Categoría: Evangelizar

“¡EL FUEGO REVELARÁ QUIÉN ERES!”

¡Amado, escúchame con atención! ¡Porque el Espíritu de Dios está hablando en esta hora!

MATEO 13:24-30 Jesús dijo: “El Reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo…” Pero mientras los hombres dormían… vino el enemigo. ¡Y sembró cizaña entre el trigo!

¡OH, IGLESIA! ¡NO TODO LO QUE CRECE ES DE DIOS! ¡NO TODO LO QUE PARECE VIDA, ES VIDA! Porque hay trigo… y hay cizaña. ¡Y están juntos en el mismo campo!

El trigo fue sembrado por el Hijo del Hombre.
Pero la cizaña fue sembrada por el enemigo.
Y mientras crecen, se parecen. Se mezclan. Se confunden.
Pero llegará el día… ¡el día del juicio!
El día de la siega, el día de la verdadera separación… y ese día el fuego hablará.

¡EL FUEGO REVELARÁ QUIÉN ERES!

Hay muchos que aparentan piedad, pero niegan el poder.
Son hojas sin fruto. Son lámparas sin aceite.
Pero el Señor dice: “¡Dejad crecer juntos el trigo y la cizaña hasta la siega!”
Porque vendrá el tiempo en que los ángeles —sí, los segadores celestiales—
recogerán primero la cizaña… y la echarán en el horno de fuego.

¡Pero el trigo… el trigo brillará como el sol en el Reino de su Padre!

Tú decides hoy lo que eres.
No por lo que dices… sino por la semilla que hay en ti.
¿Eres semilla del Reino? Entonces darás fruto.
¿Eres del Reino? Entonces resistirás la prueba.
¿Eres del Reino? Entonces arderás por dentro con la llama del Espíritu.

¡Porque el trigo verdadero no solo crece… el trigo arde!
¡El trigo se dobla en humildad, el trigo se llena de peso de gloria, el trigo se entrega a la cosecha!

Pero la cizaña es altiva. Es ligera. No tiene fruto. No tiene peso.
¡Y no soportará el fuego que viene!

¡Iglesia!, Dios está limpiando su campo.
Dios está trayendo separación.
¡Ya no es tiempo de parecer! ¡Es tiempo de ser!
¡Ya no es tiempo de jugar! ¡Es tiempo de decidir!

El fuego viene… y el fuego no miente.
Lo que es oro, será purificado.
Lo que es paja… será consumido.

Y tú… ¿eres trigo o cizaña?

Ríndete hoy a Jesús.
Hazte buena semilla.
Da fruto digno del Reino.
¡Y prepárate… porque la siega está cerca!

“El que tenga oídos para oír… oiga.”

OREMOS: “Padre Celestial, examina hoy mi corazón. Arranca toda cizaña que el enemigo haya sembrado en mi alma. Hazme trigo puro, fruto de tu Reino. Que el fuego de tu Espíritu me limpie, me transforme y me prepare para la siega final. No quiero aparentar, quiero ser real. No quiero ser desechado, quiero ser recogido en tu gloria. En el nombre poderoso de Jesús… ¡Amén!”

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EL VERDADERO SIGNIFICADO DE LA SEMANA SANTA Y LA CRUCIFIXIÓN DE JESÚS

Este es un tiempo especial para reflexionar sobre la mayor muestra de amor y reconciliación que el mundo haya conocido: la venida de Dios mismo en la persona de Jesucristo, quién dio su vida por nosotros en la cruz.

Mateo 27: 32-51Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a este obligaron a que llevase la cruz. 33Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera, 34le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo. 35Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. 36Y sentados le guardaban allí. 37Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS. 38Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda. 39Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, 40y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. 41De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: 42A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. 43Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. 44Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él. 45Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 47Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama este. 48Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. 49Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle. 50Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. 51Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;»

No traigo palabras simples, sino la verdad del Evangelio, la fuerza de la fe y el poder de la redención. Ésta es la historia más sagrada, una narrativa que trasciende el tiempo, la historia de un hombre llamado Jesús, quien cargó con el peso del mundo sobre sus hombros.

Es una realidad que trasciende las eras, porque es en ese momento, en esa cruz, que Jesús llevaba nuestros pecados, nuestros dolores, nuestras enfermedades.

Jesús Cristo no vino como un rey majestuoso rodeado de riquezas y poder terrenal. No!, vino como un humilde siervo, nacido en un establo, criado en un pueblo insignificante. Vivió entre los pobres, los pecadores, los marginados. ¿No nos enseña esto que el amor de Dios no conoce límites ni prejuicios?

Y entonces, en el momento supremo de su sacrificio, Jesús no se apartó. Soportó el sufrimiento, la humillación, la agonía de la cruz por amor a nosotros. ¡Qué profunda muestra de amor y reconciliación! Él, quien no conoció pecado, se hizo pecado por nosotros para que pudiéramos ser hechos justicia de Dios en él.

Y mientras el mundo se mofaba de Él, Jesús oraba por aquellos que le crucificaban, con un profundo amor. Él, quien tenía el poder de derribar legiones de ángeles, permaneció allí por nosotros, por ti y por mí.

Llegó entonces el momento más oscuro, cuando el sol se ocultó y la tierra tembló. En ese instante, Jesús clamó con voz potente: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» Y con profunda angustia exclama ese grito, y es allí, en ese sacrificio supremo que encontramos nuestra redención.

Asimismo, en un acto divino, el velo del templo se rasgó en dos, simbolizando el fin de la separación entre Dios y la humanidad. La muerte de Cristo nos abrió el camino hacia la vida eterna, hacia la reconciliación con nuestro Creador.

Por lo tanto, la celebración de Semana Santa, se trata de la muerte del Hijo de Dios, quién vino en la persona de Jesucristo. Se trata de la paga de nuestros pecados, se trata de que Dios siendo justo, dijera: «Ésta es la pena, la paga es la muerte». Y que Dios en su amor dijera: «Pagaré la pena, en la muerte de mi Hijo». Asi que, Dios mando a su Hijo a morir por nuestros pecados para que no tuviéramos que morir eternamente y estar separados de Él por toda la eternidad.

Mire bien lo que voy a decirle: Nuestro futuro esta fijo si hoy acepta a Jesús si su nombre esta inscrito en el Libro de la Vida del Cordero de Dios, si ha aceptado a Jesús como su Salvador.

JUAN 3:16 » 16Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Señores, la cruz es el momento más crucial de la historia humana, y nada se iguala. Nada puede hacer lo que Jesús hizo, morir por nuestros pecados. Él fue a la cruz y pagó nuestra deuda de pecado para que tuvieramos la vida eterna.

Si esto es cierto, has aceptado a Jesús como tu Salvador?. Me refiero a que si ha aceptado a Jesucristo como el Hijo Unigénito de Dios, quien fue a la cruz, quien perdona nuestros pecados por completo y nos regala el don de la vida eterna.

Sino lo has hecho, quiero invitarte a hacerlo con una simple oración. Repite conmigo en voz alta: «Padre celestial, Dios mio, vengo delante de Tú presencia a pedirte que me perdones todos mis pecados, me arrepiento de ellos. Ven a morar a mi corazón. Hoy hago un nuevo pacto contigo para que seas mi Señor y Salvador. Inscríbeme en el Libro de la Vida. Y el día de mi último aliento me recibas en tu presencia. Amén.»

Ante ésta realidad, ¿cómo podemos responder como cristianos? ¿Cómo podemos vivir nuestras vidas en vista del sacrificio de Cristo?

Primero, debemos vivir vidas de gratitud. Cada día que respiramos, cada bendición que recibimos, es un regalo de Dios a través del sacrificio de su Hijo. No permitamos que un solo día pase sin agradecerle por su amor inmerecido y su gracia abundante.

Segundo, debemos vivir vidas de amor. Así como Cristo nos amó hasta el extremo, debemos amarnos los unos a los otros. No importa quién sea nuestro prójimo, no importa cuán diferente sea de nosotros, debemos amarlos con el mismo amor sacrificial que Jesús nos mostró.

Tercero, debemos vivir vidas de testimonio. No guardemos para nosotros el regalo del evangelio, sino compartámoslo con el mundo que nos rodea. Que nuestras palabras y nuestras acciones reflejen la luz y el amor de Cristo a todos los que nos rodean.

Y finalmente, debemos vivir vidas de esperanza. Porque la muerte de Cristo en la cruz no fue el final, sino el principio de nuestra redención. Él resucitó victorioso, triunfando sobre el pecado y la muerte, y prometió volver por aquellos que le esperan con ansias.

Amigo y amigas que este mensaje resuene en lo más profundo de nuestros corazones. Que nunca olvidemos el sacrificio de amor de nuestro Señor Jesucristo, y que vivamos cada día como testigos vivientes de su poder transformador.

Que así sea, para la gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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EL MOMENTO MAS IMPORTANTE DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD

Si usted le pidiera a un historiador, filósofo, o científico que identifique el momento más importante de la historia, lo más seguro es que le darían diferentes respuestas. Pero desde la perspectiva de Dios, ese momento fue la crucifixión, la muerte y la resurrección de su Hijo Jesucristo.

Como seres humanos, no podemos comprender por completo todo lo que sucedió en la cruz, pero el Señor nos ha dado un conocimiento más profundo por medio de lo que enseña en su Palabra.

Después de la resurrección, Jesucristo se apareció a dos de sus discípulos que iban por el camino a Emaús. Habían estado en Jerusalén, sabían que el Señor había muerto y también habían escuchado de su resurrección, pero estaban decepcionados y confundidos con estos sucesos. Jesucristo les dijo: “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?”

Y les explicó todo lo que se había escrito acerca de Él en el Antiguo Testamento. Solo Jesucristo sabía con certeza lo que había sucedido, y por medio de su Palabra continúa explicando ese suceso hasta hoy.

Cuando Jesucristo fue crucificado, Dios juzgó el pecado. Como Dios es santo y justo, aborrece el pecado, y en su Palabra continúa advirtiéndonos que no debemos revelarnos contra Él, pues su ira “se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”

En el Antiguo Testamento, Dios estableció rituales con sacrificios de animales para lidiar con el pecado. Según Hebreos 9.22, “sin derramamiento de sangre no se hace remisión”. Pero esos sacrificios no eran suficiente. Lo que se necesitaba era un sacrificio perfecto, y por eso Jesucristo vino a este mundo. Juan el Bautista se refirió a Él como “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”

Jesucristo fue el único que calificaba para este sacrificio, pues era perfecto. En la cruz, Dios hizo que Aquél “que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”

 El Señor ocupó nuestro lugar al llevar la culpa y el castigo de nuestros pecados. Todo esto sucedió de acuerdo al conocimiento y al plan de Dios. Sacrificó a su Hijo para que llevara la condenación que merecíamos. Por tanto, no hay condenación alguna para los que están en Cristo Jesús

JESUCRISTO DERROTÓ A SATANAS EN LA CRUZ.

Poco antes de su crucifixión, el Señor dijo:

JUAN 12:31 “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera”.

 Aunque el diablo continúa haciendo su obra en este mundo, el Señor ya ganó la guerra contra él por nosotros, por medio de su muerte y resurrección.

1. El diablo no puede condenarnos.

Jesucristo pagó la sentencia de nuestros pecados por completo. Como todos hemos pecado, tenemos una sentencia en nuestra contra, pero el Señor ya la ha saldado, al clavarla en la cruz.

COLOSENSES 2:13-15 » Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él; perdonándoos todos los pecados; anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz; y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.»

Fue en la cruz que Dios despojó a los principados y potestades y los exhibió en público, habiendo triunfado sobre ellos por medio de Cristo.

Aunque Satanás aún nos tienta y nos ataca, es un enemigo derrotado. La victoria de Cristo sobre él nos garantiza que ninguna de sus acusaciones tendrá éxito, pues el registro de nuestros pecados ha sido anulado y nos mantiene la justicia de Jesucristo. Cuando pecamos y confesamos nuestra desobediencia, Dios promete perdonarnos y limpiarnos de toda maldad.

De hecho, su sangre nos limpia cada día de nuestra vida. Nuestro Padre celestial nunca condenará a uno de sus hijos que ha sido comprado con esta preciosa sangre.

2. El diablo no puede hacernos pecar.

Jesucristo derrotó el poder que tenía el pecado en nuestra vida. De acuerdo a:

ROMANOS 6.6: “nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado”.

Satanás gobierna sobre los incrédulos, pues no tienen el poder para derrotarlo; pero él no puede obligar a un cristiano a pecar. Es cierto que en ocasiones pecamos, pero contamos con el maravilloso poder de Dios para resistir, si queremos usar ese poder.

3. El diablo no puede arrebatarnos la vida.

Solo Cristo tiene la llave de la muerte.

HEBREOS 2:14 » Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,”  

Estamos seguros en Dios, pues todo lo que nos sucede es con el permiso de su voluntad. En algún momento llegará la muerte, pero nuestro Padre celestial ya demostró en la cruz cuán malvado es nuestro enemigo. Tentó a Jesucristo para que descendiera de la cruz y se salvara a sí mismo; sin embargo, a pesar de la humillación, el abuso y el sufrimiento, el Señor no devolvió el agravio, sino que padeció en silencio, en obediencia a la voluntad de su Padre celestial, dejándonos así un ejemplo a seguir.

POR MEDIO DE JESUCRISTO, DIOS RECONCILIÓ AL MUNDO CONSIGO

Reconciliar significa volver a unir aquello que fue separado. Nuestro pecado nos ha separado de Dios, quien es santo, y no hay nada que podamos hacer para solucionar esta situación. Pero el Señor dio el primer paso para reconciliarnos consigo, al enviar a su Hijo para satisfacer su justicia divina en la cruz.

2 CORINTIOS 5:17-18 «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación.»

Jesucristo ocupó nuestro lugar, llevó sobre sí nuestros pecados y recibió el castigo de la ira de Dios que merecíamos. Fue abandonado para que pudiéramos ser aceptados. Poco antes de morir exclamó: “Consumado es”

La obra de redención y reconciliación había sido hecha. Por medio de la fe en Cristo, la enemistad ha sido eliminada, y como hijos de Dios, hemos sido revestidos con la justicia del Señor .

2 CORINTIOS 5:21 «Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

Ahora bien, el propósito de la muerte de Jesucristo en la cruz del Calvario fue con el objetivo de perdonar nuestros pecados, reconciliarnos con el Padre y que tuviéramos la vida eterna al lado de Dios. Pero para ello tenemos que nacer de nuevo, pidiéndole perdón a Dios por nuestros pecados. Y para ello debemos hacer la siguiente oración:

«Padre Celestial, vengo delante de tu presencia para pedirte perdón por mis pecados, me arrepiento de ellos. Ven a morar a mi corazón y has de mi una nueva criatura que te ame y te exalte cada dīa de mi vida. Enséñame a seguirte, hacer tu voluntad y amarte todos los dīas de mi vida. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.»

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El VERDADERO SIGNIFICADO DE LA NAVIDAD

Cuando pensamos en la Navidad, lo primero que se nos viene a la mente es la forma en que la podemos celebrar, sin embargo, olvidamos de qué se trata, y todo se trata de Dios y de su plan maravilloso para la humanidad.

Si queremos saber acerca del significado de la Navidad tenemos que ir la Palabra de Dios. Es cierto que los Evangelios solo relatan los sucesos y nos dan un recuento de ellos.. Pero aquí es donde encontramos el significado de la Navidad:

2 CORINTIOS 5:17-21 «17De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 18Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 19que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 20Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. 21Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.»

Dios puso sobre Cristo la carga del pecado de toda la humanidad, pero nosotros pensamos en el relato de la anunciación a los pastores por medio de un angel, la venida de los reyes magos, a donde se encontraba Maria y Jose y el niño envuelto en pañales.

Sin embargo, la Navidad es la celebración del momento histórico en el cual, Dios vino a la Tierra en la persona de su Hijo amado Jesús, para reconciliar consigo al hombre pecador mediante su muerte expiatoria.

De esto se trata la Navidad. no se trata de pesebres o de pastores sino de la obra del Dios Todopoderoso para redimir a la humanidad.

Hay dos palabras importantes para ver en que consiste la Navidad:

  1. ENCARNACIÓN

FILIPENSES 2: 5-11 » 5Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

La encarnación solo significa que Dios envió a su Jesucristo como un bebe, que aun siendo Dios, nació en el mundo y creció como hombre. Él no se convirtió en Dios, Él ya era Dios y siempre fue Dios. Y vino al mundo por una razón, para que todos pudiéramos convertirnos en hijos de Dios, morir en la cruz y traernos salvación.

2. RECONCILIACIÓN

Esto significa traer unidad, dejando a un lado toda hostilidad, para traer paz y orden entre dos personas y volverse amigos.

Esto lo hizo posible Dios, Dios Padre por su amor por nosotros envió a su Hijo unigénito, Jesús, a morir en la cruz e hizo posible que el hombre tuviera una nueva posición con Dios.

Dios nos alcanzó, o sea, no buscamos nosotros reconciliarnos, sino que Él nos alcanzó en su espíritu de perdón, y fue mediante el nacimiento del Hijo de Dios encarnado en quien fue a la cruz, vertió su Sangre e el Calvario para pagar la deuda de pecado del mundo. Así Dios hizo posible que fuéramos salvos. El mismo pagó el precio que nadie podía pagar, solo una persona sin pecado.

CUAL FUE LA MOTIVACIÓN DE DIOS PARA VENIR A SALVARNOS?

  1. No podiamos salvarnos a nosotros mismos.

Nunca nadie se ha salvado por ser bueno, la Biblia dice eso, porque nosotros no somos lo suficientemente buenos ya que somos pecadores y no somos salvos por nuestras buenas obras, sino por la Gracia, el amor y la merced de Dios.

La única condición que puede cambiar la condición de alguien y el rumbo de la eternidad es Jesucristo.

2. Por su amor incondicional por nosotros.

Amor incondicional significa que su amor por nosotros no esta condicionado a nada, no esta condicionado a lo bueno que hagamos, ni a lo que hayamos hecho, ni a lo que haremos, sino por su amor incondicional por nosotros, que nos quiere como sus hijos, para ser salvos, para tener una nueva vida, para escribir nuestros nombres en el Libro de a Vida y anticipar nuestra llegada al cielo un dīa.

Ahora bien!, si Jesús murió por nuestros pecados y vino a salvar al mundo, eso quiere decir que todos son salvos?

NO!, eso significa que pueden ser salvables, porque solo teniendo fe en el Señor Jesucristo hay salvación, ya que Él es el único que murió en la cruz, quien llevó nuestros pecados, por esto es una muerte sustitutiva, ya que Él tomo nuestro lugar.

Por eso debemos creer en el Señor Jesucristo, es decir, aceptar como verdad que Jesús es el Hijo de Dios, nacido de una virgen, el Hijo encarnado de Dios y que fue a la cruz a pagar nuestra deuda de pecado. Y al pedirle perdón y confesar nuestros pecados a Dios, arrepentirse de ellos y entregar su vida, en ese momento nos convertimos en hijos de Dios.

Por esto, es nuestra responsabilidad llevar el evangelio a todas partes para que el mundo entero sea salvo y conozca la verdad. Y es que hay muchas religión, pero ninguna puede salvar a una persona, excepto Jesucristo. Él dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí.

Asi que cuando Cristo viene a una persona que este dispuesto a que Él gobierne y reine en su vida, todo cambia, hay paz, gozo, felicidad, confianza y seguridad. Y aun cuando todo se descontrole en nuestras vidas, podemos seguir firmes porque nuestra confianza esta en el Dios Todopoderoso.

Por lo tanto, la Navidad se trata de Jesús y es la celebración del momento histórico, donde Dios Padre envió a su Hijo amado, Jesucristo para reconciliarnos con Dios y al aceptar a Jesús en su corazón, tener una nueva posición como hijos de Dios y poseer la vida eterna.

Quizas alguien diga: «No soy cristiano, qué hago entonces?». Solo repite después de mi esta oración:

«Padre celestial, vengo delante de tu presencia, pidiéndote perdón por mis pecados, me arrepiento y aparto de ellos. Declaro que a partir de este momento tu eres mi Señor y mi Dios. Ven a morar a mi corazón. Abre mis ojos espírituales para seguir tus mandamientos y preceptos y tu voluntad. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.»

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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