Categoría: Paz

CRISTO VIVE

Después de la crucifixión de Jesús, nadie esperaba que resucitara de entre los muertos.

Aquellos que no creen en la resurrección de Cristo no pueden entender por qué los cristianos se reúnen en las iglesias para celebrar lo que para ellos parece una tontería. Sin embargo, este evento es la base de nuestra fe, no sólo porque la Palabra de Dios habla de ella, sino porque los creyentes de todo el mundo saben con certeza de que Cristo vive en sus corazones.

Los que conocieron y creyeron en Jesús no pensaron que pudiera volver a la vida después de ser crucificado.

José, que era miembro del Concilio, le pidió a Pilato por el cuerpo de Jesús, lo preparó para el entierro, y lo colocó en un tumba. Temprano en la mañana del domingo, algunas mujeres vinieron al sepulcro con especias aromáticas para Su cuerpo.

Incluso los propios discípulos de Jesús que habían caminado con Él durante tres años, le escucharon enseñar, fueron testigo de Sus milagros, no esperaban Su resurrección.

Pero tal como había dicho, Jesús murió en una cruz, y cuando las mujeres regresaron a la tumba, descubrieron que estaba vacía. Dos ángeles les dijeron que Jesús había resucitado. Solamente entonces se acordaron de Sus palabras acerca de Su resurrección. Sin embargo, cuando se lo dijeron a los discípulos, pensaron que las mujeres hablaban tonterías (Lucas 24:11-12). pero Pedro y Juan se levantaron, corrieron al sepulcro y descubrieron que era cierto: Jesús ya no estaba muerto.

¿Qué significa la resurrección de Jesús para nosotros, hoy?

Aunque mucha gente todavía no cree que Jesús resucitó de los muertos, sin embargo, los que hemos confiado en Él como nuestro Salvador, Su resurrección no solo es verdadera sino también relevante y muy personal.

PORQUE ÉL VIVE. . .

  • No tenemos que vivir con un vacío en el corazón.

Porque tenemos la seguridad absoluta de que Cristo está vivo y sigue viviendo dentro de nosotros tal como Él lo prometió. Envió al Espíritu Santo, el tercer miembro de la Trinidad, para morar en nuestros corazones (Juan 14:16-18). Ya que Jesús ahora vive dentro de los creyentes a través de Su Espíritu, nunca estamos solos.

  • No tenemos que preocuparnos si Dios proveerá todo lo que necesitamos.

Al principio de Su ministerio, Jesús les dijo a Sus seguidores que Su Padre, que cuida de los pájaros, la hierba y las flores, también proveería para sus necesidades. Esta promesa no hubiera significado nada si Jesús hubiera sido solo un hombre, pero porque es el Hijo de Dios que venció la muerte, sabemos que podemos confiar en su palabra.

  • Podemos orar con confianza.

Jesús ascendió a la diestra del Padre, donde Él intercede por nosotros. Saber esto nos asegura que Él responder a nuestras peticiones. Y 1 Juan 5:14-15 dice: “Si pidamos cualquier cosa conforme a su voluntad, él nos oye” y no concede nuestras peticiones. En lugar de dudar, debemos estar expectantes y buscar Su respuesta.

  • Podemos tener una influencia piadosa y poderosa en la vida de los demás.

En su Sermón de la Montaña, Jesús nos dijo que somos la sal de la tierra y la luz del mundo (Mateo 5:13-16). A través del poder de Su Espíritu que mora en nosotros, podemos ser una luz influyente en este mundo oscuro.

  • Experimentamos al Espíritu Santo dentro de nosotros.

A pesar de que los discípulos habían estado con Jesús durante tres años, ellos no estaban equipados para completar la obra que Él les había encomendad, sino hasta que el Espíritu Santo vino a habitar y empoderarlos a ellos. Por eso Cristo les dijo que se quedaran en Jerusalén hasta que recibieron el Espíritu prometido (Hechos 1:4). Este mismo Espíritu que vino a ellos también vive dentro de cada persona que ha confiado en Jesucristo como su Señor y Salvador. Él es quien nos abre los ojos, ayudándonos entender que Jesús murió en nuestro lugar para que nuestros pecados pudieran ser perdonados, y ser salvos. Cuando nos arrepentimos y creemos en Cristo, su Espíritu Santo nos sella como hijos de Dios, y nadie podrá jamás romper ese sello. La resurrección de Jesús hace nuestra salvación verdadera, segura, e irrompible.

  • Podemos tener paz en medio de las dificultades.

Antes de Su crucifixión, Jesús les dijo a Sus discípulos: “La paz os dejo; Mi paz os doy; no como el mundo la da. No dejes que tu corazón se turbe, ni tenga miedo” (Juan 14:27). de Cristo la paz es como un ancla que nos sostiene en las tormentas de la vida.

Aunque podemos clamar a Él en la confusión, Él nunca nos abandona y se sienta a la diestra del Padre obrando en nuestro favor. Jesús entiende nuestra debilidad y está siempre con nosotros para llevarnos a través de nuestras dificultades y ayúdanos a convertirnos en las personas que Él desea que seamos.

  • Podemos enfrentar la muerte con valentía, audazmente y con confianza de que Jesús está vivo y es la fuente de nuestra vida eterna.

Si Él es nuestro Salvador, podemos entrar inmediatamente a Su santa presencia cuando morimos (2 Corintios 5:8). Porque Jesús vive, nunca morimos sino que vivimos para siempre con él.

  • Jesús la esperanza de la eternidad con Él.

Cuando confiamos en Cristo como nuestro Salvador, el don de la vida eterna se vuelve nuestro y la seguridad de que viviremos con Él por la eternidad.

Una cosa es hablar que Cristo Vive y otra que es experimentar esta verdad, pero para que eso suceda debemos rendirnos a Él. Y por esto, te invito a que hagas conmigo la siguiente oración en voz alta:

«Padre Celestial, vengo delante de ti, pidiéndote perdón por mis pecados. Hoy me rindo a ti y te hago el Señor y Salvador de mi vida. Hago un compromiso de seguir tus mandamientos y preceptos. Abre los ojos de mi corazón para que me hables de manera personal. En el nombre de Jesús. Amén.»

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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DESCANSANDO EN TIEMPOS INCIERTOS

Estamos en tiempos inciertos, tratando de sobrellevar las responsabilidades y cargas, confiar y descansar en la voluntad del Padre. Sin embargo, esta época es cuando más debemos anunciar el evangelio, es la temporada en la que más esperanza podemos anunciar, porque estamos seguros que ni la vida, ni la muerte ni ninguna cosa creada, nos podrá separar del inmenso amor que tenemos en Cristo Jesús Señor nuestro.

Romanos 8:28 dice: Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Siempre hago paréntesis antes de entrar en materia para que notemos cosas interesantes de la Palabra de Dios.

a. Y sabemos. Usted y yo no debemos preguntar ni ignorar, ya debemos saber…

b. Que TODAS LAS COSAS nos ayudan a bien. Las buenas y las malas.

c. Lo que nos pasa a los que ya tenemos clarito que TENEMOS UN PROPÓSITO eterno.

Asimismo, hoy deseo compartir con usted, una porción de la Escritura que nos debe desafiar a vivir en paz, y confiados como un león.

1. EL MENSAJE DE JESÚS ES SENCILLO.

MATEO 11:25 » En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.

Dios es increíble, tan sencillo que Él tenia preparado cosas en su Palabra para revelarnos a aquellos que le amamos: “Cristo nos ama». Qué más explicación queremos, Cristo nos ama, nos amó con tanta intensidad que dio su vida por nosotros.

2. DIOS SE AGRADÓ DE DARNOS A CONOCER A JESÚS.

MATEO 11: 26 «Sí, Padre, porque así te agradó.

La voluntad de Dios es que usted y yo seamos prosperados en todo, así lo dice la Palabra de Dios, 3 Juan 1:2 » Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. Podemos dar gracias al Señor y hacer nuestras las palabras “Sí, Padre porque así te agradó”

Ya no se cuestione porque merece el amor de Dios, Usted y yo no lo merecemos, es por pura gracia. Viva en la GRACIA DE DIOS. Usted no puede hacer nada para merecer el amor de Dios. Si hiciéramos algo, sería recompensa, pero la Gracia solo ocupa un corazón dispuesto a recibir.

Dios nos sigue amando y quiere que tengamos relación y comunión con Él.

3. JESÚS ES AMO Y SEÑOR DE TODO.

MATEO 11:27 » Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.

Uno lee estos pasajes y piensa cómo es posible que si Jesús, es amo de todas las cosas, cosas malas suceden. ¿La respuesta? ¡No lo sé!

Tenemos hermanos muy amados con enfermedades, estamos luchando en oración por misericordia, por hermanos queridos que sufren terriblemente. Pero mis queridos amigos, eso no cambia esta verdad. JESÚS ES EL SEÑOR y él sabe mejor que yo, sabe mejor que usted, y si conozco a Jesús conozco al Padre, porque Jesús nos ha revelado al Padre. ¿Qué nos ha revelado Jesús?, nos ha revelado un Padre lleno de gracia redentora, un Padre que nos ha dado su Palabra, llena de promesas, y encima de todo eso tenemos el poder del Espíritu Santo que nos fortalece en estos momentos.

Ha sido revelado por su Palabra que Dios está en control de todo. Nada está fuera de su control. DIOS es el Dios que ve, el DIOS que sabe y el DIOS que oye y siente. Todo está sometido bajo sus pies.

4. JESÚS ES REFUGIO Y DESCANSO ETERNO.

MATEO 11:28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.

Jesús nos invita HOY, a descansar en él. Pero este descanso es un descanso ACTIVO, un descanso que nos impulsa a creer. Mucha gente mira esta frase vengan a mí los trabajados y cargados y yo los haré descansar, con la imagen de una cama llena de almohadas, y dormir plácidamente.

El Señor mas bien se refiere a ustedes trabajados y cargados, vengan que les cambiaré la carga, les daré seguridad, y les aseguraré que su destino es el correcto. Para darle un ejemplo de este tipo de descanso, las amas de casa, díganme que es una sensación agradable cuando la alacena está llena de comida, y a pesar de todo el trabajo de la casa, el saber que va a dar de comer a su familia, le trae paz, o cuando nos acaban de pagar el salario, o cuando hizo un buen negocio, y todo sale bien,

Pues bien, Jesús nos dice; ustedes que sembraron, no teman, tendrán buena cosecha, ustedes que trabajan, tranquilos que disfrutarán del fruto de sus manos, ustedes que llevan cargas, calmados, esa carga no durará para siempre. ÉL GARANTIZA, nuestra vida y futuro.

Juan 16:33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.

EL GARANTIZA que no debemos darle cabida al temor, porque EL HA VENCIDO.

5. ATRÉVASE A CARGAR LA CARGA DE JESÚS Y DESCANSAR EN ÉL.

MATEO 11: 29-30 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.

Siga llevando la carga que lleva, lleve todo al pie de la cruz y cambie su carga por la de Jesús. Con mansedumbre y humildad, cuando lo traicione la duda, corra a la cruz de Cristo, cuando sienta flaquear y abandonar todo, sea humilde y manso, y corra a los pies de Jesús, cuando todo haya fallado, pídale a Jesús que cambie su carga por la suya, porque es mucho más liviana y más fácil de cargar.

Tenga en cuenta que las promesas de Dios: Él cumple su Palabra, las cumplirá y nunca falla.

Conclusión: Tenemos un Dios que nos ama, y nos quiere dar el descanso de un porvenir glorioso. Aunque no lo veamos, él está obrando a nuestro favor. Aunque no lo entendamos, Él sí entiende, y nos dará un motivo para creer. No deje de creer, con fe sencilla, como de niño, lleve la carga de Jesús, porque es mas liviana, solo debemos creer.

Para que esto sea realidad en tu vida, repite en voz alta la siguiente oración:

«Padre Celestial, venimos delante de ti para pedirte que vengas a morar dentro de mi corazón, perdona mis pecados, límpiame con la Preciosa Sangre de tu Hijo Jesucristo. Hoy decido hacerte el Señor y Salvador de mi vida. Has de mí una nueva criatura llena del Espíritu Santo para que dirija mis pasos y mi vida y cumplas tus propósitos en mi. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.»

FUENTE: Gracias Pastor DORIAN BANEGAS por sus enseñanzas.

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PORQUE ÉL VIVE

Para los creyentes, la muerte y la resurrección del Señor Jesucristo les garantizan la promesa de un hogar eterno con Él en el cielo. Pero ¿qué significa esto para nosotros ahora mismo?

Porque Él vive, no solo tenemos esperanza en cuanto al futuro, ¡sino también la capacidad de caminar con Dios hoy!. Este mensaje enseña que, gracias a la Resurrección de Jesús, podemos vivir sin ansiedades, orar con confianza y tener una vida de influencia piadosa.

Porque Él vive, nosotros también podemos vivir con paz y confianza en su divina presencia cada día.

Nadie esperaba que Jesús resucitara de la muerte después de haber sido crucificado.

Muchos habían sido crucificados, pero ninguno había vuelto a vivir. ¿Por qué entonces las personas de esa época considerarían esa posibilidad? En nuestros días, aquellos que no creen en la resurrección de Cristo, no entienden por qué los creyentes nos reunimos para celebrar aquello que a ellos les parece no tener sentido. Pero ese evento es el cimiento de nuestra fe, no solo porque la Biblia lo menciona, sino porque sabemos que Jesucristo vive en nuestro corazón.

Los que conocían y creían en Jesús, no pensaron que el Señor regresaría a la vida después de haber sido crucificado.

José, un miembro del sanedrín, le pidió a Pilato que le diera el cuerpo, lo preparó para la sepultura y lo depositó en una tumba. El domingo, temprano en la mañana, algunas mujeres vinieron a la tumba con especies aromáticas. Si José y esas mujeres hubieran tenido la expectativa de que Jesús resucitaría, no hubieran hecho nada de eso.

Ni aun los discípulos de Jesús, quienes habían escuchado sus enseñanzas, visto sus milagros y presenciado momentos en que revivió a otras personas, esperaban que Él resucitara. De hecho, al hablarles acerca de su muerte y resurrección, Pedro declaró que algo así nunca debería suceder, y fue reprendido por el Señor (Mt 16.21-23).

Pero tal y como lo había anunciado Jesús, Él murió en la cruz y cuando las mujeres vinieron a la tumba, se dieron cuenta de que estaba vacía. Dos ángeles les dijeron que Jesús había resucitado. Fue en ese momento que recordaron sus palabras sobre lo que sucedería. Sin embargo, cuando les contaron a los discípulos, éstos no les creyeron.

LUCAS 24: 8-12 «Entonces ellas se acordaron de sus palabras, y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás. Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían. Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido.

Pero Pedro y Juan corrieron al sepulcro y se dieron cuenta de que era verdad: Jesús no estaba muerto.

¿Qué significado tiene la resurrección de Jesús para nosotros?

Aunque muchos no creen que Jesús resucitó, para aquellos que hemos confiado en Él como nuestro Salvador, su resurrección no solo es real, sino también personal y muy importante.

Porque Él vive . . .

1. No tenemos que vivir con soledad en nuestro corazón. 

Tenemos una confianza absoluta de que Jesús está vivo y mora en nuestro corazón, tal y como lo prometió. No nos ha dejado huérfanos, pues envió al Espíritu Santo para que morase en nosotros.

JUAN 14: 16-18 «Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.

Nunca estamos solos, pues Jesús vive en cada creyente por medio de su Espíritu.

2. No tenemos que preocuparnos por la provisión de Dios. 

Desde el comienzo de su ministerio, Jesús le dijo a sus seguidores que su Padre celestial, quien cuida de las aves, las flores y las plantas del campo, también iba a proveer para sus necesidades. Esa promesa no tendría ningún valor si Jesús solo fuera un ser humano, pero al ser el Hijo de Dios, quien además venció la muerte, sabemos que podemos confiar en su Palabra. Nada es superior a su poder. Y en su tiempo perfecto proveerá para nuestras necesidades.

3. Podemos orar con seguridad. 

Después de resucitar, Jesús ascendió a la diestra del Padre, donde intercede por nosotros. Eso nos garantiza que responderá a nuestras oraciones.

 1 JUAN 5: 14-15 “que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye” y concede nuestras peticiones.

En vez de dudar, debemos vivir con la expectativa de la respuesta que nos dará.

4. Podemos tener una influencia espiritual positiva en la vida de otros. 

En el Sermón del monte, Jesús nos dice que somos la luz del mundo y la sal de la Tierra

MATEO 5: 13-16 » Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Por medio del poder de su Espíritu Santo, podemos ser una luz en medio de este mundo oscuro en el que vivimos.

5. Experimentamos al Espíritu Santo en nosotros. 

Aunque los discípulos ya habían vivido tres años cerca de Jesús, no estaban equipados para realizar la misión que les daría. Pero cuando el Espíritu Santo vino a morar en ellos, fueron capacitados para servirle. Fue por eso que el Señor les dijo que se quedaran en Jerusalén hasta que recibieran la promesa del Espíritu (Hch 1.4). Ese mismo Espíritu que ellos recibieron, es el mismo que también mora en el corazón de todos los que reconocen a Jesucristo como su Salvador personal. Es Él quien nos ayuda a comprender que el Señor murió por nosotros, para que nuestros pecados fuesen perdonados y pudiéramos ser salvos. Cuando nos arrepentimos y creemos en Cristo, su Espíritu Santo nos sella como hijos de Dios. Y nadie puede romper ese sello, pues la resurrección de Cristo hace que nuestra salvación sea segura y eterna.

6. Podemos tener paz en medio de los momentos más difíciles de nuestra vida. 

Antes de ser crucificado, Jesús le dijo a sus discípulos:

JUAN 14:27 “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”.

La paz de Cristo es como un ancla que nos sostiene en medio de las tormentas. Aunque en ocasiones sintamos temor, el Señor nunca se olvida de los que le amamos, por el contrario, intercede en todo momento por nosotros ante la presencia de nuestro Padre celestial. Jesús comprende nuestras debilidades, y está con nosotros en todo momento para sostenernos y ayudarnos a llegar a ser la persona que desea que seamos.

7. Podemos enfrentar la muerte sin temor alguno. 

Jesús está vivo y es la fuente de nuestra vida eterna. Si es nuestro Salvador, iremos a su presencia una vez que hayamos muerto.

2 CORINTIOS 5:8 » pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.

Porque Él vive, es que nunca moriremos, sino que viviremos para siempre con Él.

8. Solo por medio de Jesús recibimos la esperanza de la vida eterna.

Es al confiar en Cristo como nuestro Salvador, que obtenemos el regalo de la vida eterna.

  • Romanos 10.9 “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. Dos aspectos son esenciales para ser salvos: confesar que Jesús es el Señor y creer en su resurrección.
  • Efesios 2.8, 9 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. La salvación depende del poder de Dios y no de nuestras buenas obras. Tenemos que reconocer que somos pecadores y creer que solo Jesús tiene el poder para perdonar nuestros pecados y hacernos aceptables ante Dios.

Gracias a Dios que Jesús vive y no esta muerto y si queremos tener la seguridad de que no estamos solos, sino experimentar la presencia de Dios en nuestras vidas y la seguridad de su paz, el perdón de pecados, que siempre Dios nos suple nuestras necesidades, de que podemos venir delante de Dios para orar y tener la confianza que Él nos escucha y responde nuestras oraciones y saber con certeza que al morir viviremos con Dios por toda la eternidad, has esta oración repitiendo conmigo:

«Padre celestial, vengo delante de tu presencia, para pedirte perdón por mis pecados, vengas a morar a mi corazón, que hagas de mí una nueva criatura y que seas tú mi Señor y Salvador de mi vida. Qué me inscribas en el Libro de la Vida. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.»

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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Cuando no podemos con las cargas.

Cuando su corazón está cargado, su cuerpo agotado y sus emociones desgastadas, y se siente desanimado, sin esperanza y abrumado, ¿dónde busca alivio?

¿Se refugia en alguien o en algo como forma de escape?. Existe una mejor opción, y la encontramos en:

 Mateo 11.28: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.

Cuando Cristo ofreció descanso y esperanza a los que estaban cargados, se dirigía a personas que tenían vidas muy difíciles. Estaban oprimidos por Roma, y muchos de ellos vivían en pobreza o esclavitud. Además, el judaísmo se había convertido en una religión legalista, con requisitos que imponían cargas pesadas. Pero esto no solo les ocurrió a las generaciones pasadas. En nuestros días hay muchos que también se sienten agobiados. Algunos sienten que necesitan darse por vencidos; pero a ellos, Cristo también les ofrece ayuda.

En la Biblia se mencionan dos clases de cargas.

Por medio de ellas Él se propone:

1. La carga del Señor. En el Antiguo Testamento, el mensaje que recibía el profeta de parte de Dios era llamado profecía o carga (Zac 12.1 LBLA). El profeta tenía una sensación de peso, urgencia y responsabilidad por compartir con los demás las palabras que el Señor le había dado. En muchas ocasiones esas profecías consistían en una declaración del inminente juicio de Dios hacia una persona o nación. Como esos mensajes provenían del Señor, quedaron escritos en la Biblia.

En nuestros días, contamos con la Biblia, pero quizás sintamos esa carga como una inquietud por orar o ayudar a personas que el Espíritu Santo pone en nuestros corazones. O puede que sintamos la convicción que debemos compartir el evangelio con alguien. En el caso de los pastores, es el sentido de urgencia por predicar a la congregación las verdades de la Palabra de Dios. Ese llamado produce en nosotros una inquietud espiritual, una urgencia y una responsabilidad similar a la que tenían los profetas. Todos esos son métodos que el Señor usa para que ministremos a nuestros hermanos en la fe.

2. Cargas del diario vivir. Dado que vivimos en un mundo caído, en todo momento estamos expuestos a diversas pruebas. Estas se presentan de varias maneras, como problemas económicos, familiares, laborales, de salud, abusos, errores y pecados del pasado, o la muerte de un ser querido. Estas dificultades pueden hacernos sentir más cargados de lo que podemos soportar.

JESUCRISTO OFRECE LA SOLUCIÓN.

1. La invitación. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mt 11.28). El Hijo del Dios viviente, quien es Soberano sobre todo lo que existe y tiene todo el poder, está dispuesto y puede ayudarnos. No hay nada que sea demasiado difícil para Él.

El alcance de esta invitación es universal. A los que no creen, les ofrece salvación. Al morir en la cruz llevó sobre sí el castigo del pecado y a todos los que creen en Él les ofrece el perdón de los pecados, la justificación y la vida eterna. “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1 P 2.24).

Como el Señor ya llevó nuestros pecados en la cruz, también llevará nuestras cargas, por menores que parezcan, una vez que seamos creyentes. Nos invita a venir ante Él con todo aquello que nos hace sentir abrumados.

  • En oración. Humillémonos ante el Señor al reconocer nuestras debilidades, al contarle aquello que nos agobia y pedirle que nos ayude.
  • Entreguemos nuestras cargas. En lugar de enfocarnos en la dificultad, pongamos nuestra mirada en Cristo. Nos invita a poner toda nuestra ansiedad sobre Él, pues nos cuida (1 P 5.7). También promete sustentarnos en todo momento para que no caigamos (Sal 55.22). Quizás no nos quite la carga que nos agobia, pero nos fortalecerá para que podamos sobrellevarla.

2. El mandato. “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí… porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mt 11.29, 30). El yugo era una pieza de madera que se colocaba sobre los lomos de dos bueyes, para que el peso fuera distribuido y avanzaran al mismo ritmo. En la época de Jesucristo, las personas vivían bajo el yugo religioso de los fariseos, quienes imponían cargas pesadas de legalismo que ni siquiera ellos mismos podían cumplir. El Señor declaró, que aquellos que estuvieran agotados por esas cargas legalistas, tenían la opción de intercambiar yugo al tomar el suyo y aprender de Él.

Recibimos el yugo del Señor por la gracia de Dios, por medio de la fe y no por obras. Para tomar su yugo, debemos confesar nuestros pecados y reconocer que Cristo es nuestro Señor y Salvador. Como sus discípulos, aprendemos de Él y sentimos gratitud y amor a mediada que lo obedecemos. Cuando somos confrontados por las cargas diarias, el Señor nos ayuda a enfrentarlas y nos muestra cómo mantener nuestra paz y confianza en Él, para que esas cargas no se vuelvan insoportables.

3. La certeza. “que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11.29). Los atributos de nuestro Salvador son un gran consuelo cuando nos sentimos cargados. Nunca condena, ni aleja a sus discípulos que vienen ante su presencia en tiempo de necesidad (Jn 6.37). Nos trata con amor y se humilla para ayudarnos a llevar nuestras pesadas cargas.

4. La promesa. “y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mt 11.29). Cuando confiamos en Cristo para salvación y para llevar nuestras cargas, Él nos da la seguridad de la vida eterna y llena de paz nuestros corazones. Al mantener nuestra mirada en el Señor, Él reemplaza la tempestad, el miedo, la ansiedad, el enojo y la frustración con confianza en Él. Nos ayuda a llevar las cargas, para que no las sintamos tan pesadas. Aunque la carga permanezca, nuestras almas estarán en paz, pues confiamos en el Señor incluso ante aquello que no comprendemos.

Lo primero que debemos hacer cuando sentimos que las cargas de la vida están muy pesadas, es venir ante Cristo, llevar su yugo y aprender de Él. Sin importar lo que enfrentemos, Él es más que poderoso para sostenernos. Además, el Señor provee consuelo y fortaleza por medio de su Cuerpo, la Iglesia. Como creyentes hemos sido llamados a servirnos unos a otros, y parte de ese servicio consiste en apoyarnos con las cargas (Ga 6.2). Incluso el Señor Jesús les pidió a tres de sus discípulos más cercanos que oraran con Él en el huerto de Getsemaní (Mt 26.36-38). Cuando buscamos ayuda en otros creyentes, nuestras cargas se aligeran y ambas partes somos bendecidas.

Si usted no ha aceptado a Cristo como su Salvador, sé lo que carga, carga la culpa, carga el peso del pecado y la única persona que puede manejar eso es el Señor Jesucristo, así que le animo a pedirle que perdone sus pecados y a decirle que le entrega su vida a Él, que quiere vivir una vida plena y solo Él puede ofrecerle eso. Si le confiesa sus pecados y le dice que lo acepta como su Salvador personal, basándose en lo que Él hizo en la cruz del Calvario, en ese momento Él perdona sus pecados. Escuche esto, no es condicional, es libertad eterna. El Espíritu de Dios le sella como hijo de Dios al instante. Y de ahí en adelante tiene a alguien que lleva esas cargas. Que caminará con usted, le quitará el peso y facultará para andar en paz y tranquilidad. Talvez sea un creyente y esta en una circunstancia de la que quisiera salir. Y clama a Dios y ha comenzado a dudar de Él, porque no hace esto, diga: «Señor, he escuchado algo distinto hoy, no lo he hecho muy bien», solo dígale: «hoy lo entrego todo a ti». Dios sabe que quizás quiera retomarla mañana. Dígale que se la entrega. Es la única y real libertad genuina y es mediante Jesucristo.

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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