Mensajes Puros

JESÚS VIENE PRONTO, ESTAS PREPARADO?

Hoy es el día de despertar! Hoy es el día de abrir los ojos y preparar nuestros corazones, porque el mensaje del Señor en Mateo 25:1-13 es un llamado urgente a la preparación, a la vigilancia y a la fidelidad! ¡Escuchemos la voz del Espíritu Santo que clama en medio de la oscuridad de esta generación!

MATEO 25: 1-13: 1Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. 2Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. 3Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; 4mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. 5Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. 6Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! 7Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. 8Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. 9Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. 10Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. 11Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! 12Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. 13Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.

El Reino de los Cielos es semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del Esposo. Pero no todas estaban preparadas, no todas tenían el aceite necesario. Y el Espíritu de Dios nos está hablando en este momento: ¡Prepárate! ¡Prepara tu lámpara, prepara tu corazón!

Vivimos en tiempos oscuros, tiempos peligrosos, tiempos en que el Esposo parece tardar, y muchos se han dormido, muchos han cabeceado, muchos han dejado que el fuego se apague en sus vidas. ¡Pero te digo hoy, no te duermas! No te conformes con una fe superficial, no te contentes con una lámpara sin aceite. Porque en cualquier momento, ¡escucha bien, en cualquier momento puede sonar el clamor en medio de la noche: «¡Aquí viene el Esposo; salid a recibirle!»**

¿Estás listo? ¿Estás lista? ¿Tienes aceite en tu lámpara? No el aceite que se compra con dinero, no el aceite que se consigue en el mundo, sino el aceite del Espíritu Santo, el aceite de la intimidad con Dios, el aceite que fluye cuando pasas tiempo en la presencia del Altísimo.

Cinco de aquellas vírgenes eran prudentes. ¡Eran sabias! Y no solo llevaron sus lámparas, sino también vasijas llenas de aceite. Sabían que la espera podría ser larga, sabían que necesitaban estar preparadas para cualquier eventualidad. ¡Oh, cuántos en la iglesia hoy son como las vírgenes insensatas, que tienen una apariencia de piedad, pero carecen del poder del Espíritu! Tienen lámparas, pero sin aceite; tienen religión, pero sin relación; tienen forma, pero sin sustancia.

¡Despierta, iglesia! ¡Despierta, pueblo de Dios! No seas insensato, no seas necio, no pienses que puedes depender del aceite de otro, porque cuando venga el Esposo, será demasiado tarde para compartir. Las vírgenes prudentes no pudieron dar de su aceite a las insensatas, porque el aceite del Espíritu no se comparte, se recibe directamente de la fuente.

Y mientras las insensatas iban a buscar lo que habían descuidado, el Esposo vino, y se cerró la puerta. ¡Se cerró la puerta! ¡Qué palabras tan aterradoras! DISCÚLPAME QUE TE DIGA ESTO: pero hay una puerta que se cerrará, hay una oportunidad que se perderá si no estamos listos. No es suficiente decir «Señor, Señor». No es suficiente conocer de Él, necesitamos ser conocidos por Él. Porque el Esposo dijo: «De cierto os digo, que no os conozco.»

¡Oh, qué tragedia será para aquellos que han jugado con su fe, para aquellos que han postergado la decisión de seguir a Cristo de todo corazón! Hoy, te exhorto, te ruego, te imploro: ¡Vela! ¡Prepárate! Porque no sabes el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir. Jesús viene pronto, y Su venida será como ladrón en la noche, inesperada, repentina.

¿Estás listo para encontrarte con tu Dios? ¿Estás listo para el día de Su venida? Este no es tiempo de jugar a la iglesia, no es tiempo de vivir una vida a medias. ¡Este es el tiempo de buscar al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas!

Hoy es el día de llenar tu lámpara, hoy es el día de buscar el rostro de Dios, hoy es el día de prepararte para la boda del Cordero. No permitas que el mundo te distraiga, no permitas que el pecado te robe el aceite de tu lámpara. ¡Llénate del Espíritu Santo, sé lleno de Su poder, camina en santidad, vive en obediencia!

Iglesia, este es un llamado a la acción, un llamado a la preparación, un llamado a la vigilancia! El Esposo viene, y viene pronto. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora. Pero una cosa es cierta: ¡Él viene! Y solo aquellos que estén preparados, solo aquellos que tengan sus lámparas llenas, entrarán con Él a las bodas.

¡Despierta, iglesia, despierta y prepárate! ¡El Esposo viene, y el clamor de medianoche ya resuena en los cielos! ¡Alista tu lámpara, llena tu vasija, y mantente firme, porque el Rey está a las puertas!

QUE APLICACIONES PRÁCTICAS PODEMOS SACAR DE ESTE MENSAJE:

Este poderoso mensaje, basado en la parábola de las diez vírgenes, nos brinda varias aplicaciones prácticas para nuestra vida diaria. A continuación, te comparto algunas de ellas:

  1. Mantén tu fe viva y activa:
    • No te conformes con una fe superficial o rutinaria. Esfuérzate por mantener una relación íntima y constante con Dios. Dedica tiempo cada día a la oración, a la lectura de la Biblia y a la comunión con el Espíritu Santo. Así como las vírgenes prudentes llevaban suficiente aceite, asegúrate de que tu vida espiritual esté nutrida y floreciente.
  2. Vigila y sé consciente de la brevedad de la vida:
    • Vive cada día con un sentido de urgencia y propósito, recordando que no sabes cuándo el Señor regresará o cuándo será tu último día en la tierra. Aprovecha cada oportunidad para vivir en obediencia, hacer el bien y compartir el evangelio con otros. No postergues decisiones importantes sobre tu vida espiritual.
  3. Prepara tu corazón para la venida de Cristo:
    • Examina tu vida y asegúrate de estar preparado para el regreso de Jesús. Esto incluye vivir en santidad, alejándote del pecado, y siguiendo los mandamientos de Dios. Mantén una actitud de arrepentimiento y humildad, sabiendo que debemos estar listos en todo momento.
  4. No dependas de la fe de otros:
    • Aunque la comunidad cristiana es importante, tu relación con Dios es personal. No puedes depender de la espiritualidad o la fe de otros para estar preparado. Busca a Dios por ti mismo, y asegúrate de que tu fe sea genuina y personal. Toma responsabilidad por tu propio crecimiento espiritual.
  5. Planifica y vive con sabiduría:
    • Como las vírgenes prudentes, planifica tu vida con sabiduría. No vivas al día, sino que anticipa lo que viene y prepárate. Esto puede aplicarse a muchas áreas de la vida: financiera, emocional, espiritual, etc. Toma decisiones que reflejen prudencia y previsión.
  6. Aprovecha el tiempo de gracia:
    • El tiempo de espera antes del regreso de Cristo es un tiempo de gracia en el que tenemos la oportunidad de prepararnos. No lo desperdicies en cosas vanas o sin valor eterno. Usa este tiempo para madurar en la fe, para servir a Dios y a los demás, y para estar siempre listo para el día del encuentro con el Señor.
  7. Comparte el mensaje de preparación:
    • No guardes para ti el llamado a estar preparado. Comparte este mensaje con otros. Exhorta a tus amigos, familiares y conocidos a que también preparen sus corazones para la venida del Señor. Sé un faro de luz que guía a otros hacia la verdad de Dios.
  8. Cultiva la perseverancia:
    • A veces, la espera puede ser larga y desafiante, como en la parábola donde las vírgenes cabecearon y se durmieron. Cultiva la perseverancia en tu caminar cristiano. No te desanimes si las cosas no suceden en tu tiempo o como lo esperas. Mantente firme y vigilante, confiando en que Dios cumple sus promesas en Su perfecto tiempo.

QUE RECOMENDACIONES PUEDO DARTE?

Aquí tienes algunas recomendaciones para aplicar de manera efectiva las enseñanzas de la parábola de las diez vírgenes en tu vida diaria:

  1. Desarrolla una rutina espiritual sólida:
    • Establece un tiempo diario para la oración y la lectura de la Biblia. Dedica al menos 15-30 minutos cada día para estar en la presencia de Dios, escuchar Su voz y meditar en Su Palabra. Esto mantendrá tu «lámpara» llena de aceite espiritual.
  2. Participa activamente en la vida de tu iglesia:
    • Involúcrate en tu iglesia local, asistiendo regularmente a los servicios, participando en grupos de estudio bíblico y sirviendo en algún ministerio. Esto te ayudará a mantenerte conectado con la comunidad cristiana y a fortalecer tu fe.
  3. Haz un examen espiritual regular:
    • Una vez al mes, dedica un tiempo a reflexionar sobre tu vida espiritual. Pregúntate si estás creciendo en tu relación con Dios, si hay áreas en las que necesitas arrepentirte o mejorar, y si estás viviendo de acuerdo con los principios bíblicos.
  4. Mantén la alerta y la preparación constante:
    • Recuerda que la venida de Cristo puede suceder en cualquier momento. Vive cada día como si fuera el último, siendo fiel en todas tus responsabilidades y manteniendo tu corazón limpio y preparado para el encuentro con Él.
  5. Prioriza la obediencia y la santidad:
    • Esfuérzate por obedecer los mandamientos de Dios en todas las áreas de tu vida. Evita situaciones, relaciones o hábitos que te alejen de Dios y busca vivir en santidad, reflejando el carácter de Cristo en todo lo que haces.
  6. Busca el crecimiento espiritual continuo:
    • No te conformes con lo que ya has alcanzado espiritualmente. Busca siempre crecer más en tu fe. Lee libros cristianos edificantes, asiste a conferencias o retiros espirituales, y busca la mentoría de cristianos maduros que puedan guiarte en tu caminar con Dios.
  7. Comparte tu fe con otros:
    • No guardes para ti lo que has recibido de Dios. Comparte el mensaje de la preparación para la venida de Cristo con tu familia, amigos y colegas. Usa oportunidades cotidianas para hablar de tu fe y para invitar a otros a conocer a Jesús.
  8. Administra bien tu tiempo y recursos:
    • Aprende a gestionar tu tiempo, finanzas y talentos de manera que glorifiquen a Dios. Invierte en actividades que tengan un impacto eterno, como servir en la iglesia, ayudar a los necesitados y apoyar la obra misionera.
  9. Ora por discernimiento y sabiduría:
    • Pide a Dios que te dé sabiduría y discernimiento en todas las decisiones que tomes. La prudencia es clave para estar preparado, así que ora para que Dios te guíe en cada paso que des.
  10. No te dejes llevar por la complacencia:
    • Evita caer en la trampa de la complacencia espiritual. Mantente alerta, consciente de que el enemigo siempre busca distraerte y desviarte del camino. Sé intencional en mantener tu enfoque en las cosas de Dios.

Siguiendo estas recomendaciones, podrás vivir una vida que esté en constante preparación para el regreso de Cristo, llena del Espíritu y en sintonía con la voluntad de Dios.

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LA GRANDEZA EN EL REINO DE DIOS

Te invito a reconsiderar nuestras ideas sobre la grandeza y el liderazgo en el Reino de los Cielos y para ello vamos a ir a la Palabra de Dios. El pasaje dice así:

MATEO 18:1-5 En aquel momento, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Quién es el mayor en el Reino de los Cielos?”. Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: “Les aseguro que, a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Así pues, cualquiera que se humille como este niño será el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí”.

Este pasaje comienza con una pregunta de los discípulos sobre quién es el mayor en el Reino de los Cielos. Es una pregunta que revela su preocupación por la posición y el estatus. Pero la respuesta de Jesús da un giro radical a esa lógica. Él llama a un niño, lo pone en medio de ellos y usa a este niño como un ejemplo.

En la sociedad del tiempo de Jesús, los niños no tenían un estatus social significativo. Eran vistos como dependientes y sin poder. Por lo tanto, Jesús al señalar a un niño, estaba haciendo una declaración profunda sobre el verdadero significado de la grandeza.

Jesús dice: “Les aseguro que, a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos”. Aquí, Jesús no está diciendo que debemos ser infantiles o inmaduros. Más bien, nos invita a adoptar ciertas cualidades de los niños: la humildad, la inocencia y la dependencia total de Dios.

La humildad es clave en este mensaje. En lugar de buscar poder y estatus, Jesús nos llama a ser humildes, a reconocer nuestra necesidad de Dios y a depender de Él, como lo hace un niño con sus padres. Esta actitud de humildad es lo que nos hace grandes a los ojos de Dios.

Además, Jesús dice: “Cualquiera que se humille como este niño será el mayor en el Reino de los Cielos”. Aquí, la humildad no solo es una puerta de entrada al Reino, sino que también es el camino a la verdadera grandeza. La grandeza en el Reino de los Cielos no se mide por el poder o la fama, sino por la humildad y la capacidad de servir a los demás.

Finalmente, Jesús nos enseña la importancia de recibir y cuidar a los niños. “El que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí”. Esta es una llamada a cuidar a los más vulnerables y a ver a Jesús en ellos. Cuando acogemos y servimos a los pequeños y a los necesitados, estamos sirviendo a Jesús mismo.

En resumen, este pasaje nos desafía a reconsiderar nuestras prioridades y a buscar la verdadera grandeza a través de la humildad y el servicio. Nos recuerda que, en el Reino de los Cielos, la grandeza no se mide por el poder o el estatus, sino por nuestra capacidad de humillarnos y servir a los demás, especialmente a los más pequeños y vulnerables.

ENTONCES, QUE PUEDO HACER PARA CUMPLIR CON ESTE MANDATO?

Para cumplir el mandato de Jesús en Mateo 18:1-5, podemos llevar a cabo varias aplicaciones prácticas en nuestra vida diaria. Aquí te dejo algunas sugerencias:

  1. Cultivar la Humildad:
    • Autoevaluación: Realiza una autoevaluación sincera y reconoce tus debilidades y dependencias. Pide a Dios que te ayude a mantener un corazón humilde.
    • Evitar el Orgullo: Evita las actitudes de superioridad y arrogancia. Reconoce que todo lo que tienes y eres es gracias a la gracia de Dios.
  2. Ser Como Niños:
    • Confianza en Dios: Desarrolla una confianza total en Dios, similar a la confianza que un niño tiene en sus padres. Ora y confía en que Dios cuidará de ti.
    • Simplicidad: Simplifica tu vida y tus expectativas. Busca la pureza y la sinceridad en tus acciones y relaciones.
  3. Servir a los Demás:
    • Voluntariado: Participa en actividades de voluntariado, especialmente aquellas que benefician a los niños, los pobres y los vulnerables.
    • Actos de Bondad: Realiza actos de bondad y servicio en tu comunidad. Esto puede incluir visitar a los enfermos, ayudar a los vecinos, o simplemente ofrecer una mano amiga.
  4. Acoger a los Niños:
    • Participación en la Iglesia: Participa en el ministerio infantil de tu iglesia. Ayuda en clases de escuela dominical, campamentos de verano o programas de mentoría.
    • Apoyo a Familias: Ofrece apoyo a familias con niños, especialmente aquellas que están luchando. Esto puede ser a través de donaciones, apoyo emocional o tiempo de calidad.
  5. Fomentar la Comunidad y el Amor:
    • Relaciones Saludables: Fomenta relaciones saludables y amorosas en tu entorno. Crea un ambiente donde las personas se sientan valoradas y aceptadas.
    • Resolución de Conflictos: Aborda los conflictos con una actitud de humildad y disposición para reconciliarse. Busca siempre la paz y la unidad.
  6. Desarrollar la Paciencia y la Compasión:
    • Escuchar: Escucha activamente a los demás, especialmente a los niños y a los que suelen ser ignorados. A veces, lo único que alguien necesita es ser escuchado.
    • Empatía: Practica la empatía. Trata de entender y sentir lo que los demás están experimentando. Esto te ayudará a responder con amor y compasión.
  7. Orar y Buscar la Guía de Dios:
    • Oración Diaria: Dedica tiempo diariamente para orar y buscar la guía de Dios. Pide que te dé un corazón como el de un niño, lleno de humildad, confianza y amor.
    • Estudio Bíblico: Estudia la Biblia regularmente para entender mejor la voluntad de Dios y cómo aplicarla en tu vida diaria.

Cumplir con este mandato requiere un cambio de corazón y mente, y una disposición constante para servir y amar a los demás. Al adoptar estas prácticas, no solo estaremos obedeciendo el mandato de Jesús, sino que también estaremos construyendo una vida que refleja el Reino de los Cielos aquí en la tierra.

Que este mensaje nos inspire a vivir con humildad, a depender de Dios y a servir a los demás con amor y compasión.

Talvez para algunos esto resulta un tanto dificil, sin embargo, tendrá sentido cuando venimos le pedimos a Dios que sea Él nuestra guia y para ello, te invito a hacer la siguiente oración en voz alta:

«Padre celestial, vengo ante tí, reconociendo que soy un pecador, te pido perdón por mis pecados y te hago a tí el Señor y Salvador de mi vida. Ven a morar a mi corazón y haz de mí una nueva criatura. En el nombre de Jesús. Amén.»

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TODO ES VANIDAD

El sabio Salomón, en su búsqueda incansable de sentido y propósito, se sumergió en la alegría y el placer del mundo. «Ven ahora», dijo en su corazón, «te probaré con alegría, y gozarás de bienes». Pero, ¿qué descubrió? Que todo esto era vanidad. Hermanos, en medio de la abundancia y el gozo terrenal, Salomón halló vacío. ¿Cuántas veces nosotros también buscamos satisfacción en las cosas de este mundo, solo para encontrarnos con el mismo vacío?

ECLESIASTES 2: 1-12 1Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad. 2A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto? 3Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida. 4Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; 5me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. 6Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. 7Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. 8Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música. 9Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría. 10No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena. 11Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.

El sabio Salomón, en su riqueza y poder, edificó casas, plantó viñas, creó huertos y jardines. Se rodeó de siervos, vacas y ovejas, acumuló plata y oro, tesoros preciosos y músicos que deleitaron sus oídos. Él no negó a sus ojos ningún deseo, ni apartó su corazón de placer alguno. Sin embargo, ¿qué concluyó al final de todo esto? Que todo era vanidad y aflicción de espíritu. ¡Sin provecho bajo el sol!

Hoy, más que nunca, vivimos en una era de consumismo y búsqueda desenfrenada de placer. Pero debemos recordar las palabras de Salomón. No importa cuánto acumulamos, cuántas experiencias buscamos, ni cuántos placeres disfrutamos; si nuestra vida está desconectada de Dios, todo es vanidad.

El verdadero propósito y la verdadera alegría no se encuentran en las cosas de este mundo, sino en nuestra relación con Dios. Es en la comunión con Él donde hallamos plenitud. Jesús nos enseñó en Mateo 6:33: «Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas». No se trata de rechazar las bendiciones que Dios nos da, sino de no poner nuestro corazón en ellas.

Salomón, a pesar de su sabiduría y riquezas, comprendió que sin Dios, todo esfuerzo humano es inútil. Hermanos, nuestro trabajo, nuestras posesiones, nuestros logros, todo es pasajero. Solo en Dios encontramos lo eterno y lo verdadero.

No busquen llenar sus vidas con las cosas de este mundo. No permitan que el engaño de la vanidad los arrastre. ¡Enfoquen sus corazones en el Señor! ¡Dedíquenle su tiempo, sus talentos, sus recursos! Porque solo en Él hay plenitud de gozo y delicias a su diestra para siempre.

 QUE NOS PASA AL VIVIR BUSCANDO LAS SATISFACCIONES TEMPORALES

  1. Vacío Interior
    • A pesar de todas las riquezas, placeres y logros, Salomón se siente vacío por dentro. No encuentra una satisfacción duradera en lo que el mundo ofrece. Esto refleja un vacío espiritual, donde nada en el ámbito material puede llenar el anhelo profundo del alma por algo eterno y significativo.
  2. Frustración y Desilusión
    • La «aflicción de espíritu» también denota una profunda frustración y desilusión. Salomón esperaba encontrar felicidad y propósito en sus logros y placeres, pero en lugar de eso, encontró que estos eran temporales e insatisfactorios. Esta realización trae una sensación de angustia y desengaño.
  3. Esfuerzo Inútil
    • El término puede sugerir un sentimiento de que todo su esfuerzo fue en vano. A pesar del arduo trabajo y la dedicación, el resultado final es insatisfactorio y vacío. Esta es una reflexión sobre la futilidad de trabajar exclusivamente por cosas terrenales sin un propósito eterno.
  4. Ansiedad y Preocupación
    • También puede implicar una sensación de inquietud y preocupación. La constante búsqueda de más y más, sin encontrar verdadera paz o contentamiento, puede llevar a un estado de ansiedad. Esta es la «aflicción de espíritu» que viene al darse cuenta de que las cosas temporales no pueden proporcionar una paz duradera.

QUE PODEMOS HACER PARA TENER UNA VIDA PLENA DE PROPÓSITOS?

¿cómo podemos aplicar esta enseñanza a nuestras vidas?

1. Vivir en Obediencia  la Palabra de Dios. La obediencia a la Palabra de Dios es fundamental para honrarlo. Jesús mismo dijo: «Si me amáis, guardad mis mandamientos» (Juan 14:15). Esto implica leer, estudiar y meditar en la Biblia regularmente, permitiendo que sus enseñanzas transformen nuestras vidas. No se trata solo de conocer la Palabra, sino de vivirla día a día, aplicando sus principios en nuestras decisiones, relaciones y acciones.

2. Oración y Comunión con Dios. La oración es nuestra línea directa con el Padre. A través de la oración, expresamos nuestra dependencia de Él, buscamos Su guía, y nos fortalecemos espiritualmente. Pablo nos exhorta a orar sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17). Dedicar tiempo diario a la oración y la comunión con Dios nos ayuda a mantenernos cerca de Él y alineados con Su voluntad.

3. Adoración y Alabanza. La adoración no es solo un acto de los domingos, sino un estilo de vida. Debemos adorar a Dios en espíritu y en verdad (Juan 4:24), reconociendo Su grandeza y dándole el honor que merece en todo momento. La alabanza nos permite expresar nuestra gratitud y amor por Dios, y nos conecta con Su presencia.

4. Servicio a los Demás. Jesús nos enseñó que el mayor mandamiento es amar a Dios, y el segundo es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:37-39). Servir a los demás con amor y humildad es una manera poderosa de honrar a Dios. Esto puede manifestarse en actos de bondad, apoyo a los necesitados, y siendo una luz en nuestras comunidades.

5. Santificación Personal. Dios nos llama a ser santos, porque Él es santo (1 Pedro 1:16). Esto significa apartarnos del pecado y vivir una vida que refleje la pureza y justicia de Dios. Implica arrepentirnos de nuestros pecados y permitir que el Espíritu Santo nos transforme a la imagen de Cristo. La santificación es un proceso continuo de crecer en la gracia y el conocimiento del Señor.

6. Mayordomía de los Recursos. Todo lo que tenemos proviene de Dios. Debemos ser buenos mayordomos de nuestros recursos: tiempo, talentos, y tesoros. Esto incluye dar generosamente, usar nuestros dones para edificar la iglesia, y vivir con integridad en nuestras finanzas. Cuando gestionamos bien lo que Dios nos ha dado, le estamos honrando.

7. Testimonio y Evangelismo. Somos llamados a ser testigos de Cristo en todo el mundo (Hechos 1:8). Compartir el evangelio y vivir una vida que testifique de la obra redentora de Jesús es una forma de honrar a Dios. No debemos avergonzarnos del evangelio, sino proclamarlo con valentía y amor.

En conclusion:

  1. Buscar a Dios Primero
    • Mateo 6:33 nos dice: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.» Debemos priorizar nuestra relación con Dios por encima de todo lo demás, sabiendo que solo en Él encontraremos verdadera satisfacción y propósito.
  2. Vivir con Propósito Eterno
    • Al recordar que las cosas terrenales son temporales, debemos enfocarnos en lo que tiene valor eterno. Esto incluye nuestra relación con Dios, nuestra fe, y cómo vivimos según Sus mandamientos. Invertir en relaciones, compartir el evangelio y vivir una vida santa son formas de enfocarnos en lo eterno.
  3. Encontrar Contentamiento en Cristo
    • Filipenses 4:11-13 nos enseña a estar contentos en cualquier circunstancia, confiando en que Cristo es nuestra verdadera fuente de fortaleza y satisfacción. Esto nos ayuda a evitar la «aflicción de espíritu» que viene de buscar contentamiento en las cosas equivocadas.

Salomón dijo: «Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad». Pero al final, se dio cuenta de que todo era vanidad. Aprendamos de su experiencia y busquemos la sabiduría que viene de lo alto, la sabiduría que nos lleva a temer y amar a Dios.

Hoy es el día para reorientar nuestras vidas. Hoy es el día para renunciar a la vanidad y abrazar la verdad eterna de Jesucristo. Porque en Él, y solo en Él, encontramos el propósito y la plenitud que nuestras almas anhelan.

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JESÚS ANDA SOBRE EL MAR

¡Cuántas veces nos encontramos en medio de tormentas en nuestras vidas! ¡Cuántas veces sentimos que los vientos de la adversidad son demasiado fuertes y las olas de los problemas nos sobrepasan! A continuación veremos a los discípulos de Jesús, hombres como tú y como yo, enfrentando una tormenta feroz en medio del mar. El viento era contrario y las olas golpeaban la barca, llenándolos de temor.

MATEO 14: 22-33 «22En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. 23Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. 24Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. 25Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. 26Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. 27Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! 28Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. 29Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. 30Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! 31Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? 32Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. 33Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.»

Nos relata esta historia que en medio de esa tormenta, a la cuarta vigilia de la noche, cuando todo parecía perdido, ¡Jesús apareció! Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y así como Él vino a ellos, hoy Él viene a ti, a tu vida, a tu tormenta, caminando sobre las aguas de tus problemas y tus miedos.

¡No temáis! ¡No temáis, dice el Señor! Porque Jesús les dijo: «¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!» Hermanos, hoy el Señor te dice lo mismo: «¡Ten ánimo! ¡Yo soy! ¡No temas!» En medio de tu tormenta, en medio de tu duda, en medio de tus luchas, Jesús está contigo.

Pedro, con una fe osada, le dijo: «Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.» Y Jesús, con el poder y la autoridad que solo Él tiene, dijo: «¡Ven!» Y Pedro descendió de la barca y caminó sobre las aguas para ir a Jesús. ¡Oh, qué imagen tan poderosa de fe! Hermanos, hoy el Señor te llama a salir de tu barca, a salir de tu zona de confort y a caminar sobre las aguas con Él. En otras palabras, Él te llama a confiar en Su palabra y a dar pasos de fe, aunque el viento sea fuerte y las olas altas.

Pero mirad lo que sucedió, cuando Pedro vio el fuerte viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse. ¡Cuántas veces hemos permitido que nuestros ojos se desvíen de Jesús y se enfoquen en las circunstancias a nuestro alrededor! ¡Cuántas veces hemos comenzado a hundirnos en la desesperación y el miedo! Pero aun cuando Pedro comenzó a hundirse, él clamó: «¡Señor, sálvame!» Y al momento, Jesús extendió Su mano, lo tomó y le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?»

Escucha bien lo que voy a decirte, Jesús está aquí hoy, extendiendo Su mano hacia ti. No importa cuán fuerte sea la tormenta, no importa cuán profundo creas que estás hundiéndote, ¡Jesús está listo para levantarte! ¡No dudes! ¡No tengas poca fe! Porque el mismo Dios que caminó sobre el agua, el mismo Dios que calmó el viento, está contigo y te sostiene.

Y cuando subieron a la barca, el viento se calmó. ¡La presencia de Jesús trae paz! ¡La presencia de Jesús trae calma en medio de la tormenta! Y todos los que estaban en la barca, vinieron y le adoraron, diciendo: «¡Verdaderamente eres Hijo de Dios!»

No sé tú, pero hoy es el día para adorarle, es el día para reconocerle como el Hijo de Dios en nuestras vidas. Es el día para fortalecer nuestra fe, para clamar con valentía en medio de nuestras tormentas, y para caminar con osadía sobre las aguas de nuestras pruebas, sabiendo que Jesús está con nosotros.

¡Levántate ¡Levántate con el fuego del Espíritu Santo! ¡Llénate de valor, de osadía, de fe! Porque el mismo Jesús que calmó la tormenta en el mar de Galilea, está aquí hoy, listo para calmar cada tormenta en tu vida.

TE ESTARÁS PREGUNTANDO: ES ESTA UNA HISTORIA VERDADERA?

¡Sí! Esta historia es verdadera y está registrada en las Sagradas Escrituras, en el Evangelio de Mateo, capítulo 14, versículos 22 al 33. Es un relato histórico que muestra el poder, la divinidad y la autoridad de Jesucristo sobre la naturaleza y sobre todas las cosas.

La Biblia no es solo un libro de historias, es la Palabra viva de Dios, inspirada por el Espíritu Santo. Esta historia no solo ocurrió en un momento específico en la historia, sino que también tiene una aplicación espiritual profunda y relevante para nosotros hoy. Jesús, el Hijo de Dios, mostró Su dominio sobre las aguas y las tormentas, revelando que no hay situación ni adversidad que Él no pueda controlar.

Así como Jesús caminó sobre las aguas y calmó la tormenta para sus discípulos, Él también puede intervenir poderosamente en nuestras vidas. Esta historia es un recordatorio de que, cuando enfrentamos tempestades y desafíos, podemos confiar plenamente en Jesús. Podemos clamar a Él y recibir Su ayuda y Su paz.

La veracidad de esta historia se sostiene no solo por su registro en la Biblia, sino también por la fe y el testimonio de millones de cristianos a lo largo de los siglos que han experimentado el poder transformador y salvador de Jesucristo en sus propias vidas.

Así que, ¡sí! Esta es una historia verdadera y poderosa, que nos invita a poner nuestra fe en Jesús, a confiar en Su poder y a experimentar Su presencia y Su paz en medio de cualquier tormenta.

OTRA PREGUNTA QUE ME HAGO: PORQUE PEDRO TITUBIO DESPUES DE HABER SALIDO DE LA BARCA?

Pedro titubeó y comenzó a hundirse después de salir de la barca porque apartó su mirada de Jesús y se enfocó en las circunstancias a su alrededor. Pedro, al ver el fuerte viento y las olas, permitió que el miedo y la duda invadieran su corazón, lo que lo hizo vacilar y perder el control sobre su situación.

Permíteme exponerte algunos puntos clave que explican por qué Pedro titubeó:

  1. Miedo a las circunstancias: Pedro inicialmente caminó sobre el agua con fe, pero cuando vio la ferocidad del viento y las olas, su fe flaqueó. El miedo a las circunstancias adversas puede hacernos dudar de nuestras capacidades y de la presencia de Dios en nuestras vidas.
  2. Desvío de la mirada de Jesús: Mientras Pedro mantuvo su mirada en Jesús, pudo caminar sobre el agua. Pero al desviar su atención hacia el viento y las olas, perdió la perspectiva de quién era Jesús y de Su poder. Esto nos enseña la importancia de mantener nuestro enfoque en Cristo en lugar de en nuestros problemas.
  3. Poca fe: Jesús, al rescatar a Pedro, le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?» Esto indica que la falta de fe de Pedro fue la razón principal de su titubeo. A menudo, nuestras dudas y temores son resultado de una fe que necesita ser fortalecida.
  4. Naturaleza humana: La reacción de Pedro es también un reflejo de nuestra naturaleza humana. Es fácil comenzar con entusiasmo y valentía, pero cuando enfrentamos dificultades, nuestras debilidades y miedos pueden emerger. La historia de Pedro nos muestra que incluso aquellos que caminan cerca de Jesús pueden tener momentos de debilidad, y que estos momentos son oportunidades para crecer en fe.
  5. Lección de confianza y dependencia: Pedro titubeó para enseñarnos una lección valiosa sobre la confianza y la dependencia en Dios. A través de su experiencia, aprendemos que, aunque podemos comenzar con una fe fuerte, debemos continuamente confiar en Dios y depender de Su poder para sostenernos.

Este episodio de Pedro caminando sobre el agua nos anima a mantener nuestra mirada fija en Jesús, especialmente en medio de las tormentas de la vida. Nos recuerda que, aunque podamos experimentar dudas y temores, Jesús siempre está dispuesto a extender Su mano y salvarnos cuando clamamos a Él. Nos llama a cultivar una fe constante y profunda, confiando plenamente en la presencia y el poder de nuestro Señor.

ES ADMIRABLE VER LA REACCIÓN DE JESÚS ANTE PEDRO Y LOS DISCIPULOS:

La reacción de Jesús ante Pedro y los discípulos en este pasaje es profundamente reveladora de Su carácter y Su enseñanza:

  1. Compasión y Rescate: Cuando Pedro comenzó a hundirse y clamó, «¡Señor, sálvame!», Jesús inmediatamente extendió Su mano y lo tomó. Este acto muestra la compasión de Jesús y Su disposición a rescatar a aquellos que claman a Él en momentos de desesperación. Jesús no demora en ayudar a Pedro, demostrando que Él está siempre listo para salvarnos cuando lo necesitamos.
  2. Corrección con Amor: Después de rescatar a Pedro, Jesús le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?» Esta reprensión, aunque firme, está llena de amor y es una enseñanza para Pedro y para todos nosotros sobre la importancia de la fe. Jesús corrige a Pedro para fortalecer su fe y enseñarle a confiar plenamente en Él, incluso en medio de las tormentas.
  3. Calma la Tormenta: Una vez que Jesús y Pedro subieron a la barca, el viento se calmó. Este milagro muestra el poder de Jesús sobre la naturaleza y Su capacidad para traer paz en medio de las tempestades. La calma del viento no solo fue un alivio físico, sino también una confirmación espiritual para los discípulos de que Jesús tiene autoridad sobre todas las cosas.
  4. Adoración y Reconocimiento: La reacción de los otros discípulos fue de adoración. El pasaje dice que «los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: ‘Verdaderamente eres Hijo de Dios'». Esta respuesta es crucial porque muestra que los discípulos reconocieron la divinidad de Jesús a través de sus acciones y milagros. Su adoración es una afirmación de fe y una respuesta natural al poder y la majestad que habían presenciado.

Estos elementos combinados nos muestran una imagen completa de cómo Jesús, quien responde a nuestras necesidades con compasión, nos corrige con amor para fortalecernos, muestra Su poder sobre las circunstancias que enfrentamos y nos lleva a una mayor comprensión y adoración de Su divinidad.

Aquí Jesús también no solo calma la tormenta externa sino también las tormentas internas de duda y miedo. Nos enseña que, incluso en nuestros momentos de debilidad, podemos confiar en Su presencia y poder. La historia es una poderosa lección de fe, confianza y la respuesta de adoración que surge al reconocer quién es Jesús verdaderamente.

Ahora bien, esta historia no solo es para contarla, sino que también para que se haga realidad en nuestras vidas, pero para ello es vital, venir delante de Dios y hacer de Jesús el Señor y Salvador de nuestras vidas, y para esto, estamos a una distancia de una oración, para la cual te invito a que la repitas conmigo:

“Padre celestial, vengo delante de Tú presencia, reconozco que soy un pecador y vengo a pedirte perdón por mis pecados, me arrepiento de ellos. Ven a morar a mi corazón. Hoy rompo todo pacto con las tinieblas, el mundo y mi carne. Y hago un nuevo pacto contigo de seguir tus mandamientos y preceptos. Decido por mi propia voluntad aceptarte Jesús, como mi Señor y Salvador. Amén.”

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