LUCAS 6: 17-19 » Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades; 18y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos eran sanados. 19Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a todos.»
QUE HABIA EN JESÚS QUE TODOS PROCURABAN TOCARLOS, porque dice la Palabra que poder salia de Él y sanaba a todos.
Había tres realidades gloriosas en Jesús que hacían que todos quisieran tocarlo… y todavía hoy son las mismas que mueven los corazones, estremecen el ambiente espiritual y provocan milagros:
1. HABÍA UNA PRESENCIA QUE ROMPÍA LAS TINIEBLAS
Jesús no solo tenía presencia… Él era la Presencia misma de Dios caminando entre los hombres.
Donde Él llegaba, el ambiente cambiaba.
La opresión retrocedía.
La desesperanza se rompía.
La atmósfera se cargaba de gloria.
La gente decía: “¡Algo pasa cuando Él está aquí!”
Ese “algo” era la manifestación del Dios vivo.
2. HABÍA UNA PUREZA Y UNA AUTORIDAD IRRESISTIBLE
El toque de Jesús no era solo físico…
Había santidad, autoridad, integridad, obediencia perfecta.
La gente se acercaba porque podía sentir que en Él no había sombra de maldad.
Su autoridad no era la de los religiosos…
Era la autoridad del Creador hecho carne.
Cuando Jesús hablaba, lo espiritual obedecía.
Cuando Jesús imponía manos, lo invisible se alineaba.
Cuando Jesús tocaba, algo eterno se manifestaba.
Por eso la gente procuraba tocarlo:
porque en Él no había contaminación, sino autoridad pura y celestial.
3. HABÍA UN PODER QUE NO SE QUEDABA DENTRO… ¡SALÍA!
Lucas dice: “poder salía de Él, y sanaba a todos”.
Esto no era emoción.
No era sugestión.
No era simbólico.
Era poder real, dinámico, tangible, que fluía como un río espiritual.
No poder guardado…
No poder reprimido…
No poder teórico…
Poder que salía. Poder que se desbordaba. Poder que sanaba. Poder que liberaba.
La multitud no quería solo ver a Jesús…
¡Querían que ese poder los tocara!
Querían sentir ese flujo divino recorriendo sus cuerpos, rompiendo cadenas, expulsando demonios, restaurando su alma.
Y te digo algo a tí en este día:
Ese mismo Jesús está vivo.
Ese mismo poder sigue saliendo.
Esa misma presencia sigue descendiendo.
Esa misma autoridad sigue gobernando.
Y cuando tú lo buscas, cuando tú lo tocas con fe, Ese mismo poder te toca a ti.
OREMOS EN VOZ ALTA: Señor Jesús, hoy me acerco a Ti con hambre y con fe. Tócame con tu presencia, lléname con tu autoridad y deja que tu poder que sale de Ti fluya sobre mi vida. Rompe toda carga, sana todo lo que está herido y enciende en mí un fuego nuevo. No me voy sin recibir tu toque transformador. Lo pido en Tú nombre. Amén.