Levante su mirada… pues en estos tiempos su misma vida depende de ello.
A causa de la tensión y las malas noticias que a diario vemos a nuestro alrededor, un espíritu de decaimiento intenta infiltrarse en nuestras vidas. Este espíritu nos bombardea con fuerzas negativas para que quitemos nuestra mirada de la Palabra de Dios y veamos hacia abajo, a la derrota, y no hacia arriba, a Jesús.
Si permiteimos que eso ocurra, nuestro ser espiritual comenzará a perder dominio. Y la Palabra nos enseña cuál será la consecuencia de dicha acción: su ánimo decaerá hasta desmayar.
Jesús lo describe de la siguiente manera en Marcos 4. Él dijo que cuando los afanes de este mundo entran en el corazón y en la mente, ahogan la Palabra, y ésta se hace infructuosa. Y como la fe es producto de la Palabra, ésta se marchita; y cuando eso ocurre usted va rumbo al fracaso.
¿Qué podemos hacer para detener esa reacción en cadena de decaimiento de ánimo?
¡Levante su mirada!, vuelva sus ojos a Jesús. Recuerdo que en las competencias atléticas, cuando algún oponente bajaba la cabeza, ya no representaba amenaza alguna para su adversario, pues podía ser muy fácil de vencer. Así que mantenga la frente en alto. No se enfoque en los afanes de este mundo, sino en Jesucristo, el Autor y Consumador de la fe. Consideremos lo que Dios dice en Su Palabra, y deje que Sus pensamientos gobiernen sus acciones. Haga de los pensamientos de Dios sus pensamientos.
¡Levante su mirada! Aparte su mirada de las circunstancias que le rodean, y enfóquela sólo en su fuente celestial. No tenga temor de perderlo todo; Dios es su fuente, no el mundo. Él puede cuidar de usted, sin importar lo que esté sucediendo a su alrededor.
Si se ha sentido decaído últimamente, empiece a levantar su mirada. Y en lugar de ver hacia abajo, vea hacia arriba; pues, Dios está arriba. En cambio, el diablo está abajo, debajo de sus pies. Por tanto, ¡levante su mirada!