QUE DEBEMOS HACER CON LAS CARGAS, PRUEBAS Y DIFICULTADES?

Aunque muchos tratan de llevarlas sobre sí, Cristo nos muestra lo que debemos hacer en uno de los pasajes del Sermón del Monte. Nos dice que debemos ir a nuestro aposento, cerrar la puerta y orar a nuestro Padre celestial. Todos debemos aprender a compartir con el Señor aquello que nos preocupa. Y en ocasiones, ese aposento viene a ser nuestro cuarto de guerra mientras batallamos con el pecado, los conflictos, las decisiones y las dificultades, hasta que nos rendimos en obediencia a nuestro Dios.

LA ARMADURA DE DIOS

EFESIOS 10-18 «Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. 11Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 13Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, 15y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. 16Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; 18orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;»

Los creyentes enfrentan una batalla, no contra otras personas, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas y contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Se nos dice que debemos ponernos la armadura de Dios, pues las batallas espirituales demandan su protección:

  • El yelmo de la salvación protege nuestros pensamientos.
  • La coraza de justicia guarda nuestras emociones.
  • El cinturón de la verdad nos permite andar en la luz.
  • Nuestros pies deben estar calzados con el apresto del evangelio de la paz.
  • Debemos llevar con nosotros la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.
  • Necesitamos del escudo de la fe para cubrirnos de los ataques del maligno.
  • Finalmente, debemos orar en todo momento.

Satanás es nuestro enemigo. Sabemos que es un asesino, un mentiroso, un engañador y un destructor. Pero como creyentes en Cristo, no tenemos que convertirnos en sus víctimas. Dios nos ha dado la clave para vivir en obediencia y honrarlo. Y la oración es esa clave. Mientras estamos en el cuarto de guerra de oración, libraremos nuestras batallas de rodillas. Podemos venir ante su presencia confiados y seguros de que nuestro Padre celestial conoce nuestras necesidades y escucha cada una de nuestras peticiones.

JESUCRISTO NOS HABLÓ DE UN LUGAR DE ORACIÓN.

El lugar que Jesús usaba para orar no era siempre el mismo, pues viajaba mucho. Pero sabemos que la oración siempre tuvo prioridad en su vida, y también debe tenerla en la nuestra.

  • Es un lugar privado. Cristo dice que debemos entrar en nuestro aposento y cerrar la puerta (Mt 6.6). Si en verdad deseamos encontrar un lugar apropiado para hablar a solas con Dios, Él nos lo dará. Puede que esto requiera algunos ajustes en nuestra vida, pero podemos estar convencidos de que el Señor desea que pasemos tiempo a solas para que podamos desarrollar una comunión íntima con Él.
  • Es un lugar santo. Si solemos tener un encuentro con Dios cada día en el mismo lugar, podemos decir que ese lugar es santo, pues ha sido apartado para adorar al Señor y poner ante su presencia nuestras preocupaciones. Será fácil tener comunión con Él, pues eso es lo que estaremos acostumbrados a hacer en ese lugar. Todo lo que alcancemos en nuestra vida, vendrá como resultado de la relación personal que tengamos con Dios y del tiempo que pasemos con Él en oración. Al confiar en el Señor, podemos ver la manera en la que obra en la vida de sus hijos.
  • Es donde libramos nuestras batallas. Cada vez que enfrentemos situaciones difíciles o conflictos con otras personas, debemos traerlos ante la presencia de nuestro Padre celestial y permitir que sea Él quien libre nuestras batallas. Necesitamos su guía, ayuda y sabiduría para responder adecuadamente en todo momento. Habrá ocasiones en las que nadie más podrá ayudarnos, pero el Señor siempre estará a nuestro lado para consolarnos, fortalecernos y exhortarnos. Al humillarnos ante su presencia y al clamar por su ayuda, nos sostiene en medio de las tentaciones y las pruebas de la vida.
  • Es donde recibimos instrucciones para cada día. No sabemos lo que sucederá cada día, pero Dios sí lo sabe. Si comenzamos cada día en nuestro cuarto de guerra, nos rendimos a su voluntad y le pedimos que guíe nuestros pasos, el Señor avanzará con nosotros para acompañarnos, guiarnos y protegernos. Nuestro Padre celestial promete dirigir nuestros pasos si confiamos en Él con todo nuestro corazón y si le reconocemos en cada uno de nuestros caminos, en vez de depender de nuestro propio entendimiento (Pr 3.5, 6). La Biblia nos instruye para cada situación que enfrentaremos en la vida. Pero si optamos por no escuchar al Señor, no podremos conocer su plan y perderemos la batalla. No podremos vivir en obediencia si mantenemos nuestra Biblia cerrada.
  • Es donde recibimos instrucciones para cada día. No sabemos lo que sucederá cada día, pero Dios sí lo sabe. Si comenzamos cada día en nuestro cuarto de guerra, nos rendimos a su voluntad y le pedimos que guíe nuestros pasos, el Señor avanzará con nosotros para acompañarnos, guiarnos y protegernos. Nuestro Padre celestial promete dirigir nuestros pasos si confiamos en Él con todo nuestro corazón y si le reconocemos en cada uno de nuestros caminos, en vez de depender de nuestro propio entendimiento (Pr 3.5, 6). La Biblia nos instruye para cada situación que enfrentaremos en la vida. Pero si optamos por no escuchar al Señor, no podremos conocer su plan y perderemos la batalla. No podremos vivir en obediencia si mantenemos nuestra Biblia cerrada.
  • Es donde confesamos nuestros pecados. Cuando abrimos su Palabra con un corazón sincero ante su presencia, tenemos la oportunidad de confesar nuestros pecados y de pedirle que nos muestre aquello que hemos hecho fuera de su voluntad. Mientras oramos, debemos darle tiempo a Dios para que hable a nuestro corazón. En ocasiones usa pasajes de la Biblia para exhortarnos, dirigirnos y mostrarnos lo que hemos hecho mal. También nos habla por medio de su Espíritu Santo. Y hasta puede llegar a usar las pruebas y las dificultades para captar nuestra atención.
  • Es donde desarrollamos una relación cercana con Dios. Si estamos demasiados ocupados para pasar tiempo a solas con el Señor, no podremos crecer en la comunión que nos ha permitido tener con Él. Dios nos ama y desea que dediquemos tiempo para conocerlo. Hay momentos en los que oramos junto a otras personas, pero es cuando estamos a solas que crecemos más en sus caminos y abrimos nuestro corazón ante su presencia. Esta es la actividad más importante en la vida del cristiano, pues nos permite tener comunión con nuestro Salvador.
  • Es donde dejamos nuestras cargas. Dios se encarga de llevar nuestras cargas y preocupaciones, y perdona nuestros pecados si se los confesamos.
  • Es donde lloramos nuestras pruebas y pesares. Cuando vamos a nuestro cuarto de oración y clamamos al Señor, Él nos escucha, comprende y sana nuestro roto corazón.
  • Es donde perdonamos a otros. El Señor no solo perdona nuestros pecados, sino que también nos ayuda a perdonar a los que nos han herido.
  • Es donde somos fortalecidos. Es en ese lugar santo que tenemos la oportunidad de expresar todo lo relacionado con nuestra vida; y al derramar nuestro corazón en oración, somos fortalecidos por el Señor.

OREMOS: Gracias Señor porque nos haces estar consientes de tu presencia y que nos has dado las armaduras espirituales para cuando pasamos por situaciones difíciles. Bendecimos tu nombre y te agradecemos porque cada vez que accesamos a tu presencia en oración podemos encontrar consuelo, provisión, fortaleza, ayuda y liberación. En el nombre de Jesús.

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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