOY TRAS ELLOS! ¡YO LOS TRAERÉ DE VUELTA!» ¡Dios está mirando! ¡Dios está observando! Y el cielo mismo está en guerra por los que han sido desechados.

Hay jóvenes atrapados en las drogas, pero Dios dice: «¡Yo los voy a rescatar!»
Hay matrimonios al borde del divorcio, pero Dios dice: «¡Yo los voy a restaurar!»
Hay vidas atadas al pecado, a la lujuria, a la desesperanza, a la depresión, pero Dios dice: «¡Yo romperé las cadenas y los traeré de vuelta!»

Y mientras algunos pueden decir: «No vale la pena… ya se perdió… no hay esperanza», ¡EL SEÑOR NO PIENSA ASÍ!

  • Él se levanta en celo ardiente.
  • Él atraviesa las montañas de la incredulidad.
  • Él derrumba fortalezas del diablo.
  • Él rompe cadenas de opresión.
  • Él pelea hasta encontrar esa oveja.

Y cuando la encuentra, no la reprende, no la desecha, ¡SINO QUE SE GOZA!

¡Porque el Hijo del Hombre vino a salvar lo que se había perdido! ¡Él no vino a condenar, sino a restaurar! Y Él no descansará hasta encontrar a cada oveja descarriada.

Y si tú eres esa oveja, ¡escucha lo que el Espíritu dice! No es la voluntad del Padre que te pierdas. Él no quiere que sigas lejos. ¡Él te está buscando!

¡ALGUIEN AQUÍ NECESITA ESCUCHAR ESTO!

  • No importa cuán lejos hayas caído.
  • No importa cuán sucia esté tu vida.
  • No importa cuántas veces hayas fallado.

Jesús viene por ti y Él te carga sobre Sus hombros y te lleva de regreso al redil

¡ESA ES LA GRACIA DE DIOS!

Pero ahora, Iglesia, te hablo a ti.¡Si tu Maestro busca a la oveja perdida, entonces tú también debes buscarla!

¡Porque el corazón del Padre es salvar. El corazón del Padre es rescatar. El corazón del Padre es redimir.

Así que hoy te desafío en el nombre de Jesús: Si eres la oveja perdida, ¡deja que Él te encuentre! Si eres de las 99, ¡sal y busca a los que están perdidos! Porque el Señor dice: «No es mi voluntad que ninguno se pierda.»

¡El tiempo es ahora! ¡La cosecha está lista! ¡Los perdidos necesitan ser encontrados!

OREMOS: Señor Jesús, hoy vengo ante Ti reconociendo que he estado lejos, pero ahora escucho Tu voz llamándome. Perdona mis pecados, lávame con Tu sangre y hazme nuevo. Hoy decido dejar mi vida pasada y correr hacia Tus brazos. Sé mi Salvador, sé mi Señor, guíame en Tu camino. Gracias porque me amas, porque no te rendiste conmigo y porque hoy vuelvo a casa. En el nombre de Jesús, amén.

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LA HONRA QUE TRAE BENDICIÓN

¡Amigos y amigas, hoy el fuego del Espíritu Santo nos impulsa a hablar de algo vital! ¡Algo que viene directamente del corazón de Dios, desde los mismos cielos donde su trono está establecido para siempre!

Deuteronomio 5:16 nos habla con poder y autoridad: «Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.»

Escúchame bien: ¡Este mandamiento no es una sugerencia! No es una opción, no es un consejo opcional. ¡Es un mandato directo del Dios Altísimo! El mismo Dios que separó las aguas del Mar Rojo, que habló desde el Sinaí con relámpagos y truenos, el Dios que resucitó a Cristo de los muertos, te está diciendo hoy: ¡Honra a tus padres!

¿Por qué es tan importante este mandamiento? Porque detrás de la honra a nuestros padres está la honra a Dios mismo. Tus padres son los primeros representantes de autoridad que Dios ha puesto sobre tu vida. Ellos son los que han sido colocados como guías, como cuidadores, como aquellos que te han mostrado el camino. Y, escúchame, cuando honras a tus padres, ¡estás honrando a Dios mismo!

Quiero que comprendas lo siguiente: que el enemigo odia la honra. ¿Sabes por qué? Porque la honra es la llave que abre las bendiciones de Dios sobre nuestras vidas. El enemigo sabe que si puede robarte la honra, puede cortarte las bendiciones. ¡Pero hoy levantamos un estandarte de fuego y de verdad en contra de toda obra del enemigo! Hoy declaramos que la honra regresará a nuestras familias.

La Palabra de Dios es clara: «para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.» ¡Este es un mandamiento con promesa! No solo es un mandato de obediencia, ¡es un canal para las bendiciones de Dios! ¿Quieres tener una vida larga? ¿Quieres que te vaya bien en todo lo que hagas? ¡La llave está en la honra! ¡Dios ha prometido una vida llena de sus bendiciones para aquellos que honran a sus padres!

Escucha bien, en tiempos de rebelión, de desobediencia, en una generación que está en constante desafío a las autoridades, la iglesia tiene que brillar más fuerte. Somos el pueblo que debe levantar el estandarte de la honra, el respeto, y la obediencia al mandato de Dios. No somos de este mundo. No vivimos según los patrones de este siglo, ¡vivimos según los principios eternos del Reino de Dios!

Y no solo hablo para los jóvenes. ¡Adultos, esto también es para ustedes! La honra a nuestros padres no tiene fecha de expiración. Si tienes padres vivos, aún es tu llamado honrarlos. Tal vez no fueron perfectos, tal vez fallaron, pero Dios no te llama a honrarlos por su perfección, sino por Su mandamiento. ¡El mandamiento de Dios es santo, es justo y es verdadero!

Si alguno aquí ha fallado en este mandamiento, ¡hay oportunidad hoy! El Espíritu Santo te está llamando al arrepentimiento. ¡Hoy es el día de restaurar relaciones! Hoy es el día de pedir perdón, de buscar reconciliación, de liberar todo rencor o amargura. No permitas que la falta de honra te robe el propósito de Dios para tu vida.

Y escúchenme, padres: ¡Ustedes también tienen un llamado santo! No es solo que los hijos honren a los padres, ¡los padres tienen el deber de criar a sus hijos en el temor y la admonición del Señor! ¡No provoques a tus hijos a ira! Guíalos, corrígelos, ámalos, y enséñales a caminar en los caminos del Señor, para que ellos también puedan vivir en la bendición de Dios.

El Espíritu de Dios está aquí, y Él nos llama a una vida de obediencia radical, de honra profunda, de respeto reverente hacia aquellos que nos han precedido. ¡Hay una bendición generacional que se desata cuando obedecemos este mandamiento! ¡Hoy proclamamos una restauración de la honra en cada hogar, en cada familia!

Así que, hoy te digo en el nombre del Señor Jesucristo: ¡levántate y honra! Honra a tus padres. Honra la autoridad que Dios ha puesto en tu vida. Y verás cómo los cielos se abrirán a tu favor, verás la mano de Dios moverse con poder, verás cómo el favor de Dios será como un escudo alrededor de ti. Porque la Palabra de Dios nunca falla, ¡y Él es fiel para cumplir todo lo que ha prometido!

Que el fuego del Espíritu Santo te llene hoy, que te consuma, que te impulse a caminar en obediencia, en valentía y en el poder del Señor Jesucristo! ¡Amén!

Honrar a los padres es un mandato clave en la Biblia y abarca tanto el respeto como el cuidado práctico. Aquí te dejo algunas formas concretas en las que puedes honrar a tus padres:

1. Mostrar Respeto

  • Escuchar: Presta atención a lo que tus padres dicen, valorando sus consejos y opiniones.
  • Hablar con respeto: Elige palabras de gratitud y respeto, incluso en desacuerdos. Evita actitudes despectivas o irrespetuosas.
  • Evitar críticas públicas: Nunca critiques o desacredites a tus padres frente a otros.

2. Agradecer y Valorar

  • Expresar gratitud: Agradece a tus padres por los sacrificios que hicieron por ti, por sus cuidados y amor.
  • Reconocer su esfuerzo: Dales las gracias por el trabajo y dedicación que invirtieron en tu educación, crianza y bienestar.

3. Cuidar de Ellos en la Vejez

  • Proveer ayuda: A medida que envejecen, bríndales el apoyo que necesitan, ya sea emocional, físico o financiero.
  • Acompañarlos: Pasar tiempo con tus padres, visitarles con frecuencia y hacerles sentir valorados es una forma clave de honrarlos.
  • Cuidar su salud: Preocuparte por su bienestar físico, ayudándoles en citas médicas o asegurándote de que reciban los cuidados necesarios.

4. Perdonar sus Errores

  • Liberar el rencor: Ningún padre es perfecto, y parte de honrarlos implica perdonar los errores o heridas del pasado.
  • Buscar reconciliación: Si hay relaciones rotas o distantes, haz lo posible por restaurarlas con humildad y amor.

5. Seguir Sus Buenas Enseñanzas

  • Aplicar su sabiduría: Si tus padres te enseñaron principios bíblicos o valores importantes, vivir de acuerdo con ellos es una forma poderosa de honrarlos.
  • Compartir su legado: Habla de ellos de manera positiva y honra su legado a través de la forma en que vives y educas a tus propios hijos.

6. Ayudarles a Encontrar Gozo

  • Celebrar con ellos: Participa en momentos importantes de su vida, como cumpleaños, aniversarios, y hazles sentir amados.
  • Escuchar sus historias: Valora su experiencia y sabiduría, dándoles la oportunidad de compartir su historia y legado.

7. Orar por Ellos

  • Interceder por su vida: Ora por su salud, bienestar, y vida espiritual. Pedir a Dios que los guíe y los proteja es una forma de mostrar amor y cuidado espiritual.

8. Obedecerles en el Señor (Si eres joven)

  • Seguir sus consejos mientras vivas bajo su techo: A los jóvenes, la Biblia les manda obedecer a sus padres, siempre y cuando los principios estén alineados con la voluntad de Dios.
  • Respetar su autoridad: Someterse a la autoridad de los padres es honrar el orden que Dios ha establecido.

En resumen, honrar a los padres es un acto continuo que involucra respeto, gratitud, apoyo, reconciliación y cuidado. No importa la edad que tengas, la honra es un principio que trasciende el tiempo y trae bendición a tu vida.

Haz ésta oración en voz alta:

Señor, hoy reconozco que he fallado en honrar a aquellos que has puesto en mi vida como autoridades, especialmente a mis padres. Perdóname por mi falta de obediencia y humildad. Ayúdame a caminar en honra, no solo hacia mis padres, sino también hacia todas las autoridades que Tú has establecido. Enséñame a reconciliarme donde haya heridas y restaurar las relaciones rotas. Declaro que en obediencia a tu palabra, veré la manifestación de tus promesas en mi vida. En el nombre de Jesús, amén.

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LA GRANDEZA EN EL REINO DE DIOS

Te invito a reconsiderar nuestras ideas sobre la grandeza y el liderazgo en el Reino de los Cielos y para ello vamos a ir a la Palabra de Dios. El pasaje dice así:

MATEO 18:1-5 En aquel momento, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Quién es el mayor en el Reino de los Cielos?”. Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: “Les aseguro que, a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Así pues, cualquiera que se humille como este niño será el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí”.

Este pasaje comienza con una pregunta de los discípulos sobre quién es el mayor en el Reino de los Cielos. Es una pregunta que revela su preocupación por la posición y el estatus. Pero la respuesta de Jesús da un giro radical a esa lógica. Él llama a un niño, lo pone en medio de ellos y usa a este niño como un ejemplo.

En la sociedad del tiempo de Jesús, los niños no tenían un estatus social significativo. Eran vistos como dependientes y sin poder. Por lo tanto, Jesús al señalar a un niño, estaba haciendo una declaración profunda sobre el verdadero significado de la grandeza.

Jesús dice: “Les aseguro que, a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos”. Aquí, Jesús no está diciendo que debemos ser infantiles o inmaduros. Más bien, nos invita a adoptar ciertas cualidades de los niños: la humildad, la inocencia y la dependencia total de Dios.

La humildad es clave en este mensaje. En lugar de buscar poder y estatus, Jesús nos llama a ser humildes, a reconocer nuestra necesidad de Dios y a depender de Él, como lo hace un niño con sus padres. Esta actitud de humildad es lo que nos hace grandes a los ojos de Dios.

Además, Jesús dice: “Cualquiera que se humille como este niño será el mayor en el Reino de los Cielos”. Aquí, la humildad no solo es una puerta de entrada al Reino, sino que también es el camino a la verdadera grandeza. La grandeza en el Reino de los Cielos no se mide por el poder o la fama, sino por la humildad y la capacidad de servir a los demás.

Finalmente, Jesús nos enseña la importancia de recibir y cuidar a los niños. “El que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí”. Esta es una llamada a cuidar a los más vulnerables y a ver a Jesús en ellos. Cuando acogemos y servimos a los pequeños y a los necesitados, estamos sirviendo a Jesús mismo.

En resumen, este pasaje nos desafía a reconsiderar nuestras prioridades y a buscar la verdadera grandeza a través de la humildad y el servicio. Nos recuerda que, en el Reino de los Cielos, la grandeza no se mide por el poder o el estatus, sino por nuestra capacidad de humillarnos y servir a los demás, especialmente a los más pequeños y vulnerables.

ENTONCES, QUE PUEDO HACER PARA CUMPLIR CON ESTE MANDATO?

Para cumplir el mandato de Jesús en Mateo 18:1-5, podemos llevar a cabo varias aplicaciones prácticas en nuestra vida diaria. Aquí te dejo algunas sugerencias:

  1. Cultivar la Humildad:
    • Autoevaluación: Realiza una autoevaluación sincera y reconoce tus debilidades y dependencias. Pide a Dios que te ayude a mantener un corazón humilde.
    • Evitar el Orgullo: Evita las actitudes de superioridad y arrogancia. Reconoce que todo lo que tienes y eres es gracias a la gracia de Dios.
  2. Ser Como Niños:
    • Confianza en Dios: Desarrolla una confianza total en Dios, similar a la confianza que un niño tiene en sus padres. Ora y confía en que Dios cuidará de ti.
    • Simplicidad: Simplifica tu vida y tus expectativas. Busca la pureza y la sinceridad en tus acciones y relaciones.
  3. Servir a los Demás:
    • Voluntariado: Participa en actividades de voluntariado, especialmente aquellas que benefician a los niños, los pobres y los vulnerables.
    • Actos de Bondad: Realiza actos de bondad y servicio en tu comunidad. Esto puede incluir visitar a los enfermos, ayudar a los vecinos, o simplemente ofrecer una mano amiga.
  4. Acoger a los Niños:
    • Participación en la Iglesia: Participa en el ministerio infantil de tu iglesia. Ayuda en clases de escuela dominical, campamentos de verano o programas de mentoría.
    • Apoyo a Familias: Ofrece apoyo a familias con niños, especialmente aquellas que están luchando. Esto puede ser a través de donaciones, apoyo emocional o tiempo de calidad.
  5. Fomentar la Comunidad y el Amor:
    • Relaciones Saludables: Fomenta relaciones saludables y amorosas en tu entorno. Crea un ambiente donde las personas se sientan valoradas y aceptadas.
    • Resolución de Conflictos: Aborda los conflictos con una actitud de humildad y disposición para reconciliarse. Busca siempre la paz y la unidad.
  6. Desarrollar la Paciencia y la Compasión:
    • Escuchar: Escucha activamente a los demás, especialmente a los niños y a los que suelen ser ignorados. A veces, lo único que alguien necesita es ser escuchado.
    • Empatía: Practica la empatía. Trata de entender y sentir lo que los demás están experimentando. Esto te ayudará a responder con amor y compasión.
  7. Orar y Buscar la Guía de Dios:
    • Oración Diaria: Dedica tiempo diariamente para orar y buscar la guía de Dios. Pide que te dé un corazón como el de un niño, lleno de humildad, confianza y amor.
    • Estudio Bíblico: Estudia la Biblia regularmente para entender mejor la voluntad de Dios y cómo aplicarla en tu vida diaria.

Cumplir con este mandato requiere un cambio de corazón y mente, y una disposición constante para servir y amar a los demás. Al adoptar estas prácticas, no solo estaremos obedeciendo el mandato de Jesús, sino que también estaremos construyendo una vida que refleja el Reino de los Cielos aquí en la tierra.

Que este mensaje nos inspire a vivir con humildad, a depender de Dios y a servir a los demás con amor y compasión.

Talvez para algunos esto resulta un tanto dificil, sin embargo, tendrá sentido cuando venimos le pedimos a Dios que sea Él nuestra guia y para ello, te invito a hacer la siguiente oración en voz alta:

«Padre celestial, vengo ante tí, reconociendo que soy un pecador, te pido perdón por mis pecados y te hago a tí el Señor y Salvador de mi vida. Ven a morar a mi corazón y haz de mí una nueva criatura. En el nombre de Jesús. Amén.»

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VEN A MI DICE NUESTRO DIOS Y DESCANSA

¡Presten atención, sabios de este mundo, y tiembla la sabiduría humana, porque las profundidades de Dios no se revelan a los altivos, sino a los humildes de corazón, a los que tienen el espíritu de un niño!

MATEO 11:25-30 «25En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. 26Sí, Padre, porque así te agradó. 27Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. 28Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.»

Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo del Dios viviente, proclamó: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó” . El Señor del universo ha elegido revelarse a los pequeños, a los sencillos, a los que vienen con corazones puros y despojados de orgullo. No es en la astucia de los sabios ni en la lógica de los entendidos donde se encuentra la verdad, sino en la simpleza de un corazón que busca a Dios con humildad.

¡Escucha! Todo ha sido entregado al Hijo por el Padre. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo. Este es el misterio glorioso del reino de Dios, el misterio que destruye las fortalezas del orgullo humano y establece el trono de la humildad y la dependencia en Dios.

¡Venid, venid todos los que estáis trabajados y cargados! ¡Venid todos los que estáis agotados por las cargas del mundo, por el peso del pecado, por las aflicciones de la vida! Nuestro Señor, con voz suave y llena de compasión, nos llama: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). ¡Ésta es una invitación divina, un llamado celestial! Porque el descanso verdadero, el descanso para nuestras almas, se encuentra en Él y solo en Él.

¡Llevad su yugo! Su yugo no es opresivo, su carga no es pesada. Él mismo nos asegura: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:29-30). El yugo de Cristo es fácil y su carga ligera porque Él lleva con nosotros, porque Él nos da fuerza y porque en su mansedumbre y humildad encontramos la paz que el mundo no puede dar.

PORQUE ES QUE PODEMOS DESCANSAR EN JESÚS?

¡Escuchen con atención, oh pueblos y naciones! ¡Escuchen y abracen la verdad que brota del corazón de Dios, la verdad que resuena en las palabras de nuestro Señor y Salvador Jesucristo! En el mundo de hoy, lleno de aflicciones y tribulaciones, hay un refugio seguro, un lugar de descanso verdadero, y ese lugar se encuentra en Jesús. Porque en Él, encontramos todas las promesas y bendiciones que nuestra alma anhela?:

1. Porque Él es el Hijo de Dios y tiene toda autoridad: Jesús declaró, “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre” (Mateo 11:27). Gran autoridad y poder están en las manos de nuestro Señor. Todo le ha sido entregado: el control sobre el universo, la autoridad sobre el cielo y la tierra, y el poder para transformar nuestras vidas. Cuando venimos a Jesús, no venimos a un hombre común, sino al Rey de reyes y Señor de señores, quien tiene el poder para cambiar nuestras situaciones y darnos descanso.

2. Porque Él nos conoce íntimamente y nos ama profundamente: “Nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mateo 11:27). Jesús nos invita a una relación personal con Él y con el Padre. Él conoce nuestras cargas, nuestras luchas, nuestras penas y alegrías. Nos ama con un amor eterno y profundo, y en su amor, encontramos la paz y el descanso que el mundo no puede ofrecer.

3. Porque Él nos ofrece un descanso genuino y profundo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Esta es una promesa inquebrantable de Jesús. Él nos llama a venir a Él, tal como somos, con nuestras cargas y preocupaciones, y nos promete descanso. No es un descanso superficial, sino un descanso profundo para nuestras almas, un alivio de las cargas emocionales y espirituales que llevamos.

4. Porque su yugo es fácil y su carga ligera: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:29-30). Jesús nos invita a tomar su yugo, a someternos a su enseñanza y guía. Su yugo no es opresivo, no nos esclaviza, sino que nos libera. Nos enseña a vivir en humildad y mansedumbre, siguiendo su ejemplo. En esta sumisión, encontramos libertad y descanso, porque su yugo es fácil y su carga ligera.

5. Porque Él es manso y humilde de corazón: Jesús nos llama a aprender de Él, porque es manso y humilde de corazón. En su mansedumbre, encontramos  su amor; en su humildad, encontramos la grandeza de su gracia. No es un líder distante y autoritario, sino un Pastor amoroso que camina con nosotros, que nos lleva en sus brazos cuando estamos cansados y nos guía con ternura. Su corazón humilde y manso nos da seguridad y nos invita a descansar en su presencia.

6. Porque Él ha vencido al mundo: En Juan 16:33, Jesús dice: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Nuestro descanso en Jesús no se basa en la ausencia de problemas, sino en la victoria que Él ha obtenido. Él ha vencido al pecado, a la muerte y al poder del mal. En su victoria, encontramos la certeza de que, aunque enfrentemos dificultades, estamos seguros en sus manos.

7. Porque Él nos da su paz: Jesús promete en Juan 14:27: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. La paz que Jesús nos da es una paz que trasciende las circunstancias, una paz que guarda nuestros corazones y mentes en medio de las tormentas. Es una paz profunda y duradera, que solo se encuentra en Él.

8. Porque su presencia está siempre con nosotros: Jesús prometió en Mateo 28:20: “Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. No estamos solos; Su presencia nos acompaña siempre. En cada momento de nuestra vida, en cada desafío, en cada alegría y en cada dolor, Jesús está con nosotros. Su presencia nos da consuelo, fortaleza y descanso.

Por todas estas razones, podemos descansar en Jesús. Él es nuestro refugio, nuestra fortaleza, nuestra paz y nuestra esperanza. ¡Venid a Él, venid con fe y confianza, y hallad descanso para vuestras almas! En su amor y en su presencia, encontramos todo lo que necesitamos.

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