Mensajes Puros

NUESTRAS CONVICCIONES

Como cristianos, debemos tener convicciones que definan nuestra identidad y determinen nuestro estilo de vida y decisiones.

Y Dios nos ha dado principios bíblicos con el propósito de protegernos, guiarnos, motivarnos y ayudarnos a vivir de acuerdo a su voluntad. Como nuestras convicciones tienen una influencia tan poderosa, debemos examinarlas para determinar si contribuyen o no a nuestro crecimiento espiritual, o si nos acercan o separan de Dios.

Cuando Pedro y Juan fueron lanzados en la cárcel por haber sanado a un hombre cojo, se les amenazó para que no hablasen o enseñasen en el nombre de Jesús. Sin embargo, se mantuvieron firmes en sus convicciones y dijeron:

HECHOS 4: 19-20 “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”.

El verdadero significado de la convicción

La palabra convicción puede ser definida:

  • Una creencia que se sostiene con firmeza. Como el hecho de que estamos seguros de que Jesucristo es el Hijo de Dios, quien ha resucitado y quien es el único camino al cielo.
  • Un sentimiento de culpabilidad que proviene del Espíritu Santo, pues Él es quien convence al mundo de pecado, justicia y juicio (Jn 16.8).

Tales convicciones son las que están relacionadas con nuestra fe. Las mismas deberían tener un efecto decisivo en nuestra conducta y marcar la diferencia cada vez que debamos demostrar nuestras creencias a quienes no piensan igual que nosotros.

LA DIFERENCIA ENTRE CONVICCIONES Y PREFERENCIAS

Al examinar nuestra vida, debemos determinar si vivimos por convicciones o preferencias.

  • Las preferencias son creencias que varían de acuerdo a las circunstancias y que podemos modificar para beneficiarnos. Las preferencias no proveen un cimiento sólido para nuestra vida, pues dependen de lo que nos ocurra, o pueden ser cambiadas si se nos ofrece algo mejor, por lo cual son fácilmente abandonadas ante las tentaciones.
  • Una convicción es una creencia sólida y firme, que está basada en la confianza en la Palabra de Dios. La cual nos hace estar completamente convencidos de su verdad, de tal manera que asumamos una postura sin importar las consecuencias. Las convicciones moldean, no solo nuestras creencias, sino también la manera en la que vivimos y en la que morimos. Definen nuestra identidad y proveen una dirección sólida que nos mantiene en el camino correcto sin importar las circunstancias o tentaciones que enfrentemos.

CARACTERÍSTICAS DE UNA PERSONA CON CONVICCIONES.

Nuestra meta como creyentes es llegar a ser como Pedro y Juan, quienes se mantuvieron firmes en su fe en Cristo y en la responsabilidad que tenían de proclamar su salvación, sin importar las amenazas que recibieron. Al imitar su ejemplo expresaremos las siguientes características:

  • Sentido de propósito. Sabemos hacia donde nos dirigimos y andamos por un camino definido para llegar ahí, al buscar aquello que va de acuerdo con nuestra identidad en Cristo y al dejar a un lado lo que no sea de su agrado. En vez de imitar a la mayoría, o buscar nuestro propio placer, seguimos los principios bíblicos, al buscar la voluntad de Dios para abstenernos de los pecados que nos rodean.
  • Fe en Dios para poder vivir con convicciones. La fuerza que nos permite mantenernos firmes en nuestras convicciones proviene de la fe en Cristo como nuestro Salvador y de la Palabra de Dios.
  • Valentía ante los desafíos. Es fácil mantener convicciones firmes cuando estamos en la iglesia, rodeados de personas que piensan igual que nosotros. Pero si nos rodean personas que creen que los cristianos somos intolerantes y tontos, necesitamos valor para declarar que somos seguidores de Cristo y para proclamar la Palabra de Dios.
  • Perspectiva en mente. Antes de rendir nuestras convicciones o de negar lo que realmente creemos, debemos examinar los efectos a largo plazo que sufriremos al hacerlo.
  • Fortaleza inusual. Desde el momento en que fuimos salvos, el Espíritu Santo vino a vivir en nosotros y nos selló como hijos de Dios (Ef 4.30). Él es nuestro consolador, quien nos capacita para comprender la verdad y nos da la fortaleza física, emocional y espiritual para hacer lo correcto en medio de las pruebas y las dificultades (Jn 14.26). Nunca estaremos solos al ser firmes en nuestras convicciones, pues el Espíritu de Dios está siempre con nosotros para ayudarnos en lo que fuese necesario.
  • Entendimiento adecuado. El Espíritu Santo es quien nos da el discernimiento para reconocer la mentira. Las promesas del mundo de felicidad, prosperidad y placer para los que comprometen las convicciones bíblicas son un gran engaño. De manera que, si basamos nuestras convicciones en nuestras propias ideas, deseos y satisfacciones, nos encaminaremos al desastre. Es al vivir de acuerdo a las convicciones que provienen de Dios que podemos evitar las consecuencias de seguir los valores de este mundo.

¿PORQUE CLAUDICAMOS DE NUESTRAS CONVICCIONES?

  • El temor a las críticas. Vivimos en una sociedad donde muchos proclaman tener el derecho de hacer lo que les conviene. Es por eso que somos criticados al mantenernos firmes en nuestras convicciones cristianas, o al proclamar lo que Dios enseña acerca del estilo de vida pecaminoso que otros llevan.
  • El temor al rechazo. Si expresamos lo que creemos, o si vivimos de acuerdo a nuestras convicciones cristianas, puede que no seamos aceptados por quienes viven de acuerdo a sus propios deseos. Sin embargo, no debemos sacrificar esas convicciones para complacer a los demás, pues podemos perder las bendiciones que Dios nos ha preparado.
  • El temor a las pérdidas. En ocasiones, nos negamos a mantenernos firmes en nuestras convicciones, por temor a llegar a perder a nuestros amigos. Sin embargo, cualquier persona que trate de alejarnos de los caminos del Señor no es verdaderamente nuestro amigo.

Es tiempo de que los hijos de Dios nos mantengamos firmes, sin importar las consecuencias. Nuestra prioridad debe ser agradar a Cristo para que seamos hallados fieles a Él y a su Palabra.

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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VENCIENDO AL MUNDO

Permítame le cuento una historia a manera de introducción:

Durante sus vacaciones en la costa, una familia presenció una gran tempestad. Las olas subían a enormes alturas mientras que los vientos fuertes sacudían violentamente las embarcaciones que estaban amarradas al muelle.

Un niño, que miraba desde la ventana, se fijó en que sólo la boya flotaba serenamente en aquel turbulento mar y se mantenía en su lugar a pesar de los vientos fuertes.

El niño comentó con los demás que la boya era la única cosa que había allí afuera que parecía no tener miedo, porque aunque se hundía de vez en cuando, siempre volvía a subir sin daño y en el mismo lugar.

Entonces el papá les explicó que la boya se mantenía firme a pesar del viento fuerte porque estaba amarrada a un ancla en el fondo del mar, y agregó que también así es nuestra vida.

Cuando nuestra fe está anclada en Cristo podemos enfrentarnos sin temor y con calma a cualquier viento contrario en la vida. No existe bendición como la de una perfecta confianza en el Señor.

Todos los días nos enfrentamos a desafíos terribles, y creo que en este tiempo tan extraño e impensable, esos desafíos se han acentuado.

En medio de esta situación… hay esperanza, porque podemos seguir la vida “Venciendo al mundo” Somos vencedores en la fe del Hijo de Dios.

Leamos la Palabra de Dios:

  1. Juan 5:1-5 1 Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él.
  2. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos.
  3. Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.
  4. Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.
  5. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

Una verdad enorme es esta, la fe en Cristo nos da propósito y nos hace vivir plenamente. De todos los conocimientos, el más importante es conocer a Dios. Vamos a meditar en este pasaje, pero nos enfocaremos especialmente en los versículos 4-5

  1. LOS QUE HAN NACIDO DE NUEVO VENCEN AL MUNDO. Vs.4a Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo;
  • Es un vencedor siempre. Ya vencimos por los méritos de Cristo, por ello debemos vernos a nosotros mismos como vencedores, no como derrotados:

1 Corintios 4:7-9 dice: 7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, 8 que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; 9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;

  • Dios nos ha capacitado para vencer. (La Palabra de Dios, los dones del Espíritu Santo)
  • Debemos ejercitarnos en vencer. (Determinación, perseverancia y constancia).

2. NUESTRA FE EN CRISTO, ES NUESTRA VICTORIA. Vs. 4b …y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. La fe en Jesús, el Hijo de Dios, nos cubre, nos capacita, nos levanta y nos sostiene para contemplar la victoria.

  • La persona de Cristo es lo más importante. No es una fe cualquiera, ni una fe impersonal, es una fe directamente en una persona, la persona más importante del cosmos: ¡Cristo mismo!
  • Creer y aferrarse a esa fe. (Esta fe es suficiente para cruzar cada día y sus desafíos)
  • Esta guerra está ganada, nosotros debemos ganar las batallas. (Ya ganó Cristo, pero él nos manda, a ser más que vencedores y asumir ese rol, a diario. ¿Cómo? Disciplinas espirituales: orar, leer la Biblia, compartir)

3. VENCER AL MUNDO ES COSA DE TODOS LOS DÍAS. Vs. 5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Si nota algunas palabras claves: ¿Quién es el que VENCE? VENCE, en presente. No dice venció, ni vencerá, dice vence… porque es una situación diaria. Siempre le comparto a un buen amigo que está luchando con su vida: hermano, es un día a la vez.

  • Vencemos porque DEBEMOS hacerlo. No tenemos opción. Si hemos nacido de Dios, nuestra naturaleza ahora, es ser vencedores, y DEBEMOS hacerlo. DIARIAMENTE.
  • Vencemos porque CREEMOS en Jesús. Como nuestra fe está puesta en Jesús, DEBEMOS vencer, como producto de CREER en Jesús. Vencemos porque CREEMOS en Cristo.
  • Vencemos porque el mundo está VENCIDO. Juan 16:33 dice: Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.Jesús no miente.Jesús ya lo hizoSimplemente viva en esa verdad.

Esto suena muy bien, pero ¿Cómo lo logro? Comience a dar pequeños pasos de fe:

  • Lea su Biblia TODOS los días,
  • Ore a Dios, por unos minutos SIEMPRE;
  • comparta sus logros y desafíos con un amigo, un hermano en la fe que sea maduro y le anime.

No luche solo, no sufra en silencio. Usted y yo podemos ¡VIVIR VENCIENDO AL MUNDO SIEMPRE! Solamente por la gracia de Dios. Ánimos, la guerra ya está ganada, pero prepárese para la batalla de cada día, en el nombre de Jesús. Dios le bendiga.

FUENTE Gracias Pastor DORIAN BANEGAS por sus enseñanzas

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ES JESUCRISTO DIOS?

¿Qué piensa usted de Jesucristo? La forma en que responda esta pregunta es de suma importancia.

¿Acaso solo fue un hombre, o uno de los profetas o maestros que deambuló por el mundo en aquella época, o alguien más? Muchas personas pueden estar interesadas en sus enseñanzas o milagros, pero al verlo en un contexto más amplio, llegan a creer que Jesucristo no es importante, sino solo Dios Padre. Pueden que afirmen creer en Dios, pero consideran a Jesucristo irrelevante. Sin embargo, ¿qué dice la Biblia al respecto?

En el Evangelio de Juan encontramos una descripción de Jesucristo diferente al de cualquier otro pasaje de las Sagradas Escrituras. La respuesta de Juan en cuanto a la identidad de Cristo es una afirmación de que el Señor Jesús es Dios. Y toda la evidencia necesaria para sostener esta afirmación la encontramos en la Biblia, sobre todo en el Evangelio de Juan. Según Juan 1.1-5, Jesucristo es el Dios eterno, el Creador de todo lo que existe y la fuente de vida que estaba con Dios en el principio.

¿Quién dijo Jesucristo que era?

  • “Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen” (Jn 10.14).
  • “Yo soy la puerta de las ovejas… el que por mí entrare, será salvo” (Jn 10.7, 9).
  • “Yo y el Padre uno somos” (Jn 10.30).
  • “Y el que me ve, ve al que me envió” (Jn 12.45).
  • “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8.12).
  • “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn 14.6).

¿Fueron las acciones de Jesucristo coherentes con quien es Dios?

  • “Porque yo hago siempre lo que le agrada” (Jn 8.29).
  • “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn 10.10).
  • “El Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados” (Mt 9.6).
  • “Yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Jn 10.17, 18).
  • “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Jn 6.38).

¿Cuál era la relación de Jesucristo con Dios Padre?

  • “Hagamos al hombre a nuestra imagen” (Gn 1.26). Los términos “Hagamos” y “nuestra” aluden a la Trinidad, la cual incluye a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
  • “Yo y el Padre uno somos” (Jn 10.30).
  • “Si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais” (Jn 8.19).
  • “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Jn 14.16, 17). Las tres personas de la Trinidad son mencionadas en este pasaje.
  • “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Jn 1.1). Juan testifica que Jesucristo es Dios hecho hombre.
  • “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Jn 1.3). Juan identifica a Jesucristo como el Creador, lo cual también es respaldado por Génesis 1.26.
  • “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Col 1.15-17). Pablo también afirma que Jesucristo es el Creador.
  • “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Jn 6.38).
  • “Yo soy en el Padre, y el Padre en mí” (Jn 14.11).
  • “Las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado” (Jn 5.36).
  • “Porque yo hago siempre lo que le agrada” (Jn 8.29).

¿Por qué es tan importante la deidad de Cristo?

En la mente de muchas personas Dios es una entidad distante, extraña e indescriptible que vive en algún lugar remoto. Afirman creer en Dios aunque no le prestan atención ni tampoco se someten a Él. Creen en un dios que debe ayudarles cada vez que lo necesiten, sin hacerles sentir culpables por sus pecados.

Además, muchos de ellos dicen creer en Dios, pero no en Jesucristo. Lo cual también sucede en la mayoría de las religiones alrededor del mundo. Sin embargo, es imposible creer en el único Dios verdadero y excluir a Cristo, pues Él forma parte de la Trinidad. Además, el Señor Jesús afirmó que Él y el Padre son uno. Otra razón por la que algunos no desean reconocer la deidad de Cristo, es porque se niegan a creer en un Dios personal y no quieren tener que rendirle cuentas. Prefieren un dios que esté de acuerdo con ellos y que les ayude a obtener lo que desean, y no uno que se inmiscuya en sus asuntos y los haga responsabilizarse de sus propias acciones. Pero ese no es el Dios verdadero a quien servimos.

¿Por qué dijo Jesucristo que vino al mundo?

Vino para que tuviéramos vida y vida en abundancia (Jn 10.10). El Padre lo envió al mundo para que viviera como ser humano, enfrentará tentaciones sin llegar a pecar e hiciera milagros que testificaran su deidad. Llegado el momento, murió en la cruz para llevar el castigo de nuestros pecados para que todos los que creyesen en Él, pudieran ser perdonados y recibir la vida eterna. Y todo esto fue motivado por el amor de Dios hacia nosotros (Jn 3.16). Jesucristo es el único que puede salvarnos de la condenación eterna.

¿Qué pasaría si Jesucristo no fuera Dios?

  • Jesucristo sería un mentiroso.
  • No podríamos confiar en Él.
  • Su muerte no tendría valor alguno y aún viviríamos en nuestros pecados.
  • La historia de la resurrección sería falsa y no contaríamos con la esperanza de la vida eterna, ni de nuestra resurrección futura.
  • El cristianismo solo sería otra religión falsa.
  • Viviríamos sin esperanza en esta vida y tendríamos que enfrentar el juicio y el castigo eterno.

Pero Jesucristo es Dios. Todo lo que dijo y todo lo que hizo dio paso al perdón de nuestros pecados, al don de la vida eterna y al cielo como nuestra morada.

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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REQUISITOS PARA UNA MEDITACIÓN EFECTIVA EN DIOS

¿Qué considera importante en su vida?

Todas las cosas y actividades buenas de este mundo no se pueden comparar con el valor que tiene su relación personal con Jesucristo porque eso es lo que determinará todo lo demás. Si cree que esto es cierto, entonces la meditación en la Palabra de Dios debería ser una prioridad para usted.

La meditación en la Palabra de Dios requiere tiempo a solas con Él, para escuchar y reflexionar en cuanto a lo que nos dice en la Biblia y poder avanzar en obediencia. Vemos un ejemplo de esto en la vida de David, después de que el profeta Natán le declarara que Dios afirmaría su reino para siempre. En 2 Samuel 7.18, 19 se registra una pequeña porción de su respuesta ante esa maravillosa revelación del Señor. David al llegar ante la presencia de Dios, intenta digerir el mensaje que había recibido por medio del profeta y alaba al Señor, quien por su gracia le había hecho esa promesa.

“Y entró el rey David y se puso delante de Jehová, y dijo: ‘Señor Jehová, ¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí? Y aun te ha parecido poco esto, Señor Jehová, pues también has hablado de la casa de tu siervo en lo por venir. ¿Es así como procede el hombre, Señor Jehová?’”.

De igual manera debemos llegar ante la presencia del Señor al contemplar lo que nos declara en su Palabra. Esta es la porción de tiempo más importante de cualquier día. El soberano, omnipotente y eterno Creador de todo lo que existe es digno de nuestra diaria atención y alabanza. Es nuestro Padre celestial, quien sin condiciones ama a sus hijos, y nos llama a vivir en comunión con Él; y es por medio de la meditación que nos valemos de ese maravilloso privilegio.

Aunque muchas otras preocupaciones y actividades traten de captar nuestra atención, debe haber un tiempo diario en el que nos alejemos del ruido y de las distracciones para poner nuestro enfoque en el Señor y en lo que nos tenga que decir. La meditación debe comenzar con la confesión de pecado, para que podamos ser limpiados y así llegar ante Dios con un corazón puro. Es un tiempo para leer la Biblia, hacer preguntas, traer nuestras peticiones ante su presencia, buscar su voluntad y sencillamente disfrutar su compañía.

Prácticas que favorecen la meditación

No es fácil lograr que la meditación se convierta en un hábito, pues vivimos en una sociedad llena de distracciones y actividades; pero podemos lograrlo si hacemos de las siguientes prácticas parte de nuestro estilo de vida:

  • Un período específico de tiempo. Lo primero que debemos hacer es apartar un tiempo específico del día para estar en comunión con el Señor. La duración dependerá de la situación de cada persona. La meta consiste en tener un encuentro con Dios cada día, ya sea por 10, 15, 30 minutos o más.
  • Quietud. La multifuncionalidad no va de la mano de la meditación. Cuando intentamos combinar otras actividades con nuestro tiempo a solas con el Señor, nos distraemos rápidamente debido a la continua lucha por mantener la atención. El Salmo 46.10 nos declara: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra”. Para crecer en nuestro conocimiento del Señor, debemos invertir tiempo en nuestro enfoque en Él y en su Palabra.
  • Aislamiento. Cualquier relación estrecha requiere de tiempo a solas con la otra persona; y esta verdad también se aplica en nuestra relación con el Señor. Si el Hijo de Dios, que estaba libre de pecado, sintió la necesidad de apartarse para estar a solas con su Padre, ¿cuánto más no necesitaremos nosotros hacer de esta práctica nuestro estilo de vida?. Dedicar tiempo para estar a solas con Dios Todopoderoso y leer su Palabra aleja los miedos y temores, nos llena de su poder y nos capacita para lo que tengamos que enfrentar ese día que comienza.
  • Silencio. Necesitamos un lugar tranquilo en el que podamos reflexionar en Dios y en su Palabra. Debemos acallar todos los ruidos que casi siempre nos rodean y nos distraen. A veces eso significa que tenemos que dejar de hablar, para poder escuchar lo que el Señor desea decirnos. En otras ocasiones, necesitamos acallar nuestra mente y corazón, para que podamos enfocarnos en el Señor. Salmo 62.1, 2 nos dice: “En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación. El solamente es mi roca y mi salvación; es mi refugio, no resbalaré mucho”.
  • Dominio propio. Si la meditación es nuestra prioridad, debemos ejercitar el dominio propio al rechazar las distracciones. No hay necesidad de interrumpir nuestra conversación con el Señor cada vez que nos llamen por teléfono o algún pensamiento capte nuestra atención. Ese es un tiempo en el que literalmente debemos darle al Señor el primer lugar.
  • Sumisión a la voluntad de Dios. Mientras leemos la Biblia y escuchamos lo que el Señor nos dice, puede que sintamos convicción en cierto aspecto de nuestra vida, en el cual debemos obedecerlo. Quizás tengamos que arrepentirnos, o reconciliarnos con alguien, o cambiar nuestra actitud. Sin importar lo que sea, debemos someterlo a su voluntad, depender de sus fuerzas para obedecer y hacer lo que nos diga.
  • Sensibilidad. El Espíritu Santo, quien mora en nosotros, nos hace sensibles a los asuntos de Dios y nos ayuda a interpretar su Palabra para que podamos comprenderla y aplicarla. En todo momento Él obra en nuestra vida para transformar nuestro carácter, actitudes y acciones conformes a la imagen de Cristo. Para lograr su propósito en nosotros, necesita tiempo y nuestra mente, y ayudarnos a hacer las personas que Él quiere que seamos.

Solo una persona puede saciar nuestra vida y ese el Jesucristo, así que sí meditamos en Dios y su Palabra, Él nos mantiene en el rumbo correcto. Recuerde que nuestra ancla es nuestra relación con Dios y eso nos mantiene en la senda correcta y produce una vida fructífera todos los días.

Si tù no has aceptado a Jesucristo como tu Salvador, esto no funcionará. Por eso, te invito a hacer la siguiente oración, repite conmigo en voz alta: Padre celestial, vengo delante de tu presencia, a pedirte perdón por mis pecados. Me arrepiento de ellos y te pido que tu Espíritu Santo, venga a morar a mi corazón para que me ayude a cumplir tus mandamientos y preceptos. Todo te lo pido en el nombre de Jesucristo. Amén.

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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