Categoría: Obediencia

EL CIELO Y LA TIERRA PASARÁN, PERO MI PALABRA NO PASARÁ”

MATEO 24: 29-35 » 29E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. 30Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. 31Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro. 32De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. 33Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. 34De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. 35El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 36Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre. 

¡Escúchame bien, amado pueblo de Dios!
El Señor Jesucristo habló de los días finales, de señales en los cielos y en la tierra, de naciones temblando, de potencias sacudidas… Y dijo que cuando todo parezca oscurecerse, cuando el sol se apague y las estrellas caigan, ¡entonces aparecerá la señal gloriosa del Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes con poder y gran gloria!

¿Lo oyes? ¡El Rey viene! ¡El Alfa y la Omega viene! ¡El León de la tribu de Judá viene! Y cuando Él aparezca, ¡ningún imperio, ningún sistema, ningún poder humano podrá resistir su gloria!

La gente hoy teme crisis, guerras, colapsos… pero yo te digo en el Nombre del Señor: ¡No temas lo que el mundo teme! Porque hay una Palabra firme, eterna, indestructible:
“El cielo y la tierra pasarán, pero MIS PALABRAS no pasarán”.

Todo lo que el hombre construya, caerá. Todo lo que parezca sólido, se desmoronará. Pero la Palabra que salió de la boca de Cristo permanece para siempre. ¡Ella es tu roca, ella es tu ancla, ella es tu garantía de victoria!

Hoy el Espíritu Santo me impulsa a decirte: ¡No vivas atado a lo que va a pasar, vive afirmado en lo que NUNCA pasará! Las modas pasan, los gobiernos pasan, los falsos profetas pasan, las filosofías humanas pasan… ¡pero la Palabra de Dios no tiene fecha de vencimiento!

¡Levántate en fe! Sacude el polvo del miedo, renuncia a la incredulidad, rompe con la tibieza espiritual. Cristo no regresa por una iglesia apagada, sino por una iglesia encendida, llena de fuego, vestida de santidad, expectante de su venida.

¡Él viene pronto! Y sus palabras son verdad. Si Él dijo que regresará en gloria, ¡regresará! Si Él dijo que recogerá a sus escogidos, ¡los recogerá! Si Él dijo que su Palabra nunca pasará, ¡es porque jamás pasará!

Así que afirma tu corazón, abre tus ojos, levanta tu voz. El Espíritu Santo está encendiendo a su pueblo en este tiempo final para que no tiemble ante las señales, sino que brille como antorcha en medio de la oscuridad.

¡La Palabra no pasará! ¡La promesa no pasará! ¡El Reino no pasará!

Prepárate, porque el que dijo “vengo pronto”… ¡viene ya!

Oremos en voz alta: “Padre Santo, en el nombre de Jesús, te damos gracias porque tenemos la esperanza gloriosa de tu venida. Aunque el sol se oscurezca y las estrellas caigan, tu Palabra permanece firme, y sabemos que pronto veremos al Hijo del Hombre viniendo en las nubes con poder y gran gloria. Señor, prepara nuestro corazón, llena nuestras lámparas de aceite, y haznos dignos de estar entre los escogidos que serán levantados contigo. ¡Maranatha, ven Señor Jesús! Amén.”

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¡Tu fracaso es el escenario de Su Gloria!

LUCAS 5:4-6 “Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía.”

Pueblo de Dios, escucha la voz del Espíritu en esta hora:

Hay momentos en la vida en los que has trabajado toda la noche, y no tienes nada que mostrar. Te has esforzado, has sido fiel, te has mantenido firme… y sin embargo, el cielo ha estado en silencio. ¡Pero vengo a decirte por el Espíritu de Dios: tu noche sin fruto ha sido autorizada por el cielo para preparar el escenario de la gloria de Cristo!

Jesús se sube a la barca después del fracaso.
Él no llega cuando todo está funcionando. Él llega cuando no queda fuerza, ni red, ni esperanza.
¿Por qué? Porque quiere mostrarte que no se trata de tus redes… ¡sino de Su Palabra!

Simón dice: “Maestro, nada hemos pescado… pero en tu palabra echaré la red.”
Ahí está la clave. ¡Fe en medio del cansancio! Obediencia a pesar del historial de fracasos.
¡Y fue en esa palabra, no en la estrategia, donde vino el milagro!

Escucha bien:
Tu red no es suficiente, pero Su palabra es inquebrantable.
Tu noche fue estéril, pero Su instrucción es fructífera.
Lo que no lograste en esfuerzo, lo alcanzarás en obediencia.

Dios no necesita tus métodos; necesita tu oído. Él no multiplica redes vacías, Él llena redes obedientes.

¡Y cuando obedecieron… las redes se rompían de la cantidad! Cuando viene el mover profético del Espíritu, no hay estructura que aguante la abundancia que Él libera. Prepárate. Viene una pesca sobrenatural. Pero solo para los que están dispuestos a bogar mar adentro.

¿Sabes qué significa eso?
Significa salir del borde cómodo, de la orilla de lo conocido, y meterte en las profundidades de la fe.
¡Hay dimensiones del Espíritu que no se revelan en la orilla!
Los milagros no ocurren donde es seguro. Ocurren donde dependes sólo de Él.

Hoy te hablo como apóstol y profeta de Jesucristo: Este es el tiempo de obedecer sin lógica, de creer sin evidencia, de lanzar la red sólo porque Él habló.

Y verás lo que ojos no vieron. Verás la red romperse. Verás la barca llenarse. Verás el corazón arder.

Porque tu fracaso ha sido el campo de entrenamiento de tu fe. Y tu cansancio ha sido el lugar donde Dios eligió mostrar Su poder.

¡Ahora es el momento! Boga mar adentro. Escucha Su voz. Echa la red.

Y prepárate… porque la pesca que viene, no será natural… será gloriosa. Será profética. Será sobrenatural.

OREMOS: Señor Jesús, reconozco que sin Ti mi barca está vacía. He intentado vivir a mi manera y he fracasado. Pero hoy te abro mi corazón. Súbete a mi barca, dirige mi vida. Perdona mis pecados y hazme nuevo. Creo que moriste y resucitaste por mí. Desde hoy, te seguiré y confiaré en Tu palabra. ¡Entra, Señor… y llena mi alma con Tu gloria! Amén.

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COMO MANEJAR LA ANSIEDAD

Amados AMIGOS MIOS, vivimos en la era de la ansiedad. La preocupación parece envolver a todo el mundo: por el trabajo, la familia, el futuro… Pero hoy el Señor nos recuerda que la ansiedad no es el plan de Dios para sus hijos.

En Mateo 6, Jesús nos dice claramente: «No os afanéis por vuestra vida». Mirad las aves del cielo, mirad los lirios del campo. Ellos no se preocupan, y aun así nuestro Padre celestial cuida de ellos. ¿Cuánto más no cuidará de nosotros?

La ansiedad nace cuando nuestra mente se divide: queremos confiar en Dios, pero también queremos controlar las circunstancias. Sin embargo, el Señor nos llama a echar toda nuestra ansiedad sobre Él, porque Él cuida de nosotros (1 Pedro 5:7).

¡Escúchame bien, querido hermano, querida hermana! La ansiedad no proviene de Dios. Él es fuente de paz, de confianza, de seguridad. Y si hoy tu corazón está cargado, si las preocupaciones te roban el sueño, el Señor te dice: «Ven a mí».

¿Sabes cuál es el secreto para vencer la ansiedad? Jesús mismo nos lo dijo: «Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas». No pongas tu esperanza en el dinero, en la fama, en el éxito. Pon tu vida en las manos de Cristo. Él se encargará de suplir cada necesidad conforme a Su perfecta voluntad.

No vivas en el mañana, no te afanes por lo que vendrá. Cada día trae su propio afán, y cada día tiene su provisión de parte de Dios. Hoy, en este mismo momento, puedes decidir: «Señor, te entrego mi ansiedad, mis temores, mis cargas, y confío en tu amor perfecto».

Y si tú todavía no has entregado tu vida a Jesús, permíteme decirte: sin Cristo, no hay promesa. Hoy es el día de salvación. Hoy puedes recibir la paz que sobrepasa todo entendimiento. Solo debes creer que Él murió por tus pecados, resucitó, y vive para darte vida eterna.

Así que querido hermano, querida hermana: deja tu carga en las manos de Jesús. Confía en Él. Vive en Su paz. ¡Él es fiel y nunca te fallará!

OREMOS: Padre celestial, hoy vengo delante de Ti para entregarte toda ansiedad, todo temor y toda carga que oprime mi corazón. Ayúdame a confiar plenamente en Tu cuidado, a buscar primeramente Tu reino y Tu justicia, sabiendo que Tú suplirás cada necesidad. Llena mi alma de Tu paz que sobrepasa todo entendimiento, y enséñame a descansar en Tu amor fiel. En el nombre poderoso de Jesús, amén.

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«NO HAY OTRO: EL DIOS QUE BENDICE A GENERACIONES»

Hoy hay una palabra ardiente, una palabra viva y poderosa, que desciende como fuego del cielo para encender nuestros corazones con pasión, obediencia y reverencia al Dios Altísimo!

Leamos juntos Deuteronomio 4:39-40: Por tanto, reconoce hoy y reflexiona en tu corazón, que el Señor es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra; no hay otro. Así pues, guardarás sus estatutos y sus mandamientos que yo te ordeno hoy, a fin de que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y para que prolongues tus días sobre la tierra que el Señor tu Dios te da para siempre.

«Reconoce, pues, hoy y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro. Guarda sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y para que prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre.»

¡Escucha! Esta no es una simple sugerencia. ¡Es un clamor del cielo! ¡Es un llamado directo del trono de Dios al corazón de su pueblo! Moisés, movido por el Espíritu de Dios, nos está gritando a través de los siglos: ¡RECONOCE! ¡REFLEXIONA! ¡GUARDA!

1. RECONOCE QUE ÉL ES DIOS… ¡Y NO HAY OTRO!

¡Santo es su nombre! No hay Buda, no hay Alá, no hay ídolo, no hay demonio, no hay filosofía humana, ni ciencia, ni dinero, ni fama, ni poder terrenal que pueda ocupar el trono que solo le pertenece a Jehová de los Ejércitos.

¡Él es Dios arriba en los cielos! Él gobierna sobre los ángeles, sobre las estrellas, sobre los cielos eternos.
¡Él es Dios abajo en la tierra! Él reina sobre las naciones, sobre tu vida, sobre tu casa, sobre tu familia.

¡No hay otro! ¡No hay otro que sane como Él, que salve como Él, que libere como Él! ¡No hay otro que perdone, que transforme, que restaure!

2. GUARDA SUS ESTATUTOS Y SUS MANDAMIENTOS

¡Ay, iglesia! Muchos quieren la bendición sin obediencia, quieren la promesa sin santidad, quieren la gloria sin compromiso.

Pero Dios te dice hoy:
«GUARDA lo que yo te he mandado.»
«VIVE conforme a mi Palabra.»

¡Esto no es legalismo, esto es amor! Jesús dijo: «Si me amáis, guardad mis mandamientos.» (Juan 14:15)
Cuando obedeces, demuestras que le perteneces. Cuando caminas en sus caminos, la presencia de Dios te sigue, su favor te abraza, su propósito se activa.

3. ¿PARA QUÉ? PARA QUE TE VAYA BIEN

¡Dios no es un tirano! ¡Él es un Padre bueno! Su corazón es que te vaya bien, que seas cabeza y no cola, que vivas en abundancia, no en escasez, que tengas paz y no tormento.

Y no solo para ti. Escucha esto con el fuego del Espíritu:
“…a ti y a tus hijos después de ti.”

Tu obediencia hoy es la herencia de tus hijos mañana.
Cada vez que eliges la santidad, estás levantando un legado.
Cada vez que dices “sí” al Espíritu y “no” a la carne, estás abriendo un camino de bendición para tus generaciones.

4. PARA QUE PROLONGUES TUS DÍAS SOBRE LA TIERRA QUE DIOS TE DA

Dios no solo quiere bendecirte un ratito, una temporada.
Él quiere establecerte. Él quiere afirmarte. Él quiere darte raíces profundas.

Él te ha dado tierra. Tierra espiritual, tierra emocional, tierra física. ¡Y quiere que la poseas con honra! ¡Que vivas largo, y vivas bien!
Pero la llave está en lo que Él ya dijo:
Obedece. Guarda. Reconoce.

¡CIERRO CON ESTA PALABRA PROFÉTICA!

Tú que me escuchas hoy, Dios te está diciendo: «Si hoy reconoces quién soy, si hoy decides caminar en mi Palabra, si hoy decides limpiar tu casa, ordenar tu corazón, y volver a mis caminos… entonces el viento del Espíritu soplará sobre tu vida. Abriré puertas que nadie podrá cerrar. Bendeciré a tus hijos. Bendeciré tu entrada y tu salida. Te daré días largos, días de paz, días de propósito, porque yo soy Jehová, tu Dios, y no hay otro.»

¡Levanta tus manos ahí donde estás y declara con fe!: Padre Celestial, hoy reconozco con todo mi corazón que Tú eres Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra; no hay otro como Tú. Te pido que pongas en mí un espíritu obediente, que ame tu Palabra y camine en tus caminos. Que mi obediencia traiga bendición a mi vida y a la vida de mis hijos. Prolonga mis días en la tierra que Tú me has dado, y úsame para tu gloria. Hoy declaro que “yo y mi casa serviremos al único Dios verdadero Jehova. En el nombre poderoso de Jesús, ¡amén!

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