Hoy hay una palabra ardiente, una palabra viva y poderosa, que desciende como fuego del cielo para encender nuestros corazones con pasión, obediencia y reverencia al Dios Altísimo!

Leamos juntos Deuteronomio 4:39-40: Por tanto, reconoce hoy y reflexiona en tu corazón, que el Señor es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra; no hay otro. Así pues, guardarás sus estatutos y sus mandamientos que yo te ordeno hoy, a fin de que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y para que prolongues tus días sobre la tierra que el Señor tu Dios te da para siempre.

«Reconoce, pues, hoy y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro. Guarda sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y para que prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre.»

¡Escucha! Esta no es una simple sugerencia. ¡Es un clamor del cielo! ¡Es un llamado directo del trono de Dios al corazón de su pueblo! Moisés, movido por el Espíritu de Dios, nos está gritando a través de los siglos: ¡RECONOCE! ¡REFLEXIONA! ¡GUARDA!

1. RECONOCE QUE ÉL ES DIOS… ¡Y NO HAY OTRO!

¡Santo es su nombre! No hay Buda, no hay Alá, no hay ídolo, no hay demonio, no hay filosofía humana, ni ciencia, ni dinero, ni fama, ni poder terrenal que pueda ocupar el trono que solo le pertenece a Jehová de los Ejércitos.

¡Él es Dios arriba en los cielos! Él gobierna sobre los ángeles, sobre las estrellas, sobre los cielos eternos.
¡Él es Dios abajo en la tierra! Él reina sobre las naciones, sobre tu vida, sobre tu casa, sobre tu familia.

¡No hay otro! ¡No hay otro que sane como Él, que salve como Él, que libere como Él! ¡No hay otro que perdone, que transforme, que restaure!

2. GUARDA SUS ESTATUTOS Y SUS MANDAMIENTOS

¡Ay, iglesia! Muchos quieren la bendición sin obediencia, quieren la promesa sin santidad, quieren la gloria sin compromiso.

Pero Dios te dice hoy:
«GUARDA lo que yo te he mandado.»
«VIVE conforme a mi Palabra.»

¡Esto no es legalismo, esto es amor! Jesús dijo: «Si me amáis, guardad mis mandamientos.» (Juan 14:15)
Cuando obedeces, demuestras que le perteneces. Cuando caminas en sus caminos, la presencia de Dios te sigue, su favor te abraza, su propósito se activa.

3. ¿PARA QUÉ? PARA QUE TE VAYA BIEN

¡Dios no es un tirano! ¡Él es un Padre bueno! Su corazón es que te vaya bien, que seas cabeza y no cola, que vivas en abundancia, no en escasez, que tengas paz y no tormento.

Y no solo para ti. Escucha esto con el fuego del Espíritu:
“…a ti y a tus hijos después de ti.”

Tu obediencia hoy es la herencia de tus hijos mañana.
Cada vez que eliges la santidad, estás levantando un legado.
Cada vez que dices “sí” al Espíritu y “no” a la carne, estás abriendo un camino de bendición para tus generaciones.

4. PARA QUE PROLONGUES TUS DÍAS SOBRE LA TIERRA QUE DIOS TE DA

Dios no solo quiere bendecirte un ratito, una temporada.
Él quiere establecerte. Él quiere afirmarte. Él quiere darte raíces profundas.

Él te ha dado tierra. Tierra espiritual, tierra emocional, tierra física. ¡Y quiere que la poseas con honra! ¡Que vivas largo, y vivas bien!
Pero la llave está en lo que Él ya dijo:
Obedece. Guarda. Reconoce.

¡CIERRO CON ESTA PALABRA PROFÉTICA!

Tú que me escuchas hoy, Dios te está diciendo: «Si hoy reconoces quién soy, si hoy decides caminar en mi Palabra, si hoy decides limpiar tu casa, ordenar tu corazón, y volver a mis caminos… entonces el viento del Espíritu soplará sobre tu vida. Abriré puertas que nadie podrá cerrar. Bendeciré a tus hijos. Bendeciré tu entrada y tu salida. Te daré días largos, días de paz, días de propósito, porque yo soy Jehová, tu Dios, y no hay otro.»

¡Levanta tus manos ahí donde estás y declara con fe!: Padre Celestial, hoy reconozco con todo mi corazón que Tú eres Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra; no hay otro como Tú. Te pido que pongas en mí un espíritu obediente, que ame tu Palabra y camine en tus caminos. Que mi obediencia traiga bendición a mi vida y a la vida de mis hijos. Prolonga mis días en la tierra que Tú me has dado, y úsame para tu gloria. Hoy declaro que “yo y mi casa serviremos al único Dios verdadero Jehova. En el nombre poderoso de Jesús, ¡amén!

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