Categoría: Arrepentimiento

COMO AFRONTAR LAS ADVERSIDADES O PRUEBAS

Hay dos formas opuestas de responder a la adversidad.: 1) Algunas personas se amargan ante dificultades inesperadas, hasta enojarse con Dios y alejarse de Él o incluso alejarse completamente de su fe. 2) Otros creyentes atraviesan dificultades pero desarrollan una relación más fuerte con Dios. Crecen en su comprensión de cómo sacar fuerza de Su capacidad sobrenatural para superar los desafíos de la vida, rodeados de Su amor y capacitados por Su poder sustentador.

El apóstol Pablo no era ajeno a las circunstancias difíciles.

2 CORINTIOS 4:8 “Estamos afligidos en todo, pero no aplastados; perplejo, pero no desesperado; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos” .

Mientras Pablo llevaba a cabo la obra de Dios, constantemente enfrentó conflictos y adversidades, azotado, apedreado, naufragios, etc. Podemos aprender mucho sobre cómo afrontar las dificultades de este fiel siervo, PORQUE nunca desmayo, al contrario, se fortaleció en Dios.

¿CUALES SON LAS CIRCUNSTANCIAS MÁS ALLÁ DE NUESTROS LÍMITES?

Todos hemos enfrentado situaciones difíciles, un ambiente laboral o escolar hostil, o la experiencia de rechazo, traición y fracaso. Es posible que seamos llamados a soportar una situación difícil e interminable. Nuestra prueba puede ser dolor físico o enfermedad crónica. Independientemente de la dificultad particular, Dios quiere que confiemos en Su fuerza en lugar de ceder a la tentación de resolver el problema por nuestra cuenta.

COMO PODEMOS AFRONTAR LAS DIFICULTADES?

En el poder que nos da Cristo, podemos encontrar la capacidad de afrontar las dificultades triunfalmente y sin perder la paz ni el gozo.

  1. Fuerza más allá de la capacidad humana. Cuando recibimos a Jesús por fe como nuestro Salvador personal, Él viene a vivir dentro de nosotros a través de la Persona del Espíritu Santo. Jesús dijo: “Yo rogaré al Padre, y él os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (Juan 14:16). Él vive la vida de Cristo a través de nosotros. En otras palabras, toda la fuerza que necesitamos para resistir ya reside dentro de nosotros. Sólo tenemos que aprender a experimentarlo.
  2. Pablo también escribió:
    • “Fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza” (Efesios 6:10).
    • “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:1).
    • “Todo lo puedo en Aquel que me fortalece” (Filipenses 4:13).
  3. Disponible cuando sea necesario. No podemos aprender sobre este poder simplemente leyendo sobre él. De hecho, tenemos que experimentarlo al ser arrojados a una situación imposible. Sólo cuando superamos nuestras propias fuerzas podemos saber que el poder de Cristo fluye a través de nosotros.
  4. Limitado por la voluntad del Padre. Dios nos fortalece sólo para hacer su voluntad. Por ejemplo, el Padre te permitirá hacer lo que te ha facultado a la que te ha llamado, ya que eso está dentro de Su voluntad para tu vida. Incluso cuando te traten injustamente, Él puede empoderarte para que siempre hagas lo correcto en lugar de ceder al resentimiento.
  5. Crece más en nuestra debilidad. El mundo valora el orgullo y la autosuficiencia, pero Dios honra la humildad. A los corintios, Pablo reconoció su completa dependencia del Señor: “Yo estuve con vosotros en debilidad, y en temor y mucho temblor, y mi mensaje y mi predicación no fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder” .
  6. Cuando nos faltan fuerzas, podemos experimentar el poder de Dios. El apóstol escribió: “Más bien me gloriaré en mis debilidades, para que el poder de Cristo habite en mí. Por eso me contento con las debilidades, con los insultos, con las angustias, con las persecuciones, con las dificultades, por amor de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor. 12:9-10). En sus momentos más débiles, Pablo pudo experimentar la energía divina y sobrenatural de Dios, dándole poder para vivir victoriosamente.

Cuando Dios introduce una gran prueba en tu vida, es una oportunidad para aprender de Su gran poder y Su fuerza permanente trabajando dentro de ti. No trates de evitar todas las situaciones difíciles de la vida o te perderás de experimentar Su poder sobrenatural.

Ese poder esta disponible para nosotros los que hemos aceptado a Cristo como nuestro Salvador. Este poder es un regalo de Dios, no algo que ganamos. Su presencia no significa que evitemos las dificultades, por supuesto, sino que Él está con nosotros a través de ellas, sosteniéndonos.

¿CÓMO PUEDO LIBERAR ESTE PODER EN MI VIDA?

  1. Reconozca que está totalmente indefenso. Un hijo de Dios en crecimiento valorará la humildad.
  2. Lánzate a la misericordia de Dios. Confía genuinamente en Él para realizar buenas obras a través de ti, dándote fuerza para hacer lo correcto en situaciones imposibles.
  3. Cree que Él hará lo que dijo. “Y mi Dios suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19)

.Dios quiere llevarnos al punto en que confiemos completamente en él. Como dijo Pablo, “no confiaremos en nosotros mismos, sino en Dios” (2 Cor. 1:9). Esto no significa que no haya lágrimas, ni desánimo, ni sufrimiento, sino que a través de todas esas cosas, somos sostenidos por el amor de Dios.

Para superar los desafíos de la vida, rodeados de Su amor y capacitados por Su poder sustentador es necesario venir humillados ante Dios y hacer a Jesús el Señor de tu vida. Y lo haces haciendo la siguiente oración en voz alta:

«Padre Celestial, vengo delante de tu presencia a pedirte perdón por mis pecados, me arrepiento de ellos y a partir de este día te hago el Señor y Salvador de mi vida. Rompo todo pacto con el mundo, conmigo mismo y con las tinieblas. Y hago un nuevo pacto con Jesucristo. Declaro que soy sano y libre, en el nombre de Jesús. Amén.»

FUENTE: Gracias PASTOR CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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CUAL ES EL VERDADERO MOTIVO DE LA NAVIDAD

Que es lo primero que se nos viene a la mente cuando pensamos en la Navidad, de seguro pensamos en la forma de celebrarlo, sin embargo, olvidamos de qué se trata, y es que todo se trata de Dios y de su plan maravilloso para la humanidad.

Si queremos saber el verdadero motivo de la Navidad tenemos que ir la Palabra de Dios.

2 CORINTIOS 5:17-21  «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas; Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación; Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios; Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.»

Por lo tanto, la Navidad es la celebración del momento histórico en el cual, Dios vino a la Tierra en la persona de su Hijo amado Jesús, para reconciliar consigo al hombre pecador mediante su muerte.

No se trata de pesebres o de pastores, sino de la obra del Dios Todopoderoso para redimir a la humanidad.

 Hay dos palabras importantes para ver en que consiste la Navidad:

ENCARNACION

JESÚS vino al mundo por una razón, para que todos pudiéramos convertirnos en hijos de Dios, morir en la cruz y traernos salvación, traernos la vida eterna.

Esto lo hizo posible Dios, envió a su Hijo unigénito, Jesús, a morir en la cruz e hizo posible que el hombre tuviera una nueva posición con Dios, para traer paz y orden entre dos personas y volverse amigos.

Él nos alcanzó en su espíritu de perdón, con el derramamiento de su Sangre en la cruz del  Calvario pago la deuda de pecado del mundo.

Así Dios hizo posible que fuéramos salvos. El mismo pagó el precio que nadie podía pagar, solo una persona sin pecado.

CUAL FUE LA MOTIVACIÓN DE DIOS PARA VENIR A SALVARNOS?

1. Porque NO podiamos salvarnos a nosotros mismos.

La Biblia dice eso, nosotros no somos lo suficientemente buenos ya que somos pecadores y no somos salvos por nuestras buenas obras, sino por la Gracia, el amor y la misericordia de Dios y darnos de la eternidad en Jesucristo.

2. Por su amor incondicional por nosotros

Amor incondicional significa que su amor por nosotros no esta condicionado a nada, no esta condicionado a lo bueno que hagamos, ni a lo que hayamos hecho, ni a lo que haremos, sino por su amor incondicional por nosotros, que nos quiere como sus hijos, para ser salvos, para tener una nueva vida, para escribir nuestros nombres en el Libro de a Vida y anticipar nuestra llegada al cielo un dīa.

Por eso debemos creer en el Señor Jesucristo, es decir, aceptar como verdad que Jesús es el Hijo de Dios, nacido de una virgen, el Hijo encarnado de Dios y que fue a la cruz a pagar nuestra deuda de pecado. Y al pedirle perdón y confesar nuestros pecados a Dios, arrepentirse de ellos y entregar su vida, en ese momento nos convertimos en hijos de Dios.

Recuerde esto: ninguna persona puede salvarse, excepto Jesucristo. Él dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí.

Asi que cuando Cristo viene a una persona que este dispuesto a que Él gobierne y reine en su vida, todo cambia, hay paz, gozo, felicidad, confianza y seguridad. Y aun cuando todo se descontrole en nuestras vidas, podemos seguir firmes porque nuestra confianza esta en el Dios Todopoderoso.

Por lo tanto, la Navidad se trata de Jesús y es la celebración del momento histórico, un momento santo, sobre una vida santa, donde Dios Padre envió a su Hijo amado, Jesucristo para reconciliarnos con Él y al aceptar a Jesús en su corazón, tener una nueva posición como hijos de Dios y poseer la vida eterna.

Quizas alguien diga: «No soy cristiano, qué hago entonces?». Solo repite después de mi esta oración: «Padre mio, vengo delante de tu presencia a pedirte perdón por mis pecados, me arrepiento de ellos. Rompo todo pacto con la carne, conmigo mismo y con las tinieblas. Y hago un nuevo pacto con Jesucristo para que sea mi Señor y Salvador. Creo en el Señor Jesucristo, quien murió por mis pecados, y Dios el Padre lo levanto de entre los muertos. Amén.

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CLAMA Y DIOS RESPONDERÁ COMO AL CIEGO BARTIMEO

En la historia de Bartimeo, vemos una lección de fe audaz y persistencia inquebrantable. En medio de la multitud que le decía que se callara, él elevó su voz aún más fuerte, clamando por la misericordia de Jesús. A pesar de las críticas y obstáculos, se aferró a su fe y determinación.

MARCOS‬ ‭10‬:‭46‬-‭52‬ «Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó, él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!. Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.” ‭‭

¡Claro! En esta historia de fe y valentía, vemos cómo la determinación de Bartimeo lo llevó a encontrar la misericordia de Jesús. Su insistencia, a pesar de las críticas, demuestra que la fe audaz mueve montañas. La lección aquí es clara: no dejes que las opiniones de otros te detengan en la búsqueda de tus sueños y bendiciones. ¡Persiste con valentía y fe, y recibirás la gracia que buscas!

Nos enseña que a menudo, en la vida, las voces externas intentarán silenciarnos: opiniones, dudas, incluso temores propios. Sin embargo, la historia de Bartimeo resuena con fuerza, instándonos a mantenernos firmes, a no dejarnos disuadir por las circunstancias o las voces que intentan limitarnos.

La fe audaz no es solo creer; es persistir con valentía, es levantar nuestra voz aún más alto cuando el mundo intenta silenciarnos. Es seguir clamando por aquello que anhelamos, aunque todo parezca indicar lo contrario. Bartimeo no se rindió, y esa perseverancia atrajo la atención de Jesús.

Todos enfrentamos nuestras propias formas de ceguera: limitaciones, desafíos, momentos en los que nos sentimos incapaces de ver una salida. Pero al igual que Bartimeo, podemos arrojar nuestras «capas», dejar a un lado lo que nos limita, y acercarnos a Jesús con la convicción de que podemos ser transformados.

Cuando Jesús le preguntó a Bartimeo qué quería, él pidió recuperar la vista. Y Jesús, reconociendo su fe, le concedió su petición. La fe audaz, esa determinación intrépida, puede abrirnos puertas y concedernos bendiciones más allá de lo que podríamos imaginar.

Entonces, ¿cuál es nuestra ceguera actual? ¿Qué necesitamos pedirle a Jesús con esa misma fe valiente? Que la historia de Bartimeo nos inspire a persistir, a elevar nuestras peticiones con audacia, a arrojar nuestras limitaciones y acercarnos a la gracia de la transformación.

Que seamos como Bartimeo, clamando sin temor, confiando en que nuestra fe audaz moverá el corazón de lo divino, y nos permitirá seguir a Jesús en el camino hacia la plenitud de nuestras bendiciones.

QUE APLICACIONES PRÁCTICAS ENCONTRAMOS EN ESTA HISTORIA:

  1. Persistencia y determinación: Así como Bartimeo persistió a pesar de las adversidades, podemos aplicar su ejemplo en nuestra vida diaria. Cuando enfrentemos obstáculos, mantengamos esa determinación para alcanzar nuestras metas, ya sea en el trabajo, los estudios o proyectos personales.
  2. Eleva tu voz: Bartimeo no se dejó callar, incluso cuando otros lo intentaron. En nuestras interacciones diarias, no temas expresar tus ideas, preocupaciones o necesidades. A veces, levantar la voz de manera respetuosa puede hacer una gran diferencia.
  3. Confianza en la ayuda divina: La historia de Bartimeo nos recuerda que confiar en la ayuda divina puede ser transformador. En situaciones difíciles o decisiones importantes, confiar en algo más grande que nosotros mismos puede darnos claridad y fortaleza.
  4. Fe en acción: Bartimeo creyó en la posibilidad de ser sanado y actuó en consecuencia. De manera similar, podemos practicar la fe a través de acciones que reflejen nuestras creencias, ya sea ayudando a otros, mostrando compasión o siendo un apoyo para quienes lo necesitan.

Estas aplicaciones prácticas nos permiten llevar los principios de la historia de Bartimeo a nuestra vida cotidiana, buscando ser persistentes, auténticos y con una fe activa que nos impulse hacia el crecimiento personal y el bienestar de quienes nos rodean.

Esto solo es posible cuando hacemos a Jesús de una manera permanente como nuestro Señor y Salvador. Y para ello ven y has conmigo la siguiente oración en voz alta: «Padre Celestial, vengo delante de tu presencia a pedirte perdón por mis pecados, reconozco que mi pecado me ha alejado de ti. Pero hoy declaro con mi boca que Jesús murió por mis pecados y que Dios Padre lo levanto de entre los muertos. Rompo todo pacto con la tinieblas, conmigo, y con el mundo. Y hago un nuevo pacto con Jesucristo como mi Señor y Salvador. Amén.»

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JESÚS EN EL HOGAR DE SIMÓN EL FARISEO

Hoy quiero compartir contigo una historia increíble y poderosa que nos regala la Biblia. Imaginen a Jesús, en medio de esa cena en la casa del fariseo, rodeado de miradas críticas, de juicios en silencio, y de pronto, entra ella, la mujer pecadora.

LUCAS 7:36-50 Jesús en el hogar de Simón el fariseo 36Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. 37Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; 38y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. 39Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. 40Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. 41Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; 42y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? 43Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. 44Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas esta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. 45No me diste beso; mas esta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46No ungiste mi cabeza con aceite; mas esta ha ungido con perfume mis pies. 47Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. 48Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. 49Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es este, que también perdona pecados? 50Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz.»

¿Se dan cuenta de la valentía que demostró esta mujer?. Contra viento y marea, contra todos los prejuicios, ella se acerca a Jesús. No le importó el qué dirán, no le importó lo que los demás pensaran de ella. Lo único que importaba era su fe, su pasión por buscar la redención. Esa mujer derramó lágrimas de arrepentimiento y amor a los pies de Jesús, lavándolos con sus lágrimas, secándolos con sus cabellos, ungiéndolos con perfume. Imaginen el impacto, la emoción, el sacrificio que eso conllevó.

Y el fariseo, lleno de juicio, de prejuicios, cuestionando en su mente la validez de Jesús al permitir que alguien así se acercara. Pero Jesús, con su sabiduría divina, con una parábola simple, reveló la esencia de la historia.

«¿Quién amará más, aquel a quien se le perdonó mucho o aquel a quien se le perdonó poco?» ¡Qué pregunta tan poderosa! La respuesta es clara: aquel a quien se le perdonó mucho, amará más. Y eso es lo que esta mujer nos enseña: amó tanto que se arrepintió, que buscó el perdón, que se humilló ante Jesús.

Esa es la fe en acción, esa es la pasión por el perdón y la transformación. No importa cuán grande sea tu pecado, cuánto te hayas alejado, siempre hay una oportunidad para volver, para arrepentirse, para buscar la redención.

Jesús no miró su pasado, no se enfocó en sus errores, sino en su fe, en su amor. «Tus pecados te son perdonados», le dijo. No fue su pasado lo que definió su futuro, sino su fe, su valentía para acercarse y buscar el perdón.

Y tú, ¿qué estás dispuesto a hacer por tu fe? ¿Qué estás dispuesto a dejar atrás para buscar esa redención? No importa quién eres, no importa tu historia, lo que importa es tu fe, tu amor por cambiar, por ser mejor, por buscar ese perdón que transforma vidas.

Deja atrás el miedo, deja atrás el juicio, acércate a Jesús con fe, con pasión, con el deseo de ser perdonado, transformado. Porque como dijo Jesús: «Tu fe te ha salvado, ve en paz».

La historia de la mujer pecadora que busca el perdón de Jesús nos enseña lecciones valiosas:

  1. La fe no tiene límites: A pesar del pasado de la mujer y de la crítica de los presentes, ella se acerca a Jesús con una fe inquebrantable. No hay límites para la fe cuando se busca el perdón y la transformación.
  2. El poder del arrepentimiento y el perdón: El acto de arrepentimiento genuino y la voluntad de buscar el perdón pueden romper barreras, transformar vidas y traer redención.
  3. El juicio y la compasión: Mientras el fariseo juzgaba, Jesús mostró compasión y amor. Nos recuerda que no debemos juzgar a otros por su pasado o apariencia, sino mostrar compasión y amor, como Jesús lo hizo.
  4. La importancia del amor y la devoción: La mujer muestra amor y devoción, sirviendo a Jesús con humildad y entrega. El amor es un motor poderoso para el cambio y la reconciliación.
  5. La fe como camino hacia la paz interior: Jesús afirma que la fe de la mujer la salvó y le da paz. La fe genuina y el perdón conducen a la paz interior y a una vida transformada.

En resumen, estos versículos nos desafían a abrazar la fe inquebrantable, practicar la compasión en lugar de juicio, buscar el perdón y la transformación personal, y vivir con amor y devoción. Nos recuerdan que la fe, el arrepentimiento y el perdón son caminos hacia la paz y la transformación interior.

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