Amados AMIGOS MIOS, vivimos en la era de la ansiedad. La preocupación parece envolver a todo el mundo: por el trabajo, la familia, el futuro… Pero hoy el Señor nos recuerda que la ansiedad no es el plan de Dios para sus hijos.

En Mateo 6, Jesús nos dice claramente: «No os afanéis por vuestra vida». Mirad las aves del cielo, mirad los lirios del campo. Ellos no se preocupan, y aun así nuestro Padre celestial cuida de ellos. ¿Cuánto más no cuidará de nosotros?

La ansiedad nace cuando nuestra mente se divide: queremos confiar en Dios, pero también queremos controlar las circunstancias. Sin embargo, el Señor nos llama a echar toda nuestra ansiedad sobre Él, porque Él cuida de nosotros (1 Pedro 5:7).

¡Escúchame bien, querido hermano, querida hermana! La ansiedad no proviene de Dios. Él es fuente de paz, de confianza, de seguridad. Y si hoy tu corazón está cargado, si las preocupaciones te roban el sueño, el Señor te dice: «Ven a mí».

¿Sabes cuál es el secreto para vencer la ansiedad? Jesús mismo nos lo dijo: «Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas». No pongas tu esperanza en el dinero, en la fama, en el éxito. Pon tu vida en las manos de Cristo. Él se encargará de suplir cada necesidad conforme a Su perfecta voluntad.

No vivas en el mañana, no te afanes por lo que vendrá. Cada día trae su propio afán, y cada día tiene su provisión de parte de Dios. Hoy, en este mismo momento, puedes decidir: «Señor, te entrego mi ansiedad, mis temores, mis cargas, y confío en tu amor perfecto».

Y si tú todavía no has entregado tu vida a Jesús, permíteme decirte: sin Cristo, no hay promesa. Hoy es el día de salvación. Hoy puedes recibir la paz que sobrepasa todo entendimiento. Solo debes creer que Él murió por tus pecados, resucitó, y vive para darte vida eterna.

Así que querido hermano, querida hermana: deja tu carga en las manos de Jesús. Confía en Él. Vive en Su paz. ¡Él es fiel y nunca te fallará!

OREMOS: Padre celestial, hoy vengo delante de Ti para entregarte toda ansiedad, todo temor y toda carga que oprime mi corazón. Ayúdame a confiar plenamente en Tu cuidado, a buscar primeramente Tu reino y Tu justicia, sabiendo que Tú suplirás cada necesidad. Llena mi alma de Tu paz que sobrepasa todo entendimiento, y enséñame a descansar en Tu amor fiel. En el nombre poderoso de Jesús, amén.

Comentarios