Hechos 16: 19-35  » Pero viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades; 20y presentándolos a los magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad, 21y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos. 22Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas. 23Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. 24El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. 25Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. 26Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. 27Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. 28Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. 29Él entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; 30y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? 31Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.  

Esto no es sólo un relato histórico. Es una revelación espiritual. Es un espejo de lo que muchos siervos y siervas de Dios viven hoy.

Pablo y Silas no estaban en pecado. No estaban fuera de la voluntad de Dios. ¡Estaban en el centro del propósito divino! Habían libertado a una joven de espíritu de adivinación. Habían desatado una vida. Pero el infierno no se quedó quieto. Las autoridades los humillaron. Los hombres los golpearon. Y los metieron en lo más profundo de la cárcel.

Pero aquí viene la clave, ¡no dejaron que la cárcel entrara en ellos! Podrían estar con los pies en el cepo, pero sus corazones estaban en el trono de la gracia.

Y dice el verso 25: «A medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.»

¡Escucha bien! La adoración no es algo emocional. Es algo espiritual. La adoración es un arma. Es un acto de guerra. Porque cuando adoras en el quebranto, proclamas que tu Dios sigue siendo Rey aunque estés en el valle. Cuando alabas en la oscuridad, confiesas que la luz verdadera no depende del sol, sino del Sol de justicia.

¿Por qué es importante la adoración? Porque la adoración establece el trono de Dios en medio del caos. Porque el que adora en la cárcel, demuestra que su libertad no depende de las circunstancias. Porque cuando adoras en tu noche más negra, haces temblar los fundamentos del infierno.

¡Y eso fue lo que pasó! «Entonces sobrevino de repente un gran terremoto…» «…se abrieron todas las puertas y las cadenas de todos se soltaron.» ¡La adoración mueve el cielo! ¡La adoración libera no solo al que canta, sino a los que lo escuchan! ¿Lo ves? Pablo y Silas cantaban, pero los presos también fueron libres.

Cuando tú decides adorar en medio del dolor, **tus hijos escuchan, tus vecinos miran, y los que están presos en otras cárceles —emocionales, espirituales, familiares— pueden ser tocados por el poder de tu alabanza! ¡Tu adoración tiene alcance eterno!

Y mientras temblaba la tierra, el carcelero —sí, el mismo que los encerró— fue tocado. Quiso quitarse la vida… porque pensó que todo estaba perdido. Pero una voz con autoridad lo detuvo: “¡No te hagas ningún mal, porque todos estamos aquí!”

Y ese hombre, que custodiaba rejas de hierro, ahora estaba prisionero del poder de Dios.
Cayó a los pies de Pablo y Silas y dijo: «Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?»

Y ellos no le dieron religión. Le dieron vida: «Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.»

Cierro con esto: Adora cuando no entiendas. Adora cuando no veas. Adora cuando todo te diga que te calles…Porque la adoración en la cárcel es una llave que abre puertas que ni el enemigo puede cerrar. A lo mejor tú estás viviendo una “medianoche” hoy… Pero si te atreves a orar, a cantar, a levantar tus manos…Dios hará temblar tu cárcel. Las cadenas caerán. Y otros serán salvos al oír tu voz. ¡Adora! ¡No por lo que ves, sino por quien Él es! ¡Porque a medianoche… el cielo responde al canto de los justos!

OREMOS: Señor Dios Todopoderoso, en medio de nuestras prisiones y cadenas, te alabamos y exaltamos. Que nuestra adoración sea llave que rompa toda atadura y declare tu libertad en nuestras vidas. Espíritu Santo, fortalece nuestra fe para cantar aun en la noche oscura, confiando que Tú haces temblar el calabozo y abres puertas cerradas. Que tu poder se manifieste, y me traiga salvación y esperanza y a quienes me rodean. En el nombre de Jesús, amén.