Si la religión tradicional le ha enseñado que el deseo de Dios es que usted sea pobre y esté oprimido, hoy le tengo buenas noticias. La Biblia nos enseña que Dios se deleita en su prosperidad. ¡Él desea que usted prospere! No sólo en el aspecto económico, sino en todas las áreas de su vida: espíritu, alma y cuerpo.
No importa dónde esté ni quién sea, Dios desea librarlo de toda adversidad.
¿Por qué? Porque Él le ama y tiene una misión para que usted la realice. Su plan es que ayude a satisfacer las necesidades de la humanidad. Pero Él es lo suficientemente sabio como para saber que usted no puede dar lo que no tiene. No puede ayudar económicamente a divulgar el evangelio ni dar alimento a los necesitados, si usted mismo se encuentra en quiebra. Él sabe que usted no puede imponer las manos sobre los enfermos si yace postrado en la cama de un hospital, y tampoco puede ministrar gozo a los demás si la depresión lo tiene cautivo. Para que usted pueda ser de bendición, primero debe ser bendecido.
Si hoy realmente deseas aprovechar las riquezas de Dios, decida ser de bendición para otros. Y antes de que te des cuenta, recibirás de Dios más de lo que puedas imaginar. Dios derramará sobre tí bendiciones en abundancia.
Él hará lo mismo contigo, si eres siervo del Señor y rindes tu tiempo, tu dinero y tu amor por aquellos que lo necesitan. Conviértete en un dador, y
¡Dios se deleitará en prosperarte!