Categoría: Voluntad de Dios

LA VOLUNTAD DE DIOS EN TU VIDA

Aunque podemos sentirnos tentados a relegar la voluntad de Dios solo a asuntos espirituales, si Jesucristo es nuestro Salvador y Señor, no hay parte de nuestra vida que no le interese y sobre la cual no tenga derecho a gobernar.

La voluntad de Dios es el principio por el cual debemos vivir todos los días.

Vivir de forma independiente sin pedirle al Señor Su guía y provisión revela que no creemos que lo necesitemos. Aunque podamos negar esto fácilmente, lo que verdaderamente creemos no se demuestra tanto con nuestras palabras sino con nuestras actitudes, conducta y hábitos.

Si creemos lo que la Biblia dice acerca de Dios, entonces entendemos que Él es soberano sobre cada área de nuestra vida y que la sumisión a Él como Señor es esencial. Por lo tanto, debemos aspirar continuamente a complacerlo y honrarlo en todo lo que hacemos al buscar su guía en nuestras relaciones, decisiones financieras, asuntos laborales y cualquier otra preocupación diaria.

Jesucristo es nuestro ejemplo a seguir.

Incluso el Hijo de Dios vivió en completa dependencia y sumisión a Su Padre. Cuando la perspectiva de la cruz era inminente, no la enfrentó de forma independiente.

Lucas 22:39-42 “Y salió y se dirigió, como acostumbraba, al monte de los Olivos; y los discípulos también le siguieron. Cuando llegó al lugar, les dijo: «Orad para que no entréis en tentación.» Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra, y se arrodilló y se puso a orar, diciendo: «Padre, si eres si quieres, aparta de Mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.’”

En Su tiempo de angustia, Jesús le preguntó al Padre si había algún otro medio para lograr la redención de la humanidad—no lo había—pero Su principal preocupación era seguir la voluntad de Dios, no la Suya. Y así es exactamente como debemos pensar en cada situación que enfrentamos.

La voluntad de Dios es lo que Él aprueba y determina realizar.

Tiene que ver con Sus elecciones con respecto a qué hacer y qué no hacer. Como Él es omnisciente, podemos confiar en que Él conoce el mejor camino para nosotros. Dios nos creó para encontrar nuestra satisfacción y realización solo en Él. Por lo tanto, ignorar Su voluntad y vivir como si Él no tuviera nada que decir en nuestras vidas es una tontería. Todos nuestros intentos de gobernar nuestras propias vidas no pueden brindarnos el gozo y la paz duraderos que deseamos porque no hay satisfacción eterna aparte de la sumisión al Señor.

Vivir en la voluntad de Dios es nuestra protección.

2 Pedro 3:17-18 dice: “Vosotros, pues, amados, sabiendo esto de antemano, velad, no sea que os dejéis llevar por el error de los hombres sin principios, y caigáis de vuestra firmeza, sino que crezcáis en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.”

Si no buscamos la dirección diaria de Dios, seguramente tropezaremos y caeremos. No podemos saber lo que depara el futuro, pero el Señor sí. Solo Él tiene completo entendimiento y sabiduría para dirigir nuestro camino, no solo en las decisiones cruciales, sino en nuestras preocupaciones diarias. Considerando todo esto, nuestra respuesta debe ser hacer de Él nuestra prioridad cada día.

¿Cuál es la voluntad de Dios?

En primer lugar, Él desea que confiemos en el Señor Jesucristo como nuestro Salvador y nos entreguemos completamente a Él. El Señor conoce cada detalle de nuestra vida y nos ha dado a cada uno de nosotros diferentes capacidades y habilidades que nos permiten lograr todo lo que Él tiene planeado para nosotros. Por lo tanto, debemos evitar el peligro de compararnos con los demás y anhelar lo que Él ha confiado a otra persona. En Su sabiduría, Dios ha provisto todo lo que necesitamos para vivir como Él desea y ha prometido guiarnos a Su voluntad si nos rendimos a Él.

Necesitamos al Señor para cada aspecto de nuestras vidas.

Por lo tanto, debemos orar y leer Su Palabra todos los días para descubrir cómo Él quiere que vivamos y rogar por Su guía. Necesitamos Su sabiduría en nuestro matrimonio, con nuestros hijos, en el trabajo y con los problemas que surjan. Ninguna parte de nuestras vidas debe vivirse independientemente de nuestro Creador sabio y amoroso.

Aquellos que no conocen a Cristo como Salvador están viviendo sin Dios.

Es por eso que la vida de algunas personas es un desastre. Intentan llenar el vacío divino con sustitutos, pero el vacío permanece porque sólo hay una persona que puede satisfacer los anhelos profundos del corazón humano, y ese es Jesús. Dios amó tanto a la humanidad que envió a Su amado Hijo a morir por ellos para que aquellos que creen en Jesucristo puedan ser perdonados y reconciliados con Él. Sin embargo, muchas personas en el mundo nunca se volverán al Señor porque no quieren que nadie, incluido Dios, les diga cómo vivir. Como resultado, se pierden la mejor vida posible porque la paz, el gozo y la plenitud genuina solo se encuentran en una relación con Dios a través de Jesucristo.

La vida es un asunto serio porque después de la muerte vendrá el juicio (Hebreos 9:27). Como Creador, Dios tiene derecho a ser el centro de nuestras vidas. La razón por la que nuestra sociedad está en caos es porque la gente piensa que no necesita a Dios ni quiere obedecerle. Pero hasta que confiesen su pecado, reciban a Cristo como Salvador y se entreguen completamente a Él, nunca conocerán su salvación.

Pero a aquellos de nosotros que nos volvemos a Cristo en arrepentimiento, fe y sumisión, Dios nos da guía para cada paso de la vida. Él es capaz de redimir nuestro pasado y darnos un corazón y una perspectiva de la vida completamente nuevos, en los que Él es el centro y la prioridad. Aunque sus planes para nuestras vidas no siempre son fáciles, siempre son los mejores.

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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UNA DECLARACION FIRME QUE TRAE BENDICION

Servir a Dios es la mejor decisión que nosotros podemos tomar, y si la familia completa lo hace aún es mejor. Se ha dicho que uno de los asuntos de más riesgo que puso Dios en nosotros fue el “libre albedrío”; eso es, la capacidad de elegir entre lo que me conviene o lo que me afecta. 

El propósito de haber sido creados de esta manera, era para que el seguir a Dios no estuviera determinado por la orden de Dios sino por la elección nuestra.

Y por ello quise retomar este tema acerca de la familia, pues como es bien sabido por nosotros, la familia es la base de la sociedad, y si las familias están destruidas que podemos esperar de la sociedad.

Josué 24:15 «Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.

Si queremos ver familias cimentadas, debemos hacer esta declaración y no solo conocerla, sino más bien ponerla por obra.

Este versículo, es una declaración con toda firmeza y seguridad, que estaba haciendo Josué por él, por su familia y por toda su futura generación.

No hay lazos más fuertes que sostienen a una familia que teniendo al Señor nuestro Dios como centro de nuestro hogar. Si nosotros nos ocupamos en el servicio a Dios, esto nos une bajo un mismo sentir. Eso es a toda la familia.

Este mensaje, tiene que ver con la necesidad de buscar, y querer constituir una familia que realmente sirva a Dios en medio de un mundo lleno de perdición, de cosas vanas y que no edifican en lo absoluto, en medio de peligros y de la posibilidad de desvió de los miembros de la familia.

CUANDO ES QUE UNA FAMILIA LLEGA A SER FUERTE Y SOLIDA? 

Definitivamente cuando Dios ocupa el primer lugar.  Recordemos siempre lo que nos dice la palabra:

SALMOS 127: 1-2 «Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; Pues que a su amado dará Dios el sueño.

Toda crisis dentro de la pareja y la familia se produce cuando marginamos al Señor de nuestra existencia y del núcleo familiar.

QUE PODEMOS HACER, ENTONCES?

1.- Vivir para Dios.

Si nuestro padre Celestial ocupa el primer lugar, estaremos alerta ante las señales de que algo anda mal, con el fin de que con ayuda del Señor apliquemos los correctivos necesarios.

Vivir para Dios nos asegura solidez, pero además crecimiento permanente, vivir para Dios es parte de dejarnos transformar, aplicar principios y valores que renueven nuestra forma de pensar, actuar y desarrollar a partir de ese momento una mejor relación con nuestro cónyuge y nuestros hijos.

2.-Educar con principios y valores.

Si formamos una familia bajo principios y valores, establecidos en la Palabra de Dios, sin duda experimentaremos crecimiento permanente en todas las áreas.

Cuando nos negamos a corregir a nuestros hijos, no solo cometemos un grave error, sino que además estamos sembrando en ellos las semillas para el fracaso. A menos que se corrijan los errores a tiempo si no, las consecuencias serán más dolorosas.

Preguntémonos nosotros: Que estamos haciendo para que nuestros hijos y sus generaciones sirvan a Dios con todo el corazón y que podamos declarar con firmeza: Mi familia y yo serviremos a Jehová, tal y como lo hizo Josué. (esto es nuestro anhelo, no solo pensar en los hijos y nietos, si no en todas las generaciones futuras)

Nosotros los padres cristianos debemos gozarnos que nuestros hijos se involucren en los diferentes ministerios de la iglesia, así tendrán el fundamento solido en la verdad de la palabra. (por que dando es como recibimos)

3ª JUAN 1.:4 » nos dice.  No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad. 

Ese debe ser nuestro anhelo, por ello debemos siempre animarlos.

Hoy en día es preocupante ver tantas mentiras y falsedades de este mundo apartando a los jóvenes de estos propósitos, en la actualidad hay jóvenes luchando con depresiones, ansiedades y mucha confusión y nosotros padres miembros de esta congregación. ¿Qué estamos haciendo por Ellos?

Nosotros los padres somos los responsables de la condición o de cómo actúan nuestros hijos, (y así es pues en el hogar es donde nosotros educamos a los nuestros, (es la primera escuela) no en la escuela o la Iglesia.

Situaciones en las que nosotros como padres podemos afectarles

  1. Nuestras malas decisiones

2. Malas actitudes

3. Inseguridades

4. Mal testimonio (la hipocresía, el mostrar varias caras)

5. Las discusiones delante de Ellos

6. El poco interés en las condición emocional, moral, espiritual que a veces mostramos por Ellos

7. Los extremos son malos al no poder balancear lo permisivo o lo muy extremadamente rigurosos y exigentes que seamos.

Y existen muchos más factores. Que influyen.

¿COMO PODEMOS INFLUENCIAR A NUESTROS HIJOS POSITIVAMENTE?

  1. Manteniendo la unidad familiar.

La familia es uno de los regalos mas extraordinarios que toda persona pueda tener en la vida.

Para crear lazos de unión familiar, la comunicación es esencial. Tanto los padres como hijos deben crear pilares de confianza que garanticen la estabilidad en el hogar, es importante que haya armonía entre todos los miembros, desde el más pequeño hasta la persona más adulta que integra la empresa familiar.

De repente como padres nos podemos desanimar cuando nuestros hijos crecen y se van de casa y forman sus familias, y creemos que se terminó nuestra labor de padre, No es así mis hermanos y hermanas, debemos seguir preocupándonos por el futuro de ellos en el caminar con Dios. Orando siempre por ellos, que no se aparten de sus caminos.

2. CONVIRTAMONOS EN MODELOS A SEGUIR.

Marquemos sus vidas con nuestro caminar con Dios, instruirlos correctamente desde pequeños, no ser tan permisivo, interesarnos por su vida personal y su relación con DIOS, levantar sus ánimos cada día, ya que ellos fácilmente pueden flaquear y caer como dice Isaías 40:30 Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; darles apoyo moral, espiritual y emocional.

Modelemos nosotros el buen ejemplo, la pureza y la integridad, dediquémosle tiempo, seamos rápidos a enseñar, ya que todos somos expuestos a la falsedad de esta sociedad.

Veamos lo que nos dice Josie 24:13 Y os di la tierra por la cual nada trabajasteis, y las ciudades que no edificasteis, en las cuales moráis; y de las viñas y olivares que no plantasteis, coméis.

 Dos versículos antes de nuestro versículo principal.   Si Dios ha sido tan bondadoso con nosotros, debemos retribuirle, y es algo que no estamos obligados si no que lo haremos por amor.

Es una determinación que cada uno de nosotros toma, nadie nos obliga y si los padres lo hacemos, sin duda lo hará nuestras generaciones, por ese motivo Josué hizo esa declaración

Podemos concluir con esto, No somos padres perfectos y no tenemos hijos perfectos, pero si tenemos la certeza, la convicción y la firmeza de hacer esta declaración YO Y MI CASA SERVIREMOS A JEHOVA (DIOS) POR QUE NUESTROS HIJOS SON UNA GENERACION BENDITA, ESCOGIDA Y APARTADA.

FUENTE: Gracias Pastor ELVIS LOPEZ por sus enseñanzas.

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PORQUE ÉL VIVE

Para los creyentes, la muerte y la resurrección del Señor Jesucristo les garantizan la promesa de un hogar eterno con Él en el cielo. Pero ¿qué significa esto para nosotros ahora mismo?

Porque Él vive, no solo tenemos esperanza en cuanto al futuro, ¡sino también la capacidad de caminar con Dios hoy!. Este mensaje enseña que, gracias a la Resurrección de Jesús, podemos vivir sin ansiedades, orar con confianza y tener una vida de influencia piadosa.

Porque Él vive, nosotros también podemos vivir con paz y confianza en su divina presencia cada día.

Nadie esperaba que Jesús resucitara de la muerte después de haber sido crucificado.

Muchos habían sido crucificados, pero ninguno había vuelto a vivir. ¿Por qué entonces las personas de esa época considerarían esa posibilidad? En nuestros días, aquellos que no creen en la resurrección de Cristo, no entienden por qué los creyentes nos reunimos para celebrar aquello que a ellos les parece no tener sentido. Pero ese evento es el cimiento de nuestra fe, no solo porque la Biblia lo menciona, sino porque sabemos que Jesucristo vive en nuestro corazón.

Los que conocían y creían en Jesús, no pensaron que el Señor regresaría a la vida después de haber sido crucificado.

José, un miembro del sanedrín, le pidió a Pilato que le diera el cuerpo, lo preparó para la sepultura y lo depositó en una tumba. El domingo, temprano en la mañana, algunas mujeres vinieron a la tumba con especies aromáticas. Si José y esas mujeres hubieran tenido la expectativa de que Jesús resucitaría, no hubieran hecho nada de eso.

Ni aun los discípulos de Jesús, quienes habían escuchado sus enseñanzas, visto sus milagros y presenciado momentos en que revivió a otras personas, esperaban que Él resucitara. De hecho, al hablarles acerca de su muerte y resurrección, Pedro declaró que algo así nunca debería suceder, y fue reprendido por el Señor (Mt 16.21-23).

Pero tal y como lo había anunciado Jesús, Él murió en la cruz y cuando las mujeres vinieron a la tumba, se dieron cuenta de que estaba vacía. Dos ángeles les dijeron que Jesús había resucitado. Fue en ese momento que recordaron sus palabras sobre lo que sucedería. Sin embargo, cuando les contaron a los discípulos, éstos no les creyeron.

LUCAS 24: 8-12 «Entonces ellas se acordaron de sus palabras, y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás. Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían. Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido.

Pero Pedro y Juan corrieron al sepulcro y se dieron cuenta de que era verdad: Jesús no estaba muerto.

¿Qué significado tiene la resurrección de Jesús para nosotros?

Aunque muchos no creen que Jesús resucitó, para aquellos que hemos confiado en Él como nuestro Salvador, su resurrección no solo es real, sino también personal y muy importante.

Porque Él vive . . .

1. No tenemos que vivir con soledad en nuestro corazón. 

Tenemos una confianza absoluta de que Jesús está vivo y mora en nuestro corazón, tal y como lo prometió. No nos ha dejado huérfanos, pues envió al Espíritu Santo para que morase en nosotros.

JUAN 14: 16-18 «Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.

Nunca estamos solos, pues Jesús vive en cada creyente por medio de su Espíritu.

2. No tenemos que preocuparnos por la provisión de Dios. 

Desde el comienzo de su ministerio, Jesús le dijo a sus seguidores que su Padre celestial, quien cuida de las aves, las flores y las plantas del campo, también iba a proveer para sus necesidades. Esa promesa no tendría ningún valor si Jesús solo fuera un ser humano, pero al ser el Hijo de Dios, quien además venció la muerte, sabemos que podemos confiar en su Palabra. Nada es superior a su poder. Y en su tiempo perfecto proveerá para nuestras necesidades.

3. Podemos orar con seguridad. 

Después de resucitar, Jesús ascendió a la diestra del Padre, donde intercede por nosotros. Eso nos garantiza que responderá a nuestras oraciones.

 1 JUAN 5: 14-15 “que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye” y concede nuestras peticiones.

En vez de dudar, debemos vivir con la expectativa de la respuesta que nos dará.

4. Podemos tener una influencia espiritual positiva en la vida de otros. 

En el Sermón del monte, Jesús nos dice que somos la luz del mundo y la sal de la Tierra

MATEO 5: 13-16 » Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Por medio del poder de su Espíritu Santo, podemos ser una luz en medio de este mundo oscuro en el que vivimos.

5. Experimentamos al Espíritu Santo en nosotros. 

Aunque los discípulos ya habían vivido tres años cerca de Jesús, no estaban equipados para realizar la misión que les daría. Pero cuando el Espíritu Santo vino a morar en ellos, fueron capacitados para servirle. Fue por eso que el Señor les dijo que se quedaran en Jerusalén hasta que recibieran la promesa del Espíritu (Hch 1.4). Ese mismo Espíritu que ellos recibieron, es el mismo que también mora en el corazón de todos los que reconocen a Jesucristo como su Salvador personal. Es Él quien nos ayuda a comprender que el Señor murió por nosotros, para que nuestros pecados fuesen perdonados y pudiéramos ser salvos. Cuando nos arrepentimos y creemos en Cristo, su Espíritu Santo nos sella como hijos de Dios. Y nadie puede romper ese sello, pues la resurrección de Cristo hace que nuestra salvación sea segura y eterna.

6. Podemos tener paz en medio de los momentos más difíciles de nuestra vida. 

Antes de ser crucificado, Jesús le dijo a sus discípulos:

JUAN 14:27 “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”.

La paz de Cristo es como un ancla que nos sostiene en medio de las tormentas. Aunque en ocasiones sintamos temor, el Señor nunca se olvida de los que le amamos, por el contrario, intercede en todo momento por nosotros ante la presencia de nuestro Padre celestial. Jesús comprende nuestras debilidades, y está con nosotros en todo momento para sostenernos y ayudarnos a llegar a ser la persona que desea que seamos.

7. Podemos enfrentar la muerte sin temor alguno. 

Jesús está vivo y es la fuente de nuestra vida eterna. Si es nuestro Salvador, iremos a su presencia una vez que hayamos muerto.

2 CORINTIOS 5:8 » pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.

Porque Él vive, es que nunca moriremos, sino que viviremos para siempre con Él.

8. Solo por medio de Jesús recibimos la esperanza de la vida eterna.

Es al confiar en Cristo como nuestro Salvador, que obtenemos el regalo de la vida eterna.

  • Romanos 10.9 “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. Dos aspectos son esenciales para ser salvos: confesar que Jesús es el Señor y creer en su resurrección.
  • Efesios 2.8, 9 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. La salvación depende del poder de Dios y no de nuestras buenas obras. Tenemos que reconocer que somos pecadores y creer que solo Jesús tiene el poder para perdonar nuestros pecados y hacernos aceptables ante Dios.

Gracias a Dios que Jesús vive y no esta muerto y si queremos tener la seguridad de que no estamos solos, sino experimentar la presencia de Dios en nuestras vidas y la seguridad de su paz, el perdón de pecados, que siempre Dios nos suple nuestras necesidades, de que podemos venir delante de Dios para orar y tener la confianza que Él nos escucha y responde nuestras oraciones y saber con certeza que al morir viviremos con Dios por toda la eternidad, has esta oración repitiendo conmigo:

«Padre celestial, vengo delante de tu presencia, para pedirte perdón por mis pecados, vengas a morar a mi corazón, que hagas de mí una nueva criatura y que seas tú mi Señor y Salvador de mi vida. Qué me inscribas en el Libro de la Vida. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.»

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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HAMBRE Y SED DE DIOS

¿Sueña con convertirse en alguien conocido? Ser un actor, músico o atleta famoso puede no traer la felicidad que usted piensa porque la fama no satisface el alma. La verdadera satisfacción solo llega cuando pasamos tiempo con el Señor, meditando en la Palabra de Dios, la Biblia.

Es cierto, Dios nos creó con una necesidad intrínseca de Él. Sin embargo, en varias ocasiones optamos por buscar los placeres temporales de este mundo, aunque el Único que puede satisfacer y llenar ese vacío en nuestra alma es Cristo.

En el libro de los Salmos encontramos muchos pasajes que expresan nuestro anhelo por el Señor.

 SALMO 42:1-2: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?”.

David escribió muchos de los salmos y con frecuencia clamó al Señor por liberación en medio de sus problemas. Sin embargo, incluso en medio de su desesperación, meditó y buscó al Señor con todo su corazón.

De la misma manera, a todos nos acompañan los problemas y las decepciones, pero en vez de buscar al Señor, hay quienes tratan de saciarse con otras cosas, pues creen que así quedarán satisfechos. No tienen hambre y sed de Dios, sino que buscan satisfacerse con los placeres terrenales y actividades que carecen de valor eterno.

Lo mismo le puede suceder al creyente que no desarrolle un apetito por el Señor. Dios nos ha creado para Él y desea que lo adoremos (Is 43.21). Existimos para su gloria (Is 43.7). Por tanto, debemos nutrir nuestro deseo por Dios. Si descuidamos nuestro tiempo con el Padre celestial, buscaremos cualquier cosa que el mundo nos ofrezca.

DOS MENÚS

El menú de Satanás es largo y ofrece  muchas opciones, como por ejemplo riqueza, poder y autoridad, reconocimiento y aprobación, placeres sexuales fuera de los parámetros bíblicos y la acumulación de bienes materiales. Todo esto es comida espiritual chatarra, la cual tiene un buen sabor momentáneo, pero no contiene nada nutritivo para los creyentes en Cristo. Aquellos que se deleitan en ese menú buscan satisfacerse, pero llega el punto en el que solo encuentran decepción, desilusión y un gran vacío.

Por el contrario, el menú de Dios solo ofrece un alimento: Jesucristo. Si nos alimentamos en Él, nos da su paz, gozo, contentamiento y seguridad. Solo el Señor nos llena y da la satisfacción que necesitamos.

HAMBRE Y SED DE DIOS

Solo vivimos una vez en este mundo, así que debemos ser sabios y escoger desarrollar nuestra hambre y sed de Dios, en vez de desear aquello que el mundo nos ofrece. Necesitamos anhelar con todas nuestras fuerzas una comunión íntima con Dios, pues eso es lo que en realidad importa en esta vida. Es al sentir hambre del Señor cuando buscamos conocerlo más, y Él nos revela de su persona, y nuestra sed por Él continúa creciendo. La paradoja es que el Señor nos satisface en todo momento, pero al mismo tiempo incrementa nuestra hambre y sed por Él.

Si usted en verdad desea conocerlo mejor, no permitirá que los placeres de este mundo ocupen su lugar. Existen muchas tentaciones a nuestro alrededor que con mucha facilidad pueden captar nuestra atención y desviarnos. Muchas veces tratamos de encontrar nuestra satisfacción en otras personas, pero ningún ser humano puede satisfacernos, pues fuimos creados por el Señor. O quizás hemos creído que nuestros logros y experiencias nos pueden hacer sentir satisfechos, cuando no es así. Solo Dios puede llenar el vacío de nuestras vidas.

Debemos enfocarnos en nuestro amor y devoción hacia Cristo, anhelarlo por sobre todas las cosas. Las amistades se pueden perder, pero si hemos conocido al Señor nunca nos abandonará, pues su amor por nosotros es eterno. La devoción a Jesucristo es esencial, pues sin ella podemos volvernos tibios de espíritu.

La mayoría de las personas creen que la satisfacción y realización están basadas en las circunstancias. Por eso, si no se sienten satisfechos, creen que la solución consiste en cambiar la situación que enfrentan. Pero cuando el Señor es nuestro mayor amor y anhelo, tendremos satisfacción y contentamiento en medio de cualquier circunstancia.

CARACTERÍSTICAS DE AQUELLOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE DIOS.

Cuando lo que más anhelamos en nuestro corazón es estar con Cristo, cada área de nuestra vida se ve transformada.

  • Un mayor interés por la Palabra de Dios. La Biblia es la única fuente de información fidedigna para conocer más del carácter, las obras y los propósitos de Dios.
  • Más deseo por la oración. La comunicación es la manera en la que las relaciones se desarrollan; y ello se aplica a nuestra relación con Dios. Por medio de la oración podemos profundizar nuestra comunión con Él.
  • Un anhelo por conocer los caminos de Dios. Deseará conocer lo que el Señor piensa y su manera de obrar. Ningún conocimiento en todo el mundo puede producir la satisfacción que proviene de conocer más del carácter de Cristo, su manera de pensar, sus caminos y sus deseos.
  • Un creciente deseo de cumplir con la voluntad del Señor en su vida. Su meta consistirá en seguir la dirección de Dios y en hacer su voluntad. Cada vez que se enfrente a una situación difícil y no sepa qué hacer, clamará a Dios para que le guíe, mientras busca su voluntad divina. Lo que Jesucristo desee, eso deseará usted.
  • Un aumento en su fe en Dios. Mientras más le conozca, más confiará en Él en cualquier aspecto de su vida.

Dios siempre desea lo mejor para sus hijos. Nos atrae a su presencia y pone en nuestro corazón el deseo de buscarlo. Para cultivar nuestra hambre y sed de Dios, quizás tengamos que sacrificar algo. Aun así, los beneficios que recibimos al tener una comunión íntima con el Señor son mucho más grandes que cualquier cosa que sacrifiquemos.

OREMOS: Señor, hoy quiero que me atraigas hacia ti, quiero experimentar una intimidad contigo que no experimente antes. Quiero que seas real para mí aun cuando tenga este haciendo esto o aquello, que este consciente de tu presencia. Agita esa hambre dentro de mí, Crea un deseo mas profundo por ti dentro de mi corazón. Y cuando me veas siendo atraído o algo me sea atractivo y me aleje de ti, llévame de vuelta, hazme volver, acércame a ti. Llévame de vuelta a ti. No me permitas renunciar, ni me permitas divagar, sino, crea dentro de mi tal deseo por ti que controle absolutamente mi conversación y mi conducta todo el dīa. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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