Categoría: Autoridad

QUIEN ES EL REY DE GLORIA

Hoy, nos reunimos en el poderoso nombre de Jesucristo, y traigo un mensaje inspirado por las palabras del Salmo 24, un salmo que proclama la majestad, la soberanía y la santidad del Señor. Dice así:

«De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos.» (Salmo 24:1-2).

Este pasaje nos recuerda algo fundamental: todo le pertenece a Dios. Todo lo que vemos y todo lo que somos tiene su origen en Él. No hay un rincón de esta tierra que no esté bajo su autoridad. El mundo clama por independencia, por poder y control, pero la verdad es esta: el Señor es el único soberano, y su gobierno es eterno.

¿QUIEN PUEDE ACERCARSE AL REY DE GLORIA?

El salmo sigue diciendo:

«¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño.» (Salmo 24:3-4).

Aquí encontramos un llamado solemne. Dios no solo es Rey, sino que es un Rey Santo. Él exige pureza, justicia y verdad. Pero si somos honestos, ¿quién puede cumplir con este estándar? La Palabra dice: «No hay justo, ni aun uno». Nadie, por sus propias fuerzas, puede pararse en la presencia del Dios santo.

Y aquí está el centro del evangelio: Dios sabía que no podíamos alcanzar su santidad por nosotros mismos. Por eso envió a su Hijo, Jesucristo. Él es el limpio de manos y el puro de corazón. Él vivió la vida que nosotros no podíamos vivir, y en la cruz, cargó con nuestros pecados para que, por medio de su sangre, podamos ser lavados y presentados santos ante Dios.

LEVANTEN PUERTAS ETERNAS

El salmo concluye con un poderoso clamor:

«Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla.» (Salmo 24:7-8).

Jesucristo es este Rey de gloria. Él venció la muerte, destruyó el poder del pecado y abrió las puertas del cielo para nosotros. Él es fuerte y valiente, el que lucha nuestras batallas y nunca pierde. Hoy, Él está tocando a las puertas de tu corazón, diciendo: “Ábreme, déjame entrar, y haré morada contigo.”

UN LLAMADO A RESPONDER

Hermanos, ¿cómo debemos responder a este mensaje? El apóstol Pablo lo dice claramente: «Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.» (Romanos 10:9). Hoy es el día para abrir las puertas de tu vida al Rey de gloria. Hoy es el día de dejar las cosas vanas, los ídolos, y entregarte completamente a Cristo.

Recuerda, de Jehová es la tierra y su plenitud. Él no quiere solo una parte de tu vida; Él quiere todo. Porque todo ya le pertenece.

Así que levántate, deja tus cargas y rinde tu vida al único que es digno. Jesucristo, el Rey de gloria, te llama. Para ello, te invito a que hagas conmigo la siguiente oración en voz alta.:

Oremos:

Señor Dios todopoderoso, reconozco que la tierra y todo lo que hay en ella te pertenecen, porque tú la creaste con tu poder. Tú eres el Rey de gloria, fuerte y valiente, digno de toda alabanza.

Hoy vengo ante ti humildemente, sabiendo que solo los de manos limpias y corazón puro pueden entrar en tu presencia. Te pedo que me purifiques por la sangre de Jesús, que limpies mi pecado, y renueves mi corazón. Ayúdame a apartarme de las cosas vanas y a vivir una vida que te glorifique.

Señor, abro las puertas de mi corazón para que tú, el Rey de gloria, entres y tomes el control de mi vida. Reina en mi con tu poder y guíame en tus caminos. Te exalto, te honro y te bendeigo. En el nombre de Jesús, amén.

Comentarios

JESÚS, EL BUEN PASTOR

JUAN 10: 7-17 «Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. 8Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. 9Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. 10El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. 11Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. 12Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. 13Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. 14Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, 15así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. 16También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. 17Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. 18Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.»

¡Prestemos atención a lo que dice esta la Palabra viva del Maestro, del Hijo del Dios Altísimo, Jesucristo, el Buen Pastor, quien es la Puerta de las ovejas! Hoy Él nos llama, hoy Él nos invita, hoy Él nos reta a cruzar por la puerta que lleva a la vida, porque fuera de esa puerta solo hay oscuridad, solo hay destrucción, solo hay muerte. ¡Pero! dentro, dentro de Su redil, hay vida, y vida en abundancia!

Jesús dijo: «Yo soy la puerta.» ¡Y es que No hay otra! No hay atajos, no hay caminos alternos, no hay trucos. ¡Él es la única entrada! Él es la única solución. ¡Es tiempo de dejar de buscar salvación en manos humanas, en otras filosofías, en religiones sin vida! ¡Es tiempo de reconocer que sólo en Cristo hay salvación! Él es el camino, la verdad y la vida, y nadie viene al Padre sino por Él.

Él nos advierte con claridad: «El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir.» Iglesia, ¡abre tus ojos! ¡El enemigo está suelto! Quiere robar tu paz, quiere destruir tu familia, quiere matar tu fe. Se disfraza de luz, se viste de buenas intenciones, pero su propósito es arrastrarte al abismo. No caigas en sus trampas. No te distraigas. ¡Mantengamos nuestros ojos fijos en el Buen Pastor

Y Jesús dice: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.» ¡Vida abundante! No solo sobrevivir, no solo resistir. Él quiere que florezcamos, que prosperemos en nuestros espíritus, que caminemos en victoria. No hablo de riquezas materiales, hablo de una vida llena de propósito, de paz que sobrepasa todo entendimiento, de gozo eterno, aun en medio de la tormenta. ¡Esa es la vida que nos ofrece el Buen Pastor!

«Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.» ¡Qué amor tan profundo! ¡Qué sacrificio tan sublime! Él no es como el asalariado, ese que huye cuando ve al lobo venir. Él no te abandona. Él no te deja a merced del enemigo. ¡Él lucha por ti! ¡Él pelea tus batallas! Y más aún, dio Su vida por ti en la cruz del Calvario. Cada gota de Su sangre derramada fue para rescatarte, para redimirte, para llevarte a Su redil.

Y no solo dio Su vida, ¡sino que la volvió a tomar! «Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo.» La cruz no fue una derrota; fue la victoria más gloriosa. Su resurrección es la garantía de tu vida eterna. ¡Ningún otro ha vencido a la muerte! Ningún otro tiene el poder de levantar su vida después de haberla entregado. ¡Ese es nuestro Pastor! ¡Ese es nuestro Rey!

Pero escucha bien, porque Él también dijo: «Tengo otras ovejas que no son de este redil.» !Mira! este llamado no es solo para nosotros. Hay otros que necesitan escuchar Su voz. Hay otros que están perdidos, vagando en la oscuridad, y Él quiere traerlos también. ¡Es tiempo de ir por ellos! Es tiempo de abrir nuestras puertas, de compartir el mensaje, de ser Sus manos y Sus pies en esta tierra.

Finalmente, Jesús promete: «Habrá un rebaño, y un pastor.» ¡Qué día glorioso será ese! Cuando todas las naciones, todas las lenguas, todos los pueblos se unan bajo el señorío de Cristo. Pero mientras tanto, el trabajo continúa. ¡El llamado sigue vigente! ¡La misión está en nuestras manos!

Hoy el Buen Pastor te llama. Hoy la puerta está abierta. No la ignores, no la postergues. ¡Hoy es el día de salvación! ¡Hoy es el día de cruzar por la puerta y encontrar vida, encontrar paz, encontrar descanso!

Sigue al Buen Pastor, porque en Él, y solo en Él, está la vida abundante que tu alma anhela.

ORACIÓN

Oh Señor Jesús, hoy nos rendimos ante Ti. Reconocemos que fuera de Ti, y elegimos entrar por Tu puerta. Gracias por dar Tu vida por nosotros, por amarnos con un amor que no huye, que no abandona, que nos protege del enemigo. Líbranos de las trampas del ladrón que busca destruirnos y llénanos de Tu vida abundante, de Tu paz, de Tu propósito eterno. Ayúdanos a escuchar Tu voz, a seguirte con valentía, y a traer a otros hacia Ti, porque queremos que Tu rebaño sea completo, que todos conozcan Tu amor. Hoy declaramos que Tú eres nuestro Pastor, nuestro Salvador y nuestro Rey. Amén.

Comentarios

JESÚS ANDA SOBRE EL MAR

¡Cuántas veces nos encontramos en medio de tormentas en nuestras vidas! ¡Cuántas veces sentimos que los vientos de la adversidad son demasiado fuertes y las olas de los problemas nos sobrepasan! A continuación veremos a los discípulos de Jesús, hombres como tú y como yo, enfrentando una tormenta feroz en medio del mar. El viento era contrario y las olas golpeaban la barca, llenándolos de temor.

MATEO 14: 22-33 «22En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. 23Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. 24Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. 25Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. 26Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. 27Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! 28Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. 29Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. 30Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! 31Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? 32Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. 33Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.»

Nos relata esta historia que en medio de esa tormenta, a la cuarta vigilia de la noche, cuando todo parecía perdido, ¡Jesús apareció! Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y así como Él vino a ellos, hoy Él viene a ti, a tu vida, a tu tormenta, caminando sobre las aguas de tus problemas y tus miedos.

¡No temáis! ¡No temáis, dice el Señor! Porque Jesús les dijo: «¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!» Hermanos, hoy el Señor te dice lo mismo: «¡Ten ánimo! ¡Yo soy! ¡No temas!» En medio de tu tormenta, en medio de tu duda, en medio de tus luchas, Jesús está contigo.

Pedro, con una fe osada, le dijo: «Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.» Y Jesús, con el poder y la autoridad que solo Él tiene, dijo: «¡Ven!» Y Pedro descendió de la barca y caminó sobre las aguas para ir a Jesús. ¡Oh, qué imagen tan poderosa de fe! Hermanos, hoy el Señor te llama a salir de tu barca, a salir de tu zona de confort y a caminar sobre las aguas con Él. En otras palabras, Él te llama a confiar en Su palabra y a dar pasos de fe, aunque el viento sea fuerte y las olas altas.

Pero mirad lo que sucedió, cuando Pedro vio el fuerte viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse. ¡Cuántas veces hemos permitido que nuestros ojos se desvíen de Jesús y se enfoquen en las circunstancias a nuestro alrededor! ¡Cuántas veces hemos comenzado a hundirnos en la desesperación y el miedo! Pero aun cuando Pedro comenzó a hundirse, él clamó: «¡Señor, sálvame!» Y al momento, Jesús extendió Su mano, lo tomó y le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?»

Escucha bien lo que voy a decirte, Jesús está aquí hoy, extendiendo Su mano hacia ti. No importa cuán fuerte sea la tormenta, no importa cuán profundo creas que estás hundiéndote, ¡Jesús está listo para levantarte! ¡No dudes! ¡No tengas poca fe! Porque el mismo Dios que caminó sobre el agua, el mismo Dios que calmó el viento, está contigo y te sostiene.

Y cuando subieron a la barca, el viento se calmó. ¡La presencia de Jesús trae paz! ¡La presencia de Jesús trae calma en medio de la tormenta! Y todos los que estaban en la barca, vinieron y le adoraron, diciendo: «¡Verdaderamente eres Hijo de Dios!»

No sé tú, pero hoy es el día para adorarle, es el día para reconocerle como el Hijo de Dios en nuestras vidas. Es el día para fortalecer nuestra fe, para clamar con valentía en medio de nuestras tormentas, y para caminar con osadía sobre las aguas de nuestras pruebas, sabiendo que Jesús está con nosotros.

¡Levántate ¡Levántate con el fuego del Espíritu Santo! ¡Llénate de valor, de osadía, de fe! Porque el mismo Jesús que calmó la tormenta en el mar de Galilea, está aquí hoy, listo para calmar cada tormenta en tu vida.

TE ESTARÁS PREGUNTANDO: ES ESTA UNA HISTORIA VERDADERA?

¡Sí! Esta historia es verdadera y está registrada en las Sagradas Escrituras, en el Evangelio de Mateo, capítulo 14, versículos 22 al 33. Es un relato histórico que muestra el poder, la divinidad y la autoridad de Jesucristo sobre la naturaleza y sobre todas las cosas.

La Biblia no es solo un libro de historias, es la Palabra viva de Dios, inspirada por el Espíritu Santo. Esta historia no solo ocurrió en un momento específico en la historia, sino que también tiene una aplicación espiritual profunda y relevante para nosotros hoy. Jesús, el Hijo de Dios, mostró Su dominio sobre las aguas y las tormentas, revelando que no hay situación ni adversidad que Él no pueda controlar.

Así como Jesús caminó sobre las aguas y calmó la tormenta para sus discípulos, Él también puede intervenir poderosamente en nuestras vidas. Esta historia es un recordatorio de que, cuando enfrentamos tempestades y desafíos, podemos confiar plenamente en Jesús. Podemos clamar a Él y recibir Su ayuda y Su paz.

La veracidad de esta historia se sostiene no solo por su registro en la Biblia, sino también por la fe y el testimonio de millones de cristianos a lo largo de los siglos que han experimentado el poder transformador y salvador de Jesucristo en sus propias vidas.

Así que, ¡sí! Esta es una historia verdadera y poderosa, que nos invita a poner nuestra fe en Jesús, a confiar en Su poder y a experimentar Su presencia y Su paz en medio de cualquier tormenta.

OTRA PREGUNTA QUE ME HAGO: PORQUE PEDRO TITUBIO DESPUES DE HABER SALIDO DE LA BARCA?

Pedro titubeó y comenzó a hundirse después de salir de la barca porque apartó su mirada de Jesús y se enfocó en las circunstancias a su alrededor. Pedro, al ver el fuerte viento y las olas, permitió que el miedo y la duda invadieran su corazón, lo que lo hizo vacilar y perder el control sobre su situación.

Permíteme exponerte algunos puntos clave que explican por qué Pedro titubeó:

  1. Miedo a las circunstancias: Pedro inicialmente caminó sobre el agua con fe, pero cuando vio la ferocidad del viento y las olas, su fe flaqueó. El miedo a las circunstancias adversas puede hacernos dudar de nuestras capacidades y de la presencia de Dios en nuestras vidas.
  2. Desvío de la mirada de Jesús: Mientras Pedro mantuvo su mirada en Jesús, pudo caminar sobre el agua. Pero al desviar su atención hacia el viento y las olas, perdió la perspectiva de quién era Jesús y de Su poder. Esto nos enseña la importancia de mantener nuestro enfoque en Cristo en lugar de en nuestros problemas.
  3. Poca fe: Jesús, al rescatar a Pedro, le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?» Esto indica que la falta de fe de Pedro fue la razón principal de su titubeo. A menudo, nuestras dudas y temores son resultado de una fe que necesita ser fortalecida.
  4. Naturaleza humana: La reacción de Pedro es también un reflejo de nuestra naturaleza humana. Es fácil comenzar con entusiasmo y valentía, pero cuando enfrentamos dificultades, nuestras debilidades y miedos pueden emerger. La historia de Pedro nos muestra que incluso aquellos que caminan cerca de Jesús pueden tener momentos de debilidad, y que estos momentos son oportunidades para crecer en fe.
  5. Lección de confianza y dependencia: Pedro titubeó para enseñarnos una lección valiosa sobre la confianza y la dependencia en Dios. A través de su experiencia, aprendemos que, aunque podemos comenzar con una fe fuerte, debemos continuamente confiar en Dios y depender de Su poder para sostenernos.

Este episodio de Pedro caminando sobre el agua nos anima a mantener nuestra mirada fija en Jesús, especialmente en medio de las tormentas de la vida. Nos recuerda que, aunque podamos experimentar dudas y temores, Jesús siempre está dispuesto a extender Su mano y salvarnos cuando clamamos a Él. Nos llama a cultivar una fe constante y profunda, confiando plenamente en la presencia y el poder de nuestro Señor.

ES ADMIRABLE VER LA REACCIÓN DE JESÚS ANTE PEDRO Y LOS DISCIPULOS:

La reacción de Jesús ante Pedro y los discípulos en este pasaje es profundamente reveladora de Su carácter y Su enseñanza:

  1. Compasión y Rescate: Cuando Pedro comenzó a hundirse y clamó, «¡Señor, sálvame!», Jesús inmediatamente extendió Su mano y lo tomó. Este acto muestra la compasión de Jesús y Su disposición a rescatar a aquellos que claman a Él en momentos de desesperación. Jesús no demora en ayudar a Pedro, demostrando que Él está siempre listo para salvarnos cuando lo necesitamos.
  2. Corrección con Amor: Después de rescatar a Pedro, Jesús le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?» Esta reprensión, aunque firme, está llena de amor y es una enseñanza para Pedro y para todos nosotros sobre la importancia de la fe. Jesús corrige a Pedro para fortalecer su fe y enseñarle a confiar plenamente en Él, incluso en medio de las tormentas.
  3. Calma la Tormenta: Una vez que Jesús y Pedro subieron a la barca, el viento se calmó. Este milagro muestra el poder de Jesús sobre la naturaleza y Su capacidad para traer paz en medio de las tempestades. La calma del viento no solo fue un alivio físico, sino también una confirmación espiritual para los discípulos de que Jesús tiene autoridad sobre todas las cosas.
  4. Adoración y Reconocimiento: La reacción de los otros discípulos fue de adoración. El pasaje dice que «los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: ‘Verdaderamente eres Hijo de Dios'». Esta respuesta es crucial porque muestra que los discípulos reconocieron la divinidad de Jesús a través de sus acciones y milagros. Su adoración es una afirmación de fe y una respuesta natural al poder y la majestad que habían presenciado.

Estos elementos combinados nos muestran una imagen completa de cómo Jesús, quien responde a nuestras necesidades con compasión, nos corrige con amor para fortalecernos, muestra Su poder sobre las circunstancias que enfrentamos y nos lleva a una mayor comprensión y adoración de Su divinidad.

Aquí Jesús también no solo calma la tormenta externa sino también las tormentas internas de duda y miedo. Nos enseña que, incluso en nuestros momentos de debilidad, podemos confiar en Su presencia y poder. La historia es una poderosa lección de fe, confianza y la respuesta de adoración que surge al reconocer quién es Jesús verdaderamente.

Ahora bien, esta historia no solo es para contarla, sino que también para que se haga realidad en nuestras vidas, pero para ello es vital, venir delante de Dios y hacer de Jesús el Señor y Salvador de nuestras vidas, y para esto, estamos a una distancia de una oración, para la cual te invito a que la repitas conmigo:

“Padre celestial, vengo delante de Tú presencia, reconozco que soy un pecador y vengo a pedirte perdón por mis pecados, me arrepiento de ellos. Ven a morar a mi corazón. Hoy rompo todo pacto con las tinieblas, el mundo y mi carne. Y hago un nuevo pacto contigo de seguir tus mandamientos y preceptos. Decido por mi propia voluntad aceptarte Jesús, como mi Señor y Salvador. Amén.”

Comentarios

LA FE EN JESUCRISTO ES LA LLAVE QUE DESATA LOS MILAGROS

Hoy nos sumergimos en el poder de la Palabra de Dios, en una historia que resuena con milagros, fe y la autoridad de nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, abramos nuestras mentes y corazones a la siguiente historia que encontramos aquí:

LUCAS 8:40-56 » «Cuando volvió Jesús, le recibió la multitud con gozo; porque todos le esperaban. 41Entonces vino un varón llamado Jairo, que era principal de la sinagoga, y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa; 42porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo. Y mientras iba, la multitud le oprimía. 43Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, 44se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. 45Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? 46Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. 47Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. 48Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz. 49Estaba hablando aún, cuando vino uno de casa del principal de la sinagoga a decirle: Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro. 50Oyéndolo Jesús, le respondió: No temas; cree solamente, y será salva. 51Entrando en la casa, no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, a Jacobo, a Juan, y al padre y a la madre de la niña. 52Y lloraban todos y hacían lamentación por ella. Pero él dijo: No lloréis; no está muerta, sino que duerme. 53Y se burlaban de él, sabiendo que estaba muerta. 54Mas él, tomándola de la mano, clamó diciendo: Muchacha, levántate. 55Entonces su espíritu volvió, e inmediatamente se levantó; y él mandó que se le diese de comer. 56Y sus padres estaban atónitos; pero Jesús les mandó que a nadie dijesen lo que había sucedido.»

Imaginemos la escena: Jesús regresa a la ciudad y una multitud le recibe con gozo, ansiosa de ver sus milagros y recibir sus enseñanzas. En medio de la multitud, un hombre distinguido, Jairo, Principal de la Sinagoga, se arrodilla a los pies de Jesús. Porque?, por la desesperación que embarga su corazón, ya que su única hija, de doce años, está al borde de la muerte.

Pero, mientras Jesús avanza, una mujer afligida, que sufre de flujo de sangre durante doce largos años, se acerca sigilosamente. Ha gastado todo lo que tenía en médicos, sin encontrar alivio. Sin embargo, su fe la impulsa a tocar el borde del manto de Jesús, creyendo en su corazón que sería sanada.

¡Oh, qué escena tan poderosa! La fe de esta mujer rompe las cadenas de su enfermedad. Y Jesús, sintiendo el toque de fe, declara: «Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz». ¡Qué cada uno de nosotros, hoy, experimente esa fe que mueve montañas y que nos lleva a la paz que sobrepasa todo entendimiento!

Pero la historia no termina aquí. Jairo recibe la noticia trágica de que su hija ha muerto. ¿Te imaginas el dolor, la desesperación, la impotencia, la tristeza que esa noticia estaba marcando a esta persona? Sin embargo, Jesús, con valentía y autoridad, dice: «No temas; cree solamente, y será salva». ¡Qué palabra tan poderosa para cada situación desesperada que enfrentamos en la vida! «No temas, solamente cree».

Jesús, acompañado solo por algunos discípulos y los padres de la niña, llega a la casa. La gente llora y se lamenta, pero Jesús les dice: «No lloréis; no está muerta, sino que duerme». ¡Qué declaración audaz! En medio de la burla y la incredulidad, Jesús, el vencedor de la muerte, toma la mano de la niña y proclama: «Muchacha, levántate».

¡En ese preciso momento, la vida vuelve a ella! El Espíritu retorna, y ella se levanta. ¡Imagina la asombrosa escena de un milagro que desafía la lógica humana! Jesús, el resucitador de los muertos, el dador de vida, muestra su autoridad sobre la muerte misma.

¿No es esto un recordatorio poderoso de que no hay situación sin esperanza cuando confiamos en Jesús?. Definitivamente no hay enfermedad, no hay problema, y no hay muerte que el poder de Jesús no pueda transformar.

Es mi deseo que estas dos historias de Jairo y la mujer con flujo de sangre resuene en nuestros corazones hoy. Que nos llene de fe, de valentía y de la convicción de que Jesús es la respuesta a todas nuestras necesidades. Y que nuestras circunstancias no dicten nuestra fe, sino que nuestra fe cambie las circunstancias.

Esta historia no es solo una narrativa bíblica, sino un recordatorio vivo de la fe, la valentía y la autoridad de nuestro Señor Jesucristo y que podemos implementar en nuestro diario vivir. Recuerda:

  1. La Fe mueve montañas:
    • Desarrolla una fe activa y confiada en Jesús en cada aspecto de tu vida. No te limites por las circunstancias, sino cree que el poder de Dios puede transformar cualquier situación.
  2. Mantén un fe viva:
    • Reconoce el poder de un toque de fe. Acerquémonos a Jesús con fe, dedicando tiempo a la oración, busca la presencia de Dios y confía en su intervención en tus desafíos.
  3. No Temas, Solo Cree:
    • Enfrenta tus miedos con la confianza de que Dios está contigo. No permitas que el temor paralice tus decisiones. En cada situación, recuerda las palabras de Jesús: «No temas; cree solamente».
  4. Desafia la Lógica Humana:
    • Enfrenta tus problemas y desafíos con una perspectiva sobrenatural. No te limites a la lógica humana; permite que la autoridad de Jesús transforme tus circunstancias. Recuerda que para Dios no hay nada imposible.
  5. Persiste en la Oración:
    • Jairo persistió en buscar a Jesús, y la mujer con flujo de sangre persistió en tocar su manto. Aprende a perseverar en la oración, incluso cuando no veas respuestas inmediatas. La persistencia en la búsqueda de Dios trae resultados sorprendentes.
  6. Vive en el Poder del Espíritu:
    • Reconoce la presencia del Espíritu Santo en tu vida diaria. Permite que el Espíritu de Dios te guíe, te fortalezca y te dé la sabiduría para enfrentar cada situación.
  7. Comparte tu Testimonio:
    • Al igual que la mujer sanada no pudo mantener en secreto su testimonio, comparte tus experiencias de la fidelidad de Dios. Tu testimonio puede ser una fuente de inspiración y esperanza para otros.

Asi que vive cada día con una fe inquebrantable, sabiendo que nuestro Señor es el mismo ayer, hoy y siempre. ¡Que Dios los bendiga ricamente!.

Comentarios

YouTube