¡Cuántas veces nos encontramos en medio de tormentas en nuestras vidas! ¡Cuántas veces sentimos que los vientos de la adversidad son demasiado fuertes y las olas de los problemas nos sobrepasan! A continuación veremos a los discípulos de Jesús, hombres como tú y como yo, enfrentando una tormenta feroz en medio del mar. El viento era contrario y las olas golpeaban la barca, llenándolos de temor.

MATEO 14: 22-33 «22En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. 23Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. 24Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. 25Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. 26Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. 27Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! 28Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. 29Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. 30Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! 31Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? 32Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. 33Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.»

Nos relata esta historia que en medio de esa tormenta, a la cuarta vigilia de la noche, cuando todo parecía perdido, ¡Jesús apareció! Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y así como Él vino a ellos, hoy Él viene a ti, a tu vida, a tu tormenta, caminando sobre las aguas de tus problemas y tus miedos.

¡No temáis! ¡No temáis, dice el Señor! Porque Jesús les dijo: «¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!» Hermanos, hoy el Señor te dice lo mismo: «¡Ten ánimo! ¡Yo soy! ¡No temas!» En medio de tu tormenta, en medio de tu duda, en medio de tus luchas, Jesús está contigo.

Pedro, con una fe osada, le dijo: «Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.» Y Jesús, con el poder y la autoridad que solo Él tiene, dijo: «¡Ven!» Y Pedro descendió de la barca y caminó sobre las aguas para ir a Jesús. ¡Oh, qué imagen tan poderosa de fe! Hermanos, hoy el Señor te llama a salir de tu barca, a salir de tu zona de confort y a caminar sobre las aguas con Él. En otras palabras, Él te llama a confiar en Su palabra y a dar pasos de fe, aunque el viento sea fuerte y las olas altas.

Pero mirad lo que sucedió, cuando Pedro vio el fuerte viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse. ¡Cuántas veces hemos permitido que nuestros ojos se desvíen de Jesús y se enfoquen en las circunstancias a nuestro alrededor! ¡Cuántas veces hemos comenzado a hundirnos en la desesperación y el miedo! Pero aun cuando Pedro comenzó a hundirse, él clamó: «¡Señor, sálvame!» Y al momento, Jesús extendió Su mano, lo tomó y le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?»

Escucha bien lo que voy a decirte, Jesús está aquí hoy, extendiendo Su mano hacia ti. No importa cuán fuerte sea la tormenta, no importa cuán profundo creas que estás hundiéndote, ¡Jesús está listo para levantarte! ¡No dudes! ¡No tengas poca fe! Porque el mismo Dios que caminó sobre el agua, el mismo Dios que calmó el viento, está contigo y te sostiene.

Y cuando subieron a la barca, el viento se calmó. ¡La presencia de Jesús trae paz! ¡La presencia de Jesús trae calma en medio de la tormenta! Y todos los que estaban en la barca, vinieron y le adoraron, diciendo: «¡Verdaderamente eres Hijo de Dios!»

No sé tú, pero hoy es el día para adorarle, es el día para reconocerle como el Hijo de Dios en nuestras vidas. Es el día para fortalecer nuestra fe, para clamar con valentía en medio de nuestras tormentas, y para caminar con osadía sobre las aguas de nuestras pruebas, sabiendo que Jesús está con nosotros.

¡Levántate ¡Levántate con el fuego del Espíritu Santo! ¡Llénate de valor, de osadía, de fe! Porque el mismo Jesús que calmó la tormenta en el mar de Galilea, está aquí hoy, listo para calmar cada tormenta en tu vida.

TE ESTARÁS PREGUNTANDO: ES ESTA UNA HISTORIA VERDADERA?

¡Sí! Esta historia es verdadera y está registrada en las Sagradas Escrituras, en el Evangelio de Mateo, capítulo 14, versículos 22 al 33. Es un relato histórico que muestra el poder, la divinidad y la autoridad de Jesucristo sobre la naturaleza y sobre todas las cosas.

La Biblia no es solo un libro de historias, es la Palabra viva de Dios, inspirada por el Espíritu Santo. Esta historia no solo ocurrió en un momento específico en la historia, sino que también tiene una aplicación espiritual profunda y relevante para nosotros hoy. Jesús, el Hijo de Dios, mostró Su dominio sobre las aguas y las tormentas, revelando que no hay situación ni adversidad que Él no pueda controlar.

Así como Jesús caminó sobre las aguas y calmó la tormenta para sus discípulos, Él también puede intervenir poderosamente en nuestras vidas. Esta historia es un recordatorio de que, cuando enfrentamos tempestades y desafíos, podemos confiar plenamente en Jesús. Podemos clamar a Él y recibir Su ayuda y Su paz.

La veracidad de esta historia se sostiene no solo por su registro en la Biblia, sino también por la fe y el testimonio de millones de cristianos a lo largo de los siglos que han experimentado el poder transformador y salvador de Jesucristo en sus propias vidas.

Así que, ¡sí! Esta es una historia verdadera y poderosa, que nos invita a poner nuestra fe en Jesús, a confiar en Su poder y a experimentar Su presencia y Su paz en medio de cualquier tormenta.

OTRA PREGUNTA QUE ME HAGO: PORQUE PEDRO TITUBIO DESPUES DE HABER SALIDO DE LA BARCA?

Pedro titubeó y comenzó a hundirse después de salir de la barca porque apartó su mirada de Jesús y se enfocó en las circunstancias a su alrededor. Pedro, al ver el fuerte viento y las olas, permitió que el miedo y la duda invadieran su corazón, lo que lo hizo vacilar y perder el control sobre su situación.

Permíteme exponerte algunos puntos clave que explican por qué Pedro titubeó:

  1. Miedo a las circunstancias: Pedro inicialmente caminó sobre el agua con fe, pero cuando vio la ferocidad del viento y las olas, su fe flaqueó. El miedo a las circunstancias adversas puede hacernos dudar de nuestras capacidades y de la presencia de Dios en nuestras vidas.
  2. Desvío de la mirada de Jesús: Mientras Pedro mantuvo su mirada en Jesús, pudo caminar sobre el agua. Pero al desviar su atención hacia el viento y las olas, perdió la perspectiva de quién era Jesús y de Su poder. Esto nos enseña la importancia de mantener nuestro enfoque en Cristo en lugar de en nuestros problemas.
  3. Poca fe: Jesús, al rescatar a Pedro, le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?» Esto indica que la falta de fe de Pedro fue la razón principal de su titubeo. A menudo, nuestras dudas y temores son resultado de una fe que necesita ser fortalecida.
  4. Naturaleza humana: La reacción de Pedro es también un reflejo de nuestra naturaleza humana. Es fácil comenzar con entusiasmo y valentía, pero cuando enfrentamos dificultades, nuestras debilidades y miedos pueden emerger. La historia de Pedro nos muestra que incluso aquellos que caminan cerca de Jesús pueden tener momentos de debilidad, y que estos momentos son oportunidades para crecer en fe.
  5. Lección de confianza y dependencia: Pedro titubeó para enseñarnos una lección valiosa sobre la confianza y la dependencia en Dios. A través de su experiencia, aprendemos que, aunque podemos comenzar con una fe fuerte, debemos continuamente confiar en Dios y depender de Su poder para sostenernos.

Este episodio de Pedro caminando sobre el agua nos anima a mantener nuestra mirada fija en Jesús, especialmente en medio de las tormentas de la vida. Nos recuerda que, aunque podamos experimentar dudas y temores, Jesús siempre está dispuesto a extender Su mano y salvarnos cuando clamamos a Él. Nos llama a cultivar una fe constante y profunda, confiando plenamente en la presencia y el poder de nuestro Señor.

ES ADMIRABLE VER LA REACCIÓN DE JESÚS ANTE PEDRO Y LOS DISCIPULOS:

La reacción de Jesús ante Pedro y los discípulos en este pasaje es profundamente reveladora de Su carácter y Su enseñanza:

  1. Compasión y Rescate: Cuando Pedro comenzó a hundirse y clamó, «¡Señor, sálvame!», Jesús inmediatamente extendió Su mano y lo tomó. Este acto muestra la compasión de Jesús y Su disposición a rescatar a aquellos que claman a Él en momentos de desesperación. Jesús no demora en ayudar a Pedro, demostrando que Él está siempre listo para salvarnos cuando lo necesitamos.
  2. Corrección con Amor: Después de rescatar a Pedro, Jesús le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?» Esta reprensión, aunque firme, está llena de amor y es una enseñanza para Pedro y para todos nosotros sobre la importancia de la fe. Jesús corrige a Pedro para fortalecer su fe y enseñarle a confiar plenamente en Él, incluso en medio de las tormentas.
  3. Calma la Tormenta: Una vez que Jesús y Pedro subieron a la barca, el viento se calmó. Este milagro muestra el poder de Jesús sobre la naturaleza y Su capacidad para traer paz en medio de las tempestades. La calma del viento no solo fue un alivio físico, sino también una confirmación espiritual para los discípulos de que Jesús tiene autoridad sobre todas las cosas.
  4. Adoración y Reconocimiento: La reacción de los otros discípulos fue de adoración. El pasaje dice que «los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: ‘Verdaderamente eres Hijo de Dios'». Esta respuesta es crucial porque muestra que los discípulos reconocieron la divinidad de Jesús a través de sus acciones y milagros. Su adoración es una afirmación de fe y una respuesta natural al poder y la majestad que habían presenciado.

Estos elementos combinados nos muestran una imagen completa de cómo Jesús, quien responde a nuestras necesidades con compasión, nos corrige con amor para fortalecernos, muestra Su poder sobre las circunstancias que enfrentamos y nos lleva a una mayor comprensión y adoración de Su divinidad.

Aquí Jesús también no solo calma la tormenta externa sino también las tormentas internas de duda y miedo. Nos enseña que, incluso en nuestros momentos de debilidad, podemos confiar en Su presencia y poder. La historia es una poderosa lección de fe, confianza y la respuesta de adoración que surge al reconocer quién es Jesús verdaderamente.

Ahora bien, esta historia no solo es para contarla, sino que también para que se haga realidad en nuestras vidas, pero para ello es vital, venir delante de Dios y hacer de Jesús el Señor y Salvador de nuestras vidas, y para esto, estamos a una distancia de una oración, para la cual te invito a que la repitas conmigo:

“Padre celestial, vengo delante de Tú presencia, reconozco que soy un pecador y vengo a pedirte perdón por mis pecados, me arrepiento de ellos. Ven a morar a mi corazón. Hoy rompo todo pacto con las tinieblas, el mundo y mi carne. Y hago un nuevo pacto contigo de seguir tus mandamientos y preceptos. Decido por mi propia voluntad aceptarte Jesús, como mi Señor y Salvador. Amén.”

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