Categoría: Esperanza

VEN A MI DICE NUESTRO DIOS Y DESCANSA

¡Presten atención, sabios de este mundo, y tiembla la sabiduría humana, porque las profundidades de Dios no se revelan a los altivos, sino a los humildes de corazón, a los que tienen el espíritu de un niño!

MATEO 11:25-30 «25En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. 26Sí, Padre, porque así te agradó. 27Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. 28Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.»

Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo del Dios viviente, proclamó: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó” . El Señor del universo ha elegido revelarse a los pequeños, a los sencillos, a los que vienen con corazones puros y despojados de orgullo. No es en la astucia de los sabios ni en la lógica de los entendidos donde se encuentra la verdad, sino en la simpleza de un corazón que busca a Dios con humildad.

¡Escucha! Todo ha sido entregado al Hijo por el Padre. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo. Este es el misterio glorioso del reino de Dios, el misterio que destruye las fortalezas del orgullo humano y establece el trono de la humildad y la dependencia en Dios.

¡Venid, venid todos los que estáis trabajados y cargados! ¡Venid todos los que estáis agotados por las cargas del mundo, por el peso del pecado, por las aflicciones de la vida! Nuestro Señor, con voz suave y llena de compasión, nos llama: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). ¡Ésta es una invitación divina, un llamado celestial! Porque el descanso verdadero, el descanso para nuestras almas, se encuentra en Él y solo en Él.

¡Llevad su yugo! Su yugo no es opresivo, su carga no es pesada. Él mismo nos asegura: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:29-30). El yugo de Cristo es fácil y su carga ligera porque Él lleva con nosotros, porque Él nos da fuerza y porque en su mansedumbre y humildad encontramos la paz que el mundo no puede dar.

PORQUE ES QUE PODEMOS DESCANSAR EN JESÚS?

¡Escuchen con atención, oh pueblos y naciones! ¡Escuchen y abracen la verdad que brota del corazón de Dios, la verdad que resuena en las palabras de nuestro Señor y Salvador Jesucristo! En el mundo de hoy, lleno de aflicciones y tribulaciones, hay un refugio seguro, un lugar de descanso verdadero, y ese lugar se encuentra en Jesús. Porque en Él, encontramos todas las promesas y bendiciones que nuestra alma anhela?:

1. Porque Él es el Hijo de Dios y tiene toda autoridad: Jesús declaró, “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre” (Mateo 11:27). Gran autoridad y poder están en las manos de nuestro Señor. Todo le ha sido entregado: el control sobre el universo, la autoridad sobre el cielo y la tierra, y el poder para transformar nuestras vidas. Cuando venimos a Jesús, no venimos a un hombre común, sino al Rey de reyes y Señor de señores, quien tiene el poder para cambiar nuestras situaciones y darnos descanso.

2. Porque Él nos conoce íntimamente y nos ama profundamente: “Nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mateo 11:27). Jesús nos invita a una relación personal con Él y con el Padre. Él conoce nuestras cargas, nuestras luchas, nuestras penas y alegrías. Nos ama con un amor eterno y profundo, y en su amor, encontramos la paz y el descanso que el mundo no puede ofrecer.

3. Porque Él nos ofrece un descanso genuino y profundo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Esta es una promesa inquebrantable de Jesús. Él nos llama a venir a Él, tal como somos, con nuestras cargas y preocupaciones, y nos promete descanso. No es un descanso superficial, sino un descanso profundo para nuestras almas, un alivio de las cargas emocionales y espirituales que llevamos.

4. Porque su yugo es fácil y su carga ligera: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:29-30). Jesús nos invita a tomar su yugo, a someternos a su enseñanza y guía. Su yugo no es opresivo, no nos esclaviza, sino que nos libera. Nos enseña a vivir en humildad y mansedumbre, siguiendo su ejemplo. En esta sumisión, encontramos libertad y descanso, porque su yugo es fácil y su carga ligera.

5. Porque Él es manso y humilde de corazón: Jesús nos llama a aprender de Él, porque es manso y humilde de corazón. En su mansedumbre, encontramos  su amor; en su humildad, encontramos la grandeza de su gracia. No es un líder distante y autoritario, sino un Pastor amoroso que camina con nosotros, que nos lleva en sus brazos cuando estamos cansados y nos guía con ternura. Su corazón humilde y manso nos da seguridad y nos invita a descansar en su presencia.

6. Porque Él ha vencido al mundo: En Juan 16:33, Jesús dice: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Nuestro descanso en Jesús no se basa en la ausencia de problemas, sino en la victoria que Él ha obtenido. Él ha vencido al pecado, a la muerte y al poder del mal. En su victoria, encontramos la certeza de que, aunque enfrentemos dificultades, estamos seguros en sus manos.

7. Porque Él nos da su paz: Jesús promete en Juan 14:27: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. La paz que Jesús nos da es una paz que trasciende las circunstancias, una paz que guarda nuestros corazones y mentes en medio de las tormentas. Es una paz profunda y duradera, que solo se encuentra en Él.

8. Porque su presencia está siempre con nosotros: Jesús prometió en Mateo 28:20: “Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. No estamos solos; Su presencia nos acompaña siempre. En cada momento de nuestra vida, en cada desafío, en cada alegría y en cada dolor, Jesús está con nosotros. Su presencia nos da consuelo, fortaleza y descanso.

Por todas estas razones, podemos descansar en Jesús. Él es nuestro refugio, nuestra fortaleza, nuestra paz y nuestra esperanza. ¡Venid a Él, venid con fe y confianza, y hallad descanso para vuestras almas! En su amor y en su presencia, encontramos todo lo que necesitamos.

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LA GRACIA SANADORA DE DIOS

Hoy nos adentraremos en una historia de milagro y redención que trasciende el tiempo y el espacio! Vamos a Jerusalén, a la Ciudad Santa, llena de fervor religioso y expectación. En medio de esta bulliciosa ciudad, se encuentra un lugar de esperanza y desesperación: el estanque de Betesda, con sus cinco pórticos, donde los enfermos, los cojos, los ciegos y los paralíticos se congregan en busca de un milagro divino.

San Juan 5:1-15 «1Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. 2Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. 3En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. 4Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. 5Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? 7Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. 8Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. 9Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día. 10Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho. 11Él les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. 12Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda? 13Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. 14Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor. 15El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado.»

¡Y qué milagro Porque en este estanque, un ángel del Señor descendería en ciertos tiempos y agitaría las aguas. Y aquel que primero descendiera al estanque después del movimiento del agua sería sanado de cualquier enfermedad que le aquejara. Qué escena tan poderosa de demostración del poder sobrenatural de nuestro Dios viviente!

Pero entre la multitud de afligidos, hay un hombre que se destaca. Un hombre que ha padecido su enfermedad por 38 largos años. ¡Treinta y ocho años de sufrimiento, de dolor, de esperanza perdida! Tiempos de desesperación, y anhelo por un toque divino que lo libere de su miseria.

Y entonces, en medio de este mar de enfermedad y desesperación, entra Jesucristo, nuestro Redentor y Salvador. Puedes apreciar Su presencia, Su aura llena de poder y autoridad! Él ve al hombre postrado y, le hace una sola pregunta, que hará cambiar su destino para siempre: «¿Quieres ser sano?»

¡Qué pregunta mas poderosa, llena de amor y compasión! Una pregunta que resuena en lo más profundo del alma del hombre, una pregunta que atraviesa las barreras del tiempo y llega directamente a nuestros corazones hoy. Porque, ¿cuántos de nosotros estamos postrados en nuestras propias dificultades y desafios, esperando un toque divino que nos libere?

La respuesta del hombre, aunque llena de desesperación, también está llena de fe: «No tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua». Pero en lugar de reprenderlo por su falta de fe, nuestro amado Jesús responde con poder y autoridad: «Levántate, toma tu lecho, y anda».

¡Y en un instante, el milagro ocurre! La enfermedad que había atormentado al hombre por casi cuatro décadas desaparece. Su cuerpo se llena de fuerza y vigor, y él se levanta, toma su lecho y camina. Una vez más, el poder divino manifestándose delante de los ojos que están allí presentes!

Pero la historia no termina ahí, no. Porque cuando el hombre es confrontado por los líderes religiosos, él no duda en proclamar la verdad: «El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda». Y cuando Jesús se encuentra con él más tarde, le da un mandato poderoso: «Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor».

¡Hermanos y hermanas, esta maravilloso relato es un llamado urgente a cada uno de nosotros hoy. Porque así como Jesús sanó al hombre en Betesda, Él está listo y dispuesto a sanar nuestras heridas, a liberarnos de nuestras cadenas, a darnos una nueva vida llena de propósito y significado.

Pero debemos responder a Su llamado con fe y valentía. Debemos levantarnos de donde nos encontremos, tomar nuestra cruz y seguirlo con todo nuestro ser. Debemos dejar atrás nuestros viejos caminos de pecado y abrazar la nueva vida que Él nos ofrece.

Que esta historia de sanidad y redención nos inspire a vivir nuestras vidas con propósito y significado, sabiendo que servimos a un Dios que está siempre con nosotros, guiándonos y fortaleciéndonos en cada paso del camino.

¡Que así sea, en el poderoso nombre de Jesús! Amén. ¡Gloria a Dios!

Permítanme compartir con ustedes algunas lecciones prácticas que podemos extraer de la historia de la sanidad en Betesda:

  1. Perseverancia en la fe: Esta historia nos enseña la importancia de mantenernos firmes en nuestra fe, incluso cuando enfrentamos tiempos difíciles y prolongados. El hombre enfermo en Betesda había estado sufriendo por 38 años, pero nunca perdió la esperanza de ser sanado. Debemos perseverar en nuestras oraciones y creer en el poder sanador de Dios, confiando en que Él actuará en Su tiempo perfecto.
  2. Creer en el poder de la Palabra de Dios: Cuando Jesús le dijo al hombre enfermo «Levántate, toma tu lecho, y anda», esas palabras fueron suficientes para provocar un milagro de sanidad. Esta historia nos recuerda el poder transformador de la Palabra de Dios. Debemos creer firmemente en las promesas de Dios contenidas en las Escrituras y declararlas sobre nuestras vidas con fe y confianza.
  3. No permitir que las normas religiosas limiten nuestra fe: Los líderes religiosos del tiempo de Jesús criticaron al hombre sanado por llevar su lecho en el día de reposo. Sin embargo, el hombre no se dejó intimidar por las normas humanas, sino que se mantuvo firme en su testimonio de la obra de Dios en su vida.
  4. Arrepentimiento y obediencia: Cuando Jesús encontró al hombre sanado más tarde, le advirtió que no pecara mas para que no le viniera algo peor. Esta enseñanza nos recuerda la importancia del arrepentimiento y la obediencia en nuestra vida cristiana. Aunque la gracia de Dios nos perdona y nos restaura, también debemos esforzarnos por vivir una vida santa y apartada del pecado, siguiendo los mandamientos de Dios y buscando Su voluntad en todo momento.

Busquemos siempre Su rostro, confiando en Su poder sanador y en Su amor incondicional para transformar nuestras vidas y guiarnos en el camino de la verdad y la vida eterna. ¡Que Dios les bendiga abundantemente!

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EL MENSAJE DE LA RESURRECCIÓN

A diferencia de lideres religiosos como Mahoma, Buda, etc, se encuentran sus tumbas intactas, la de Jesucristo esta vacía porque es el único que resucito. La Biblia relata que Jesús les dijo repetidamente a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén, sufrir muchas cosas de parte de los líderes religiosos, morir y resucitar al tercer día (Mateo 16:21). Todo sucedió tal como Él dijo y hoy conocemos los eventos en el momento de la resurrección:

MATEO 28: 1-6 » Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado,»

Este fue un evento externo de lo que aconteció el primer día de la semana, después de la crucifixión. Pero hay mensajes más profundos más allá de lo que sucedió ese día.

El primer mensaje es que CRISTO ESTA VIVO. Y DONDE ESTA?

Pues Hebreos 10:12 nos explica que después de Su resurrección, Él “se sentó a la diestra de Dios”. Pero, ¿Y qué está haciendo Él en el cielo?

  • Él está intercediendo por nosotros. Hebreos 7:25 nos dice que, “Él también puede salvar para siempre a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”.
  • Él está preparando un lugar para nosotros en la casa de Su Padre (Juan 14:2-3). Mientras se prepara para nosotros, está esperando el momento en el plan del Padre cuando regrese por nosotros y nos lleve a casa.
  • Él vive dentro de cada hijo de Dios a través de la presencia del Espíritu Santo. Esta unión divina se describe en Juan 15:5 con una ilustración: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí, y yo en él, lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer”.
  • Por lo tanto, el primer mensaje es que Jesucristo, el eterno Hijo de Dios esta vivo, nuestro Cristo, en efecto está vivo, muy vivo y eternamente vivo.

El segundo mensaje de la resurrección es este: que nuestros pecados han sido perdonados y estamos eternamente seguros en Cristo. Recuerde que Él, vino a salvar lo que se había perdido.

  • No debemos temer que algún pecado nos condene. Porque Efesios 1:7 nos asegura: “En Él (Cristo) tenemos redención por su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia”.
  • Jesús pagó la pena completa por nuestros pecados en la cruz. Pero en lugar de la muerte eterna, apareció en el cielo como nuestro Sumo Sacerdote. “Por su propia sangre entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (Heb. 9:12). El hecho de que Él resucitó de entre los muertos es prueba de que el Padre aceptó el sacrificio de Su Hijo como el Cordero de Dios.
  • Como resultado, todos los que confían en Él como Salvador están eternamente seguros. Jesús dijo: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí, y al que a mí viene, ciertamente no lo echo fuera” (Juan 6:37). Luego, para enfatizar nuestra seguridad, añadió: “Porque esta es la voluntad de mi Padre, que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna, y yo mismo lo resucitaré en el último día” (v. 40). ). Además, Jesús con su muerte y al haber resucitado, satanás pensó que había vencido a Jesús, pero no se imagino que Cristo resucitaría, por lo que venció al que tenia el imperio de la muerte, este es satanás. Y si Cristo venció a satanás, esa misma victoria es nuestra porque Cristo vive en nosotros y esto nos asegura que hemos pasado de muerte a vida eterna.

El tercer mensaje de la resurrección es que los creyentes vivirán para siempre.

  • Después de la muerte de Lázaro, Jesús tuvo una conversación con Marta, asegurándole que su hermano viviría de nuevo. Él dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí vivirá, aunque muera, y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás” (Juan 11:25-26).
  • Los creyentes de Tesalónica estaban preocupados por sus seres queridos muertos que habían confiado en Cristo, pero Pablo los tranquilizó en 1 Tesalonicenses 4:13-17. Cuando Cristo regrese, traerá las almas de los que han muerto en Él, y se unirán con cuerpos resucitados. Entonces los creyentes que aún estén vivos serán transformados con cuerpos glorificados y se unirán a los santos resucitados en el aire para encontrarse con el Señor.

El cuarto mensaje es nuestra resurrección corporal.

  • El primero en resucitar en un cuerpo glorificado fue Jesucristo. La próxima resurrección será para “los que son de Cristo en su venida” (1 Corintios 15:23). Los cuerpos que recibiremos serán diferentes a los que tenemos ahora. Nuestros cuerpos actuales son caídos y perecederos y no pueden entrar al cielo, pero Dios nos va a dar cuerpos gloriosos, libres de pecado y corrupción (1 Cor. 15:50).

El quinto mensaje de la resurrección es que el cielo será nuestro hogar eterno.

  • Apocalipsis 21 y 22 nos dan un pequeño vistazo a nuestro futuro. Dios creará un cielo nuevo y una tierra nueva, y su ciudad santa, la Nueva Jerusalén, descenderá del cielo a la tierra nueva. “Nada inmundo, ni nadie que practique abominaciones y mentiras entrará jamás en ella, sino solamente aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida del Cordero” (Apocalipsis 21:27).
  • Lo importante del cielo es que Dios y Jesucristo están allí. Veremos Su rostro y le serviremos para siempre (22:4-5).

El sexto mensaje de la resurrección es que debido a que Cristo resucitó de entre los muertos, podemos enfrentar cada circunstancia con seguridad y perfecta paz.

  • Dado que Jesús ahora mora en nosotros a través de Su Espíritu, nunca caminamos solos por los valles. Él está allí fortaleciéndonos, protegiéndonos, guiándonos y empoderandonos a lo largo del camino. Y cuando termine nuestro viaje, nuestro Salvador nos estará esperando para darnos la bienvenida al cielo.

Dios nos hizo estas maravillosas promesas, y en algún punto por ahí, cuando este viaje termine, el Hijo de Dios que resucito, va estar ahí, para cumplir su última promesa: “Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis”.

Dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mi”. Si esta dispuesto a decir una simple oración con todo su corazón, su destino eterno, puede cambiar en menos de 60 segundos. Su nombre será inscrito en el Libro de la Vida dentro de un minuto. Y si eso es lo que quiere, ore conmigo al Dios Todopoderoso:

Padre Celestial, yo creo en el testimonio de la Biblia que Jesucristo es Tu Hijo eterno. Creo que Él fue a la cruz y murió por mis pecados. Te confieso que soy pecador. Necesito tu perdón y te pido que me salves. Confío en que lo harás ahora mismo. Te acepto como mi Salvador. En el nombre de Cristo. Amén.”

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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EL LUGAR SEGURO PARA TODOS

Cuántas veces decimos que creemos pero no es así. Pensamos que Cristo es el Salvador del Mundo pero no creemos que sea nuesto Salvador.

Todos nosotros tenemos algo seguro a lo que nos aferramos para algo. En nuestra vida ese asidero seguro es la persona de Jesucristo.

Véamos lo que nos dice el Salmo 16 un «Salmo de oro», considerado una joya preciosa.

SALMOS 16: 1 Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. 2 Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; No hay para mí bien fuera de ti. 3 Para los santos que están en la tierra, Y para los íntegros, es toda mi complacencia. 4 Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios. No ofreceré yo sus libaciones de sangre, Ni en mis labios tomaré sus nombres. 5 Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; Tú sustentas mi suerte. 6 Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, Y es hermosa la heredad que me ha tocado. 7 Bendeciré a Jehová que me aconseja; Aun en las noches me enseña mi conciencia. 8 A Jehová he puesto siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido. 9 Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; Mi carne también reposará confiadamente; 10 Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás que tu santo vea corrupción. 11 Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.

En este día, es mi deseo que usted y yo sepamos y tengamos ese deseo de permanecer cerca de Jesús y estar seguros completamente en Él.

  1. YA NO BUSQUE MÁS, JESÚS ES EL LUGAR SEGURO. Vs. 1-2 Guárdame… otra versión dice: Manténme a salvo, porque a ti he acudido por refugio. Toda la vida buscamos estar seguros, bueno, le tengo buenas noticias, ya no busque más, su lugar de seguridad y paz se llama Jesús. En Él hay seguridad plena.
    • Podemos poner nuestra confianza plena en él. Todos vamos a fallar, todos pecamos. Pero hay una persona que no falla, Jesús, por lo tanto, ponga todo se ser en sus manos y confíe que Él es nuestro lugar seguro para siempre.
    • De manera deliberada el Espíritu Santo nos guía a declarar a Jesús como nuestro Señor. Juan 16:13 dice: Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”.
    • No hay nada bueno en nosotros, lo único bueno en nosotros viene solamente de Él. “No hay para mí bien fuera de ti.” Si usted puede amar, es por la obra de Cristo en usted. Si usted le sirve, es porque ese deseo viene de Dios solamente. Las personas intentan llenar su vacío y necesidad con distracciones, y no atacan la raíz del problema. El problema radica en creer que nosotros podemos darnos la seguridad que necesitamos, solo en Dios está nuestro refugio total.
  2. SALIRNOS DE ESE LUGAR SEGURO, NOS TRAERÁ DOLOR. Fuera de la voluntad de Dios, fuera de su cobertura, nos espera, dolor, sufrimiento, sin ninguna esperanza. Porque si estamos en su voluntad, podemos experimentar dolor o sufrimiento pero CON esperanza.
    • Los dolores de los que van detrás de otro Dios se multiplicarán. Vivir fuera de la voluntad y la cobertura de Dios es muy mala idea. Salirse de la presencia de Dios, es lento y sutil, cuide su vida de oración, cuide su comunión con Dios, cuide su vida personal, porque hay muchísimas distracciones.
    • Cuidado lo que sale de nuestra boca. Lo que sale de nuestra boca es producto de lo que tenemos dentro. Cuidado entonces con lo que entra a nuestro corazón. ¿Que hablamos? ¿Qué vemos? ¿Qué ocupa nuestro corazón y qué ocupa nuestro día?
    • Estar en ese lugar seguro nos hace íntegros. Dios se complace en nuestra vida, si le amamos, y seguimos sus mandamientos. Juan 14:21 dice: El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
  3. EL SEÑOR SE ENCARGA DE MANTENERNOS SEGUROS. El Espíritu Santo nos ha dado convicción de pecado. Y Él es quien provee TODO, esto es lo maravilloso, en el proceso de redención, Dios es quien toma la iniciativa. Dios es quien hace todo. Y vea todos los beneficios de estar de su lado.
    • Mi herencia es Él. Vs. 5a Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; (Mi futuro está asegurado) ¿Cuántas personas sueñan con que alguien les deje una fortuna en herencia? Bueno, ya no busque ni espere más, usted y yo tenemos un Padre amoroso, Todopoderoso, que dice: hijo mío, hija mía: YO SOY TU HERENCIA y TU SUSTENTO.
    • Mi suerte ya está segura en Él. Vs. 5b Tú sustentas mi suerte… Su vida no es producto del azar, es un camino ya trazado de manera intencional por la mente poderosa de Dios. ¿Cómo es eso? Realmente no lo sé. Pero!, se ocupa menos fe, para creer que Dios diseñó mi vida, que creer que soy producto de la casualidad y del azar.
    • Aún mi sueño es guardado y guiado por Él. Vs7 Bendeciré a Jehová que me aconseja; Aun en las noches me enseña mi conciencia. ¿Qué quiere decir esto? Usted está llenandose de Dios, su conciencia continuamente sigue recordando todo esos tesoros de parte de Dios. Es decir que si nos llenamos de Dios, viviremos de Dios a cada instante. No hay manera de meter nada más cuando Dios ocupa el 100% de nuestro ser.
  4. JESÚS ES MI LUGAR SEGURO, NADIE ME MOVERÁ. Vs.8-11 Dios es nuestra Roca, nuestro amparo y fortaleza. En este lugar seguro estoy lleno de gozo y contentamiento. Vs. 9  Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; Mi carne también reposará confiadamente;
    • Él va delante de mí, nunca seré conmovido. Vs. 8 A Jehová he puesto siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido. Recuerda la enseñanza de Jesús, sobre los dos cimientos? Usted y yo tenemos un lugar seguro en Cristo. Ya no busque más, su gracia está fluyendo abundante sobre usted y su familia, procure que esa gracia nunca falte, mantenga el fuego del don de Dios bien encendido. 2 Timoteo 1:6
    • La muerte no tiene poder sobre mí. Ya no soy esclavo de la muerte, ni del pecado. Soy su hijo, redimido y salvado, tengo vida, y vida en abundancia.
    • Mi caminar en la vida está iluminado por Él y su palabra. Salmos 119:105 Tu palabra es una lámpara que guía mis pies y una luz para mi camino. Mi vida tiene un rumbo definido trazado por el Autor de la Vida, estoy seguro que llegaré a puerto seguro.
    • Su gozo me traerá contentamiento. Si hay algo que a esta generación que vivimos le cuesta, es tener contentamiento. Su palabra me dice que tendré “delicias a mi diestra PARA SIEMPRE” Salmos 16:11, dice: Me mostrarás el camino de la vida; me concederás la alegría de tu presencia y el placer de vivir contigo para siempre. Cuando Dios está conmigo, no necesito más!!!

El rey David escribió este Salmo y nos enseña con este Salmo que:

  1. Dios es nuestro refugio seguro.
  2. Que todo lo bueno que tenemos viene de Él.
  3. Que Dios es nuestra herencia y que buena herencia tenemos en Él.
  4. Declaramos que nuestra suerte no es producto del azar sino de un diseño y trazo intencional del corazón lleno de gracia de nuestro Dios.
  5. Declaramos que en Dios tenemos todo lo que necesitamos, y estaremos contentos.

Se atreve a declarar este Salmo hoy para su vida y la de si familia. Es mi deseo y oración que así sea.

FUENTE: Gracias Pastor DORIAN BANEGAS por sus enseñanzas.

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