Categoría: Fortaleza

¡ACÉRCATE CON CONFIANZA!

¡Hoy les traigo una palabra de vida, una palabra de poder, una palabra que viene del trono de la gracia! ¡Escuchen bien!

HEBREOS 4: 14-16 «Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.»

Mira lo que esto significa: ¡tenemos un gran sumo sacerdote! ¡No uno cualquiera, no un hombre limitado, sino el Hijo de Dios mismo, el Cristo resucitado, el Rey de gloria, el Alfa y la Omega! ¡Él ha traspasado los cielos, Él ha vencido la muerte, Él ha derrotado al enemigo y ahora está a la diestra del Padre intercediendo por ti y por mí!

Muchos han vivido con miedo, con culpa, con ataduras del pasado, pensando que no son dignos de acercarse a Dios. ¡Pero la Palabra dice que nuestro Sumo Sacerdote se compadece de nuestras debilidades! No es un Dios lejano, frío o indiferente. Él nos entiende, Él nos ama, Él nos llama a Su presencia con confianza.

Satanás ha intentado acusarte, decirte que no eres suficiente, que no puedes venir ante Dios, que Él no te escucha. ¡Pero el diablo es un mentiroso! Jesús fue tentado en todo, sufrió como tú y como yo, pero sin pecado, y ahora Él te invita a entrar con libertad ante el trono de la gracia.

¡Escucha esto! No es un trono de juicio, no es un trono de condenación, es un trono de gracia!

Y la Palabra nos da una orden: «ACERQUÉMONOS, PUES, CONFIADAMENTE.»

No con miedo.
No con vergüenza.
No con inseguridad.

¡Sino con confianza! Porque en ese trono hay misericordia. En ese trono hay ayuda. En ese trono hay restauración. En ese trono hay poder.

Hoy el Señor te dice: ¡Hijo mío, hija mía, ven a Mí! No te quedes lejos, no escuches la voz del enemigo, no dudes de Mi amor. Yo te lavo, Yo te limpio, Yo te fortalezco, Yo te levanto.

¡Hoy es el día de acercarte! ¡Hoy es el día de entrar con valentía en la presencia de Dios y recibir Su favor, Su gracia, Su perdón y Su poder!

Te estarás preguntando, ?Y como hago para entrar a ese trono de Gracia?. Muy sencillo, haz la siguiente oración conmigo, en voz alta:

«Señor Jesús, hoy reconozco que necesito Tu gracia. Me acerco a Ti con fe, creyendo que eres el Hijo de Dios, el gran sumo sacerdote que murió por mis pecados y resucitó para darme vida eterna. Perdóname, lávame con Tu sangre y hazme una nueva criatura. Hoy dejo atrás mi pasado y recibo Tu salvación. Declaro que Tú eres mi Señor y Salvador, y desde este momento mi vida te pertenece. Gracias, Padre, por recibirme en Tu trono de gracia. En el nombre de Jesús, ¡Amén!

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¡EL PODER DE DIOS ESTÁ AQUÍ PARA LIBERARTE!

Hoy veremos una historia que refleja una batalla entre el Reino de Dios y las tinieblas, entre la fe y la incredulidad. Aquí encontramos a un niño atado por un espíritu inmundo, un padre desesperado y unos discípulos que no pudieron hacer nada. ¡Pero entonces aparece Jesús, y todo cambia!

MARCOS 9:14-29 “ Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. 15Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron. 16Él les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos? 17Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti a mi hijo, que tiene un espíritu mudo, 18el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. 19Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. 20Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. 21Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. 22Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. 23Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. 24E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. 25Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. 26Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. 27Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó. 28Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? 29Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.»

¡Hoy vengo a anunciarte que Jesús ha llegado a tu vida y que hoy es el día de tu milagro!

Cuando el padre lleva a su hijo a Jesús, le dice:
«Si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos» (Marcos 9:22).

¡Escucha bien! No es cuestión de si Jesús puede hacer algo… ¡Él TODO lo puede! La verdadera pregunta es: ¿PUEDES CREER? JESÚS RESPONDE: «AL QUE CREE TODO LE ES POSIBLE» (Marcos 9:23).

Hoy te digo con la autoridad del Evangelio: No importa cuán grande sea tu problema, si crees, verás la gloria de Dios.
• ¿Estás atado por el pecado? ¡JESÚS TE LIBERA HOY!
• ¿La enfermedad te ha golpeado? ¡JESÚS TE SANA HOY!
• ¿Tu familia está en ruinas? ¡JESÚS RESTAURA TU HOGAR HOY!
• ¿El diablo te ha dicho que no hay esperanza? ¡JESÚS TE DICE QUE ÉL ES TU ESPERANZA!

Cuando el poder de Dios se manifiesta, los demonios tiemblan, las enfermedades huyen y los cautivos son libertados.

¡No hay demonio que pueda resistir la autoridad de Cristo!

Jesús reprendió al espíritu inmundo y el niño fue completamente libre. ¡Eso es lo que Jesús quiere hacer contigo HOY!

Pero escucha bien lo que Jesús le dice a sus discípulos al final:
«Este género no sale sino con oración y ayuno» (Marcos 9:29).

Evangelio sin oración no tiene poder.
Cristianismo sin fe no tiene frutos.
Una iglesia sin fuego no puede traer avivamiento.

¡Por eso hoy te llamo a un cambio radical en tu vida!
¡No basta con escuchar de milagros, es tiempo de experimentar el poder de Dios en carne propia!

¡LEVÁNTATE EN FE!
¡CLAMA A JESÚS HOY!
¡ÉL ESTÁ AQUÍ PARA SALVAR, SANAR Y LIBERAR!

Si hoy te encuentras como ese padre, con fe débil, clama a Jesús y di: «Señor, creo, ayuda mi incredulidad» (Marcos 9:24).
¡Y ÉL TE RESPONDERÁ CON PODER!

¿Estás listo para recibir tu milagro? ¡Corre a los brazos de Jesús y SÉ LIBRE HOY!

ORA CONMIGO ESTA ORACIÓNEN VOZ ALTA:
Señor Jesús, vengo ante Ti con un corazón abierto, creyendo que hoy es mi día de milagro. Declaro que todo espíritu de incredulidad se va en el nombre de Jesús. ¡Aviva mi fe, rompe mis cadenas, sana mi cuerpo, restaura mi familia y lléname con Tu fuego! Hoy me levanto en autoridad, rechazo toda obra del enemigo y recibo la libertad que solo Tú puedes dar. ¡Señor, creo, ayuda mi incredulidad! En Tu poderoso nombre, ¡AMÉN!

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A TÍ TE DIGO: LEVÁNTATE

Hoy traigo una palabra viva, una palabra que arde con el fuego del Espíritu Santo, donde vemos a nuestro Señor Jesucristo entrar en una ciudad llamada Naín. Quiero que abras tu corazón, porque esta palabra tiene el poder para cambiar tu vida.

LUCAS 7:11-17 » Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud. 12Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. 13Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. 14Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. 15Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre. 16Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo. 17Y se extendió la fama de él por toda Judea, y por toda la región de alrededor.»

Jesús entra a Naín acompañado de una multitud, pero ahí, en el umbral de la ciudad, se encuentra con otra multitud. Una procesión de muerte. ¡Oh, qué contraste, verdad! Por un lado, la multitud de la vida, de la esperanza, que camina con Jesús. Por otro lado, la multitud que lleva un cuerpo sin vida, la evidencia de una madre desgarrada, una viuda que ha perdido lo único que le quedaba: su hijo único.

Esa escena, amados, es el cuadro de nuestra humanidad. Estamos en un mundo lleno de muerte, de desesperanza, de lágrimas. Quizás tú has venido hoy cargando un féretro en tu corazón. Tal vez has enterrado tus sueños, tu fe, tu alegría, porque las circunstancias te han golpeado, te han robado lo que más amabas. Pero ¡escucha bien! Jesús está entrando a tu Naín en este momento.

Dice la Palabra que Jesús se compadeció de la viuda. Quiero que entiendas algo poderoso: el corazón de Jesús no está indiferente a tu dolor. A veces pensamos que Dios está lejos, que no ve nuestras lágrimas, pero el mismo Jesús que se detuvo en Naín es el mismo que hoy se detiene por ti. Su compasión no es pasiva. No es un simple sentimiento. La compasión de Cristo trae acción, trae intervención divina.

Jesús le dice a la viuda: «No llores.» Ahora bien, ¡esto parece contradictorio! ¿Cómo no llorar cuando todo parece perdido? Pero aquí está la clave: Jesús no le dice «No llores» para ignorar su dolor; le dice «No llores» porque Él ya tiene la solución, porque cuando Jesús habla, es porque algo sobrenatural está a punto de suceder.

Jesús no solo habló. Dice que se acercó y tocó el féretro. En los tiempos de la Ley, tocar un féretro hacía a alguien ceremonialmente impuro, pero Jesús, el Santo, no teme ensuciarse con nuestra condición. Él no se queda al margen de tu dolor. Jesús toca las áreas muertas de tu vida, toca lo que tú pensaste que jamás se levantaría. Y cuando Él toca, ¡todo cambia!

Y luego Jesús dijo con autoridad: «Joven, a ti te digo, levántate.» ¡Presta atención! Él no dijo «Levántate si puedes» ni «Levántate si quieres.» Él declaró vida con el poder de Su palabra, porque cuando Jesús habla, la muerte no tiene otra opción más que retroceder. Cuando Jesús habla, lo que estaba muerto vuelve a la vida.

El joven se levantó y comenzó a hablar. ¿Puedes imaginar el impacto? Esa viuda que minutos antes había perdido todo, ahora lo tenía todo de vuelta en sus brazos. Porque cuando Jesús se encuentra contigo, Él no solo restaura, ¡Él te da más de lo que perdiste!

Y toda la multitud glorificaba a Dios, diciendo: «¡Un gran profeta ha venido! ¡Dios ha visitado a Su pueblo!» Hoy quiero decirte que Dios ha visitado tu vida hoy. Él está aquí para tocar tus circunstancias, para resucitar lo que tú pensabas que estaba acabado.

¿Qué hay en tu féretro hoy? ¿Es un matrimonio roto? ¿Un hijo apartado? ¿Una enfermedad incurable? ¿Un sueño muerto? Yo te digo hoy, en el nombre de Jesús: «No llores, porque el Maestro ha llegado.» Él está tocando tu vida, y Su voz poderosa está diciendo: «Levántate.»

Recíbelo hoy. Declara hoy que la muerte no tiene la última palabra, porque Jesús, el Príncipe de la vida, ya venció. ¡Alábale, porque Él es digno de toda adoración!

OREMOS:

¡Padre Celestial, vengo delante de Ti, reconociendo que Tú eres la resurrección y la vida! Señor, así como tocaste el féretro en Naín y diste vida donde había muerte, hoy te pedo que toques las áreas muertas de mi vida.
Hoy entrego mis sueños, mis esperanzas, y todo lo que he dado por perdido, creyendo que en Ti hay restauración y propósito. Espíritu Santo, desata Tu poder, rompiendo cadenas, restaurando lo que he perdido, y levanta mi vida para Tu gloria. En el nombre de Jesús. Amén.

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QUIEN NOS SEPARARÁ DEL AMOR DE CRISTO?

Escuchen la poderosa verdad de Dios hoy! ¡La palabra de Dios nos declara en Romanos 8:35-39 que absolutamente nada, escuchen bien, nada nos puede separar del amor de Cristo! No importa cuán grande sea la tribulación, cuán oscuro sea el valle, cuán feroz sea la batalla, el amor de Dios permanece firme, eterno e inquebrantable.

ROMANOS 8:35-39 «¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 36Como está escrito:Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;Somos contados como ovejas de matadero.37Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.»

El apóstol Pablo nos hace esta pregunta retórica: ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Será la tribulación? ¿La angustia? ¿La persecución? ¿El hambre, la desnudez, el peligro o la espada? ¡Y su respuesta es un grito de victoria! ¡En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó!

¡No somos simplemente sobrevivientes! ¡No somos simplemente conquistadores! ¡SOMOS MÁS QUE VENCEDORES! No por nuestra fuerza, no por nuestras obras, sino por el poder del amor de Jesucristo que nos ha comprado con su sangre.

Hay un enemigo que quiere que creas que estás derrotado, que estás abandonado, que no hay esperanza. Pero escucha esto: “Ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”

¡Eso significa que no hay enfermedad que pueda separarte de su amor! ¡No hay traición que pueda arrancarte de su mano! ¡No hay pecado tan grande que su gracia no pueda cubrir! ¡No hay demonio en el infierno que pueda quebrantar el pacto eterno de su amor contigo!

Quiero que mires tu problema hoy y declares con fe: «No importa lo que enfrente, ¡el amor de Cristo me sostiene!» Sí, habrá momentos difíciles, pero el amor de Cristo es tu ancla. ¡Cuando las tormentas de la vida rugen, su amor te mantendrá firme!

El amor de Dios no es un amor humano. No es un amor que se cansa, no es un amor que se agota, no es un amor que depende de tus méritos. ¡Es un amor eterno, perfecto, sobrenatural! Un amor tan grande que lo llevó a la cruz, un amor tan fuerte que venció la tumba, y un amor tan cercano que habita en ti a través de su Espíritu Santo.

Así que hoy, levántate en fe. Mira al enemigo y dile: “Nada me separará del amor de Cristo.” Proclama esto sobre tu vida, sobre tu familia, sobre tu ministerio. Vive como un hijo de Dios que camina bajo el amor eterno del Rey de Reyes.

Porque si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? ¡Nada, absolutamente nada, te separará del amor de Cristo! Así que camina con autoridad, con valentía, con el fuego del Espíritu Santo en tu corazón. ¡Levántate como más que vencedor, porque en Cristo la victoria es tuya!

ORA CONMIGO:
«Padre celestial, te damos gracias porque nada nos puede separar de tu amor en Cristo Jesús. Hoy declaramos con fe que somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Señor, en medio de las pruebas, en la angustia, en el dolor, tu amor permanece firme y eterno. Llena nuestro corazón con tu Espíritu Santo y danos la valentía para caminar en esta verdad cada día. Reprendemos todo temor, toda duda, y proclamamos tu victoria sobre nuestras vidas. ¡A ti sea la gloria, la honra y el poder por los siglos de los siglos! En el nombre poderoso de Jesús. Amén.»

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