"Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a si mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo." – 1 Timoteo 2: 5-6
"Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a si mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo." – 1 Timoteo 2: 5-6
"Jesus preguntó a sus discípulos: Quien dicen los hombres que es el Hijo de Dios ? Ellos dijeron: unos Juan el Bautista, otros Elias…. El les dijo: Y vosotros, quien decís que soy yo?. Respondiendo Pedro, dijo: Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente." – Mateo 16: 13-17
Jesús es el Hijo eterno de Dios. El creador del universo (Colosenses 1:17-18), quien nació de Maria y le llamó Jesús, el Hijo del Dios Altísimo.
Vino como profeta, como Maestro, sanó enfermedades, hizo milagros (transformó el agua en vino, mutiplicó los panes, etc.), calmó las aguas del mar, resucitó muertos y resucitó El mismo de entre los muertos. Y vino como Mesías a cumplir una misión: a mostrar el amor de Dios Padre, que pudiéramos relacionarnos con El de una manera personal y a morir por nosotros para perdonar nuestros pecados y así tuviéramos vida abundante en este mundo y la vida eterna.
¿Dónde se encuentra?, en dos lugares, primero como dice la Palabra de Dios, a la derecha del Padre intercediendo por cada uno de nosotros, como Sumo Sacerdote, por quien podemos entrar al Santo Lugar, al Trono de la Gracia para alcanzar misericordia y segundo, en nuestro corazón, sellados por el Espíritu Santo de la promesa.
¿Cómo debemos responder ante El, el día de hoy? Creyendo en El, recibiéndole, obedeciéndole, conociéndole, amándole, siguiéndole, sirviéndole, adorándole, y proclamando que El es Hijo de Dios, que está vivo y está con nosotros cada día, cada segundo, que conoce cada cosa de nosotros y esta dispuesto a bendecirnos en todo.
Jesús es el Señor de mi vida y del tuyo también cuando le recibimos en nuestros corazones.
"porque de tal manera amó Dios a los hombres que ha dado a su Hijo Jesucristo para que todo aquel que en El cree no se pierda sino que tenga vida eterna." – Juan 3:16
"Que aquellos que están a favor de Mi justa causa y se deleitan en Mi justicia, se regocijen y se alegren, y digan siempre: Sea exaltado Jehová, quien se deleita en la prosperidad de Su siervo." – Salmos 35:27
Si la religión tradicional le ha enseñado que el deseo de Dios es que usted sea pobre y esté oprimido, hoy le tengo buenas noticias. La Biblia nos enseña que Dios se deleita en su prosperidad. ¡Él desea que usted prospere! No sólo en el aspecto económico, sino en todas las áreas de su vida: espíritu, alma y cuerpo.
No importa dónde esté ni quién sea, Dios desea librarlo de toda adversidad.
¿Por qué? Porque Él le ama y tiene una misión para que usted la realice. Su plan es que ayude a satisfacer las necesidades de la humanidad. Pero Él es lo suficientemente sabio como para saber que usted no puede dar lo que no tiene. No puede ayudar económicamente a divulgar el evangelio ni dar alimento a los necesitados, si usted mismo se encuentra en quiebra. Él sabe que usted no puede imponer las manos sobre los enfermos si yace postrado en la cama de un hospital, y tampoco puede ministrar gozo a los demás si la depresión lo tiene cautivo. Para que usted pueda ser de bendición, primero debe ser bendecido.
Si usted hoy realmente desea aprovechar las riquezas de Dios, decida ser de bendición para otros. Y antes de que se dé cuenta, recibirá de Dios más de lo que pueda imaginar.
"Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario. Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán. Así te bendeciré en mi vida; en tu nombre alzaré mis manos. Como de meollo y de grosura será saciada mi alma, Y con labios de júbilo te alabará mi boca cuando me acuerde de ti en mi lecho, Cuando medite en ti en las vigilias de la noche, porque has sido mi socorro, Y así en la sombra de tus alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; tu diestra me ha sostenido." – Salmo 63:1-8
Probablemente has escuchado decir que el desayuno es la comida más importante del día. Esto se aplica a nuestro corazón y mente. Lo que les damos cada mañana afecta grandemente el resto del día. Es la Palabra de Dios, la oración y la meditación, el alimento espiritual para tu relación con el Padre.
David comenzó su día con el Señor. En el Salmo 63, describió la búsqueda temprana de Dios. Despertó voraz por su Creador, y después de llenar su alma de la plenitud del Señor, estalló en acción de gracias y alabanzas a Él. Incluso mientras estaba acostado en su cama por la noche, David seguía pensando en su Padre celestial.
Imagínate tener un día así lleno de alegría y gratitud hacia Dios. Esto es posible cuando separamos el inicio de nuestro día pasando con el Señor, escuchándolo hablar a través de Su Palabra y hablando con Él en oración. Nuestra bendición será aún más rica cuando permanezcamos conscientes de Dios durante todo el día y en la noche, contemplando quién es y cómo trabaja. Buscar al Señor no sólo llena nuestro alma vacía; también aumenta nuestra hambre de más de Él.
¿Consideras que es una lucha separar tiempo con el Señor cada mañana? Los hábitos de toda la vida comienzan con pequeños pasos, no resoluciones abrumadoras. Comienza hoy, deja 15 minutos esta mañana. Entonces trata de hacerlo durante unos días, y veras como el Señor comienza a satisfacer tu alma y a aumentar tu hambre por Él.