Categoría: Oración

PORQUE ORAR EN EL NOMBRE DE JESÚS?

JUAN 14: 12-14 » De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. 13Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.»

Cuando Jesús declara: “De cierto, de cierto os digo…” Eso no es una opinión. No es una sugerencia. ¡Es una declaración del Rey de Reyes! Él está sellando la verdad con fuego celestial. “El que en mí cree…” Aquí no dice: “el sacerdote que cree”, “el Pastor que cree” ¡dice el que en mí cree! Y si tú has creído en Jesús, este mensaje es para ti.

“Las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.”

¡Obras mayores! ¡Milagros! ¡Salvación de almas!¡Liberación de cautivos! ¡Sanidades! ¡Transformación de ciudades enteras por el poder del Espíritu Santo!

¿Sabes por qué puedes hacerlas? ¡Porque Jesús fue al Padre! Y desde allí, envió al Consolador… el Espíritu Santo… ¡y ahora Él habita en ti! Tú no eres un cristiano débil. ¡Eres templo del poder de Dios!

Mira bien lo que voy a decirte: ¡el diablo tiembla cuando tú oras con fe! ¡Los cielos se abren cuando tú clamas con autoridad en el nombre de Jesús!

Escucha lo que dice el verso 13: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré…”

No tal vez. No si el cielo está de humor. ¡Lo haré! —dice Cristo— ¿Por qué? “Para que el Padre sea glorificado en el Hijo.”

Cada milagro que Dios hace a través de ti glorifica al Padre. Cada oración respondida es una señal de que el Reino está avanzando.

Y por si no lo habías entendido, Jesús lo repite una vez más con fuerza en el verso 14: “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.”  No lo hará tu fuerza, no lo hará tu sabiduría, no lo hará tu elocuencia… ¡lo hará Cristo mismo!

Entonces, ¿qué estás esperando? ¿Acaso has estado viviendo como si fueras un mendigo espiritual cuando el Rey ya te ha dado las llaves del Reino?

¡Levántate hoy en fe! ¡Cree en su Palabra! ¡Pide con osadía! ¡Ora con fuego! ¡Declara su nombre con poder!

Jesús no solo quiere usarte… ¡Jesús te ha prometido que te usará! Él está buscando hombres y mujeres que crean con pasión, que pidan con valentía y que vivan con propósito.

¡Tú fuiste llamado a hacer las obras de Cristo… y aún mayores! Porque el mismo Espíritu que resucitó a Jesús de los muertos… ¡vive en ti!

Así que en el nombre de Jesús, te digo: ¡Despierta! ¡Levántate! ¡Y haz las obras del Reino! Porque la gloria de Dios se revelará en tu vida… ¡para que el Padre sea glorificado en el Hijo! Amén.

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JESÚS VIENE PRONTO, ESTAS PREPARADO?

Hoy es el día de despertar! Hoy es el día de abrir los ojos y preparar nuestros corazones, porque el mensaje del Señor en Mateo 25:1-13 es un llamado urgente a la preparación, a la vigilancia y a la fidelidad! ¡Escuchemos la voz del Espíritu Santo que clama en medio de la oscuridad de esta generación!

MATEO 25: 1-13: 1Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. 2Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. 3Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; 4mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. 5Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. 6Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! 7Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. 8Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. 9Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. 10Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. 11Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! 12Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. 13Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.

El Reino de los Cielos es semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del Esposo. Pero no todas estaban preparadas, no todas tenían el aceite necesario. Y el Espíritu de Dios nos está hablando en este momento: ¡Prepárate! ¡Prepara tu lámpara, prepara tu corazón!

Vivimos en tiempos oscuros, tiempos peligrosos, tiempos en que el Esposo parece tardar, y muchos se han dormido, muchos han cabeceado, muchos han dejado que el fuego se apague en sus vidas. ¡Pero te digo hoy, no te duermas! No te conformes con una fe superficial, no te contentes con una lámpara sin aceite. Porque en cualquier momento, ¡escucha bien, en cualquier momento puede sonar el clamor en medio de la noche: «¡Aquí viene el Esposo; salid a recibirle!»**

¿Estás listo? ¿Estás lista? ¿Tienes aceite en tu lámpara? No el aceite que se compra con dinero, no el aceite que se consigue en el mundo, sino el aceite del Espíritu Santo, el aceite de la intimidad con Dios, el aceite que fluye cuando pasas tiempo en la presencia del Altísimo.

Cinco de aquellas vírgenes eran prudentes. ¡Eran sabias! Y no solo llevaron sus lámparas, sino también vasijas llenas de aceite. Sabían que la espera podría ser larga, sabían que necesitaban estar preparadas para cualquier eventualidad. ¡Oh, cuántos en la iglesia hoy son como las vírgenes insensatas, que tienen una apariencia de piedad, pero carecen del poder del Espíritu! Tienen lámparas, pero sin aceite; tienen religión, pero sin relación; tienen forma, pero sin sustancia.

¡Despierta, iglesia! ¡Despierta, pueblo de Dios! No seas insensato, no seas necio, no pienses que puedes depender del aceite de otro, porque cuando venga el Esposo, será demasiado tarde para compartir. Las vírgenes prudentes no pudieron dar de su aceite a las insensatas, porque el aceite del Espíritu no se comparte, se recibe directamente de la fuente.

Y mientras las insensatas iban a buscar lo que habían descuidado, el Esposo vino, y se cerró la puerta. ¡Se cerró la puerta! ¡Qué palabras tan aterradoras! DISCÚLPAME QUE TE DIGA ESTO: pero hay una puerta que se cerrará, hay una oportunidad que se perderá si no estamos listos. No es suficiente decir «Señor, Señor». No es suficiente conocer de Él, necesitamos ser conocidos por Él. Porque el Esposo dijo: «De cierto os digo, que no os conozco.»

¡Oh, qué tragedia será para aquellos que han jugado con su fe, para aquellos que han postergado la decisión de seguir a Cristo de todo corazón! Hoy, te exhorto, te ruego, te imploro: ¡Vela! ¡Prepárate! Porque no sabes el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir. Jesús viene pronto, y Su venida será como ladrón en la noche, inesperada, repentina.

¿Estás listo para encontrarte con tu Dios? ¿Estás listo para el día de Su venida? Este no es tiempo de jugar a la iglesia, no es tiempo de vivir una vida a medias. ¡Este es el tiempo de buscar al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas!

Hoy es el día de llenar tu lámpara, hoy es el día de buscar el rostro de Dios, hoy es el día de prepararte para la boda del Cordero. No permitas que el mundo te distraiga, no permitas que el pecado te robe el aceite de tu lámpara. ¡Llénate del Espíritu Santo, sé lleno de Su poder, camina en santidad, vive en obediencia!

Iglesia, este es un llamado a la acción, un llamado a la preparación, un llamado a la vigilancia! El Esposo viene, y viene pronto. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora. Pero una cosa es cierta: ¡Él viene! Y solo aquellos que estén preparados, solo aquellos que tengan sus lámparas llenas, entrarán con Él a las bodas.

¡Despierta, iglesia, despierta y prepárate! ¡El Esposo viene, y el clamor de medianoche ya resuena en los cielos! ¡Alista tu lámpara, llena tu vasija, y mantente firme, porque el Rey está a las puertas!

QUE APLICACIONES PRÁCTICAS PODEMOS SACAR DE ESTE MENSAJE:

Este poderoso mensaje, basado en la parábola de las diez vírgenes, nos brinda varias aplicaciones prácticas para nuestra vida diaria. A continuación, te comparto algunas de ellas:

  1. Mantén tu fe viva y activa:
    • No te conformes con una fe superficial o rutinaria. Esfuérzate por mantener una relación íntima y constante con Dios. Dedica tiempo cada día a la oración, a la lectura de la Biblia y a la comunión con el Espíritu Santo. Así como las vírgenes prudentes llevaban suficiente aceite, asegúrate de que tu vida espiritual esté nutrida y floreciente.
  2. Vigila y sé consciente de la brevedad de la vida:
    • Vive cada día con un sentido de urgencia y propósito, recordando que no sabes cuándo el Señor regresará o cuándo será tu último día en la tierra. Aprovecha cada oportunidad para vivir en obediencia, hacer el bien y compartir el evangelio con otros. No postergues decisiones importantes sobre tu vida espiritual.
  3. Prepara tu corazón para la venida de Cristo:
    • Examina tu vida y asegúrate de estar preparado para el regreso de Jesús. Esto incluye vivir en santidad, alejándote del pecado, y siguiendo los mandamientos de Dios. Mantén una actitud de arrepentimiento y humildad, sabiendo que debemos estar listos en todo momento.
  4. No dependas de la fe de otros:
    • Aunque la comunidad cristiana es importante, tu relación con Dios es personal. No puedes depender de la espiritualidad o la fe de otros para estar preparado. Busca a Dios por ti mismo, y asegúrate de que tu fe sea genuina y personal. Toma responsabilidad por tu propio crecimiento espiritual.
  5. Planifica y vive con sabiduría:
    • Como las vírgenes prudentes, planifica tu vida con sabiduría. No vivas al día, sino que anticipa lo que viene y prepárate. Esto puede aplicarse a muchas áreas de la vida: financiera, emocional, espiritual, etc. Toma decisiones que reflejen prudencia y previsión.
  6. Aprovecha el tiempo de gracia:
    • El tiempo de espera antes del regreso de Cristo es un tiempo de gracia en el que tenemos la oportunidad de prepararnos. No lo desperdicies en cosas vanas o sin valor eterno. Usa este tiempo para madurar en la fe, para servir a Dios y a los demás, y para estar siempre listo para el día del encuentro con el Señor.
  7. Comparte el mensaje de preparación:
    • No guardes para ti el llamado a estar preparado. Comparte este mensaje con otros. Exhorta a tus amigos, familiares y conocidos a que también preparen sus corazones para la venida del Señor. Sé un faro de luz que guía a otros hacia la verdad de Dios.
  8. Cultiva la perseverancia:
    • A veces, la espera puede ser larga y desafiante, como en la parábola donde las vírgenes cabecearon y se durmieron. Cultiva la perseverancia en tu caminar cristiano. No te desanimes si las cosas no suceden en tu tiempo o como lo esperas. Mantente firme y vigilante, confiando en que Dios cumple sus promesas en Su perfecto tiempo.

QUE RECOMENDACIONES PUEDO DARTE?

Aquí tienes algunas recomendaciones para aplicar de manera efectiva las enseñanzas de la parábola de las diez vírgenes en tu vida diaria:

  1. Desarrolla una rutina espiritual sólida:
    • Establece un tiempo diario para la oración y la lectura de la Biblia. Dedica al menos 15-30 minutos cada día para estar en la presencia de Dios, escuchar Su voz y meditar en Su Palabra. Esto mantendrá tu «lámpara» llena de aceite espiritual.
  2. Participa activamente en la vida de tu iglesia:
    • Involúcrate en tu iglesia local, asistiendo regularmente a los servicios, participando en grupos de estudio bíblico y sirviendo en algún ministerio. Esto te ayudará a mantenerte conectado con la comunidad cristiana y a fortalecer tu fe.
  3. Haz un examen espiritual regular:
    • Una vez al mes, dedica un tiempo a reflexionar sobre tu vida espiritual. Pregúntate si estás creciendo en tu relación con Dios, si hay áreas en las que necesitas arrepentirte o mejorar, y si estás viviendo de acuerdo con los principios bíblicos.
  4. Mantén la alerta y la preparación constante:
    • Recuerda que la venida de Cristo puede suceder en cualquier momento. Vive cada día como si fuera el último, siendo fiel en todas tus responsabilidades y manteniendo tu corazón limpio y preparado para el encuentro con Él.
  5. Prioriza la obediencia y la santidad:
    • Esfuérzate por obedecer los mandamientos de Dios en todas las áreas de tu vida. Evita situaciones, relaciones o hábitos que te alejen de Dios y busca vivir en santidad, reflejando el carácter de Cristo en todo lo que haces.
  6. Busca el crecimiento espiritual continuo:
    • No te conformes con lo que ya has alcanzado espiritualmente. Busca siempre crecer más en tu fe. Lee libros cristianos edificantes, asiste a conferencias o retiros espirituales, y busca la mentoría de cristianos maduros que puedan guiarte en tu caminar con Dios.
  7. Comparte tu fe con otros:
    • No guardes para ti lo que has recibido de Dios. Comparte el mensaje de la preparación para la venida de Cristo con tu familia, amigos y colegas. Usa oportunidades cotidianas para hablar de tu fe y para invitar a otros a conocer a Jesús.
  8. Administra bien tu tiempo y recursos:
    • Aprende a gestionar tu tiempo, finanzas y talentos de manera que glorifiquen a Dios. Invierte en actividades que tengan un impacto eterno, como servir en la iglesia, ayudar a los necesitados y apoyar la obra misionera.
  9. Ora por discernimiento y sabiduría:
    • Pide a Dios que te dé sabiduría y discernimiento en todas las decisiones que tomes. La prudencia es clave para estar preparado, así que ora para que Dios te guíe en cada paso que des.
  10. No te dejes llevar por la complacencia:
    • Evita caer en la trampa de la complacencia espiritual. Mantente alerta, consciente de que el enemigo siempre busca distraerte y desviarte del camino. Sé intencional en mantener tu enfoque en las cosas de Dios.

Siguiendo estas recomendaciones, podrás vivir una vida que esté en constante preparación para el regreso de Cristo, llena del Espíritu y en sintonía con la voluntad de Dios.

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COMO ELEVAR NUESTRO NIVEL DE FE

Al enfrentar dificultades y adversidades, ¿cómo respondes? con duda y miedo?, o talvez respondes con fe?

Ciertamente, cuanto más vivamos, más deberíamos funcionar a un nivel de fe más elevado. Sin embargo, algunas personas ni siquiera se dan cuenta de que hay grados de fe. Incluso si lo hacen, el miedo puede obstaculizar su confianza y permanecerán en el nivel más bajo, perdiéndose lo mejor de Dios.

Dios ofrece el don de la fe a cada persona, cristiana o no. De hecho, todos ejercitamos la fe todos los días: vamos a la oficina esperando tener un trabajo allí; y como cristianos oramos porque confiamos en que Dios nos escucha y nos responde. La fe del creyente es dirigida por Dios, mientras que la fe del incrédulo es autodirigida y simplemente elige no ejercer la fe en el Señor.

La fe en Dios es vital para nuestra relación con Él. Determina si tenemos paz o ansiedad y puede significar la diferencia entre el coraje y el miedo. Confiar en Dios impacta cada aspecto de la vida. Incluso la forma en que manejamos las decisiones cotidianas menores está estrechamente relacionada con lo que creemos. La fe puede ser una lucha porque reaccionamos naturalmente de acuerdo con lo que vemos y sentimos. Pero cuando respondemos confiando en Dios, Él nos bendice.

CUALES SON ESTOS NIVELES DE FE ?, COMO PODEMOS DISTINGUIRLOS ?, QUE DICE DIOS SOBRE ELLOS ?

1. NIVEL UNO: POCA FE

Esta una fe inquieta, que se caracteriza por luchar y vacilar entre la esperanza y la incertidumbre. Dice: «Sé que Dios puede, pero no estoy seguro de que lo hará».

Vemos numerosos pasajes de las Escrituras donde Jesús menciona la debilidad de la fe de alguien, no como una crítica sino con un sentido de aliento para pasar a un nivel más profundo.

MATEO 8:23-26 » 23Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. 24Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. 25Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! 26Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. 27Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar le obedecen?

Muchas personas permanecen en esta etapa porque su enfoque está en sí mismos, sus circunstancias y sus propios recursos o habilidades en lugar de en el Señor. Son incapaces de creer mucho en Dios y se vuelven irritables.

Santiago 1:6-8 advierte contra este tipo de fe vacilante: dice que la persona que duda “…no debe esperar recibir cosa alguna del Señor, porque el hombre de doble ánimo, es inconstante en todos sus caminos”.

Eso no quiere decir que Dios nunca contestará tus oraciones a menos que alcances el más alto grado de fe. Como Él desea lo mejor para nosotros, no quiere que vivamos en este nivel más bajo.

También debemos darnos cuenta de que ser espiritualmente maduro no significa que un cristiano nunca flaqueará. Hay momentos en los que nos enfrentamos a situaciones nuevas o confusas, y es entonces cuando podemos esforzarnos por conocer la voluntad de Dios.

Para el cristiano que está luchando con la fe de nivel uno, las preguntas que debe hacerse son: ¿Dónde está mi enfoque? ¿Realmente creo que Dios es quien dice ser, que es omnipotente y omnisciente, que me ama incondicionalmente y ha prometido no dejarme ni abandonarme nunca?. Algunos de los obstáculos para la fe de nivel superior son: 1) no saber lo que dice la Escritura acerca del Señor y 2) pensar de acuerdo con el patrón del mundo en lugar de «programar» la mente con la Palabra de Dios. En cualquier caso, la solución es la misma: ingesta regular de la verdad bíblica.

2. NIVEL DOS: GRAN FE.

Esto es la fe que se extiende, que asciende, y se demuestra en creyentes maduros que no están dispuestos a permanecer en un nivel de duda y temor.

La gran fe se basa en la verdad de las Escrituras y no necesita otra prueba que la Palabra de Dios. Su enfoque está en el Señor, no en la dificultad. El problema no es cuán mala es la situación, sino que nuestro Dios soberano es más grande que cualquier cosa que enfrentemos y es lo suficientemente poderoso como para cambiar cualquier circunstancia.

Como resultado, una gran fe está dispuesta a esperar. En el nivel uno, las personas se preocupan y se enfurecen cuando las cosas no salen como se esperaba, y luego se dan por vencidas. La gran fe está dispuesta a perseverar. Dice: «No me rendiré» y confía en Dios con plena expectativa de que Él hará exactamente lo que ha prometido.

MATEO 8:5-10 » Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, 6y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. 7Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. 8Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. 9Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 10Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe... 13Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.

Aqui se ilustra este nivel de fe. El centurión confiaba tanto en la capacidad del Señor para restaurar la salud de su siervo que ni siquiera consideró necesario que Jesús sanara al hombre en persona. Cuando el oficial declaró: “Solo di la palabra, y mi criado sanará” (v. 8), la respuesta de Jesús fue maravillarse ante tanta fe (v. 10).

3. NIVEL 3: FE PERFECTA.

Esta es la fe que descansa, no lucha, no se afana, ni se extiende, sino que descansa. Qué dice: “Asunto concluido». Una persona que opera en este nivel de confianza sabe qué tiene lo que pide, porque se apoya en la Palabra de Dios con absoluta seguridad. No hay más preocupación, no más manipulación, no más intentos de resolver las cosas y hacer que sucedan.

La fe perfecta debe ser la meta de todo creyente.

MARCOS 11:14-20 «2Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. 13Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. 14Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos…..20Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. 21Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. 22Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. 23Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. 24Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.

Los discípulos notaron que la higuera que Jesús había maldecido, ahora estaba seca de raíz. La respuesta de Jesús fue: “Tened fe en Dios… todo lo que oráis y pidiereis, creed que lo habéis recibido [tiempo pasado], y os serán concedidos [tiempo futuro]” (vv. 22-24). La fe perfecta sabe lo que Dios dice y no lo cuestiona, pero con confianza asume que ya está hecho.

El Señor quiere que nuestra fe sea tal que constantemente veamos cómo las promesas divinas se hacen realidad. Por supuesto, una persona que vive en pecado o que ora por algo fuera de la voluntad de Dios no puede esperar que se le conceda su pedido. Pero el cristiano obediente con fe de nivel tres descansa en las promesas de las Escrituras: no siente la necesidad de mendigar; lo que Dios ya ha prometido ocurrirá.

Poca fe se preocupa porque las circunstancias parecen sombrías y asume que Dios no debe estar escuchando. Gran fe razona: “Padre, dijiste que suplirías mi necesidad, y confío en que lo harás”. La fe perfecta dice: “Tú has prometido que suplirías mi necesidad, y sé que ya has preparado la provisión que tienes en mente. Lo que es una lucha para mí, no lo es para Ti en absoluto. Tú lo tienes todo resuelto. Muchas gracias.»

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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QUE HACER CUANDO NUESTRAS CARGAS PARECEN INSOPORTABLES

Cuando sientes una carga grande en tu corazón, y te sientes desanimado, desesperanzado y muy agobiado, ¿dónde buscas alivio?, ¿recurres a alguien o algo en busca de consuelo o una forma de escape?. Pero hoy te quiero decir que hay una mejor opción, venir a CristoJesús. MIra lo que Él dijo:

MATEO 11:28, “Venid a mí todos los que estáis trabajados y agobiados, y yo os haré descansar».

En la Biblia, dos tipos de cargas son mencionados:

1. Las Cargas del Señor. En el Antiguo Testamento, un divino mensaje de Dios dado a un profeta fue llamado una carga o un oráculo. Muchos veces, estas profecías eran una declaración de la voluntad de Dios como un juicio inminente sobre una persona o una nación. Hoy, podemos sentir una carga por orar o ayudar a alguien cuando el Espíritu le traiga esa persona a la mente. O algún sentido de urgencia por predicar las verdades de La Palabra de Dios a la congregación. Estas indicaciones, producen en nosotros una urgencia, y un sentido de la responsabilidad tal como lo experimentaron los profetas.

2. Las Cargas Cotidianas. Vivimos en un mundo caído, y siempre tendremos pruebas que debemos soportar, pueden venir de varias formas, ya sea financieros, de salud, de relaciones familiares, problemas en el trabajo, abuso, arrepentimientos pasados y pecados, dolencias físicas o la muerte de seres queridos. Todas o cada una de ellas, pueden hacernos sentir agobiados más allá de lo que podamos soportar.

Pero!, Jesús ofrece una solución.

1. Nos hace la siguiente invitación. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). El Hijo del Dios viviente, quien es soberano sobre todas las cosas y tiene todo el poder, siempre está dispuesto y es capaz de venir a nuestra ayuda, porque nada es demasiado difícil o pesado para Él puesto que Él, fue quien cargó con nuestros pecados en la cruz del Calvario, y ciertamente llevará nuestros cargas, cualquiera que sea, una vez que hemos recibido a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Él nos invita a venir a Él con nuestras cargas.

  • En oración, admitiendo tu debilidad, diciéndole al Señor lo que es agobiante en tu vida, y pidiéndole Su ayuda.
  • Entrégale a Él tu carga. Estás invitado a lanzar todos tus ansiedad en Él porque Él se preocupa por vosotros (1 Pedro 5:7), y Él promete sostenerte para que no seas sacudido (Sal. 55:22). Puede que Él no levante tu carga, pero Él te fortalecerá para soportarlo.

2. Proseguir de acuerdo a este mandato. “Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de Mí… porque Mi yugo es suave, y Mi carga es liviana” (Mateo 11:29-30). Un yugo es un marco de madera colocado sobre los cuellos de dos bueyes para distribuir uniformemente el peso y alinearlos mientras caminan juntos. En el tiempo de Jesús, la gente estaba bajo el yugo del Imperio Romano y el religioso de los fariseos, quienes impusieron pesadas cargas de legalismo, que incluso, ellos mismos no pudieron sobrellevar. Jesús les dijo a los que estaban cansados de ese legalismo, que intercambiaran esos yugos, tomando el Suyo y aprendiendo de Él.

Para tomar su yugo, confesamos nuestros pecados y recibimos a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Como sus discípulos, respondemos con gratitud y amor, viviendo una vida piadosa de entrega y obediencia. Asi que cuando vengan las cargas diarias de la vida, Él nos ayuda a llevarlas y nos enseña a caminar a través de ellos con paz y confianza en Él, para que no se vuelvan insoportables.

3. Esta es la Garantía. “Porque soy manso y humilde de corazón”(Mateo 11:29). El carácter de nuestro Salvador es un gran consuelo para nosotros cuando nos sentimos agobiados. Él nunca nos condena y nos invita a venir a Él en tiempo de necesidad (Juan 6:37). Él nos trata amablemente y se ofrece para ayudarnos a llevar nuestras cargas pesadas.

4. Esta es la Promesa. “Encontraréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29). Cuando confiamos en Jesús para salvación y para cada carga diaria, Él nos da la seguridad eterna, y la paz en nuestros corazones. Mientras mantenemos nuestro enfoque en Él, Él reemplaza la confusión, el miedo, la ansiedad, la ira y la frustración con tranquila confianza en Él. Además, Él viene a nuestro lado a llevar nuestras cargas para que no las sintamos tan pesadas. Incluso, aunque la carga permanezca, nuestras almas estarán en paz porque confiamos en Él.

Nuestra primera respuesta cuando las pruebas de la vida se vuelven pesadas debería ser venir a Cristo, tomar su yugo y aprender de él. No importa lo que estemos enfrentando, Él es suficiente para sustentarnos.

Para que esto sea posible en nuestras vidas, debemos estar dispuestos a entregarnos a Dios, aceptando a Jesús como nuestro Salvador y haciendo la siguiente oración en voz alta:

«Padre Celestial, te pido que perdones mis pecados, que vengas a morar a mi corazón, hagas de mi una nueva criatura, que te sirva, que abres mis ojos espirituales, me muestres tu voluntad para mi vida. Lávame con la preciosa Sangre de Jesucristo y lléname de tu Santo Espíritu. Hago un nuevo pacto contigo de seguir tus mandamientos y tus preceptos, en el nombre de Jesús. Amén.»

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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