Siempre tenemos dos opciones, sobre todo cuando estamos ante situaciones difíciles.

Podemos escoger seguir nuestro propio camino o la voluntad de Dios. Aunque sabemos que hacer lo que le agrada a Dios es la mejor opción, de manera natural nos sentimos atraídos a escoger lo contrario. Y, aun así, el Señor tiene el poder para que todo obre para nuestro bien. Por tanto, si queremos disfrutar de sus bendiciones, debemos obedecerlo y no seguir nuestros propios planes.

Muchos de los principios bíblicos son ilustrados con la vida de los personajes de las Sagradas Escrituras. Moisés es un ejemplo de estas dos opciones; escoger hacer nuestra voluntad o la de Dios.

Trasfondo histórico

Mientras Jacob y sus 12 hijos vivían en Canaán, los hermanos de José le tenían envidia y lo vendieron como esclavo en Egipto. Después de vivir varios años como esclavo y prisionero, José fue elevado a la posición de primer ministro. Cuando toda esa área fue azotada con una gran hambruna, José salvó a su familia y la trajo a vivir a Egipto.

Después de muchos años llegaron a ser una gran multitud, y un nuevo rey se levantó en Egipto, el cual no conocía nada de José. Sintió miedo de que los israelitas traicionaran a Egipto en tiempo de guerra y los esclavizó y afligió con una pesada carga. Pero, a pesar de todos sus esfuerzos, el pueblo de Israel continuaba multiplicándose.

Moisés nació durante la época en la que Faraón trataba de exterminar a todos los varones recién nacidos, pero su madre le mantuvo consigo por tres meses, hasta que ya no pudo esconderlo más. Fue entonces cuando lo puso en una canasta, y la situó a la orilla del río Nilo, y dejó a su hija vigilándolo. La hija de Faraón encontró a Moisés, y lo adoptó como a su propio hijo. La madre de Moisés fue escogida para ser su nodriza, hasta que fue destetado. Luego fue criado en el palacio como heredero del trono.

Una vez que Moisés creció, comenzó a preocuparse por el maltrato que sufría su pueblo hebreo y deseaba hacer algo al respecto (Ex 2.11-15). Pero lo hizo a su manera, y cometió errores que afectaron el resto de su vida. Al ver cómo un egipcio maltrataba a un hebreo, acudió a su rescate, mató al agresor y escondió el cadáver en la arena.

Errores de Moisés.

  • Se enfocó en un suceso y no en el panorama completo. En vez de considerar cómo salvar a toda la nación, se enfocó en un acto de crueldad.
  • Siguió su razonamiento. Moisés creyó que la única manera de ayudar al hebreo era matando al egipcio.
  • Actuó por impulso. No se detuvo a pensar, sino que reaccionó de manera inmediata.
  • Actuó con sus propias fuerzas. Tomó la justicia en sus manos, en vez de depender del Señor.
  • Actuó impulsado por la ira. Su ira incontrolable le llevó al asesinato.
  • No pensó en las consecuencias. Moisés no consideró lo que pasaría como resultado de sus acciones.

Cuando actuamos a nuestra manera, también cometemos los mismos errores. Pero si nos acostumbramos a obedecer a Dios, podremos reconocer que sus pensamientos y sus caminos son más altos que los nuestros, y escogeremos hacer su voluntad (Is 55.8, 9). Andar en los caminos de Dios debe llegar a ser un hábito para nosotros.

Los resultados de las decisiones de Moisés.

  • Asesinó a un hombre.
  • Sintió gran temor.
  • Fue desterrado de Egipto.
  • Se tuvo que separar de su familia y de la nación.
  • Se convirtió en pastor de ovejas.
  • Tuvo que pensar en lo que hizo.
  • Perdió su alta posición, poder e influencia.
  • Vivió en el desierto, mientras su pueblo continuó sufriendo en Egipto sin que pudiera hacer nada.

Si escogemos hacer nuestra voluntad y no la de Dios, también tendremos que enfrentar graves consecuencias. Nos sentiremos llenos de remordimientos y desilusiones, y tendremos que enfrentar las consecuencias de nuestras acciones. No solo nos afectarán a nosotros, sino también a otros. Aunque el camino de Dios no siempre es el más fácil a seguir, ni es el que más nos agrada, y puede llegar a ser el más doloroso, siempre es la mejor opción, pues va de acuerdo con el plan de Dios y propósito para nosotros.

El prerrequisito para hacer la voluntad de Dios.

Nadie puede seguir el plan de Dios sin un encuentro con Él, por medio de su Hijo Jesucristo. Debemos confesar y arrepentirnos de nuestros pecados, y creer que Cristo pagó la deuda que teníamos, para que podamos ser perdonados y tener una relación con nuestro Padre celestial.

El resultado de hacer la voluntad del Señor.

Después de 40 años en el desierto, Dios le habló a Moisés por medio de una zarza ardiente (Ex 3.1-6). Para ese entonces, Moisés había dejado de confiar en sí mismo y estaba listo para ser usado por el Señor para liberar a los israelitas. Cuando Moisés se acercó para ver por qué la zarza no se consumía, Dios le dijo que regresara a Egipto para demandar a Faraón que dejara ir a los isrealitas (Ex 3.7-22).

  • Moisés obedeció el mandamiento divino (Ex 4.19, 20). Siguió las instrucciones de Dios, en vez de seguir sus propios planes.
  • Procedió en el tiempo del Señor y no en el suyo.
  • Dios proveyó todo lo que Moisés necesitaba. Aaron se convirtió en el portavoz de Moisés cuando no se sintió bien y Dios le dio grandes señales que serían usadas para convencer a Faraón.
  • El Señor eliminó sus temores. Le aseguró que su presencia y poder lo acompañarían.
  • Le dio instrucciones específicas a Moisés.
  • Moisés pudo sentir el poder del Señor en su vida. Egipto era una nación muy poderosa, pero Moisés fue enviado con el poder del Dios todopoderoso.
  • Pudo ver el poder de Dios obrar de manera inusual. Moisés fue testigo de los milagros que Dios obró para liberar a los hebreos de la esclavitud egipcia.
  • Los hebreos fueron bendecidos. Se fueron de Egipto con grandes riquezas.
  • Moisés aprendió a hacer la voluntad de Dios. Comprendió cuán efectivos son los planes de Dios y cuán vano era seguir los suyos.
  • Aprendió que el Señor podía usarlo. Llegó ante la presencia de Faraón, armado tan solo con una vara y pudo observar cómo el Señor liberó a su pueblo.
  • Dios alcanzó en un corto espacio de tiempo lo que Moisés no hubiera podido lograr durante toda su vida. Moisés rescató a un hombre, pero el Señor liberó a todo el pueblo de Israel sin causar una guerra o revolución.

Si imitamos el ejemplo de Moisés y escogemos el camino de Dios, también aprenderemos que, si lo obedecemos, Él es Fiel para cumplir su voluntad.

FUENTE: Gracias Pastor CHARLES STANLEY por sus enseñanzas.

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