Cuantas veces todos nos encontramos en situaciones desesperantes, cuando nos sentimos perseguidos por toda clase de mal, por enemigos, por deudas, y algunas veces, por enfermedad.

Sentimos que no tenemos escapatoria, nos sentimos topados, que no hay salida.

Pero en este SALMO 3 encontramos las palabras de aliento del rey David, amigo de Dios, en el momento de las crisis.

5 puntos para encontrar el oportuno socorro:

  1. Exponga a Dios su situación

Salmo 3:1”! Oh Jehová, ¡cuánto se han multiplicado mis adversarios!. Muchos son los que se levantan contra mí.”

La única solución de David es exponerle a su Señor cual es su situación, cuando sus adversarios se han multiplicado. Le expone a Dios que sus adversarios no creen que Jehová es grande y poderoso, que no creen que en El haya salvación.

Esta es una bella forma de decirle a Dios, mira todos creen que en ti NO hay salvación. Se lo dice, porque David SI confía que en su Señor SI hay salvación.

Esto me recuerda la historia de Moisés cuando le dice a Dios:” ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los saco, para matarlos en los montes, ¿y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra de tu pueblo.”( Éxodo 32:12)

Tanto Moisés y David están pasando a Dios la situación que pasaban, para que sea Dios el que tome el control. Es de Dios quien hablaría mal el no creyente cuando nos va mal.

Cuando nuestra situación es difícil no nos queda mas que clamar, implorar a Dios por su ayuda. David, en medio de grande tribulación, con mucha confianza en Dios como su amigo, implora el socorro divino.

El creyente activo, mientras más es abatido por el maligno o el ataque de sus enemigos, tomara una postura más firme y se unirá más estrechamente con Dios su Señor.

2. Reconozco que Dios es su escudo, su gloria y que levanta su cabeza

Salmo 3:3 “Mas tu Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza”

Esta es la parte más interesante de esta porción de la Palabra, David está confesando y afirmando que Dios es su escudo, su gloria y el que levanta su cabeza. Si lo trajéramos a nuestro contexto, esta es la mera verdad, Dios es nuestro escudo y nuestra gloria y el que levanta mi cabeza. No hay nadie mas que pueda hacer esto por nosotros sus hijos.

3. Descanse en Dios

Salmo 3:5 “Yo me acosté y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba. No temeré a diez millares de gente, que pusieren sitio contra mí.”

Cuando tenemos a Dios de nuestro lado no debemos temer de nada ni de nadie. Nos da la confianza de poder dormir y descansar sabiendo que es Jehová quien nos sustenta.

Muchos se acuestan y no pueden dormir por dolor del cuerpo, por angustia mental o por la alarma continua de terror nocturno.

Pero aquí mas bien parece que se refiere a la calma del espíritu de David en medio del peligro. El Señor lo puso en paz por su gracia y por las consolaciones del Espíritu.

El oportuno socorro viene cuando nuestra mente persevera en Dios cuando estamos con problemas.

4. Confié en que Dios pelea sus batallas

SALMOS 3:7 “Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío; Porque tu heriste a todos mis enemigos en la mejilla; los dientes de los perversos quebrantaste.”

David estaba seguro de que Dios peleaba sus batallas, lo mismo tenemos que hacer nosotros, pero para eso hay un requisito muy especial que debemos de cumplir primero y es hacerlo a El Señor de nuestras vidas.

5. Dios nos salvará y bendecirá

SALMOS 3: 8 “La salvación es de Jehová; sobre tu pueblo sea tu bendición”.

Este es un tributo de alabanza a un Dios libertador, cuyo favor es beneficio eficiente.

Dios es un Dios de salvación, en su Palabra, lo único que nos pide es que lo hagamos nuestro Padre y amigo como lo hizo David en su tiempo.

Hoy tenemos la facilidad de hacerlo nuestro Señor y Salvador personal, por su gracia.

Efesios 2:8 dice “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”

OREMOS: Padre celestial, realmente tu eres Dios, el Dios Todopoderoso, que hiciste los cielos y la tierra. Reconozco que tu eres mi escudo y mi Salvador y que solo en ti podemos tener confianza de que nos ayudarás en nuestras tribulaciones. Y nos darás tu socorro. Tu eres nuestra roca y fortaleza y por te bendecimos y adoramos, en el nombre de Jesús.

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