Mensajes Puros

«CUANDO JESÚS ENTRA, TODO CAMBIA»

Mateo 12: 9-12 «Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos. 10Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? 11Él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si esta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? 12Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo. 13Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra. 14Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle.»

La Palabra de Dios hoy nos lleva a la sinagoga…a un lugar de religiosidad, de tradición, donde muchos hablaban de Dios…pero muy pocos caminaban con Él.

Jesús entró a la sinagoga —¡Él entró donde nadie lo esperaba! Y allí, dice la Escritura, había un hombre…un hombre con la mano seca. Un hombre limitado, marcado por la impotencia, por la indiferencia de un sistema que prefería el rito a la compasión.

Y mientras Jesús entra para sanar, los fariseos entran con otra intención: acusar. ¡Oh, cuán sutil puede ser el legalismo! Prefieren ver a un hombre sufriendo, que ver a un hombre restaurado…si eso desafía sus reglas.

Pero Jesús, lleno de autoridad, les responde con una pregunta poderosa: “¿Quién de vosotros, si tiene una oveja que cae en un hoyo en día de reposo, no la sacará?” ¡Y entonces declara lo que hoy resuena con poder en tu vida! “¡Cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es lícito hacer el bien en los días de reposo.”

Amado, Dios no se rige por tus horarios, por tus reglas, ni por tus excusas. Él no espera el momento perfecto, Él es el momento perfecto. Y hoy, Él ha entrado a tu sinagoga, ha entrado a tu situación seca, a tu frustración, a tu quebranto, a ese rincón donde llevas años sin mover la mano…

¡Y te dice: “Extiende tu mano!” ¡Extiéndela! Aunque duela, aunque no la hayas movido en años, aunque tu religión te diga que no es el día, Jesús te dice: “Hoy es el día de tu restauración.”

Y cuando el hombre obedeció, su mano fue restaurada. No por la sinagoga. No por los fariseos. Fue restaurada por la Palabra viva y eficaz del Hijo de Dios.

Y mientras otros celebraban la sanidad, los fariseos salieron a conspirar…¡Sí! ¡Aún después de ver el milagro! Porque no todos celebrarán tu restauración. Pero no importa. Cuando Jesús te toca, ya no eres el mismo.

Así que hoy, en el Nombre sobre todo Nombre, te digo: ¡Extiende tu mano! Extiende tu fe. Extiende tu esperanza. Extiende tu obediencia. ¡Y serás restaurado! ¡Porque el mismo Jesús que entró a la sinagoga…¡hoy ha entrado a tu vida!

OREMOS: «Señor Jesús, reconozco que he estado seco, lejos de Ti, limitado por mi pecado. Pero hoy creo que Tú entraste a mi vida para salvarme, sanarme y restaurarme. Te abro mi corazón, me arrepiento de mis pecados, y recibo tu perdón. Hoy extiendo mi mano hacia Ti y declaro: Tú eres mi Señor y mi Salvador. ¡Gracias por darme vida nueva, y la vida eterna! Amén.»

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COMO MANEJAR LA ANSIEDAD

Amados AMIGOS MIOS, vivimos en la era de la ansiedad. La preocupación parece envolver a todo el mundo: por el trabajo, la familia, el futuro… Pero hoy el Señor nos recuerda que la ansiedad no es el plan de Dios para sus hijos.

En Mateo 6, Jesús nos dice claramente: «No os afanéis por vuestra vida». Mirad las aves del cielo, mirad los lirios del campo. Ellos no se preocupan, y aun así nuestro Padre celestial cuida de ellos. ¿Cuánto más no cuidará de nosotros?

La ansiedad nace cuando nuestra mente se divide: queremos confiar en Dios, pero también queremos controlar las circunstancias. Sin embargo, el Señor nos llama a echar toda nuestra ansiedad sobre Él, porque Él cuida de nosotros (1 Pedro 5:7).

¡Escúchame bien, querido hermano, querida hermana! La ansiedad no proviene de Dios. Él es fuente de paz, de confianza, de seguridad. Y si hoy tu corazón está cargado, si las preocupaciones te roban el sueño, el Señor te dice: «Ven a mí».

¿Sabes cuál es el secreto para vencer la ansiedad? Jesús mismo nos lo dijo: «Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas». No pongas tu esperanza en el dinero, en la fama, en el éxito. Pon tu vida en las manos de Cristo. Él se encargará de suplir cada necesidad conforme a Su perfecta voluntad.

No vivas en el mañana, no te afanes por lo que vendrá. Cada día trae su propio afán, y cada día tiene su provisión de parte de Dios. Hoy, en este mismo momento, puedes decidir: «Señor, te entrego mi ansiedad, mis temores, mis cargas, y confío en tu amor perfecto».

Y si tú todavía no has entregado tu vida a Jesús, permíteme decirte: sin Cristo, no hay promesa. Hoy es el día de salvación. Hoy puedes recibir la paz que sobrepasa todo entendimiento. Solo debes creer que Él murió por tus pecados, resucitó, y vive para darte vida eterna.

Así que querido hermano, querida hermana: deja tu carga en las manos de Jesús. Confía en Él. Vive en Su paz. ¡Él es fiel y nunca te fallará!

OREMOS: Padre celestial, hoy vengo delante de Ti para entregarte toda ansiedad, todo temor y toda carga que oprime mi corazón. Ayúdame a confiar plenamente en Tu cuidado, a buscar primeramente Tu reino y Tu justicia, sabiendo que Tú suplirás cada necesidad. Llena mi alma de Tu paz que sobrepasa todo entendimiento, y enséñame a descansar en Tu amor fiel. En el nombre poderoso de Jesús, amén.

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» !ÉL VIVE! LA VICTORIA DE LA RESURRECCIÓN»

¡Hoy no venimos a conmemorar una tumba, sino a proclamar una victoria! ¡Que Jesucristo ha resucitado! ¡Y esa verdad lo cambia todo!

Los evangelios —Mateo, Marcos, Lucas y Juan— lo testifican. El libro de los Hechos lo proclama. Las epístolas lo enseñan. Y el Apocalipsis nos recuerda que Cristo reina, vive… y ¡regresará!

Pero escúchame bien… incluso los que caminaron con Él, comieron con Él, y vieron sus milagros, tuvieron dificultad para creerlo. Las mujeres fueron al sepulcro no con una alabanza, sino con especias. ¿Por qué? Porque no esperaban vida… esperaban muerte. ¡Pero el ángel les dijo: “No está aquí, pues ha resucitado!”!

Los discípulos dudaron. Tomás exigió tocar las heridas. Los de Emaús caminaban tristes diciendo: “Esperábamos…” ¡Pero entonces Jesús se les apareció! Y su incredulidad fue transformada en fuego, en fe, en fervor, y en una misión que alcanzó al mundo entero.

Amigo y amiga, escúchame: ¡La resurrección no es solo un evento histórico… es el corazón palpitante de nuestra fe! ¡Jesús no está muerto! Vive, reina, gobierna y su Espíritu Santo mora en ti.

¿Quieres prueba? Ve a Jerusalén… y verás que la tumba está vacía. Sólo uno ha vencido la muerte… ¡y su nombre es JESÚS!

¿Y qué significa eso para ti hoy?

Primero: Tus pecados han sido perdonados.
Segundo: Tienes la promesa de vida eterna.
Tercero: Un cuerpo glorificado te espera, como el suyo, perfecto para el cielo.
Y cuarto: Tienes una misión: ser testigo hasta lo último de la tierra.

Amado, cuando llegue el día final, cuando oigas tu nombre en los cielos, ¿estarás listo para responder como dice el antiguo himno? “Cuando Él me llame, responderé. De algún modo, en algún lugar, estaré sirviendo al Señor.”

Así debemos vivir: no con temor a la muerte, sino con fuego en el corazón, con manos ocupadas, con vidas rendidas…¡Hasta el día glorioso en que nuestros ojos vean su rostro y escuchemos: “Bien, buen siervo fiel”!

¡Él vive! ¡Y porque Él vive… tú también vivirás!

Para que esto sea una realidad en tu vida, haz la siguiente oración en voz alta: «Señor Jesús, hoy reconozco que soy pecador y que te necesito. Creo que moriste por mí y resucitaste al tercer día. Te abro mi corazón y te recibo como mi Salvador y Señor. Perdona mis pecados, límpiame y hazme una nueva persona. Desde hoy, te seguiré y viviré para ti. En tu nombre Jesús, amén.»

Fuente: GRacias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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«HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO»

LUCAS 23:36-46 » Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre, 37y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. 38Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS. 39Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 40Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 41Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas este ningún mal hizo. 42Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 43Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. 44Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 45Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad. 46Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.»

La escena más santa, más poderosa y más desgarradora de toda la historia: Cristo colgado entre el cielo y la tierra…¡El Rey del universo! Desnudo, humillado, escarnecido…¡Y aún así, SANTO! ¡Aún así, SOBERANO! ¡Aún así, SALVADOR!

¡Escucha bien! Los soldados se burlaban…Le ofrecían vinagre en vez de agua…Le decían con sarcasmo: “Sálvate a ti mismo.” Pero lo que ellos no sabían es que Él no vino a salvarse a sí mismo… vino a salvarte a TI.

Ahí estaba, entre dos malhechores. Uno se burlaba…El otro… quebrantado…
Le dice: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.”

Y Jesús, en medio del dolor, la sangre, el abandono, el infierno mismo respirándole encima…
¡Le responde con vida eterna!

“De cierto te digo, que HOY estarás conmigo en el paraíso.”

¡HOY! No mañana, no después de un juicio…¡HOY! Porque cuando el corazón se rinde con fe, el Cielo se abre inmediatamente. No importa cuán lejos hayas caído, no importa lo sucio de tu pasado…Si hoy clamas a Jesús, Él te responde con su gracia, con su perdón y con su salvación!

¡Oh Iglesia, escúchame! Cuando Cristo estaba colgado, el sol se oscureció. La creación entera se estremeció. El cielo guardó silencio.
¿Por qué?
Porque el Cordero estaba cargando el pecado del mundo.

Y de pronto…¡El velo del templo se rasgó!
¡Aleluya! ¡El acceso fue abierto!
Ya no necesitas sacrificios de animales…
Ya no necesitas intermediarios humanos…
¡Jesús abrió el camino!
Con Su sangre, nos dio entrada al Lugar Santísimo.

Y entonces…Con su último aliento…¡El Rey habla con autoridad!

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.”

¡No murieron con Él los sueños!
¡No murió la esperanza!
¡No murió el Reino!
Murió el pecado, murió la condenación, murió la separación!

¿Qué vas a hacer tú con esta cruz?
¿Vas a burlarte como el primero… o vas a clamar como el segundo?

¡Hoy es el día de salvación!
¡Hoy puedes pasar del infierno al paraíso con una sola oración!

Levanta tus manos ahí donde estás…Y di con fe: “Jesús, acuérdate de mí… sálvame, lávame, transfórmame… yo creo que tú eres el Hijo de Dios.”

Y te digo como lo dijo Él: “Hoy… hoy estarás conmigo en el paraíso.”

¡Gloria sea al Cordero que vive por los siglos de los siglos! ¡Amén!

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