Mensajes Puros

UNA DECLARACION FIRME QUE TRAE BENDICION

Servir a Dios es la mejor decisión que nosotros podemos tomar, y si la familia completa lo hace aún es mejor. Se ha dicho que uno de los asuntos de más riesgo que puso Dios en nosotros fue el “libre albedrío”; eso es, la capacidad de elegir entre lo que me conviene o lo que me afecta. 

El propósito de haber sido creados de esta manera, era para que el seguir a Dios no estuviera determinado por la orden de Dios sino por la elección nuestra.

Y por ello quise retomar este tema acerca de la familia, pues como es bien sabido por nosotros, la familia es la base de la sociedad, y si las familias están destruidas que podemos esperar de la sociedad.

Josué 24:15 «Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.

Si queremos ver familias cimentadas, debemos hacer esta declaración y no solo conocerla, sino más bien ponerla por obra.

Este versículo, es una declaración con toda firmeza y seguridad, que estaba haciendo Josué por él, por su familia y por toda su futura generación.

No hay lazos más fuertes que sostienen a una familia que teniendo al Señor nuestro Dios como centro de nuestro hogar. Si nosotros nos ocupamos en el servicio a Dios, esto nos une bajo un mismo sentir. Eso es a toda la familia.

Este mensaje, tiene que ver con la necesidad de buscar, y querer constituir una familia que realmente sirva a Dios en medio de un mundo lleno de perdición, de cosas vanas y que no edifican en lo absoluto, en medio de peligros y de la posibilidad de desvió de los miembros de la familia.

CUANDO ES QUE UNA FAMILIA LLEGA A SER FUERTE Y SOLIDA? 

Definitivamente cuando Dios ocupa el primer lugar.  Recordemos siempre lo que nos dice la palabra:

SALMOS 127: 1-2 «Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; Pues que a su amado dará Dios el sueño.

Toda crisis dentro de la pareja y la familia se produce cuando marginamos al Señor de nuestra existencia y del núcleo familiar.

QUE PODEMOS HACER, ENTONCES?

1.- Vivir para Dios.

Si nuestro padre Celestial ocupa el primer lugar, estaremos alerta ante las señales de que algo anda mal, con el fin de que con ayuda del Señor apliquemos los correctivos necesarios.

Vivir para Dios nos asegura solidez, pero además crecimiento permanente, vivir para Dios es parte de dejarnos transformar, aplicar principios y valores que renueven nuestra forma de pensar, actuar y desarrollar a partir de ese momento una mejor relación con nuestro cónyuge y nuestros hijos.

2.-Educar con principios y valores.

Si formamos una familia bajo principios y valores, establecidos en la Palabra de Dios, sin duda experimentaremos crecimiento permanente en todas las áreas.

Cuando nos negamos a corregir a nuestros hijos, no solo cometemos un grave error, sino que además estamos sembrando en ellos las semillas para el fracaso. A menos que se corrijan los errores a tiempo si no, las consecuencias serán más dolorosas.

Preguntémonos nosotros: Que estamos haciendo para que nuestros hijos y sus generaciones sirvan a Dios con todo el corazón y que podamos declarar con firmeza: Mi familia y yo serviremos a Jehová, tal y como lo hizo Josué. (esto es nuestro anhelo, no solo pensar en los hijos y nietos, si no en todas las generaciones futuras)

Nosotros los padres cristianos debemos gozarnos que nuestros hijos se involucren en los diferentes ministerios de la iglesia, así tendrán el fundamento solido en la verdad de la palabra. (por que dando es como recibimos)

3ª JUAN 1.:4 » nos dice.  No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad. 

Ese debe ser nuestro anhelo, por ello debemos siempre animarlos.

Hoy en día es preocupante ver tantas mentiras y falsedades de este mundo apartando a los jóvenes de estos propósitos, en la actualidad hay jóvenes luchando con depresiones, ansiedades y mucha confusión y nosotros padres miembros de esta congregación. ¿Qué estamos haciendo por Ellos?

Nosotros los padres somos los responsables de la condición o de cómo actúan nuestros hijos, (y así es pues en el hogar es donde nosotros educamos a los nuestros, (es la primera escuela) no en la escuela o la Iglesia.

Situaciones en las que nosotros como padres podemos afectarles

  1. Nuestras malas decisiones

2. Malas actitudes

3. Inseguridades

4. Mal testimonio (la hipocresía, el mostrar varias caras)

5. Las discusiones delante de Ellos

6. El poco interés en las condición emocional, moral, espiritual que a veces mostramos por Ellos

7. Los extremos son malos al no poder balancear lo permisivo o lo muy extremadamente rigurosos y exigentes que seamos.

Y existen muchos más factores. Que influyen.

¿COMO PODEMOS INFLUENCIAR A NUESTROS HIJOS POSITIVAMENTE?

  1. Manteniendo la unidad familiar.

La familia es uno de los regalos mas extraordinarios que toda persona pueda tener en la vida.

Para crear lazos de unión familiar, la comunicación es esencial. Tanto los padres como hijos deben crear pilares de confianza que garanticen la estabilidad en el hogar, es importante que haya armonía entre todos los miembros, desde el más pequeño hasta la persona más adulta que integra la empresa familiar.

De repente como padres nos podemos desanimar cuando nuestros hijos crecen y se van de casa y forman sus familias, y creemos que se terminó nuestra labor de padre, No es así mis hermanos y hermanas, debemos seguir preocupándonos por el futuro de ellos en el caminar con Dios. Orando siempre por ellos, que no se aparten de sus caminos.

2. CONVIRTAMONOS EN MODELOS A SEGUIR.

Marquemos sus vidas con nuestro caminar con Dios, instruirlos correctamente desde pequeños, no ser tan permisivo, interesarnos por su vida personal y su relación con DIOS, levantar sus ánimos cada día, ya que ellos fácilmente pueden flaquear y caer como dice Isaías 40:30 Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; darles apoyo moral, espiritual y emocional.

Modelemos nosotros el buen ejemplo, la pureza y la integridad, dediquémosle tiempo, seamos rápidos a enseñar, ya que todos somos expuestos a la falsedad de esta sociedad.

Veamos lo que nos dice Josie 24:13 Y os di la tierra por la cual nada trabajasteis, y las ciudades que no edificasteis, en las cuales moráis; y de las viñas y olivares que no plantasteis, coméis.

 Dos versículos antes de nuestro versículo principal.   Si Dios ha sido tan bondadoso con nosotros, debemos retribuirle, y es algo que no estamos obligados si no que lo haremos por amor.

Es una determinación que cada uno de nosotros toma, nadie nos obliga y si los padres lo hacemos, sin duda lo hará nuestras generaciones, por ese motivo Josué hizo esa declaración

Podemos concluir con esto, No somos padres perfectos y no tenemos hijos perfectos, pero si tenemos la certeza, la convicción y la firmeza de hacer esta declaración YO Y MI CASA SERVIREMOS A JEHOVA (DIOS) POR QUE NUESTROS HIJOS SON UNA GENERACION BENDITA, ESCOGIDA Y APARTADA.

FUENTE: Gracias Pastor ELVIS LOPEZ por sus enseñanzas.

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MANTENGA SU CAMINO SIN VARIAR

Aquí estamos para compartir de la Palabra de Dios, porque La Palabra de Dios es vida, y el Señor Jesús nos exhorta a escudriñar, estudiar, conocer, saber y vivir la Palabra, porque en ella nos parece que encontramos vida eterna. En ella hay vida eterna. Y si algo necesitamos hoy en día es vivir. Usted necesita vivir, necesita abrazar la vida y llenarse de esperanza. Hay gente que se levanta en la mañana y le dicen: Buenos días! y contesta:

¿Qué tienen de buenos? ¿Conoce gente así? O reformulo la pregunta: ¿Se ha sentido así? Yo me he sentido así, y luego viene la Palabra de Dios otra vez y me sacude. Me dice: sé valiente, esfuérzate, no desmayes, ten fe como el grano de mostaza, camina con paso firme, corre la carrera, renueva tu mente, regocijaos, no temas, pareciera como dice el libro ”Corramos con los gigantes” de John Maxwell, que desde las graderías los héroes de la fe, nos gritan con sus testimonios, y nos desafían a continuar.

HEBREOS 10:23.» Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.«

1. QUE NO CAMBIE NUNCA NUESTRA FE.

La Palabra de Dios nos dice que debemos mantenernos de manera definida, de manera clara la ruta de nuestra vida, no podemos comportarnos erráticamente. Jesús consumó el plan de Dios para la redención del hombre, y ya no podemos agregar, ni añadir nada a ese plan. No podemos cambiar antojadizamente ni a nuestra propia conveniencia; la palabra de Dios ha trazado un mapa correctamente definido.

a. Mantengase firme, sin fluctuar en su andar cristiano. La mejor manera de darle un ejemplo de lo que la Biblia dice sobre nuestro comportamiento en la fe, es este. Recuerda el momento en su ciudad estaba con un cierre total de la ciudad, solo se permitían las actividades esenciales, y si usted necesitaba salir por una urgencia, era con el último número de su identidad. Usted ya tenía definida su manera de salir, y esa manera de salir tiene un protocolo de seguridad, y si la policía lo detenía o requería para revisar, es mejor que usted anduviera como debe andar, sino se metía en un problema.

Pues bien, la Palabra de Dios nos marca el camino, nos da todos los lineamientos y nos da la seguridad como debemos conducirnos, no tenemos razones de ningún tipo para cambiar la ruta que nuestro Salvador nos trazó. Mantengámonos firmes.

b. La profesión de nuestra esperanza, es la esperanza del mundo. Usted y yo estamos bajo la mirada de todos a nuestro alrededor… Sus hijos miran como usted y yo profesamos la esperanza en Cristo. Sus vecinos ven como usted profesa su fe, la gente espera que los creyentes sean diferentes, no raros, ni misterioso; que sean diferentes, que sean dadores de paz, que aconsejen de acuerdo a la palabra de Dios, que hagan las cosas correctamente. La esperanza en Cristo es la única esperanza para el mundo, no camine erráticamente en la profesión de su fe, que es esta gloriosa Esperanza.

c. La garantía de nuestra esperanza es Cristo. Mucha gente puede cuestionar su fe, pero usted que es creyente, no dude de esta esperanza, porque Cristo mismo, Dios encarnado, dio esta promesa:

1 PEDRO 1:3-4 dice: «3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, 4 para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros.

Cristo en su cuerpo mismo, llevó el precio para darnos esta esperanza, no tome a la ligera lo que Dios ha hecho. Cristo lo ha prometido, y todo lo que Cristo ha prometido, se ha cumplido, se cumple y  se cumplirá, ¡Él NO CAMBIA NUNCA!

2. SOMOS UN CUERPO, UN ORGANISMO VIVO.

Vs. 24. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; Somos parte de este organismo vivo. La iglesia no es una organización, ni es una empresa, la iglesia somos todos, somos un organismo vivo, tenemos la vida de Cristo en nosotros, eso nos hace caminar de manera ordenada. Nos necesitamos unos a otros. No fuimos creados para ser “llaneros solitarios” necesitamos vivir en comunidad.

a. Considerémonos unos a otros. Cuando la Biblia dice “considerémonos unos a otros” nos dice “cuídense, trátense bien, unos a otros” habla de cuidado mutuo. Yo tengo cuidado de los otros, con mis palabras, mis acciones, mis actitudes, mi forma de conducirme. Jesús en un acto de amor profundo y consideración intercede en el Huerto de Getsemaní diciendo: 18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. 20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, Jesús no necesitaba ser más santo, pero lo que dice es: “quiero andar tan santamente, que los demás quieran acercarse más a mí”

Usted y yo debemos considerar a los demás y andar como Jesús “santificarnos a nosotros mismos” por causa de los demás.

b. Estimulemos al amor los unos a los otros. Y en esa consideración nos estimulamos a amarnos unos a otros, el otro día recibí una llamada: y al otro lado un amigo y hermano en Cristo, me bendijo diciendo: Mientras buscaba tu número para llamar, sonreía, solo de saber que iba a ¡disfrutar la plática!. Qué bendición, haga que cuando usted hable a los demás los estimule a amar, necesitamos amarnos de verdad, como hermanos en la fe, como compatriotas en esta amada Honduras, estimulémonos a perdonar, a vivir con plenitud…

c. Estimulemos a buenas obras los unos a los otros. Y si nos estimulamos al amor, producto de eso, nos estaremos estimulando a hacer buenas obras. Y aquí quisiera hacer una aclaración, no puede hacer un acto de bondad o buenas obras si no tiene el amor de Dios. Si no tiene el amor de Dios, esa fe en Cristo es la ”buena obra”, esa acción queda en una acto sin valor integral.

SANTIAGO 2:18 «Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras.Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.

3. NOS NECESITAMOS PARA CRECER.

No hay forma de ser moldeados y crecer saludables de manera integral, sino cuando nos relacionamos unos a otros. Necesitamos vivir relacionándonos unos con otros, una manera saludable de hacer comunidad es así:

a. No deje de congregarse NUNCA. Vs 25 dice: no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre,

Congregar, según el diccionario: Reunir a un conjunto de personas en un lugar atrayéndolas de algún modo o con un fin determinado.

No importa aún que el templo pueda estar cerrado, eso no detiene que nos congreguemos, hoy estamos reunidos enfrente de una pantalla, recibiendo la Palabra de Dios. Aproveche este tiempo de pausa, para acercarse más a Dios, para amar a los suyos y ser de bendición a los demás. No deje de congregarse NUNCA, para que así siga creciendo, y siga viviendo plenamente.

b. Exhortémonos unos a otros. Vs 25 continúa diciendo: …sino exhortándonos; Cuando lo haga, sea considerado como hemos visto anteriormente, tenga tacto, sea amoroso. No juzgue, póngase en los zapatos del otro.

Le comparto algo  que me pasó hace años, cuando era muy joven, hace unos 29 años. Estaba peleándome a trompada limpia con mi hermano menor, yo ya era cristiano, mi papá estaba luchando porque yo soltara a mi hermano, y mi mamá lloraba por el caos que había. Justo en lo más caótico de la pelea, en el portón de la casa aparece el pastor David, y me habla desde el portón (asumo que había sido testigo de todo ese desorden) y me dice: “Hey, ¿estás muy enojado verdad? Yo fui de 100 grados centígrados a 100 grados bajo cero, en una milésima de segundo. Salí de la casa, el me subió a su carro, y fuimos por todo el Boulevard del Norte en San Pedro Sula, y no me dijo una sola palabra, yo estaba avergonzado y había aprendido mi lección, regresamos a casa, y sin decir una palabra me bajé del auto, yo ya sabía que hacer, pedir perdón a mi familia, y presentarme delante del Señor con mi culpa. Fue una exhortación amorosa, pero contundente. Al exhortarnos seamos amorosos y considerados. Nos necesitamos para crecer.

c. Cristo volverá y pronto. Y llegamos al final de este pasaje, con una verdad irrefutable, Cristo viene pronto. Cristo volverá, y necesitamos estar listos, ¿Cómo nos preparamos? de la manera que ya le expuse:

i. Que no cambie nunca nuestra fe.

ii. Somos un cuerpo, un organismo vivo.

iii. Nos necesitamos para crecer.

Jesús viene, el Vs. 25 …y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. El día que Cristo vuelva está más cerca. Pero digo esto para que usted se prepare, si es creyente en Cristo, ejercítese en la fe de manera saludable, si no es creyente en Jesús, permítame le invito a que le conozca, reconozca que usted no puede salvarse a sí mismo, que alguien que ya pagó por usted le salva y quiere darle vida eterna. El puede darle un propósito y una esperanza, la cual puede profesar y vivir, y le dará destino definido y seguro. El día final vendrá y para unos, será un día de terror, pero para los creyentes en Cristo, será un día de gozo. Porque estará con su Rey. Le invito a que lo busque ya.

Conclusión: La fe en Cristo se pone a prueba cuando las cosas, aunque parezcan adversas, son pasadas a través del lente de la gracia de Dios. Dios sigue en control, sigue en su trono, y como él no cambia, ni varía, nosotros los que abrazamos y profesamos esta esperanza gloriosa, estamos obligados por amor a Cristo, a permanecer firmes, constantes, y llenos de su presencia. Cristo viene pronto, que no cambie su fe, esté convencido que somos parte de este cuerpo de Cristo y que nos necesitamos para crecer. Dios le bendiga.

FUENTE: Gracias Pastor DORIAN BANEGAS por sus enseñanzas.

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PORQUE ÉL VIVE

Para los creyentes, la muerte y la resurrección del Señor Jesucristo les garantizan la promesa de un hogar eterno con Él en el cielo. Pero ¿qué significa esto para nosotros ahora mismo?

Porque Él vive, no solo tenemos esperanza en cuanto al futuro, ¡sino también la capacidad de caminar con Dios hoy!. Este mensaje enseña que, gracias a la Resurrección de Jesús, podemos vivir sin ansiedades, orar con confianza y tener una vida de influencia piadosa.

Porque Él vive, nosotros también podemos vivir con paz y confianza en su divina presencia cada día.

Nadie esperaba que Jesús resucitara de la muerte después de haber sido crucificado.

Muchos habían sido crucificados, pero ninguno había vuelto a vivir. ¿Por qué entonces las personas de esa época considerarían esa posibilidad? En nuestros días, aquellos que no creen en la resurrección de Cristo, no entienden por qué los creyentes nos reunimos para celebrar aquello que a ellos les parece no tener sentido. Pero ese evento es el cimiento de nuestra fe, no solo porque la Biblia lo menciona, sino porque sabemos que Jesucristo vive en nuestro corazón.

Los que conocían y creían en Jesús, no pensaron que el Señor regresaría a la vida después de haber sido crucificado.

José, un miembro del sanedrín, le pidió a Pilato que le diera el cuerpo, lo preparó para la sepultura y lo depositó en una tumba. El domingo, temprano en la mañana, algunas mujeres vinieron a la tumba con especies aromáticas. Si José y esas mujeres hubieran tenido la expectativa de que Jesús resucitaría, no hubieran hecho nada de eso.

Ni aun los discípulos de Jesús, quienes habían escuchado sus enseñanzas, visto sus milagros y presenciado momentos en que revivió a otras personas, esperaban que Él resucitara. De hecho, al hablarles acerca de su muerte y resurrección, Pedro declaró que algo así nunca debería suceder, y fue reprendido por el Señor (Mt 16.21-23).

Pero tal y como lo había anunciado Jesús, Él murió en la cruz y cuando las mujeres vinieron a la tumba, se dieron cuenta de que estaba vacía. Dos ángeles les dijeron que Jesús había resucitado. Fue en ese momento que recordaron sus palabras sobre lo que sucedería. Sin embargo, cuando les contaron a los discípulos, éstos no les creyeron.

LUCAS 24: 8-12 «Entonces ellas se acordaron de sus palabras, y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás. Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían. Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido.

Pero Pedro y Juan corrieron al sepulcro y se dieron cuenta de que era verdad: Jesús no estaba muerto.

¿Qué significado tiene la resurrección de Jesús para nosotros?

Aunque muchos no creen que Jesús resucitó, para aquellos que hemos confiado en Él como nuestro Salvador, su resurrección no solo es real, sino también personal y muy importante.

Porque Él vive . . .

1. No tenemos que vivir con soledad en nuestro corazón. 

Tenemos una confianza absoluta de que Jesús está vivo y mora en nuestro corazón, tal y como lo prometió. No nos ha dejado huérfanos, pues envió al Espíritu Santo para que morase en nosotros.

JUAN 14: 16-18 «Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.

Nunca estamos solos, pues Jesús vive en cada creyente por medio de su Espíritu.

2. No tenemos que preocuparnos por la provisión de Dios. 

Desde el comienzo de su ministerio, Jesús le dijo a sus seguidores que su Padre celestial, quien cuida de las aves, las flores y las plantas del campo, también iba a proveer para sus necesidades. Esa promesa no tendría ningún valor si Jesús solo fuera un ser humano, pero al ser el Hijo de Dios, quien además venció la muerte, sabemos que podemos confiar en su Palabra. Nada es superior a su poder. Y en su tiempo perfecto proveerá para nuestras necesidades.

3. Podemos orar con seguridad. 

Después de resucitar, Jesús ascendió a la diestra del Padre, donde intercede por nosotros. Eso nos garantiza que responderá a nuestras oraciones.

 1 JUAN 5: 14-15 “que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye” y concede nuestras peticiones.

En vez de dudar, debemos vivir con la expectativa de la respuesta que nos dará.

4. Podemos tener una influencia espiritual positiva en la vida de otros. 

En el Sermón del monte, Jesús nos dice que somos la luz del mundo y la sal de la Tierra

MATEO 5: 13-16 » Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Por medio del poder de su Espíritu Santo, podemos ser una luz en medio de este mundo oscuro en el que vivimos.

5. Experimentamos al Espíritu Santo en nosotros. 

Aunque los discípulos ya habían vivido tres años cerca de Jesús, no estaban equipados para realizar la misión que les daría. Pero cuando el Espíritu Santo vino a morar en ellos, fueron capacitados para servirle. Fue por eso que el Señor les dijo que se quedaran en Jerusalén hasta que recibieran la promesa del Espíritu (Hch 1.4). Ese mismo Espíritu que ellos recibieron, es el mismo que también mora en el corazón de todos los que reconocen a Jesucristo como su Salvador personal. Es Él quien nos ayuda a comprender que el Señor murió por nosotros, para que nuestros pecados fuesen perdonados y pudiéramos ser salvos. Cuando nos arrepentimos y creemos en Cristo, su Espíritu Santo nos sella como hijos de Dios. Y nadie puede romper ese sello, pues la resurrección de Cristo hace que nuestra salvación sea segura y eterna.

6. Podemos tener paz en medio de los momentos más difíciles de nuestra vida. 

Antes de ser crucificado, Jesús le dijo a sus discípulos:

JUAN 14:27 “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”.

La paz de Cristo es como un ancla que nos sostiene en medio de las tormentas. Aunque en ocasiones sintamos temor, el Señor nunca se olvida de los que le amamos, por el contrario, intercede en todo momento por nosotros ante la presencia de nuestro Padre celestial. Jesús comprende nuestras debilidades, y está con nosotros en todo momento para sostenernos y ayudarnos a llegar a ser la persona que desea que seamos.

7. Podemos enfrentar la muerte sin temor alguno. 

Jesús está vivo y es la fuente de nuestra vida eterna. Si es nuestro Salvador, iremos a su presencia una vez que hayamos muerto.

2 CORINTIOS 5:8 » pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.

Porque Él vive, es que nunca moriremos, sino que viviremos para siempre con Él.

8. Solo por medio de Jesús recibimos la esperanza de la vida eterna.

Es al confiar en Cristo como nuestro Salvador, que obtenemos el regalo de la vida eterna.

  • Romanos 10.9 “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. Dos aspectos son esenciales para ser salvos: confesar que Jesús es el Señor y creer en su resurrección.
  • Efesios 2.8, 9 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. La salvación depende del poder de Dios y no de nuestras buenas obras. Tenemos que reconocer que somos pecadores y creer que solo Jesús tiene el poder para perdonar nuestros pecados y hacernos aceptables ante Dios.

Gracias a Dios que Jesús vive y no esta muerto y si queremos tener la seguridad de que no estamos solos, sino experimentar la presencia de Dios en nuestras vidas y la seguridad de su paz, el perdón de pecados, que siempre Dios nos suple nuestras necesidades, de que podemos venir delante de Dios para orar y tener la confianza que Él nos escucha y responde nuestras oraciones y saber con certeza que al morir viviremos con Dios por toda la eternidad, has esta oración repitiendo conmigo:

«Padre celestial, vengo delante de tu presencia, para pedirte perdón por mis pecados, vengas a morar a mi corazón, que hagas de mí una nueva criatura y que seas tú mi Señor y Salvador de mi vida. Qué me inscribas en el Libro de la Vida. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.»

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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EL MOMENTO MAS IMPORTANTE DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD

Si usted le pidiera a un historiador, filósofo, o científico que identifique el momento más importante de la historia, lo más seguro es que le darían diferentes respuestas. Pero desde la perspectiva de Dios, ese momento fue la crucifixión, la muerte y la resurrección de su Hijo Jesucristo.

Como seres humanos, no podemos comprender por completo todo lo que sucedió en la cruz, pero el Señor nos ha dado un conocimiento más profundo por medio de lo que enseña en su Palabra.

Después de la resurrección, Jesucristo se apareció a dos de sus discípulos que iban por el camino a Emaús. Habían estado en Jerusalén, sabían que el Señor había muerto y también habían escuchado de su resurrección, pero estaban decepcionados y confundidos con estos sucesos. Jesucristo les dijo: “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?”

Y les explicó todo lo que se había escrito acerca de Él en el Antiguo Testamento. Solo Jesucristo sabía con certeza lo que había sucedido, y por medio de su Palabra continúa explicando ese suceso hasta hoy.

Cuando Jesucristo fue crucificado, Dios juzgó el pecado. Como Dios es santo y justo, aborrece el pecado, y en su Palabra continúa advirtiéndonos que no debemos revelarnos contra Él, pues su ira “se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”

En el Antiguo Testamento, Dios estableció rituales con sacrificios de animales para lidiar con el pecado. Según Hebreos 9.22, “sin derramamiento de sangre no se hace remisión”. Pero esos sacrificios no eran suficiente. Lo que se necesitaba era un sacrificio perfecto, y por eso Jesucristo vino a este mundo. Juan el Bautista se refirió a Él como “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”

Jesucristo fue el único que calificaba para este sacrificio, pues era perfecto. En la cruz, Dios hizo que Aquél “que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”

 El Señor ocupó nuestro lugar al llevar la culpa y el castigo de nuestros pecados. Todo esto sucedió de acuerdo al conocimiento y al plan de Dios. Sacrificó a su Hijo para que llevara la condenación que merecíamos. Por tanto, no hay condenación alguna para los que están en Cristo Jesús

JESUCRISTO DERROTÓ A SATANAS EN LA CRUZ.

Poco antes de su crucifixión, el Señor dijo:

JUAN 12:31 “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera”.

 Aunque el diablo continúa haciendo su obra en este mundo, el Señor ya ganó la guerra contra él por nosotros, por medio de su muerte y resurrección.

1. El diablo no puede condenarnos.

Jesucristo pagó la sentencia de nuestros pecados por completo. Como todos hemos pecado, tenemos una sentencia en nuestra contra, pero el Señor ya la ha saldado, al clavarla en la cruz.

COLOSENSES 2:13-15 » Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él; perdonándoos todos los pecados; anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz; y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.»

Fue en la cruz que Dios despojó a los principados y potestades y los exhibió en público, habiendo triunfado sobre ellos por medio de Cristo.

Aunque Satanás aún nos tienta y nos ataca, es un enemigo derrotado. La victoria de Cristo sobre él nos garantiza que ninguna de sus acusaciones tendrá éxito, pues el registro de nuestros pecados ha sido anulado y nos mantiene la justicia de Jesucristo. Cuando pecamos y confesamos nuestra desobediencia, Dios promete perdonarnos y limpiarnos de toda maldad.

De hecho, su sangre nos limpia cada día de nuestra vida. Nuestro Padre celestial nunca condenará a uno de sus hijos que ha sido comprado con esta preciosa sangre.

2. El diablo no puede hacernos pecar.

Jesucristo derrotó el poder que tenía el pecado en nuestra vida. De acuerdo a:

ROMANOS 6.6: “nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado”.

Satanás gobierna sobre los incrédulos, pues no tienen el poder para derrotarlo; pero él no puede obligar a un cristiano a pecar. Es cierto que en ocasiones pecamos, pero contamos con el maravilloso poder de Dios para resistir, si queremos usar ese poder.

3. El diablo no puede arrebatarnos la vida.

Solo Cristo tiene la llave de la muerte.

HEBREOS 2:14 » Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,”  

Estamos seguros en Dios, pues todo lo que nos sucede es con el permiso de su voluntad. En algún momento llegará la muerte, pero nuestro Padre celestial ya demostró en la cruz cuán malvado es nuestro enemigo. Tentó a Jesucristo para que descendiera de la cruz y se salvara a sí mismo; sin embargo, a pesar de la humillación, el abuso y el sufrimiento, el Señor no devolvió el agravio, sino que padeció en silencio, en obediencia a la voluntad de su Padre celestial, dejándonos así un ejemplo a seguir.

POR MEDIO DE JESUCRISTO, DIOS RECONCILIÓ AL MUNDO CONSIGO

Reconciliar significa volver a unir aquello que fue separado. Nuestro pecado nos ha separado de Dios, quien es santo, y no hay nada que podamos hacer para solucionar esta situación. Pero el Señor dio el primer paso para reconciliarnos consigo, al enviar a su Hijo para satisfacer su justicia divina en la cruz.

2 CORINTIOS 5:17-18 «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación.»

Jesucristo ocupó nuestro lugar, llevó sobre sí nuestros pecados y recibió el castigo de la ira de Dios que merecíamos. Fue abandonado para que pudiéramos ser aceptados. Poco antes de morir exclamó: “Consumado es”

La obra de redención y reconciliación había sido hecha. Por medio de la fe en Cristo, la enemistad ha sido eliminada, y como hijos de Dios, hemos sido revestidos con la justicia del Señor .

2 CORINTIOS 5:21 «Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

Ahora bien, el propósito de la muerte de Jesucristo en la cruz del Calvario fue con el objetivo de perdonar nuestros pecados, reconciliarnos con el Padre y que tuviéramos la vida eterna al lado de Dios. Pero para ello tenemos que nacer de nuevo, pidiéndole perdón a Dios por nuestros pecados. Y para ello debemos hacer la siguiente oración:

«Padre Celestial, vengo delante de tu presencia para pedirte perdón por mis pecados, me arrepiento de ellos. Ven a morar a mi corazón y has de mi una nueva criatura que te ame y te exalte cada dīa de mi vida. Enséñame a seguirte, hacer tu voluntad y amarte todos los dīas de mi vida. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.»

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