Mensajes Puros

QUIEN ERES ?

Tenemos un desafío en nuestra vida y es el demostrar a Cristo en nuestras vidas, y es cierto, que la palabra hablada es eficaz, pero nuestro testimonio es una evidencia que nadie puede negar.

1 Pedro 2.9 | Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.

Este pasaje nos da algunos detalles y define nuestra identidad en Cristo, por lo que estar seguros de lo que somos en Cristo nos va a ayudar a cumplir nuestra misión de manera eficaz.

¿Qué respondería usted ante las preguntas: “Quién eres”, “cómo te defines”, “cómo te definen las personas? Adultos, jóvenes y niños tienen problemas para responder esta pregunta. Pero la Palabra de Dios define claramente cuál es nuestra identidad y en ella encontramos varios personajes definidos por sus hechos: Moisés “el libertador”, Josué “el sucesor”, Jeremías “profeta a las naciones”, Pablo “instrumento escogido”, Juan “voz del que clama en el desierto”.

Jesús nos da una cátedra de definición de identidad en Mateo 16.13-20. En este pasaje de la Biblia, Pedro declara:

MATEO 16: 13-20 «……Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?. Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Jesús se expone, de manera intencional, al escrutinio de los demás. Primero preguntando a las personas lejanas y luego a la cercanas. ¿estaríamos nosotros dispuestos a ese escrutinio? ¡Qué bueno sería que las personas nos recordaran por ser personas: amables, apacibles, verdadero, fiable, integro, buena paga, etc.

Juan 1.19-22. A Juan lo expusieron accidentalmente al escrutinio. Y aquí encontramos la primera de 3 lecciones.

1. EL MUNDO DEMANDA NUESTRA IDENTIDAD.

Hay una urgencia del mundo esperando que seamos una respuesta al problema moral, al problema del pecado. La iglesia tiene la oportunidad de levantarse como bandera de esperanza. Pero la responsabilidad es de cada uno de nosotros.  Juan seguramente tenía buen testimonio porque lo comparaban con grandes profetas del pueblo judío.

Frente a la necesidad moral de este mundo que opción tomaremos: ¿nos quedamos viendo la muerte moral de este mundo? O ¿nos levantamos con el Señor siendo un modelo a seguir en el entorno donde vivimos?

2. NOSOTROS DEBEMOS DEFINIR NUESTRA IDENTIDAD

Juan tenía claro quien era y quien no era. ¿Hemos definido nosotros nuestra identidad?

¿Hemos definido quienes somos? El libro de Efesios nos muestra mucho de nuestra identidad, pero debemos apropiarnos de esa identidad.

¿Cuál es su área de servicio? ¿Adónde lo está llamando el Señor a poner en práctica sus dones y talentos?. Es importante definir nuestra identidad, para descubrir las áreas en que Dios va a usarnos.

1 TIMOTEO 4.12 » Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.

Cuidar como hablamos, nuestras convicciones, nuestra integridad…

3. DEBEMOS VIVIR NUESTRA IDENTIDAD.

Juan vivió su identidad.

Mateo 14.1-12. Herodes creyó que Jesús era Juan el Bautista que había resucitado. Esto nos demuestra que él dejó huella en su sociedad.

  • Marcando y dejando huellas en nuestra sociedad. ¿Estamos nosotros dejando huella en la sociedad? ¿Estamos escribiendo el epitafio del final de nuestra vida para darle gloria a Dios?
  • Guardando nuestros principios hasta las últimas consecuencias, aun cuando el resultado no sea favorable.¿Podemos nosotros mantener nuestras convicciones hasta las últimas consecuencias?
  • Desarrollando nuestra personalidad de acuerdo a nuestras convicciones.

Lo que yo creo se tiene que ver. Cuando logremos hacer que nuestras acciones se evidencien con nuestras acciones estaremos viviendo nuestra identidad.

Para vivir nuestra identidad debemos de asumir las implicaciones de nuestra obediencia a Cristo. Juan ofrendó su propia vida por causa del llamado del Señor.

2 Reyes 3.20. Ante una muerte inminente Ezequías le dice al Señor “acuérdate que he andado en integridad”. ¿Podríamos decirle a Dios hoy “acuérdate de como te he servido, acuérdate de cómo me he comportado?… Evaluemos nuestra vida para vivir nuestra identidad al máximo y que Dios tenga buenas noticias de nosotros

Para llegar a ser testigos de Cristo lo primero que tenemos que hacer es nacer de nuevo espiritualmente hablando, porque en ese momento somos sellados como hijos de Dios, podemos venir al trono de Dios en confianza, el Espíritu Santo viene a morar en nuestro interior, quien abre nuestro entendimiento para percibir la voluntad de Dios, revelarnos la verdad de la Palabra de Dios, y sobretodo inscribirnos en el Libro de la Vida, y tener vida eterna.

Por lo tanto has esta oración conmigo:

«Padre mio, vengo delante de tu presencia para pedirte perdón por todos mis pecados, rompo todo pacto que hayan llevado a cabo mis ancestros con las tinieblas. Ven a morar a mi corazón. Has de mí una nueva criatura dedicada a servirte y cumplir tus mandamientos y preceptos. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

FUENTE: Gracias Pastor ABRAHAM MURILLO por sus enseñanzas.

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El PODER DEL ESPIRITU QUE DISCIERNE

A menudo, cuando la vida carece de claridad, nos perdemos. No podemos distinguir entre el bien y el mal, la verdad y la ficción, o entre un arrebato de ira y un grito de auxilio. ¿Cómo podemos saber cómo actuar cuando las cosas parecen tan confusas?

Lo que necesitamos es un espíritu de discernimiento. Sin él, tomamos decisiones imprudentes y perdemos bendiciones.

El discernimiento es un don de Dios y es algo por lo que debemos orar cada día. Pero no tenemos que sentarnos a esperar que aparezca. Podemos buscar claridad leyendo la Palabra de Dios y aprendiendo de aquellos que enseñan principios bíblicos sólidos. De igual manera, podemos aprender de nuestras propias experiencias, así como de las lecciones de vida de otros.

No tenemos que ir por la vida con una visión limitada. Descubra la paz y la claridad que se consigue al desarrollar un espíritu de discernimiento.

El problema es que carecemos de discernimiento espiritual, de la habilidad para ver más allá de nuestras circunstancias a fin de formar criterios adecuados y juzgar debidamente para encontrar el camino y así poder actuar acertadamente y tomar las decisiones correctas. Por esta razón el rey David oraba diciendo:

SALMOS 119:66 “Enséñame buen sentido (discernimiento) y sabiduría, porque tus mandamientos he creído”

No cabe duda, entonces, que esta petición debe encontrar eco en nuestras vidas.

El discernimiento es esencial para:

  • Entender la voluntad de Dios. Nuestro Padre celestial nos ha comunicado con toda claridad sus propósitos para nuestras vidas, pero nosotros debemos estar en capacidad de poner atención a sus instrucciones con el fin de tomar las decisiones que estén de acuerdo con su voluntad.
  • Distinguir entre la verdad y el error. Con frecuencia se confunde la una con el otro por lo que es necesario establecer la diferencia y luego proceder correctamente. Es sumamente importante que enseñemos a nuestros hijos, desde su más tierna edad, las verdades fundamentales de la Palabra de Dios e insistamos en la importancia de no desviarnos de ellas.
  • Evitar ser engañados por el pecado. Aunque estemos convencidos de que los placeres del pecado son de corta duración, estamos tentados a ignorar que sus consecuencias pueden afectarnos a largo plazo; o quizá no tomar en cuenta que alguna cosa aparentemente trivial podrá perjudicar nuestra vida espiritual, aunque tengamos que lamentarlo. Por eso debemos preguntarnos: ¿Qué sucederá si actúo de esta manera, si decido comprar esto, si continúo con esta amistad, pese a las enseñanzas que hemos recibido?
  • Distinguir entre lo bueno y lo mejor. Como seguidores de Cristo nuestra meta debe ser la excelencia en todos nuestros actos. Nuestras decisiones no pueden ser tomadas a la ligera, sino como resultado de nuestro esfuerzo por agradar a nuestro Maestro y Señor quien dio lo mejor de sí mismo para que tuviéramos lo mejor que su Padre ya había preparado para nosotros, sus hijos.
  • Distinguir entre legalismo y libertad. El legalismo consiste en tratar de imponer preferencias personales de conducta como si fueran mandatos de Dios. Si alguien insiste en interpretar la Biblia según sus propias conclusiones, éstas deben ser estudiadas a fondo a la luz de las normas de la sabiduría divina y la iluminación de su Espíritu Santo.
  • Reconocer la voz de Dios. Dios nos ha creado con propósitos específicos para cada uno de nosotros en particular. Él siempre nos da indicaciones claras para lograrlos y nosotros podemos percibirlo por medio de lo que vemos, oímos y sentimos a fin de someternos a su voluntad y proceder sin temor a equivocarnos.

La fuente del discernimiento espiritual

  • El Espíritu Santo. Antes de ascender al cielo, el Señor Jesús prometió a sus discípulos que no los dejaría huérfanos sino que el Padre enviaría a una persona en su lugar. Lo dijo así: “el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn 14.26). Y el mismo Espíritu Santo es quien nos instruye, nos ayuda a entender la verdad y nos recuerda las enseñanzas de Cristo. Debido a que está con nosotros (Jn 14.16), Él nos capacita dándonos el discernimiento espiritual que necesitamos, pues también mora en nosotros (v. 17). Gracias a sus instrucciones jamás tenemos que tomar decisiones por nuestra propia cuenta (Jn 15.26).
  • La Palabra de Dios. Salmo 119.130 nos dice que la exposición de las palabras de Dios alumbra, es decir, que es la base de todo discernimiento. No hay ni un solo asunto ni problema moral en la vida para la que no encontremos solución en la Biblia. Nuestra capacidad para captar la clave para obtener el mejor resultado aumentará a medida que nos esforcemos por atesorar en nuestro corazón los principios bíblicos. Con el paso del tiempo nuestra mente se saturará de ellos de tal manera que aprenderemos a ver su aplicación en cada situación, como la afirma Pablo (1 Co 2.14, 15).
  • Las enseñanzas de maestros consagrados. En el Antiguo Testamento, una de las tareas de los levitas consistía en enseñar al pueblo de Dios “a hacer diferencia entre lo santo y lo profano” así como “a discernir entre lo limpio y lo no limpio” (Ez 44.22). Quienes han tenido la oportunidad de estudiar la Biblia con diligencia por algún tiempo y han alcanzado tener mayor entendimiento de la voluntad de Dios, pueden ayudarnos a alcanzar “la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef 4.13) y de esa manera servir con eficacia al pueblo de Dios.
  • Las experiencias. Nuestro discernimiento espiritual se fortalecerá a medida que vayamos poniendo en práctica las indicaciones de la Palabra de Dios. A veces cometeremos errores al confundir la voz de Dios con algunas de nuestras experiencias en el pasado que han influido en nuestra manera de pensar, pero aunque cometamos errores, siempre podremos aprender de todas ellas. Cada oportunidad demandará esfuerzo para correr “con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en el autor y consumador de la fe”, el mismo Cristo (He 12.3, 4). Si perseveramos en ella, tarde o temprano podremos escuchar su voz de aliento y aprobación.

FUENTE: Gracias pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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EL PLAN DE DIOS SIEMPRE ES EL MEJOR

Siempre tenemos dos opciones, sobre todo cuando estamos ante situaciones difíciles.

Podemos escoger seguir nuestro propio camino o la voluntad de Dios. Aunque sabemos que hacer lo que le agrada a Dios es la mejor opción, de manera natural nos sentimos atraídos a escoger lo contrario. Y, aun así, el Señor tiene el poder para que todo obre para nuestro bien. Por tanto, si queremos disfrutar de sus bendiciones, debemos obedecerlo y no seguir nuestros propios planes.

Muchos de los principios bíblicos son ilustrados con la vida de los personajes de las Sagradas Escrituras. Moisés es un ejemplo de estas dos opciones; escoger hacer nuestra voluntad o la de Dios.

Trasfondo histórico

Mientras Jacob y sus 12 hijos vivían en Canaán, los hermanos de José le tenían envidia y lo vendieron como esclavo en Egipto. Después de vivir varios años como esclavo y prisionero, José fue elevado a la posición de primer ministro. Cuando toda esa área fue azotada con una gran hambruna, José salvó a su familia y la trajo a vivir a Egipto.

Después de muchos años llegaron a ser una gran multitud, y un nuevo rey se levantó en Egipto, el cual no conocía nada de José. Sintió miedo de que los israelitas traicionaran a Egipto en tiempo de guerra y los esclavizó y afligió con una pesada carga. Pero, a pesar de todos sus esfuerzos, el pueblo de Israel continuaba multiplicándose.

Moisés nació durante la época en la que Faraón trataba de exterminar a todos los varones recién nacidos, pero su madre le mantuvo consigo por tres meses, hasta que ya no pudo esconderlo más. Fue entonces cuando lo puso en una canasta, y la situó a la orilla del río Nilo, y dejó a su hija vigilándolo. La hija de Faraón encontró a Moisés, y lo adoptó como a su propio hijo. La madre de Moisés fue escogida para ser su nodriza, hasta que fue destetado. Luego fue criado en el palacio como heredero del trono.

Una vez que Moisés creció, comenzó a preocuparse por el maltrato que sufría su pueblo hebreo y deseaba hacer algo al respecto (Ex 2.11-15). Pero lo hizo a su manera, y cometió errores que afectaron el resto de su vida. Al ver cómo un egipcio maltrataba a un hebreo, acudió a su rescate, mató al agresor y escondió el cadáver en la arena.

Errores de Moisés.

  • Se enfocó en un suceso y no en el panorama completo. En vez de considerar cómo salvar a toda la nación, se enfocó en un acto de crueldad.
  • Siguió su razonamiento. Moisés creyó que la única manera de ayudar al hebreo era matando al egipcio.
  • Actuó por impulso. No se detuvo a pensar, sino que reaccionó de manera inmediata.
  • Actuó con sus propias fuerzas. Tomó la justicia en sus manos, en vez de depender del Señor.
  • Actuó impulsado por la ira. Su ira incontrolable le llevó al asesinato.
  • No pensó en las consecuencias. Moisés no consideró lo que pasaría como resultado de sus acciones.

Cuando actuamos a nuestra manera, también cometemos los mismos errores. Pero si nos acostumbramos a obedecer a Dios, podremos reconocer que sus pensamientos y sus caminos son más altos que los nuestros, y escogeremos hacer su voluntad (Is 55.8, 9). Andar en los caminos de Dios debe llegar a ser un hábito para nosotros.

Los resultados de las decisiones de Moisés.

  • Asesinó a un hombre.
  • Sintió gran temor.
  • Fue desterrado de Egipto.
  • Se tuvo que separar de su familia y de la nación.
  • Se convirtió en pastor de ovejas.
  • Tuvo que pensar en lo que hizo.
  • Perdió su alta posición, poder e influencia.
  • Vivió en el desierto, mientras su pueblo continuó sufriendo en Egipto sin que pudiera hacer nada.

Si escogemos hacer nuestra voluntad y no la de Dios, también tendremos que enfrentar graves consecuencias. Nos sentiremos llenos de remordimientos y desilusiones, y tendremos que enfrentar las consecuencias de nuestras acciones. No solo nos afectarán a nosotros, sino también a otros. Aunque el camino de Dios no siempre es el más fácil a seguir, ni es el que más nos agrada, y puede llegar a ser el más doloroso, siempre es la mejor opción, pues va de acuerdo con el plan de Dios y propósito para nosotros.

El prerrequisito para hacer la voluntad de Dios.

Nadie puede seguir el plan de Dios sin un encuentro con Él, por medio de su Hijo Jesucristo. Debemos confesar y arrepentirnos de nuestros pecados, y creer que Cristo pagó la deuda que teníamos, para que podamos ser perdonados y tener una relación con nuestro Padre celestial.

El resultado de hacer la voluntad del Señor.

Después de 40 años en el desierto, Dios le habló a Moisés por medio de una zarza ardiente (Ex 3.1-6). Para ese entonces, Moisés había dejado de confiar en sí mismo y estaba listo para ser usado por el Señor para liberar a los israelitas. Cuando Moisés se acercó para ver por qué la zarza no se consumía, Dios le dijo que regresara a Egipto para demandar a Faraón que dejara ir a los isrealitas (Ex 3.7-22).

  • Moisés obedeció el mandamiento divino (Ex 4.19, 20). Siguió las instrucciones de Dios, en vez de seguir sus propios planes.
  • Procedió en el tiempo del Señor y no en el suyo.
  • Dios proveyó todo lo que Moisés necesitaba. Aaron se convirtió en el portavoz de Moisés cuando no se sintió bien y Dios le dio grandes señales que serían usadas para convencer a Faraón.
  • El Señor eliminó sus temores. Le aseguró que su presencia y poder lo acompañarían.
  • Le dio instrucciones específicas a Moisés.
  • Moisés pudo sentir el poder del Señor en su vida. Egipto era una nación muy poderosa, pero Moisés fue enviado con el poder del Dios todopoderoso.
  • Pudo ver el poder de Dios obrar de manera inusual. Moisés fue testigo de los milagros que Dios obró para liberar a los hebreos de la esclavitud egipcia.
  • Los hebreos fueron bendecidos. Se fueron de Egipto con grandes riquezas.
  • Moisés aprendió a hacer la voluntad de Dios. Comprendió cuán efectivos son los planes de Dios y cuán vano era seguir los suyos.
  • Aprendió que el Señor podía usarlo. Llegó ante la presencia de Faraón, armado tan solo con una vara y pudo observar cómo el Señor liberó a su pueblo.
  • Dios alcanzó en un corto espacio de tiempo lo que Moisés no hubiera podido lograr durante toda su vida. Moisés rescató a un hombre, pero el Señor liberó a todo el pueblo de Israel sin causar una guerra o revolución.

Si imitamos el ejemplo de Moisés y escogemos el camino de Dios, también aprenderemos que, si lo obedecemos, Él es Fiel para cumplir su voluntad.

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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Cuando no podemos con las cargas.

Cuando su corazón está cargado, su cuerpo agotado y sus emociones desgastadas, y se siente desanimado, sin esperanza y abrumado, ¿dónde busca alivio?

¿Se refugia en alguien o en algo como forma de escape?. Existe una mejor opción, y la encontramos en:

 Mateo 11.28: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.

Cuando Cristo ofreció descanso y esperanza a los que estaban cargados, se dirigía a personas que tenían vidas muy difíciles. Estaban oprimidos por Roma, y muchos de ellos vivían en pobreza o esclavitud. Además, el judaísmo se había convertido en una religión legalista, con requisitos que imponían cargas pesadas. Pero esto no solo les ocurrió a las generaciones pasadas. En nuestros días hay muchos que también se sienten agobiados. Algunos sienten que necesitan darse por vencidos; pero a ellos, Cristo también les ofrece ayuda.

En la Biblia se mencionan dos clases de cargas.

Por medio de ellas Él se propone:

1. La carga del Señor. En el Antiguo Testamento, el mensaje que recibía el profeta de parte de Dios era llamado profecía o carga (Zac 12.1 LBLA). El profeta tenía una sensación de peso, urgencia y responsabilidad por compartir con los demás las palabras que el Señor le había dado. En muchas ocasiones esas profecías consistían en una declaración del inminente juicio de Dios hacia una persona o nación. Como esos mensajes provenían del Señor, quedaron escritos en la Biblia.

En nuestros días, contamos con la Biblia, pero quizás sintamos esa carga como una inquietud por orar o ayudar a personas que el Espíritu Santo pone en nuestros corazones. O puede que sintamos la convicción que debemos compartir el evangelio con alguien. En el caso de los pastores, es el sentido de urgencia por predicar a la congregación las verdades de la Palabra de Dios. Ese llamado produce en nosotros una inquietud espiritual, una urgencia y una responsabilidad similar a la que tenían los profetas. Todos esos son métodos que el Señor usa para que ministremos a nuestros hermanos en la fe.

2. Cargas del diario vivir. Dado que vivimos en un mundo caído, en todo momento estamos expuestos a diversas pruebas. Estas se presentan de varias maneras, como problemas económicos, familiares, laborales, de salud, abusos, errores y pecados del pasado, o la muerte de un ser querido. Estas dificultades pueden hacernos sentir más cargados de lo que podemos soportar.

JESUCRISTO OFRECE LA SOLUCIÓN.

1. La invitación. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mt 11.28). El Hijo del Dios viviente, quien es Soberano sobre todo lo que existe y tiene todo el poder, está dispuesto y puede ayudarnos. No hay nada que sea demasiado difícil para Él.

El alcance de esta invitación es universal. A los que no creen, les ofrece salvación. Al morir en la cruz llevó sobre sí el castigo del pecado y a todos los que creen en Él les ofrece el perdón de los pecados, la justificación y la vida eterna. “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1 P 2.24).

Como el Señor ya llevó nuestros pecados en la cruz, también llevará nuestras cargas, por menores que parezcan, una vez que seamos creyentes. Nos invita a venir ante Él con todo aquello que nos hace sentir abrumados.

  • En oración. Humillémonos ante el Señor al reconocer nuestras debilidades, al contarle aquello que nos agobia y pedirle que nos ayude.
  • Entreguemos nuestras cargas. En lugar de enfocarnos en la dificultad, pongamos nuestra mirada en Cristo. Nos invita a poner toda nuestra ansiedad sobre Él, pues nos cuida (1 P 5.7). También promete sustentarnos en todo momento para que no caigamos (Sal 55.22). Quizás no nos quite la carga que nos agobia, pero nos fortalecerá para que podamos sobrellevarla.

2. El mandato. “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí… porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mt 11.29, 30). El yugo era una pieza de madera que se colocaba sobre los lomos de dos bueyes, para que el peso fuera distribuido y avanzaran al mismo ritmo. En la época de Jesucristo, las personas vivían bajo el yugo religioso de los fariseos, quienes imponían cargas pesadas de legalismo que ni siquiera ellos mismos podían cumplir. El Señor declaró, que aquellos que estuvieran agotados por esas cargas legalistas, tenían la opción de intercambiar yugo al tomar el suyo y aprender de Él.

Recibimos el yugo del Señor por la gracia de Dios, por medio de la fe y no por obras. Para tomar su yugo, debemos confesar nuestros pecados y reconocer que Cristo es nuestro Señor y Salvador. Como sus discípulos, aprendemos de Él y sentimos gratitud y amor a mediada que lo obedecemos. Cuando somos confrontados por las cargas diarias, el Señor nos ayuda a enfrentarlas y nos muestra cómo mantener nuestra paz y confianza en Él, para que esas cargas no se vuelvan insoportables.

3. La certeza. “que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11.29). Los atributos de nuestro Salvador son un gran consuelo cuando nos sentimos cargados. Nunca condena, ni aleja a sus discípulos que vienen ante su presencia en tiempo de necesidad (Jn 6.37). Nos trata con amor y se humilla para ayudarnos a llevar nuestras pesadas cargas.

4. La promesa. “y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mt 11.29). Cuando confiamos en Cristo para salvación y para llevar nuestras cargas, Él nos da la seguridad de la vida eterna y llena de paz nuestros corazones. Al mantener nuestra mirada en el Señor, Él reemplaza la tempestad, el miedo, la ansiedad, el enojo y la frustración con confianza en Él. Nos ayuda a llevar las cargas, para que no las sintamos tan pesadas. Aunque la carga permanezca, nuestras almas estarán en paz, pues confiamos en el Señor incluso ante aquello que no comprendemos.

Lo primero que debemos hacer cuando sentimos que las cargas de la vida están muy pesadas, es venir ante Cristo, llevar su yugo y aprender de Él. Sin importar lo que enfrentemos, Él es más que poderoso para sostenernos. Además, el Señor provee consuelo y fortaleza por medio de su Cuerpo, la Iglesia. Como creyentes hemos sido llamados a servirnos unos a otros, y parte de ese servicio consiste en apoyarnos con las cargas (Ga 6.2). Incluso el Señor Jesús les pidió a tres de sus discípulos más cercanos que oraran con Él en el huerto de Getsemaní (Mt 26.36-38). Cuando buscamos ayuda en otros creyentes, nuestras cargas se aligeran y ambas partes somos bendecidas.

Si usted no ha aceptado a Cristo como su Salvador, sé lo que carga, carga la culpa, carga el peso del pecado y la única persona que puede manejar eso es el Señor Jesucristo, así que le animo a pedirle que perdone sus pecados y a decirle que le entrega su vida a Él, que quiere vivir una vida plena y solo Él puede ofrecerle eso. Si le confiesa sus pecados y le dice que lo acepta como su Salvador personal, basándose en lo que Él hizo en la cruz del Calvario, en ese momento Él perdona sus pecados. Escuche esto, no es condicional, es libertad eterna. El Espíritu de Dios le sella como hijo de Dios al instante. Y de ahí en adelante tiene a alguien que lleva esas cargas. Que caminará con usted, le quitará el peso y facultará para andar en paz y tranquilidad. Talvez sea un creyente y esta en una circunstancia de la que quisiera salir. Y clama a Dios y ha comenzado a dudar de Él, porque no hace esto, diga: «Señor, he escuchado algo distinto hoy, no lo he hecho muy bien», solo dígale: «hoy lo entrego todo a ti». Dios sabe que quizás quiera retomarla mañana. Dígale que se la entrega. Es la única y real libertad genuina y es mediante Jesucristo.

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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