Categoría: Voluntad de Dios

UNA VIDA FIRME

Todos sabemos lo que constituye un cuerpo físico fuerte, pero ¿qué define los atributos de una vida fuerte y cómo podemos usarlos para defendernos de las tormentas de la vida que experimentamos.

Nadie puede determinar con precisión si alguien es fuerte simplemente observando las apariencias externas. Eso es porque un cuerpo físicamente en forma, no es necesariamente un signo de fortaleza interior.

MATEO 7:24-29 » 24Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.

Aqui Jesús relató una historia que demuestra vívidamente la diferencia entre una vida fuerte y una vida débil. Dijo que aquellos que son sabios construyen sus vidas sobre el fundamento de roca al escuchar y aplicar la Palabra de Dios.

Sin embargo, una persona que escucha la Palabra, pero no la obedece, básicamente está edificando su vida sobre arenas movedizas. La verdadera prueba de fuerza ocurre cuando las tormentas llegan a nuestras vidas.

Todos están edificando su vida sobre algo, ya sea el fundamento firme de las Escrituras o las arenas inestables de este mundo.

Pero no importa lo que haya hecho en el pasado o la edad que tenga, nunca es demasiado tarde para comenzar a construir sobre la roca. Este es un proyecto de construcción que no terminará hasta que el Señor te lleve a casa.

CARACTERÍSTICAS DE UNA VIDA FUERTE.

Mientras piensa en las siguientes características, pregúntese si son ciertas para usted. Una persona con una vida fuerte:

  • Confía y ha hecho a Jesucristo como su Salvador personal: Este es el punto de partida y el fundamento mismo para una vida fuerte que no puede ser ignorada si desea fortalecerse en la fe
  • Es guiado por el Espíritu Santo de Dios: En el momento de la salvación, Cristo envió a Su Espíritu Santo a vivir dentro de nosotros. Su trabajo es capacitarnos para obedecer, dirigir nuestros caminos y guiar sabiamente nuestras decisiones.
  • Pasar tiempo a solas en oración es una prioridad: Este es nuestro punto de conexión con Dios y el medio para fortalecer nuestra relación con Él. Una persona con una vida fuerte está comprometida con la disciplina diaria de la oración y sabe comunicarse con el Señor sobre todo.
  • Edifica su vida sobre las enseñanzas y la aplicación de la Palabra de Dios: La Biblia es nuestra posesión mas preciada porque es la voz del Señor hablándonos directamente. Obedecer sus verdades debería ser la norma en nuestras vidas, no la excepción. Cuando nos alimentamos constantemente de Su Palabra, Él nos dará Escrituras para fortalecernos en nuestras pruebas y sufrimientos.
  • Ve al Señor Jesús como la fortaleza de su vida: Cuando el apóstol Pablo estaba en la cárcel, escribió estas palabras: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Su fundamento de obediencia a Cristo era tan firme que nada lo detuvo o lo desanimó de completar la obra que Dios le había señalado. Sabía que su fuerza no provenía de sí mismo, sino que fluía de su relación con Cristo.
  • Tiene dirección para la vida: Una vida fuerte tiene un sentido de propósito. Cada actividad y situación es vista como una oportunidad para ser útil al Señor. Incluso el envejecimiento y la enfermedad no deberían obstaculizarnos porque son simplemente formas nuevas y diferentes de servirle.
  • Puede soportar las tormentas y aprender de ellas: Muchos cristianos se quejan y cuestionan el amor de Dios cuando experimentan dificultades y dolor. Pero aquellos que son fuertes entienden que el propósito del Señor no es sacarnos de todas las pruebas, sino usarlas para fortalecernos, transformarnos en personas piadosas y equiparnos para cumplir Su voluntad para nuestras vidas.
  • Tiene una fe fuerte: Cuando se prueba una vida fuerte, sale de las pruebas con mayor fe. Los hombres y mujeres sabios reconocen que hay una lección en cada situación difícil y quieren que cada experiencia aumente su fe.
  • Tiene coraje: Todos necesitamos coraje para manejar las dificultades y los desafíos de la vida, pero el coraje solo crece cuando seguimos el ejemplo de Josué de confiar en el Señor (1:9). A medida que obedecía al Señor y observaba su fidelidad, recibió fuerza interior para enfrentar con valentía todos sus desafíos.
  • Es optimista: Dado que Dios es quien controla y guía nuestras vidas, podemos ser optimistas sobre nuestro futuro, sin importar las incertidumbres que nos rodeen.
  • Desarrolla amistades con personas que enriquecen su vida: Las personas fuertes se rodean de amigos piadosos que los ayudan y los aman.
  • Expresa amor y cuidado por los demás: Aquellos que son fuertes se entregan voluntariamente a los demás estando disponibles, ofreciéndoles ánimo y marcando una diferencia en sus vidas.
  • Sirve a Dios con sus dones espirituales: El Señor da dones espirituales a los creyentes que les permiten servir excepcionalmente bien en un área en particular. Cuando operamos usando nuestros dones, tendremos la fuerza para lograr lo que Dios nos ha llamado a hacer.
  • Es pronto para perdonar: Un espíritu que no perdona afecta nuestras emociones, relaciones e incluso nuestro cuerpo. También obstaculiza todos los aspectos de nuestro caminar con Cristo. Somos fuertes cuando nos damos cuenta de cuánto nos ha perdonado Dios y podemos perdonar más fácilmente a los demás.
  • Tiene paz interior: Cuando nuestra relación con el Señor es correcta, Él nos da una sensación de paz interior, independientemente de nuestras situaciones.
  • Usa el dinero sabiamente: Una persona con una vida fuerte no se preocupa por el dinero porque confía en Dios. Él sabe que el Señor promete bendecir y cuidar a aquellos que le den la primera parte de sus ingresos (Lucas 6:38).
  • Pertenece a una iglesia que enseña la Biblia: nadie supera la necesidad de que se le enseñen las Escrituras. Es por eso que todos necesitamos pertenecer a una iglesia donde podamos crecer en nuestro conocimiento de la Palabra, participar en la adoración y ser fructíferos para el reino de Dios.
  • Obra para construir una familia fuerte: Si tenemos una vida fuerte, querremos ser un ejemplo piadoso para nuestros hijos y educarlos en la fe.
  • Tiene espíritu de servidor: Alguien con fuerza interior se deleita en servir y ayudar a los demás.
  • Está orientado a metas: Dado que el Señor tiene un propósito para nuestras vidas, debemos establecer metas para nosotros mismos de acuerdo con Su voluntad, para que podamos vivir productivamente y lograr lo que Él desea.
  • Tiene confianza: la confianza de Dios no es egoísta. Es seguridad en uno mismo basada en nuestra relación con el Señor. Sabemos que cualquier cosa que Él nos haya llamado a hacer, Él nos ayudará a lograrlo.
  • Es fructífero: Si somos fuertes, los demás verán cómo Dios ha transformado nuestro carácter, conducta y conversación, y querrán que Él haga lo mismo en sus vidas.
  • Impacta la vida de los demás: Las personas fuertes influyen positivamente en otras personas con sus ejemplos y palabras.

Gloria a Dios, porque al estar fundamentados en Cristo Jesús, veremos a Dios actuar y transformar nuestras vidas en las personas que Dios quiere que seamos (a la imagen de Cristo), pero para que todo lo dicho anteriormente suceda, lo primero es hacer a Jesús nuestro Señor y Salvador y para ello, es tan simple como hacer y repetir conmigo la siguiente oración:

«Padre Celestial, vengo delante de tu presencia, reconociendo que soy un pecador y que eso me ha alejado de tí. Pero, hoy quiero que vengas a morar a mi corazón porque creo que Jesús es el Hijo de Dios y que Tú lo resucitaste de entre los muertos. En este momento te haga el Señor y Salvador de mi vida. Y me consagro a tí por el resto de mi vida. Amén.»

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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ES USTED UN SEGUIDOR DE JESÚS?

Cuando se hace esa pregunta, la gente da una serie de respuestas. Piensan que es creer en Dios, asistir a la iglesia, hacer buenas obras, orar cuando se necesita, vivir una buena vida o ser religioso. Pero ninguno de estos en realidad responde la pregunta, ni prueban que alguien esté siguiendo a Jesús. Aunque estas actividades son practicadas generalmente por cristianos, no todo el que las realiza es cristiano. Para determinar si alguien realmente sigue a Jesús, debemos usar pautas bíblicas.

Mientras Jesús caminaba junto al Mar de Galilea, llamó a Simón Pedro y Andrés a dejar su ocupación como pescadores y seguirlo (Mateo 4:18-19). Su respuesta demuestra lo que implica seguir a Jesús: “Al instante, dejando sus redes, le siguieron” (v. 20). Este fue un compromiso de toda la vida, no una mera actividad religiosa.

¿ENTONCES, QUE CARACTERIZA A UN SEGUIDOR DE JESÚS?

Para evaluar si estamos siguiendo a Jesús, debemos entender qué experiencias son verdaderas de aquellos que son seguidores genuinos:

1. Nacido de nuevo. “De cierto, de cierto os digo, que él que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” Juan 3:3).

Esta es lo primera para convertirse en un seguidor de Jesús. Debemos confesar y arrepentirnos de nuestros pecados, por fe recibir el perdón de Dios, entregar nuestra vida a Cristo como nuestro Salvador y Señor, y comenzar a caminar en Sus caminos. Ser cristiano no es solo mejorar o mejorarnos a nosotros mismos; es una vida completamente nueva nacida del Espíritu.

2. Oración. “En ese momento se fue al monte a orar, y pasó toda la noche orando a Dios” (Lucas 6:12).

Si seguimos a Jesús, seremos personas de oración como él lo fue. De hecho, no solo es una súplica de ayuda cuando la necesitemos. Debe ser una prioridad, debemos convertirla en un hábito diario el tener un tiempo a solas con Dios. Comenzar y terminar cada día en oración es una buena manera de asegurarnos de que estamos caminando en los pasos de Cristo.

3. Escuchando. “Mientras él aún estaba hablando, una nube brillante los cubrió, y he aquí, una voz desde la nube dijo: ‘Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; ¡Escúchenlo!’” (Mat. 17:5).

Muchos de nosotros comenzamos la mañana pensando en todo lo que necesitamos para lograr ese día. Aunque cumplir con nuestras responsabilidades es importante, es más esencial pasar tiempo hablando con el Padre, pidiéndole que nos guíe, proteja y nos capacite para ser obedientes a Él y sensibles a las necesidades de quienes nos rodean que necesitan al Salvador. Como el Señor y Amo soberano no solo del universo sino también de nuestras vidas individuales, Dios requiere nuestra sumisión y obediencia a Su voluntad. Es por eso que debemos tomar tiempo para escucharlo mientras leemos Su Palabra y oramos. (Juan 3:3).

4. Creencia. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Así como confiamos en Cristo para la salvación, debemos continuar viviendo por fe mientras lo seguimos. Si no le creemos, viviremos vidas egocéntricas y no haremos lo que Él dice ni andaremos en Sus caminos. Pero como seguidores genuinos de Cristo, confiaremos en Él con nuestras dificultades, dolores, tentaciones y necesidades, confiando en Él para que nos permita hacer todo lo que Él diga.

5. Obediencia. «Soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

Seguir requiere obediencia, y cuando este es el deseo de nuestro corazón, reconocemos cuán tonto es seguir nuestro propio camino. El pecado siempre conduce a la pérdida y la muerte de algo, ya sean oportunidades o bendiciones (Romanos 6:23). Si nos negamos tercamente a obedecer a Dios, Él permitirá suficiente angustia y problemas a nuestra vida para corregirnos. Siempre es mejor obedecerle porque Él es la fuente de todo bien.

6. Amor. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y ​​con toda tu mente, y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:30).

No podemos seguir a Cristo con un corazón dividido, mitad en el mundo y mitad con Dios. El amor que debemos tener por Cristo involucra todo nuestro ser. Por lo tanto, no podemos permitir pensamientos, imágenes y palabras impuras en nuestra mente y afirmar amarlo al mismo tiempo. El amor sincero por Cristo afecta lo que pensamos y observamos, lo que hacemos y hacia dónde vamos.

7. Compartir nuestra fe. “Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19).

Este es el mandato de Jesús, y si vamos a seguirlo, compartiremos la verdad de la Palabra de Dios con los demás, sin importar si les agradamos o no. En un mundo de odio, amargura, animosidad y muerte, los seguidores de Cristo están arriesgando sus vidas para llevar el evangelio a las personas de todo el mundo. Cada uno de nosotros seguramente puede decir algo para despertar el interés de alguien que conocemos que no sigue a Jesús.

8. Servicio. “Si alguno me sirve, debe seguirme; y donde yo estuviere, allí estará también mi siervo; si alguno me sirve, el Padre lo honrará” (Juan 12:26).

Jesús vino como siervo y como sus seguidores, eso es lo que debemos hacer nosotros también. Todos nosotros tenemos la capacidad de servir al Señor de alguna manera sirviendo a los demás. El servicio viene en muchas formas diferentes: ayudando, cuidando, animando, consolando, dando, enseñando o compartiendo la Palabra de Dios.

9. Sufrimiento. “Porque a vosotros os es concedido por amor de Cristo, no sólo creer en Él, sino también sufrir por Él” (Filipenses 1:29).

Si estamos siguiendo a Jesús, podemos experimentar alguna forma de sufrimiento. Podemos ser rechazados, sufrir pérdidas financieras o incluso perder relaciones porque hacemos que las personas se sientan incómodas y no encajamos con quienes aman el mundo. Pero esto no debería impedirnos seguir a Jesús y compartir el evangelio.

Aunque podemos tener la tentación de elegir cuál de estas cualidades queremos seguir, todas estas prácticas son elementos esenciales de nuestro caminar con Jesús y deben convertirse en una parte importante de nuestras vidas a medida que lo seguimos.

Si quieres tener esa experiencia maravillosa de experimentar la presencia de Dios en tu vida, la cual estoy seguro que te dará propósitos, y serás bendecido tu y tu familia, es necesario permitirle a Dios que venga a tu vida. Y eso solo esta a una distancia de una oración, la cual haremos juntos, declarándola en voz alta:

«Padre Celestial aquí vengo delante de tu presencia, pidiéndote perdón por mis pecados. Reconozco que tú eres Jesucristo y que veniste a morir por mi para que tenga vida eterna. Hoy decido que tú seas mi Señor y Salvador. Consagro mi vida a partir de este momento, por la eternidad. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.»

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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UNA IGLESIA FIRME

La iglesia no se define por un edificio, sino por vidas comprometidas a amar a Dios y servir a las personas en Su nombre. Aqui describimos lo que podemos hacer para fortalecer nuestra propia iglesia y asi, participar en la difusión del evangelio en nuestras comunidades y en todo el mundo.

¿QUE HACE FUERTE A UNA IGLESIA?

No podemos saber su fuerza mirando el edificio o incluso el tamaño de la congregación. La única forma es averiguar lo que Jesús dice que es esencial para su iglesia. Después de todo, Él es el constructor. Cuando preguntó a Sus discípulos quién pensaban que era Él, Pedro respondió rápidamente:

MATEO 16:16 “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.

Es sobre esta declaración de fe que Jesús edifica Su iglesia. Si se elimina esta verdad, los cimientos se derrumban y la iglesia se convierte simplemente en una institución.

Cristo es también Aquel que guarda, protege y hace crecer Su iglesia. Porque Él es omnipotente, todas las fuerzas del mal nunca podrán destruirlo. Aunque la iglesia ha sido perseguida a lo largo de la historia, las puertas del Hades nunca la han vencido (Mateo 16:18). Incluso la muerte no puede detenerlo porque la sangre de los mártires en realidad fortalece a la iglesia. El cuerpo de Cristo lleva a cabo su obra bajo la autoridad de Dios todopoderoso. Él es quien guía los eventos y las decisiones de acuerdo con Su voluntad predeterminada en el cielo.

Ya que somos parte del cuerpo de Cristo, necesitamos entender las características de una iglesia fuerte, tales como:

  • Liderazgo lleno del Espíritu: Cuando Jesús dio a sus seguidores la tarea de hacer discípulos de todas las naciones, sabía que no estaban preparados para el trabajo. Por eso les dijo que se quedaran en Jerusalén y esperaran que el Espíritu Santo los llenara y les diera poder. De la misma manera, ningún personal de la iglesia es adecuado para el trabajo que Dios les ha llamado a hacer a menos que ellos también estén llenos del Espíritu Santo. Él es quien les da la guía divina, la fuerza y ​​la capacidad para lograr sus propósitos.
  • Mensajes doctrinalmente sólidos que satisfacen las necesidades de las personas: ser doctrinalmente sólido significa que las creencias de la iglesia se originan en la Palabra de Dios, y la enseñanza no es un asunto de opiniones, preferencias o sentimientos, sino que se basa en la verdad bíblica. Sin embargo, esto no significa que tengamos que estar de acuerdo en la interpretación de cada pasaje. Nadie tiene una claridad absoluta sobre todos los temas, pero hay suficientes verdades claramente reveladas en las que podemos estar de acuerdo.
  • Convicciones firmes: Las iglesias fuertes se componen de personas con convicciones firmes. No temen oponerse a la opinión pública para defender la verdad inquebrantable de la Palabra de Dios.
  • Fuerte énfasis en la fe y la oración: Cuando una iglesia tiene personas que están llenas de fe y comprometidas con la oración, el poder del Espíritu Santo fluye a través de ellos y fortalece a la iglesia. Por eso necesitamos cultivar el hábito de comenzar nuestros días con la Palabra de Dios y la oración. Es en esos momentos de tranquilidad a solas con el Señor que desarrollamos una relación íntima. A medida que le escuchamos y le hablamos, Él nos brinda comprensión de Su Palabra y guía para cada día de modo que sepamos qué hacer, adónde ir y cómo vivir. Aprenderemos a caminar por fe, creyendo lo que Dios dice en Su Palabra. Sin embargo, si descuidamos nuestra relación con Él, nos desviaremos porque nuestras mentes y corazones no estarán en sintonía con Él.
  • Servicios de adoración que permiten a las personas experimentar la presencia de Dios y renovar su compromiso de obedecerle y servirle: Los domingos por la mañana son un momento para reunirse con otros cristianos y centrar nuestra atención en el Señor y Su Palabra. En una iglesia fuerte, la enseñanza, las oraciones y los cánticos exaltan y honran a Dios. Los adoradores vienen con una actitud de oración y enseñanza, listos para escuchar lo que el Señor quiere decir. También es un momento de compañerismo. Lo que hace que la iglesia sea tan especial es que estamos adorando a Dios junto con otros creyentes. El Señor no quiere que estemos solos, sino que seamos interdependientes. Las palabras de Hebreos 10:25 nos exhortan a no dejar de congregarnos.
  • Ofrenda fiel y generosa: una iglesia fuerte no solo adora al Señor con palabras y canciones, sino también con recursos financieros. De hecho, cualquiera que elija seguir obedientemente a Cristo será un dador porque el Espíritu Santo que mora en nosotros motiva la generosidad. Cuando escuchamos la Palabra de Dios y la creemos, entenderemos que es un privilegio contribuir al trabajo de la iglesia. Además, dado que el Señor nos bendice, provee y protege de tantas maneras, desearemos darle la primera parte de nuestros ingresos a Él, incluso en los momentos difíciles.
  • Organizados estratégicamente para alcanzar las metas dadas por Dios: El trabajo de la iglesia no sucede accidentalmente o en un ambiente caótico. Requiere planificación y orden para cumplir efectivamente la voluntad de Dios. Incluso la primera iglesia demostró organización. Aunque la organización se encuentra debajo de la superficie, es lo que le permite a la iglesia servir y adorar al Señor de una manera que le agrada.
  • Llenos de hombres y mujeres que manifiestan sus dones espirituales: Dios ha dado a los creyentes dones espirituales para servir al cuerpo de Cristo (Romanos 12:6-8). Cuando todos operamos en el área de nuestros dones, la iglesia se fortalece porque se satisfacen todas las necesidades. Es por eso que cada uno de nosotros necesita descubrir nuestros dones espirituales y comenzar a usarlos para lograr aquello para lo que el Señor nos creó.
  • Unidos en espíritu: Aunque la iglesia está compuesta por personas de diversas razas, idiomas, antecedentes y culturas, todos somos un solo cuerpo en Cristo. Por lo tanto, debemos guardarnos de dejar que las diferencias y preferencias individuales nos dividan. Nuestra unidad solo se mantiene cuando abordamos nuestros problemas y preocupaciones al personal de la iglesia y buscamos entendernos unos a otros. No importa cuán diversos seamos, nuestros objetivos deben ser amarnos, ayudarnos y fortalecernos unos a otros.
  • Amor genuino de unos a otros: El amor es el pegamento que mantiene unida a una iglesia. Sin embargo, este tipo de amor no nace de intereses mutuos sino que se origina en Dios. Si oramos por aquellas personas que naturalmente no nos agradan, el amor de Dios comenzará a fluir a través de nosotros.
  • Una visión para un mundo perdido: Jesucristo le dio a Su iglesia el trabajo de esparcir el evangelio por todo el mundo. Cuando un cuerpo de creyentes se compromete con esta tarea, el Señor abre puertas de oportunidad para cumplir Su voluntad.

OREMOS: » Padre Celestial, hoy venimos delante de ti para interceder por las Iglesias y sus miembros, para que todos estemos llenos de su Espíritu Santo, quien da la fortaleza y valentia para proclamar las bondades de Aquel que nos salvo.Te lo pedimos en el nombre de Cristo Jesús»

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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CAMINAS TU CON DIOS?

Cuando llegue al final de su vida, ¿qué quiere que la gente recuerde de usted?

Tal vez le gustaría ser conocido por cualidades admirables como la bondad, el amor, la generosidad, el conocimiento o la sabiduría. O tal vez tus habilidades y capacidades, o la forma en que te relacionaste con los demás, es lo que quieres que la gente recuerde?. Si eres creyente, el mayor cumplido que puedes recibir es el reconocimiento de que caminaste con Dios.

Caminar con Dios significa mantenerlo en el centro de nuestras vidas, en todo lo que hacemos, decimos y pensamos en nuestras relaciones, finanzas, planes y en todas las demás áreas de la vida.

Génesis 5:21-24 dice que Enoc fue un hombre que caminó con Dios hasta que el Señor lo llevó al cielo.

Hoy, nosotros también vivimos en un mundo muy pecaminoso en el que muchas personas están perdidas y viven en la oscuridad. Su camino es tan oscuro espiritualmente que no pueden ver a dónde van o qué peligros u obstáculos están por delante. Sin embargo, muchos de ellos afirman que no necesitan ayuda y no quieren tener nada que ver con la única fuente de luz, el Señor Jesucristo.

CRITERIO PARA CAMINAR CON DIOS

Por el contrario, aquellos de nosotros que hemos puesto nuestra fe y confianza en Jesucristo como nuestro Salvador deseamos la ayuda de Dios porque queremos vivir de una manera que le agrade y le honre, y que también resulte en la mejor vida posible para nosotros. Para caminar con Dios como lo hicieron Enoc y Noé, debemos seguir los siguientes criterios:

  1. Debemos aceptar al Señor Jesucristo como nuestro Salvador personal. Este es el primer y más esencial requisito porque la única manera de llegar a Dios es a través de Su Hijo Jesús (Juan 14:6). Una vez que hemos creído en Él y recibido el perdón de nuestros pecados, nuestro caminar con Dios puede comenzar.
  2. Necesitamos aprender a escuchar a Dios. El tiempo que pasamos a solas con Él, leyendo y meditando en Su Palabra y hablando con Él en oración, es esencial. Así es como recibimos instrucciones y orientación para el día siguiente. Luego, a lo largo del día, se nos recuerdan Sus caminos y podemos pedirle al Señor sabiduría o dirección cuando lo necesitemos.
  3. Tenemos que confiar en Él. Proverbios 3:5-6 dice: “Fíate de Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas”. Si no confiamos en el Señor, no lo seguiremos sino que preferiremos confiar en nuestro propio juicio. Esto es especialmente cierto cuando Su camino no tiene sentido para nosotros o el momento no parece el correcto. Lo que debemos recordar es que no podemos entender completamente los caminos de Dios de este lado del cielo, pero podemos confiar en que Él siempre nos guiará por el camino correcto.
  4. Debemos estar de acuerdo con Dios. Cuando no estamos de acuerdo con Su dirección y pensamos que sabemos una mejor manera, tontamente o ignorantemente tratamos de hacer que todo salga bien. Pero la Palabra de Dios nos dice que sigamos al Señor, no a nuestro propio entendimiento limitado. Él solo es omnisciente, omnipotente y omnipresente. Debemos alinearnos con Él en lugar de esperar que Él se alinee con nosotros.
  5. Debemos obedecer al Señor. Si decimos que estamos de acuerdo con Dios y Su Palabra pero no lo estamos obedeciendo, no estamos caminando con Él. El Señor requiere que hagamos lo que Él dice, cuando Él dice y cómo Él dice, incluso si no lo entendemos completamente o no nos gusta. Sin obediencia, no podemos ser verdaderamente seguidores de Cristo. Debe convertirse en nuestro estilo de vida. Cada mañana debemos despertarnos con la intención de rendirle nuestra voluntad a Él, confiar en Su guía y seguir Su liderazgo a lo largo del día.
  6. Tenemos que caminar en la misma dirección que camina Dios. Él tiene una voluntad diseñada de manera única para cada uno de nosotros. Por eso es tan importante buscar Su guía todos los días y comprometernos a hacer lo que Él desee por el poder de Su Espíritu Santo, quien siempre nos guía a tomar decisiones sabias y piadosas. Aunque otra dirección pueda parecer más corta, más rápida y menos costosa, solo el camino de Dios es el correcto. A veces puede que tengamos que dejar nuestros propios deseos y búsquedas o separarnos de las personas que van en la dirección opuesta.
  7. Debemos permanecer en el paso con el Señor. La idea es caminar juntos en la misma dirección y al mismo ritmo. A menudo, nos quedamos atrás o nos impacientamos y nos adelantamos a Dios porque no queremos esperar. Por eso es tan importante hacer de las Escrituras una parte diaria de nuestra vida. La Palabra de Dios es nuestra brújula que nos muestra si estamos caminando en la dirección correcta y al paso correcto. A medida que leemos la Palabra y escuchamos al Señor, seremos receptivos y sensibles a Su liderazgo para poder obedecerle. Como Él es omnisciente y conoce el futuro, podemos estar seguros de que Su tiempo para nuestras vidas siempre es el mejor.
  8. Debemos amar a Dios. Si verdaderamente amamos al Señor, haremos lo que Él dice porque nuestro deseo será agradarle y obedecerle. Mantendremos nuestros oídos abiertos para escuchar Sus instrucciones y esperar Su tiempo.
  9. Debemos abandonar el pecado. Para caminar con Dios necesitamos un corazón limpio. Cada vez que pecamos en pensamiento o acción, debemos enfrentarlo de inmediato y alejarnos de él. Además, debemos pedirle al Señor que revele cualquier pecado en nuestra vida que nos esté haciendo tropezar, para que podamos abandonarlo y continuar caminando con Él y disfrutando de las bendiciones de la obediencia.
  10. También tenemos que buscar una vida de santidad. Esta no es una vida perfecta, sino una vida rendida y comprometida con la voluntad de Dios todopoderoso. Cuando buscamos la santidad, confesaremos rápidamente y nos alejaremos del pecado para que podamos ser perdonados y limpiados (1 Juan 1:9).

ESto es lo mas hermos que podemos experimentar, caminar bajo la mano de Dios. Es un experiencia de cada día y que provoca sentido pleno en nuestras vidas. Pero ! , necesitamos venir a Dios con un corazón humilde, creyendo que lo hay. Y para eso, estamos a la distancia de una oración, a la cual te invito que repitas conmigo:

Padre Celestial, vengo delante de tu presencia a pedirte perdón por mis pecados y que vengas a morar a mi corazón. Hoy te hago el Señor y Salvador de mi vida. Y a partir de hoy consagro mi vida a ti. En el nombre de Jesús. Amén.

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas. Amén.

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