Categoría: Fe

“¡NO ME VOY SIN MI MILAGRO!”

¡Escucha esta palabra con temor, con hambre y con reverencia!
Porque hay una mujer en la Biblia que nos da una lección de fe como pocas. No tenía linaje. No tenía títulos. No tenía derecho… ¡Pero tenía una necesidad!

Mateo 15:21-28 » Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. 22Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. 23Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. 24Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 25Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! 26Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. 27Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. 28Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.

Y cuando el cielo ve una fe que no se rinde, el cielo responde.
Jesús entra en la región de Tiro y de Sidón, tierra de paganos, y se encuentra con una mujer cananea. ¡Una mujer marginada, ignorada, despreciada!

Pero su hija estaba atormentada por un demonio… y ella sabía que solo uno podía liberarla: ¡Jesucristo, el Hijo del Dios viviente!

La mujer clama: «¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí!»

¿Y sabes qué hizo Jesús? ¡No le respondió palabra!
El silencio de Dios no fue el rechazo de Dios. Fue una prueba.
¡A veces el cielo se queda callado no porque no va a actuar, sino porque está viendo si vas a perseverar!

Y los discípulos… ¡esos que debían entender el corazón de Jesús!… le dicen:
«Despídela, que viene gritando tras nosotros.»

Pero ella no gritaba a ellos. ¡Ella clamaba al Maestro!
¡Ella no vino a adular hombres, vino a tocar el corazón de Dios!
Jesús le dice: «No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.»

Pero ella no se ofende. No se va. No se rinde.
¡Dice la Biblia que se postró y adoró!
¡Oye esto! ¡Cuando todo parece decirte “NO”, la adoración verdadera abre el “SÍ” del cielo!

Y Jesús la prueba una vez más:
«No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.»
¡Pero esta mujer tenía algo que conmueve a Dios más que la religión: tenía fe persistente!
Y responde:
«Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.»

¡Qué respuesta!
¡Qué humildad!
¡Qué fe!
¡Qué determinación!
Y entonces… ¡el cielo ya no pudo resistir!

Jesús se levanta y declara: «¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como quieres.»
¡Y su hija fue sanada desde aquella hora!

¿Estás escuchando?

Dios no busca perfección. Busca fe.
No busca títulos. Busca clamor.
No busca ritos. Busca adoradores verdaderos.
¡El milagro está reservado para los que no sueltan!
¡Para los que dicen: «Señor, aunque me ignores, aunque me pruebes, aunque me llamen perrillo… yo no me voy sin mi milagro!»

Hoy, te pregunto:
¿Estás dispuesto a clamar hasta que el cielo responda?
¿A adorar aunque no veas resultados?
¿A decir: “¡Aunque me duela, aunque me ignoren, aunque me humillen… no suelto al Maestro hasta que Él me bendiga!”?

Entonces prepárate… porque esa fe toca el corazón de Dios.
Y como a la mujer cananea, el Señor te dirá:
“¡Grande es tu fe… hágase contigo como tú quieres!”
¡Este es el poder de una fe que no se rinde!
¡Este es el fuego de los que no sueltan!
¡Este es el tiempo de los valientes!

Oración: Señor Jesús, aunque el cielo guarde silencio, yo no retrocedo. Como la mujer cananea, me postro y te adoro. No vengo con derechos, vengo con hambre. Declaro que mi fe no será ignorada. Hoy me levanto en el Espíritu y arrebato mi milagro. Habla, Señor… porque tu siervo oye. ¡Hágase conmigo como tú quieras! En el nombre poderoso de Jesús. Amén.

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CUANDO CRISTO REINA EN MEDIO DEL CAOS

En esta hora quiero que meditemos en una escena que revela no solo el poder de nuestro Señor Jesucristo, sino también la condición del corazón humano frente a la tormenta.

MATEO 8: 23-27 “ Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. 24Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. 25Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! 26Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. 27Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar le obedecen?

Nos dice esta Palabra que Jesús subió a una barca… y sus discípulos le siguieron. Ellos no estaban fuera de la voluntad de Dios. Estaban siguiendo a Cristo, y aún así… la tormenta los alcanzó.

¡Cuántos creen que seguir a Jesús es garantía de ausencia de tormentas! Pero la Palabra nos enseña otra cosa. A veces es precisamente cuando seguimos a Cristo que los vientos se levantan, que las olas golpean con furia, que la oscuridad nos envuelve. Porque es en medio de la tormenta donde la fe se revela y el poder de Cristo se manifiesta.

La Escritura dice que “las olas cubrían la barca… pero Él dormía”. Cristo dormía. No porque no le importara. No porque no viera. Dormía, porque sabía quién era. Dormía, porque el Padre estaba con Él. Dormía, porque no hay tormenta que pueda hundir al que camina en la voluntad del Cielo.

Y vinieron los discípulos con temor, con ansiedad, con desesperación… como muchos hoy. Gritando: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!” — ¡Qué clamor tan humano! ¡Qué súplica tan sincera! Pero escuche la respuesta del Maestro: “¿Por qué teméis, hombres de poca fe?”

¡Oh, cuánto nos revela esta pregunta! El problema no era la tormenta. El problema era la fe. Porque la fe no depende de lo que vemos. La fe no se construye en la calma. La fe se fortalece cuando todo parece perdido y aún así confiamos en Él.

Entonces, Jesús se levanta, Y reprende a los vientos y al mar. Y dice la Palabra que se hizo grande bonanza. No solo se calmó el viento. ¡Se hizo bonanza! Paz. Silencio. Calma sobrenatural. Y todos se maravillaron y dijeron:

“¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar le obedecen?”

!Escúchame bien! Este no es un hombre cualquiera. Este no es un profeta más. Este es el Hijo del Dios Altísimo, el Verbo hecho carne, el Señor sobre la tormenta, el que tiene poder en su voz, el que habla y la creación obedece, el que reina sobre el caos y trae orden donde todo era confusión.

Hoy vengo a decirte, no temas la tormenta. Si Cristo está en tu barca, aunque parezca que duerme, no está ausente. Él reina. Él ve. Él actúa. Y en el momento preciso, Él se levantará y reprenderá el viento, y traerá paz a tu alma.

Confía. No porque veas la calma, sino porque Él está contigo.
• Si tú huyes de la tormenta, nunca verás su poder.
• Pero si tú permaneces con Cristo, verás su autoridad desatarse como nunca antes.
• La tormenta puede romper tu lógica…
• Pero también puede revelarte la dimensión del Reino que no conocías.

¡Levántate, hoy gente de Dios! No temas al viento. No mires las olas. Mira al Cristo que gobierna sobre todo. Porque si Él está en tu barca, no importa cuán grande sea la tormenta, su presencia es garantía de victoria.

OREMOS: Señor Jesús, hoy despierto mi fe en Ti. Aunque los vientos rugen y las olas golpean, sé que Tú estás en mi barca. Reprende toda tormenta que se ha levantado contra mi vida. Declaro que Tú gobiernas sobre el caos, y que una gran bonanza viene en Tu nombre. ¡No temeré, porque Tú eres el Dios que calma el mar y sostiene mi destino!

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¡ÉL GUARDA LO MEJOR PARA EL FINAL!

Juan 2:1-11 » Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. 2Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. 3Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. 4Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. 5Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. 6Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. 7Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. 8Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. 9Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, 10y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora. 11Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.»

Hoy te traigo un mensaje lleno del fuego del Espíritu Santo, basado en Juan 2:1-11, la primera señal del poder glorioso de Cristo en las bodas de Caná. Prepárate, porque la gloria de Dios se va a manifestar en tu vida como nunca antes. ¡Recíbelo en el nombre de JESÚS!

¡Escucha esto! La fiesta estaba en su apogeo. Todo parecía perfecto. Pero de pronto… ¡se acabó el vino!

La alegría se estaba apagando. El símbolo del gozo, de la celebración, desapareció. Y quizás tú estás así: tu gozo se agotó, tu esperanza está seca, tu fe está debilitada. Pero ¡GLORIA A DIOS! Jesús fue invitado a esa boda. ¡Y donde Jesús es invitado, los milagros comienzan!

LA CLAVE DEL MILAGRO NO ESTÁ EN LA NECESIDAD, SINO EN LA OBEDIENCIA.
Cuando María le dijo a Jesús: “No tienen vino”, Jesús respondió: “Aún no ha llegado mi hora”.Pero María no discutió. No se quejó. Ella soltó una palabra profética:
«HACED TODO LO QUE ÉL OS DIJERE.»

¡Oh, Iglesia del Dios Vivo! ¡El milagro llega cuando hacemos TODO lo que Cristo dice, no lo que tiene sentido, no lo que nos gusta, sino TODO lo que Él diga! LAS TINAJAS ESTABAN VACÍAS… PERO DISPONIBLES.

Jesús no pidió vino, pidió agua. No usó lo lógico, usó lo disponible. ¡Dios no está buscando lo perfecto, está buscando lo DISPONIBLE! Tú puedes estar vacío, pero si estás disponible, el Maestro te puede llenar. Y CUANDO EL MAESTRESALA PROBÓ EL AGUA HECHA VINO…

¡Aleluya! ¡Era el mejor vino! El mundo da lo bueno primero y luego lo malo… pero Jesús guarda lo mejor para el final. Tú pensaste que tus mejores días ya pasaron, que el gozo se fue, que los milagros fueron ayer…¡Pero el mejor vino viene AHORA! Lo que viene para tu vida, para tu casa, para tu ministerio, ¡es MEJOR que lo que ha pasado!

¡Y dice la Escritura que en esta señal Jesús manifestó su GLORIA, y sus discípulos CREYERON en Él!

Hoy, el Señor quiere manifestar Su gloria en medio de tu escasez. Lo que tú ves como una crisis, ¡es solo el escenario del milagro! Lo que parece vacío, será lleno. Lo que parecía perdido, será restaurado. ¡Prepárate! Porque en tu casa, en tu corazón, en tu altar, se va a derramar el mejor vino del cielo! Levanta tus manos ahora mismo y declara:

“Señor, aquí están mis tinajas. Están vacías, pero están DISPONIBLES. Lléname con tu vino nuevo. Manifiesta tu gloria en mí. ¡Creo en Ti, Jesús!”

Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea… y manifestó su gloria…
Y HOY, esa gloria viene sobre ti.
¡Recíbelo con fe, porque el mejor vino… es ahora!

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COMO MANEJAR LA ANSIEDAD

Amados AMIGOS MIOS, vivimos en la era de la ansiedad. La preocupación parece envolver a todo el mundo: por el trabajo, la familia, el futuro… Pero hoy el Señor nos recuerda que la ansiedad no es el plan de Dios para sus hijos.

En Mateo 6, Jesús nos dice claramente: «No os afanéis por vuestra vida». Mirad las aves del cielo, mirad los lirios del campo. Ellos no se preocupan, y aun así nuestro Padre celestial cuida de ellos. ¿Cuánto más no cuidará de nosotros?

La ansiedad nace cuando nuestra mente se divide: queremos confiar en Dios, pero también queremos controlar las circunstancias. Sin embargo, el Señor nos llama a echar toda nuestra ansiedad sobre Él, porque Él cuida de nosotros (1 Pedro 5:7).

¡Escúchame bien, querido hermano, querida hermana! La ansiedad no proviene de Dios. Él es fuente de paz, de confianza, de seguridad. Y si hoy tu corazón está cargado, si las preocupaciones te roban el sueño, el Señor te dice: «Ven a mí».

¿Sabes cuál es el secreto para vencer la ansiedad? Jesús mismo nos lo dijo: «Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas». No pongas tu esperanza en el dinero, en la fama, en el éxito. Pon tu vida en las manos de Cristo. Él se encargará de suplir cada necesidad conforme a Su perfecta voluntad.

No vivas en el mañana, no te afanes por lo que vendrá. Cada día trae su propio afán, y cada día tiene su provisión de parte de Dios. Hoy, en este mismo momento, puedes decidir: «Señor, te entrego mi ansiedad, mis temores, mis cargas, y confío en tu amor perfecto».

Y si tú todavía no has entregado tu vida a Jesús, permíteme decirte: sin Cristo, no hay promesa. Hoy es el día de salvación. Hoy puedes recibir la paz que sobrepasa todo entendimiento. Solo debes creer que Él murió por tus pecados, resucitó, y vive para darte vida eterna.

Así que querido hermano, querida hermana: deja tu carga en las manos de Jesús. Confía en Él. Vive en Su paz. ¡Él es fiel y nunca te fallará!

OREMOS: Padre celestial, hoy vengo delante de Ti para entregarte toda ansiedad, todo temor y toda carga que oprime mi corazón. Ayúdame a confiar plenamente en Tu cuidado, a buscar primeramente Tu reino y Tu justicia, sabiendo que Tú suplirás cada necesidad. Llena mi alma de Tu paz que sobrepasa todo entendimiento, y enséñame a descansar en Tu amor fiel. En el nombre poderoso de Jesús, amén.

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