Categoría: Autoridad

¡EL PODER DE DIOS ESTÁ AQUÍ PARA LIBERARTE!

Hoy veremos una historia que refleja una batalla entre el Reino de Dios y las tinieblas, entre la fe y la incredulidad. Aquí encontramos a un niño atado por un espíritu inmundo, un padre desesperado y unos discípulos que no pudieron hacer nada. ¡Pero entonces aparece Jesús, y todo cambia!

MARCOS 9:14-29 “ Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. 15Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron. 16Él les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos? 17Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti a mi hijo, que tiene un espíritu mudo, 18el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. 19Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. 20Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. 21Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. 22Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. 23Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. 24E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. 25Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. 26Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. 27Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó. 28Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? 29Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.»

¡Hoy vengo a anunciarte que Jesús ha llegado a tu vida y que hoy es el día de tu milagro!

Cuando el padre lleva a su hijo a Jesús, le dice:
«Si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos» (Marcos 9:22).

¡Escucha bien! No es cuestión de si Jesús puede hacer algo… ¡Él TODO lo puede! La verdadera pregunta es: ¿PUEDES CREER? JESÚS RESPONDE: «AL QUE CREE TODO LE ES POSIBLE» (Marcos 9:23).

Hoy te digo con la autoridad del Evangelio: No importa cuán grande sea tu problema, si crees, verás la gloria de Dios.
• ¿Estás atado por el pecado? ¡JESÚS TE LIBERA HOY!
• ¿La enfermedad te ha golpeado? ¡JESÚS TE SANA HOY!
• ¿Tu familia está en ruinas? ¡JESÚS RESTAURA TU HOGAR HOY!
• ¿El diablo te ha dicho que no hay esperanza? ¡JESÚS TE DICE QUE ÉL ES TU ESPERANZA!

Cuando el poder de Dios se manifiesta, los demonios tiemblan, las enfermedades huyen y los cautivos son libertados.

¡No hay demonio que pueda resistir la autoridad de Cristo!

Jesús reprendió al espíritu inmundo y el niño fue completamente libre. ¡Eso es lo que Jesús quiere hacer contigo HOY!

Pero escucha bien lo que Jesús le dice a sus discípulos al final:
«Este género no sale sino con oración y ayuno» (Marcos 9:29).

Evangelio sin oración no tiene poder.
Cristianismo sin fe no tiene frutos.
Una iglesia sin fuego no puede traer avivamiento.

¡Por eso hoy te llamo a un cambio radical en tu vida!
¡No basta con escuchar de milagros, es tiempo de experimentar el poder de Dios en carne propia!

¡LEVÁNTATE EN FE!
¡CLAMA A JESÚS HOY!
¡ÉL ESTÁ AQUÍ PARA SALVAR, SANAR Y LIBERAR!

Si hoy te encuentras como ese padre, con fe débil, clama a Jesús y di: «Señor, creo, ayuda mi incredulidad» (Marcos 9:24).
¡Y ÉL TE RESPONDERÁ CON PODER!

¿Estás listo para recibir tu milagro? ¡Corre a los brazos de Jesús y SÉ LIBRE HOY!

ORA CONMIGO ESTA ORACIÓNEN VOZ ALTA:
Señor Jesús, vengo ante Ti con un corazón abierto, creyendo que hoy es mi día de milagro. Declaro que todo espíritu de incredulidad se va en el nombre de Jesús. ¡Aviva mi fe, rompe mis cadenas, sana mi cuerpo, restaura mi familia y lléname con Tu fuego! Hoy me levanto en autoridad, rechazo toda obra del enemigo y recibo la libertad que solo Tú puedes dar. ¡Señor, creo, ayuda mi incredulidad! En Tu poderoso nombre, ¡AMÉN!

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A TÍ TE DIGO: LEVÁNTATE

Hoy traigo una palabra viva, una palabra que arde con el fuego del Espíritu Santo, donde vemos a nuestro Señor Jesucristo entrar en una ciudad llamada Naín. Quiero que abras tu corazón, porque esta palabra tiene el poder para cambiar tu vida.

LUCAS 7:11-17 » Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud. 12Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. 13Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. 14Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. 15Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre. 16Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo. 17Y se extendió la fama de él por toda Judea, y por toda la región de alrededor.»

Jesús entra a Naín acompañado de una multitud, pero ahí, en el umbral de la ciudad, se encuentra con otra multitud. Una procesión de muerte. ¡Oh, qué contraste, verdad! Por un lado, la multitud de la vida, de la esperanza, que camina con Jesús. Por otro lado, la multitud que lleva un cuerpo sin vida, la evidencia de una madre desgarrada, una viuda que ha perdido lo único que le quedaba: su hijo único.

Esa escena, amados, es el cuadro de nuestra humanidad. Estamos en un mundo lleno de muerte, de desesperanza, de lágrimas. Quizás tú has venido hoy cargando un féretro en tu corazón. Tal vez has enterrado tus sueños, tu fe, tu alegría, porque las circunstancias te han golpeado, te han robado lo que más amabas. Pero ¡escucha bien! Jesús está entrando a tu Naín en este momento.

Dice la Palabra que Jesús se compadeció de la viuda. Quiero que entiendas algo poderoso: el corazón de Jesús no está indiferente a tu dolor. A veces pensamos que Dios está lejos, que no ve nuestras lágrimas, pero el mismo Jesús que se detuvo en Naín es el mismo que hoy se detiene por ti. Su compasión no es pasiva. No es un simple sentimiento. La compasión de Cristo trae acción, trae intervención divina.

Jesús le dice a la viuda: «No llores.» Ahora bien, ¡esto parece contradictorio! ¿Cómo no llorar cuando todo parece perdido? Pero aquí está la clave: Jesús no le dice «No llores» para ignorar su dolor; le dice «No llores» porque Él ya tiene la solución, porque cuando Jesús habla, es porque algo sobrenatural está a punto de suceder.

Jesús no solo habló. Dice que se acercó y tocó el féretro. En los tiempos de la Ley, tocar un féretro hacía a alguien ceremonialmente impuro, pero Jesús, el Santo, no teme ensuciarse con nuestra condición. Él no se queda al margen de tu dolor. Jesús toca las áreas muertas de tu vida, toca lo que tú pensaste que jamás se levantaría. Y cuando Él toca, ¡todo cambia!

Y luego Jesús dijo con autoridad: «Joven, a ti te digo, levántate.» ¡Presta atención! Él no dijo «Levántate si puedes» ni «Levántate si quieres.» Él declaró vida con el poder de Su palabra, porque cuando Jesús habla, la muerte no tiene otra opción más que retroceder. Cuando Jesús habla, lo que estaba muerto vuelve a la vida.

El joven se levantó y comenzó a hablar. ¿Puedes imaginar el impacto? Esa viuda que minutos antes había perdido todo, ahora lo tenía todo de vuelta en sus brazos. Porque cuando Jesús se encuentra contigo, Él no solo restaura, ¡Él te da más de lo que perdiste!

Y toda la multitud glorificaba a Dios, diciendo: «¡Un gran profeta ha venido! ¡Dios ha visitado a Su pueblo!» Hoy quiero decirte que Dios ha visitado tu vida hoy. Él está aquí para tocar tus circunstancias, para resucitar lo que tú pensabas que estaba acabado.

¿Qué hay en tu féretro hoy? ¿Es un matrimonio roto? ¿Un hijo apartado? ¿Una enfermedad incurable? ¿Un sueño muerto? Yo te digo hoy, en el nombre de Jesús: «No llores, porque el Maestro ha llegado.» Él está tocando tu vida, y Su voz poderosa está diciendo: «Levántate.»

Recíbelo hoy. Declara hoy que la muerte no tiene la última palabra, porque Jesús, el Príncipe de la vida, ya venció. ¡Alábale, porque Él es digno de toda adoración!

OREMOS:

¡Padre Celestial, vengo delante de Ti, reconociendo que Tú eres la resurrección y la vida! Señor, así como tocaste el féretro en Naín y diste vida donde había muerte, hoy te pedo que toques las áreas muertas de mi vida.
Hoy entrego mis sueños, mis esperanzas, y todo lo que he dado por perdido, creyendo que en Ti hay restauración y propósito. Espíritu Santo, desata Tu poder, rompiendo cadenas, restaurando lo que he perdido, y levanta mi vida para Tu gloria. En el nombre de Jesús. Amén.

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QUIEN ES EL REY DE GLORIA

Hoy, nos reunimos en el poderoso nombre de Jesucristo, y traigo un mensaje inspirado por las palabras del Salmo 24, un salmo que proclama la majestad, la soberanía y la santidad del Señor. Dice así:

«De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos.» (Salmo 24:1-2).

Este pasaje nos recuerda algo fundamental: todo le pertenece a Dios. Todo lo que vemos y todo lo que somos tiene su origen en Él. No hay un rincón de esta tierra que no esté bajo su autoridad. El mundo clama por independencia, por poder y control, pero la verdad es esta: el Señor es el único soberano, y su gobierno es eterno.

¿QUIEN PUEDE ACERCARSE AL REY DE GLORIA?

El salmo sigue diciendo:

«¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño.» (Salmo 24:3-4).

Aquí encontramos un llamado solemne. Dios no solo es Rey, sino que es un Rey Santo. Él exige pureza, justicia y verdad. Pero si somos honestos, ¿quién puede cumplir con este estándar? La Palabra dice: «No hay justo, ni aun uno». Nadie, por sus propias fuerzas, puede pararse en la presencia del Dios santo.

Y aquí está el centro del evangelio: Dios sabía que no podíamos alcanzar su santidad por nosotros mismos. Por eso envió a su Hijo, Jesucristo. Él es el limpio de manos y el puro de corazón. Él vivió la vida que nosotros no podíamos vivir, y en la cruz, cargó con nuestros pecados para que, por medio de su sangre, podamos ser lavados y presentados santos ante Dios.

LEVANTEN PUERTAS ETERNAS

El salmo concluye con un poderoso clamor:

«Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla.» (Salmo 24:7-8).

Jesucristo es este Rey de gloria. Él venció la muerte, destruyó el poder del pecado y abrió las puertas del cielo para nosotros. Él es fuerte y valiente, el que lucha nuestras batallas y nunca pierde. Hoy, Él está tocando a las puertas de tu corazón, diciendo: “Ábreme, déjame entrar, y haré morada contigo.”

UN LLAMADO A RESPONDER

Hermanos, ¿cómo debemos responder a este mensaje? El apóstol Pablo lo dice claramente: «Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.» (Romanos 10:9). Hoy es el día para abrir las puertas de tu vida al Rey de gloria. Hoy es el día de dejar las cosas vanas, los ídolos, y entregarte completamente a Cristo.

Recuerda, de Jehová es la tierra y su plenitud. Él no quiere solo una parte de tu vida; Él quiere todo. Porque todo ya le pertenece.

Así que levántate, deja tus cargas y rinde tu vida al único que es digno. Jesucristo, el Rey de gloria, te llama. Para ello, te invito a que hagas conmigo la siguiente oración en voz alta.:

Oremos:

Señor Dios todopoderoso, reconozco que la tierra y todo lo que hay en ella te pertenecen, porque tú la creaste con tu poder. Tú eres el Rey de gloria, fuerte y valiente, digno de toda alabanza.

Hoy vengo ante ti humildemente, sabiendo que solo los de manos limpias y corazón puro pueden entrar en tu presencia. Te pedo que me purifiques por la sangre de Jesús, que limpies mi pecado, y renueves mi corazón. Ayúdame a apartarme de las cosas vanas y a vivir una vida que te glorifique.

Señor, abro las puertas de mi corazón para que tú, el Rey de gloria, entres y tomes el control de mi vida. Reina en mi con tu poder y guíame en tus caminos. Te exalto, te honro y te bendeigo. En el nombre de Jesús, amén.

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JESÚS, EL BUEN PASTOR

JUAN 10: 7-17 «Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. 8Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. 9Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. 10El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. 11Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. 12Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. 13Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. 14Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, 15así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. 16También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. 17Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. 18Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.»

¡Prestemos atención a lo que dice esta la Palabra viva del Maestro, del Hijo del Dios Altísimo, Jesucristo, el Buen Pastor, quien es la Puerta de las ovejas! Hoy Él nos llama, hoy Él nos invita, hoy Él nos reta a cruzar por la puerta que lleva a la vida, porque fuera de esa puerta solo hay oscuridad, solo hay destrucción, solo hay muerte. ¡Pero! dentro, dentro de Su redil, hay vida, y vida en abundancia!

Jesús dijo: «Yo soy la puerta.» ¡Y es que No hay otra! No hay atajos, no hay caminos alternos, no hay trucos. ¡Él es la única entrada! Él es la única solución. ¡Es tiempo de dejar de buscar salvación en manos humanas, en otras filosofías, en religiones sin vida! ¡Es tiempo de reconocer que sólo en Cristo hay salvación! Él es el camino, la verdad y la vida, y nadie viene al Padre sino por Él.

Él nos advierte con claridad: «El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir.» Iglesia, ¡abre tus ojos! ¡El enemigo está suelto! Quiere robar tu paz, quiere destruir tu familia, quiere matar tu fe. Se disfraza de luz, se viste de buenas intenciones, pero su propósito es arrastrarte al abismo. No caigas en sus trampas. No te distraigas. ¡Mantengamos nuestros ojos fijos en el Buen Pastor

Y Jesús dice: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.» ¡Vida abundante! No solo sobrevivir, no solo resistir. Él quiere que florezcamos, que prosperemos en nuestros espíritus, que caminemos en victoria. No hablo de riquezas materiales, hablo de una vida llena de propósito, de paz que sobrepasa todo entendimiento, de gozo eterno, aun en medio de la tormenta. ¡Esa es la vida que nos ofrece el Buen Pastor!

«Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.» ¡Qué amor tan profundo! ¡Qué sacrificio tan sublime! Él no es como el asalariado, ese que huye cuando ve al lobo venir. Él no te abandona. Él no te deja a merced del enemigo. ¡Él lucha por ti! ¡Él pelea tus batallas! Y más aún, dio Su vida por ti en la cruz del Calvario. Cada gota de Su sangre derramada fue para rescatarte, para redimirte, para llevarte a Su redil.

Y no solo dio Su vida, ¡sino que la volvió a tomar! «Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo.» La cruz no fue una derrota; fue la victoria más gloriosa. Su resurrección es la garantía de tu vida eterna. ¡Ningún otro ha vencido a la muerte! Ningún otro tiene el poder de levantar su vida después de haberla entregado. ¡Ese es nuestro Pastor! ¡Ese es nuestro Rey!

Pero escucha bien, porque Él también dijo: «Tengo otras ovejas que no son de este redil.» !Mira! este llamado no es solo para nosotros. Hay otros que necesitan escuchar Su voz. Hay otros que están perdidos, vagando en la oscuridad, y Él quiere traerlos también. ¡Es tiempo de ir por ellos! Es tiempo de abrir nuestras puertas, de compartir el mensaje, de ser Sus manos y Sus pies en esta tierra.

Finalmente, Jesús promete: «Habrá un rebaño, y un pastor.» ¡Qué día glorioso será ese! Cuando todas las naciones, todas las lenguas, todos los pueblos se unan bajo el señorío de Cristo. Pero mientras tanto, el trabajo continúa. ¡El llamado sigue vigente! ¡La misión está en nuestras manos!

Hoy el Buen Pastor te llama. Hoy la puerta está abierta. No la ignores, no la postergues. ¡Hoy es el día de salvación! ¡Hoy es el día de cruzar por la puerta y encontrar vida, encontrar paz, encontrar descanso!

Sigue al Buen Pastor, porque en Él, y solo en Él, está la vida abundante que tu alma anhela.

ORACIÓN

Oh Señor Jesús, hoy nos rendimos ante Ti. Reconocemos que fuera de Ti, y elegimos entrar por Tu puerta. Gracias por dar Tu vida por nosotros, por amarnos con un amor que no huye, que no abandona, que nos protege del enemigo. Líbranos de las trampas del ladrón que busca destruirnos y llénanos de Tu vida abundante, de Tu paz, de Tu propósito eterno. Ayúdanos a escuchar Tu voz, a seguirte con valentía, y a traer a otros hacia Ti, porque queremos que Tu rebaño sea completo, que todos conozcan Tu amor. Hoy declaramos que Tú eres nuestro Pastor, nuestro Salvador y nuestro Rey. Amén.

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