Los creyentes estamos en una batalla espiritual entre el reino de la luz y el reino de las tinieblas. De todas las formas posibles, Satanás busca obstaculizar la obra de Dios en nuestras vidas. Por supuesto, si estamos en Cristo, nuestros nombres están escritos en el libro de la vida del Cordero y estamos destinados al cielo, y nada ni nadie, puede cambiar esa verdad. Pero al diablo le encantaría hacernos cristianos vencidos e ineficaces aquí en la tierra, y así robarnos nuestras recompensas celestiales.
¿ENTONCES, COMO PODEMOS EVITAR SER PRESA DE LOS PLANES DESTRUCTIVOS DE SATANÁS PARA NOSOTROS?
Déjame decirte lo siguiente: nosotros no estamos llamados a luchar contra el diablo; en cambio, lo resistimos manteniéndonos firmes en el poder del Señor. A través de la habilidad de nuestro Dios, es decir, los creyentes podemos vencer la tentación, incluso cuando enfrentamos circunstancias difíciles.
Efesios 6, “fortalécete en el Señor y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra las fuerzas mundiales de estas tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestiales. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo hecho todo, estar firmes”
DEBEMOS PREGUNTARNOS: ¿CUAL ES LA NATURALEZA DE NUESTRA BATALLA CONTRA SATANÁS?
- Es una batalla espiritual. Pablo no está hablando de una armadura física (v. 11). Nos esta hablando de “fuerzas de maldad en los lugares celestiales” (v. 12). Nuestros cuerpos actuales son temporales pero nuestros espíritus durarán para siempre; y es a través de ellos, que nos relacionamos con Dios. Aunque Satanás no puede cambiar nuestro destino eterno, hará todo lo posible para interrumpir nuestra relación con Dios mientras estemos en la tierra, alejándonos y haciéndonos infelices y espiritualmente improductivos.
- Esto es una batalla Personal. Pablo dice: “Nuestra lucha no es contra sangre ni carne” (Efesios 6:12). La lucha aquí indica un combate uno contra uno. Los cristianos experimentan ciertos tipos de tentaciones, pero el diablo nos ataca y nos tienta a cada uno de nosotros individualmente.
- También es una batalla real. Una de las tácticas de Satanás es convencer a la gente de que él no existe. 2 Corintios 4:4 dice: “El dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. Con tal engaño, el diablo puede ejecutar fácilmente sus estrategias de destrucción. Aunque el Señor permite que Satanás traiga adversidad, el Espíritu Santo puede capacitarnos para atravesarla victoriosamente, e incluso con gozo, mientras confiamos en Él (Santiago 1:2-4).
¿ANALICEMOS AHORA, PORQUE EL PUEBLO DE DIOS CEDE A LA TENTACIÓN?
Recordemos que como hijos de Dios, el Espíritu Santo mora en nosotros. De ahi, ¿Por qué los creyentes todavía son a veces derrotados en la guerra espiritual?
- Por la ignorancia de que existe una batalla. Muchos cristianos ni siquiera saben que hay una guerra en curso. Atribuyen lo bueno o lo malo de sus vidas a la suerte.
- Otros niegan la existencia de Satanás. No señores, el diablo es real: Jesús le habló en el desierto, echó fuera demonios y le enseñó a sus discípulos acerca de los planes del diablo. Cristo no habría hablado del adversario si no existiera.
- La falta de formación. No es suficiente ser salvo. Las Escrituras nos llaman a “sufrir penalidades… como buen soldado” (2 Timoteo 2:3). Los soldados en la fe necesitan aprender a usar las armas de la guerra espiritual: la Palabra de Dios y la oración.
- La propaganda del diablo. Satanás busca robar la gloria de Dios y perturbar Su reino. El maligno siempre nos miente acerca de lo que nos satisfará. Una de las formas en que obra es hacer que las metas, los placeres y las posesiones terrenales sean tan atractivos que nos alejen de la devoción a Dios.
- Debemos estar conscientes que hay minas terrestres espirituales. El pueblo de Dios a veces no anticipa las zonas de peligro que enfrentará. Pero ciertos pecados son como minas terrestres; nos toman por sorpresa y causan grandes daños. El diablo dice: «Solo un poco no te hará daño», pero pronto desarrollamos un hábito peligroso o tomamos una decisión que destruye la vida.
- Por último, una Instrucción bíblica inadecuada. Llamamos al servicio del domingo por la mañana “adoración”, pero también es un tiempo de aprendizaje. Los sermones nos enseñan principios para enfrentar la batalla victoriosamente. No asistir a la iglesia no hará que perdamos nuestra salvación, pero el conocimiento espiritual y el reunirse con otros cristianos es una parte importante de la preparación para la guerra espiritual.
DEBEMOS ASUMIR LA RESPONSABILIDAD DE NUESTRO PECADO
Esto es lo primero que debemos hacer, porque esa responsabilidad nos da el poder para resistir el pecado. Y como lo hacemos:
- Con la fuerza de Dios. Vencemos en la fuerza de Dios, no en la nuestra. En otras palabras, el gran poder de Dios, que fue lo suficientemente fuerte como para resucitar a Jesús de la muerte, nos permite vencer el pecado. El diablo, ha estado engañando a los humanos durante mucho tiempo y sabe qué trucos usar. Nuestra responsabilidad es fortalecernos en el Señor” (Efesios 6:10).
- Tenemos la autoridad de Dios. Un oficial de policía dirige el tráfico usando la autoridad y el respaldo total del gobierno, respaldado por la policía y todo el ejercito si es necesario, no con su propio poder físico. Del mismo modo, no te enfrentas solo a Satanás; puedes resistirlo en el poder de la autoridad de Jesús. Cuando caminamos según el Espíritu, podemos ordenarle a Satanás que nos deje en el poder del nombre de Jesús.
- Como creyentes, podemos ser fuertes y ver a Dios pelear nuestras batallas. Estamos llamados a ponernos nuestra armadura espiritual y luego “mantenernos firmes” (Efesios 6:11). Esto es similar a lo que el Señor le dijo a Moisés, y siglos más tarde, al rey Josafat: “No tienes que pelear en esta batalla; toma tu posición, ponte de pie y observa la salvación del Señor” (2 Crónicas 20:17). Aunque estamos en una guerra espiritual, Dios no nos llama a pelear con el diablo. Simplemente debemos ser fuertes en el Señor y ver cómo se desarrollan los milagros.
Ahora bien, si tú estas pasando por una situación que parece más grande que tus fuerzas, ven a Jesús. Reconoce tu pecado, tu debilidad delante de Él y rinde tu vida a Jesús. Para esto, repite conmigo esta oración:
«Padre Celestial, reconozco que he pecado contra Tí, y que no tengo fuerzas para salir adelante. Te pido que me perdones y avives el fuego de tu Espíritu Santo en mi. Ahora mismo, reprendo todo espíritu de tentación que haya venido a mi vida. Renueva mis fuerzas. toma control de mi vida. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.»
FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.